10/03/2018
Imágenes contra el olvido
Por Analía Gómez
Fotografías originales e intervenidas, siluetas y murales fueron usados a lo largo de estos 42 años para poner en presencia a las personas desaparecidas por el Terrorismo de Estado en Argentina. Sobreviven y se potencian año tras año con nuevos significados. Licenciada en Historia, la autora de este texto traza un recorrido por esta iconografía que en nuestro país tiene vocación de superviviencia.
Arderá su memoria hasta que todo sea como lo soñamos
Estas son solo dos líneas del poema "Dame la mano" de Francisco "Paco" Urondo, intelectual y militante asesinado el 17 de junio de 1976 por las fuerzas de seguridad en Guaymallén (Mendoza). Seguramente no imaginó como aquella frase sería minimamente modificada y utilizada en nuestro país por familiares de detenidos desparecidos, organismos y militantes de derechos humanos en sus prácticas de lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia. La modificación es pequeña, una sola palabra: Arderá la memoria hasta que todo sea como lo soñamos. Nos preguntamos entonces: ¿dónde arde la memoria?, ¿acaso en las imágenes? Probablemente Georges Didi-Huberman nos contestaría que sí, que las imágenes arden. Y entre otros tantos motivos una imagen “arde por la memoria, es decir que todavía arde, cuando ya no es más que ceniza: una forma de decir su esencial vocación por la supervivencia, a pesar de todo”.
Si en nuestro país hay imágenes que parecen tener “vocación de supervivencia” estas son las que representan a los detenidos desaparecidos por la última dictadura cívico-militar. Fotografías originales e intervenidas, siluetas, murales, etc. han sido utilizados para visibilizar a los desaparecidos tanto en su carácter de víctimas como en su condición de familiares y militantes.
Entendiendo que sobre el Terrorismo de Estado y sus víctimas existen diferentes abordajes y estudios no pretendemos aquí abocarnos a la producción académica sobre el tema sino a las prácticas de otros actores que han elaborado una memoria sobre nuestro pasado reciente en la cual el uso de las imágenes ha permitido mantener presentes a esos ausentes que son los desaparecidos.
La foto como recurso
Desde el inicio mismo de la última dictadura cívico-militar los familiares de los detenidos desaparecidos realizaron distintas acciones con el fin de conocer el destino de sus hijos, hermanos, padres, etc. Presentaron habeas corpus, publicaron solicitadas en la prensa periódica y recurrieron a dependencias estatales con el fin de buscar alguna información que les permitiera conocer el paradero de su familiar. Uno de los recursos utilizados en aquella búsqueda inicial fueron las fotografías.
¿Cuáles fueron las fotos escogidas? Aquellas en las que el rostro se podía visibilizar con claridad, por ejemplo, las fotos carnet que habían sido sacadas para certificaciones oficiales tales como documentos y/o cédulas de identidad (da Silva Catela, 2009; Feld, 2010; Longoni, 2010 b). Constituían un recurso para demostrar que aquellos por los que se reclamaba realmente existían, su foto era constancia de vida. Y si bien esto puede parecernos una obviedad, reafirmar la existencia de una persona desaparecida fue necesario para familiares que ante sus reclamos se les solía preguntar si estaban seguros de haber tenido ese hijo o ese hermano al que buscaban (1). Las fotografías no solo se utilizaron para denunciar la desaparición de personas ante dependencias estatales sino también para reclamar en espacios públicos. Así puede observarse en la movilización en Plaza de Mayo de 1983, en la ya foto emblemática de Daniel García.
El uso de las fotografías en manifestaciones tiene continuidad hasta nuestros días. Un ejemplo es la marcha que los organismos de DDHH realizan cada 24 de marzo. Los organismos entran a la Plaza de Mayo con una extensa bandera con las fotos de los desaparecidos (2). La bandera como soporte y los rostros como contenido siguen siendo una estrategia para interpelar a la sociedad pero a su vez también interpela a los propios militantes: “Los miramos en las fotos y los recordamos con amor, y podemos reivindicar sus luchas. Podemos nombrarlos acá, en la Plaza del pueblo, y saber que son parte de esta memoria colectiva que los abraza” (3).
