El Archivo de la Memoria Trans es una reunión familiar. Surge de la necesidad de volvernos a abrazar, volvernos a mirar, de reencontrarnos después de más de 15 años con las compañeras que creíamos muertas, con las que nos distanciamos por diferencias o por el exilio; y con los recuerdos de las que, efectivamente, ya no están. 

De nuestro pasado, atravesado por la exclusión y la violencia, quedaron muchas cosas pendientes, caídas o abandonadas en la urgencia por existir. Fotografías, relatos, diarios, revistas, objetos y todo lo que nos sobrevivió, dan cuenta de nuestra militancia antes de la militancia y del por qué hoy somos menos de 100 las que pasamos los 55 años.

Nuestra realidad siempre fue lucha y resistencia. Y un brillo intenso en los labios.

Hoy, ensamblamos recuerdos para hacer el retrato de la amiga que no está. En la disputa por la versión real de la anécdota, descubrimos cosas, sutilezas que habíamos olvidado, pero que otra compañera guardó y que están en la órbita de nuestras estrellas. Miramos con nostalgia, alegría y dolor hacia adentro para traer entre todas el olor del perfume que la caracterizaba; ese timbre de voz que era sólo de ella; sus gestos; su cuerpo; las anécdotas más tragicómicas de calabozos y policías; quién era que la bautizó para siempre con ese apodo que no figuraría jamás en un dni; el furor del traje para la gran fiesta de carnaval; la nueva familia en París, Roma, Villa Madero; los días previos a su muerte y las noches por Godoy Cruz, los Bosques de Palermo o el departamento privado. Rastros esenciales que se perderían sin en el ejercicio de la memoria íntima, subjetiva y que entre todas deviene en colectiva.

Estar juntas fue la manera que encontramos de resistir a las múltiples formas de violencia ejercidas por la sociedad civil y el estado. Mantenernos juntas es lo que hacemos para reforzar, mediante la construcción de este archivo, el poder de nuestros lazos.

En estas fotografías se vuelve más intensa la vida, a pesar de tanta muerte. Tal vez  sea porque están saliendo a la luz, porque están renaciendo.

Este es el relato más próximo y verdadero que puede existir sobre nuestra comunidad, porque lo construimos nosotras, las sobrevivientes.

María Belén Correa y Claudia Pía Baudracco, una reconocida militante trans ya fallecida, habían imaginado tener un espacio donde recordar a sus compañeras. Después de la muerte de Pía, Belén creó un grupo cerrado en Facebook llamado Archivo de la Memoria Trans donde reúne a sus compañerxs.

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En ese grupo, de a poco, empezaron a aparecer fotos. “Tendría muchas fotos más si no hubiera salido huyendo de cada hotel en el que viví, culpa de la policía que entraba y arrasaba. Muchos de los álbumes son de chicas que ya no están”.

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Estos documentos, hoy preservados, sobrevivieron a la dictadura y a la represión policial en democracia.

El acervo del archivo registra un material que comienza desde principios del Siglo XX hasta fines de la década de los 90. Una suerte de construcción histórico-política colectiva de la comunidad trans/travesti por parte de las pocas que sobrevivieron.

Las historias se cuentan en primera persona. Salvo algunas excepciones, fueron tomadas por ellas mismas: las sobrevivientes, que viven en distintas partes del mundo. Algunas en Buenos Aires, otras en Santiago del Estero, Rosario, Jujuy, Salta, en Roma o París.

El Archivo es la recolección y protección de la memoria trans en fotos, recortes, videos, revistas, películas y entrevistas. Y, sobre todo, son las historias contadas por las sobrevivientes.

Las imágenes reflejan la vida de las chicas en espacios interiores; pocas veces aparece un exterior donde se encuentran juntas, porque en esos tiempos había que cuidarse mucho en el espacio público.

El Gondolín es el hotel donde las chicas del interior paraban en Buenos Aires.