Las fotos también fueron utilizadas en otro formato: los recordatorios publicados por los familiares en el diario Página/12. El primero de ellos data del 25 de agosto de 1988 y fue una iniciativa de la familia de Laura Carlotto. Llevado al diario por su madre, Estela Barnes de Carlotto, actual presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, estaba encabezado con la palabra “Solicitada”. Desde entonces el diario ofreció a los familiares y amigos de detenidos desaparecidos un espacio gratuito para la publicación de recordatorios.
Estela Carlotto recuerda: “Publicar las fotos de nuestros hijos no fue una cosa que se nos ocurriera de un día para el otro, de la nada; la idea vino de las estrategias que habíamos ido creando desde la dictadura para dar visibilidad a lo que nos pasaba (…) Empapelábamos las paredes de Buenos Aires con las fotos de nuestros hijos, y también de los nietos cuando los habían secuestrado ya nacidos. (…) Mostrar la foto del que no había vuelto al hogar era calificar nuestra demanda como cierta” (Vales, 2008).
Los recordatorios se convirtieron así en una nueva estrategia para visibilizar a los desaparecidos. Ofrecían un nuevo formato y un nuevo medio de circulación. En ellos se conjuga la foto con el texto que escogen o escriben quienes los firman. Son pocos los recordatorios que solo presentan texto. La ausencia de la fotografía suele obedecer a que se carece de ella. En un recordatorio puede leerse: “Desapareciste… También tus fotos” (Giannoni, 2007). Estas líneas permiten observar la importancia que tiene la foto aún para señalar que no se cuenta con ella ya que es la que “vuelve a traer” una y otra vez al desaparecido, confirma su presencia y a la vez su ausencia y nos recuerda que el reclamo sigue vigente.
En los últimos años pueden observarse algunos cambios en la elección de las fotos ya que muchos recordatorios son firmados también por hijos y nietos de desaparecidos. No solo se seleccionan las “fotos carnet” sino que aparecen otras que muestran escenas cotidianas en las que pueden verse a un hombre o una mujer casi siempre sonrientes, así como también parejas de militantes, una madre o un padre con sus hijos pequeños, mujeres embarazadas, etc. Esta nueva elección no parece casual ya que refuerza el vinculo entre el desaparecido y quien/es firma/n el recordatorio. La foto parece tener otra función: contar parte de una historia, la de aquel/lla que militó, la de aquel/lla que compartió su vida con una compañero/a que también se encuentra desaparecido/a, la de aquel/lla que tuvo hijos. Ya no es solo una víctima.
La permanente publicación de los recordatorios demuestra que se han convertido en uno de los formatos elegidos por los familiares para mantener presente la memoria de aquellos por los que aún reclaman justicia. Nombres, recuerdos y fotos se combinan y circulan en un periódico que invita a que sus lectores se encuentren con un pasado que irrumpe día tras día logrando así interpelarlos en el presente.
Aparecidos
Como hemos visto hasta aquí los familiares seleccionaron e hicieron públicas una serie de fotos que “dejaron de pertenecer a la familia del desaparecido para conformar un corpus de todos los que denuncian o se preocupan por el problema de la desaparición” (da Silva Catela, 2009, 344). Tal es el caso de Brian Carlson, artista plástico estadounidense, quien desde el año 1995 desarrolla actividades relacionadas con la memoria. En 2007 visitó la ex Esma y algunos años después, en 2012, inició el proyecto que lleva por nombre Aparecidos, cuyo fin es intervenir las fotografías que le envían tanto familiares como amigos de desaparecidos. La intervención consiste en poner color a fotos “en blanco y negro”. Gruesos trazos y colores intensos modifican la foto original y según Carlson es una forma de “reaparecer al desaparecido, de allí el nombre de la muestra” (4).
Las fotos son exhibidas en manifestaciones públicas y en muestras que entre otros lugares se han realizado en el Museo de la Memoria de Rosario, en la ex Esma y en la Universidad Nacional de General Sarmiento. La foto irrumpe así en el espacio público siendo re-utilizada para seguir visibilizando a los desaparecidos. Una foto que ya no es la misma sino que es re-actualizada. La propuesta trasciende el plano artístico ya que tiene por fin impactar al observador y generar una reflexión sobre nuestro pasado reciente. Carlson puede considerarse un “emprendedor de la memoria” (Jelin, 2002), es decir, alguien que a través de su proyecto pretende defender una causa que tiene “un propósito a favor de la memoria y contra los genocidios” (5).
La imagen de la ausencia: Siluetazo
Si las fotos constituyen uno de los recursos que se mantiene hasta hoy, otro lo proporcionan las siluetas. Representación en papel de la figura humana, las siluetas fueron utilizadas por primera vez durante la III Marcha de la Resistencia convocada por las Madres de Plaza de Mayo y realizada el 21 de septiembre de 1983. Lo que hoy conocemos como Siluetazo fue una propuesta de tres artistas plásticos, Rodolfo Aguerrebery, Julio Flores y Guillermo Kexel y fue pensada inicialmente para una muestra convocada por la Fundación Esso. Consistía en poner en dimensión la superficie que ocuparían 30.000 cuerpos. La muestra fue suspendida pero la propuesta se mantuvo y los artistas la pusieron a disposición de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. El antecedente que sirvió a los artistas como disparador fue “un afiche del artista polaco Jerzy Spasky, publicado en la revista el Correo de la UNESCO varios años antes (…) En cada impreso había un dibujo de tantas figuras como muertos por día hubo en Auschwitz” (Flores, 2008).
No parece casual que los artistas hayan vinculado a las victimas del Holocausto con las victimas del Terrorismo de Estado en Argentina. Si bien los contextos, causas y formas fueron distintos, en ambos casos se diseñó una política de Estado que tuvo por fin exterminar a una parte de su población sin dejar rastros de ella, es decir, haciendo desaparecer los cuerpos. En consecuencia, ¿cómo representar a aquellos de quienes no se sabe su destino?, ¿cómo representar la ausencia? La silueta fue el recurso que eligió Spasky para conmemorar a las victimas del Holocausto en 1978 y pocos años después el mismo recurso fue recepcionado y resignificado por los artistas argentinos con el fin de representar a los desaparecidos y al mismo tiempo reclamar por su aparición.
Para la época, “Aparición con vida” era una de las consignas que las Madres de Plaza de Mayo y los familiares utilizaban en sus distintos reclamos y manifestaciones y bajo su signo se convocó a la III Marcha de la Resistencia para la cual se realizaron las siluetas por primera vez. Las Madres pidieron a Aguerrebery, Flores y Kexel que las siluetas fueran colocadas de pie y no en el piso porque al estar erguidas representaban vitalidad mientras que si se dibujaban en el suelo podían asociarse con la muerte. Esta no fue la única modificación que las Madres realizaron al proyecto original. Los artistas habían pensado que cada silueta llevara los nombres y datos de los desaparecidos. Pero al no contar aún con listas completas las Madres decidieron que las siluetas fueran anónimas. Aún así en plena elaboración se incluyeron algunos nombres, fechas y consignas.
La Plaza de Mayo fue el lugar elegido para realizar las siluetas. Quienes participaron en ese “taller” público pusieron sus cuerpos sobre el papel para que otro marcara el contorno. Las Abuelas pidieron que se realizaran siluetas de niños y embarazadas para que también quedara representada la apropiación ilegal de los hijos que habían sido secuestrados junto a sus padres o que habían nacido en cautiverio. Luego de realizar miles de siluetas estás fueron colocadas en los frentes de edificios públicos que se encuentran en las inmediaciones de la Plaza y pegadas en árboles, paredes, etc.
Las siluetas como nueva estrategia visual permitieron mostrar el reclamo por los detenidos-desaparecidos y sobre todo representar la presencia de la ausencia.
Pocos meses después del primer siluetazo las Madres convocaron a un segundo. Se realizó en la Plaza de la República en el marco de la asunción de Raúl Alfonsín. En el mismo lugar se realizó el tercer siluetazo con motivo del octavo aniversario del golpe de estado. En adelante las siluetas fueron utilizadas también en afiches, convocatorias, etc. Veamos algunos ejemplos:
El primer afiche corresponde a la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos Desaparecidos. Puede observarse cómo la silueta, destacada en color, representa a quien no está pero que a su vez se encuentra presente entre quienes reclaman. El segundo afiche es una convocatoria de los organismos de DDHH para una marcha en contra del indulto. Si bien las siluetas no ocupan un lugar central en la imagen si tienen una ubicación estratégica. En el busto hay una serie de galones de los que penden siluetas en clara alusión a la culpabilidad y responsabilidad de los militares en la desaparición de personas.
En los años 90 y los primeros 2000 seguimos encontrando las siluetas en el marco de diferentes actividades. Ana Longoni señala el uso de este recurso por la agrupación H.I.J.O.S., que supo realizar una serie de postales en las cuales consigas tales como “Hay que continuar la lucha” y “Ni olvido ni perdón” fueron repetidas dando forma a una silueta. También destaca su colocación en el enrejado de la ex Esma el 24 de marzo de 2004 cuando por decisión del entonces presidente Néstor Kirchner este espacio fue entregado a los organismos de DDHH (Longoni, 2010 a). En 2010 las siluetas también se utilizaron en Resistencia durante el comienzo del juicio por la masacre de Margarita Belén. Tal como señala Cecilia Fiel “la acción del siluetazo venía a celebrar un momento de esperanza y justicia. La acción se resignificaba” (Fiel, 2013. Estos son solo unos pocos ejemplos que nos demuestran que las siluetas siguen siendo un recurso visual utilizado por familiares, artistas y organismos de DDHH.
Presencias y Ausencias
Un proyecto fotográfico tiene por fin conjugar la presencia y la ausencia de los desaparecidos. Justamente su nombre es Ausencias y su autor es Gustavo Germano, hermano de Eduardo, militante montonero detenido desaparecido el 17 de diciembre de 1976.
Inicialmente, y en forma conjunta con la Asociación de Familiares y Amigos de Detenidos Desaparecidos de Entre Ríos (AFADER) e H.I.J.O.S Regional Paraná, Germano eligió aquellas fotos que previamente los familiares habían seleccionado. Nuevamente la foto proviene del álbum familiar, es decir, sale del espacio privado para pasar al público ya que la muestra se ha instalado en legislaturas, museos, centros culturales, ex centros clandestinos de detención, universidades, galerías de arte, etc.
El formato elegido por Germano es una serie de dípticos. En cada uno encontramos una primera foto en la que podemos ver militantes, hermanos, padres/madres con sus hijos, amigos, parejas, etc. Todos ellos fotografiados en momentos cotidianos tales como reuniones, casamientos, encuentros y vacaciones. La segunda foto fue tomada por el propio Germano en el mismo lugar que la fotografía original. Así puede observarse a quienes estuvieron presentes en la primera foto con la clara intención de poner en evidencia que hay quien o quienes ya no están en la reconstrucción, manifestándose así la ausencia.
En cada fotografía se precisa el año en la que fue tomada e indica los nombres de los “presentes”. El primer díptico que aquí seleccionamos muestra en la foto original a Orlando Méndez y Leticia Oliva, tomada en el año 1975 en las costas del río Uruguay (Entre Ríos). En la reconstrucción ya no hay nadie a quien fotografiar. A diferencia de otros dípticos la ausencia es total ya que tanto Orlando como Leticia fueron secuestrados y desaparecidos.
¿Cuál es el impacto de estas imágenes? Seguramente la respuesta dependa de cada observador pero consideramos aquí que las imágenes se convierten en una estrategia que tiene por fin hacer que quien mira se pregunte por aquellos que hoy están ausentes.
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Organismos de DDHH, familiares y artistas han sido y son actores importantes en la elaboración de una memoria social sobre el terrorismo de estado y especialmente sobre la desaparición forzada de personas. Para su elaboración han recurrido a distintos recursos y estrategias siendo las imágenes una de ellas.
Fotos originales, intervenidas y reconstruidas, siluetas, afiches, etc. han servido para representar la presencia de la ausencia. En este acervo de representaciones sobre los desaparecidos es indudable que “sobre tu memoria yace una golpeada imagen (…) el permanente eco de aquel aire (…) de aquel destino” (Urondo, 2014).
*Licenciada en Historia - UNLu
Notas
- 1. Testimonio de Alicia Furman. En: Van Dembroucke Celina, 2013: 127.
- 2. La primera vez que se utilizó la bandera con las fotos de los desaparecidos fue en la marcha del 24 de marzo de 1996 (Longoni, 2010 a: 6).
- 3. Discurso a 40 años del golpe genocida. Recuperado de: https://www.abuelas.org.ar/noticia/discurso-a-anos-del-golpe-genocida-368
- 4. “Aparecidos”, la muestra de Brian Carlson sobre militantes desaparecidos se presentó en la UNGS. Recuperado de: http://www.ungs.edu.ar/ms_ungs/?p=23838
- 5. Brian Carlson, artista que con su muestra "Aparecidos" evoca la memoria de las víctimas del terrorismo de Estado. Recuperado de: http://www.telam.com.ar/notas/201503/98957-brian-carlson-aparecidos-dia-de-la-memoria.html
Referencias
da Silva Catela, L. (2009). Lo invisible revelado. El uso de fotografías como (re) presentación de la desaparición de personas en la Argentina. En: Claudia Feld y Jessica Stites Mor (comp.), El pasado que miramos. Memoria e imagen ante la historia reciente (pp. 337-361). Bs. As.: Paidós.
Didi-Huberman, Georges. Cuando las imágenes tocan lo real. Recuperado de: https://www.macba.cat/uploads/20080408/Georges_Didi_Huberman_Cuando_las_imagenes_tocan_lo_real.pdf
Feld, C. (2010). Imagen, memoria y desaparición: una reflexión sobre los diversos soportes audiovisuales de la memoria. Atheleia, 1(1).
Fiel, C. (2013). Representar y conmemorar: en torno a la masacre de Margarita Belén. En: E. Oliveiras (ed.), Estéticas de lo extremo. Nuevos paradigmas en el arte contemporáneo y sus manifestaciones latinoamericanas (pp. 197-225). Bs. As.: Emecé.
Flores, J. (2008). Siluetas. En: A. Longoni y G. Bruzzone (comp.), El Siluetazo (pp. 83-106). Bs. As.: Adriana Hidalgo editora.
Giannoni, V. (compiladora) (2007). Poesía diaria. Porque el silencio es mortal. Bs. As.: Retina Editores.
Gil, E. (2014). Imágenes de la ausencia. El siluetazo, Buenos Aires, 1983. Argentina: EDUNTREF.
Jelin, E. (2002). Los trabajos de la memoria. Madrid: Siglo XXI.
Longoni, A. (2010 a). Arte y Política. Políticas visuales del movimiento de derechos humanos desde la última dictadura: fotos, siluetas y escraches. Aletheia, 1(1).
Longoni, A. (2010 b). Fotos y siluetas: dos estrategias en la representación de los desaparecidos. En: E. Crenzel (comp.). Los desaparecidos en la Argentina. Memorias, representaciones e ideas (1983-2008) (pp.35-57) Bs. As.: Biblos.
Urondo, F. (2014). Obra poética. Bs. As.: Adriana Hidalgo editora.
Vales, L. (24 de agoto de 2008). A 20 años del primer recordatorio publicado por Página/12. Registros de la Ausencia, Página/12. Recuperado de https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-110291-2008-08-24.html
Van Dembroucke, Celina (2013). Retratos. Las fotografías carnet de los desaparecidos en los recordatorios de Página/12. En: J. Blejmar, N. Fortuna y L. I. García, Luis (editores). Instantáneas de la memoria. Fotografía y dictadura en Argentina y América Latina (pp. 119-132). Bs. As.: LIBRARIA EDICIONES.
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