“Exilio o carnaval eran nuestros únicos espacios para existir-resistir todo el año, para ser aplaudidas en febrero y seguir resistiendo o escapar. Nuestros puntos de encuentro siempre fueron calabozos, velorios y cumpleaños”.

“Nos tomamos el 60 y en el camino paramos en una librería y compramos las cartulinas y los fibrones y nos encaminamos para Plaza de Mayo. El resto está en las fotos... La segunda manifestación iba a ser más organizada”.

“Ellas ahora no son las mismas. Las que la cuentan tienen cuarenta años o más, no son las mismas de las fotos, estamos en otra época. Ahora podemos llamarlas sobrevivientes y gracias a ellas conocemos las historias de las que ya no están”.

“Estas fotos son maravillosas porque son leyenda. Ahora somos miles y miles de chicas, pero en esa época eran pocas. Y eran como mitos, unas diosas que todo el mundo esperaba ver. La gente se quedaba muda de tanta belleza”.

Entre todas las fotos se construye un relato, el relato más próximo y verdadero que puede existir sobre la comunidad trans. Cada nueva fotografía es un escenario para muchxs desconocido, incluso hoy, o mal conocido. Esos escenarios históricamente fueron exhibidos por los medios de comunicación
hegemónicos de un forma ridiculizada, grotesca, demonizada, en fin, transfóbica, en consonancia con las políticas estatales de la época.

Desde 2013 María Belén Correa, con el apoyo de la fotógrafa Cecilia Estalles Alcón, ponen en acción el Archivo. Junto a un equipo conformado por Ivana Bordeu, Carlos Ibarra, Florencia Aletta y Catalina Bartolomé se proponen recolectar fotos personales y documentación de la comunidad travesti, transgénero y transexual argentina, para rescatar del olvido a personas que, por las leyes represivas y la discriminación, fueron borradas de la historia social. Así nace el Archivo de la Memoria Trans.

“Era noviembre del año 2001, al terminar la marcha del Orgullo, cuando decido irme: salgo escapada de Argentina y me exilio en New York. No tenía muchas opciones para escapar de la represión y la persecusión que vivíamos.

Esta foto es de mi primera nevada, salí sola a disfrutarla por las calles, y le pedí a un desconocido que me la sacara. Después se la envié por correo a Claudia Pía cuando estaba en la cárcel”.

"Este archivo documenta la familia que fuimos y hoy somos. Nos recuerda de dónde venimos para saber adónde queremos ir".

“Lo último que sé de ella es que se fue a México”.

El Archivo busca visibilizar cuerpos invisibilizados, rescatar testimonios que nadie escuchó. En los ochenta, en plena democracia en Argentina, fusilaban a travestis en la Panamericana. Eso no se supo, o se supo y no importó.

Chicas desaparecían y eran enterradas sin que se supiera qué había sido de ellas. El Archivo hace un gesto contrario.

"Era el año 1997, viajábamos todxs lxs activistas para el segundo encuentro LGBT en Salta. En ese colectivo vi el primer beso de amor entre dos mujeres trans. Vivían juntas, no eran sólo amigas. Eran pareja, amantes, compañeras, eran revolucionarias".

“En esa época (principio de los ochenta), recuerdo que nos hacíamos amigas muy fácilmente, porque nos encontrábamos de igual a igual, en la misma condición de vulnerabilidad. Era amistades de fierro. Estábamos muy preocupadas de si alguna amiga había caído presa y le armábamos el bagayo de ropa, con frazada, puchos y comida”.

El Archivo tiene algo de fiesta, hasta para restituir un ritual mortuorio. Está lejos de la solemnidad académica. Los encuentros y desencuentros, los debates, las noticias y los emoticones: todo eso es parte del Archivo.

"Celebramos la existencia de estas fotos que construyen día a día el archivo de nuestra memoria trans".

*La muestra del Archivo de la Memoria Trans se exhibió por primera vez en la fotogalería del Conti entre diciembre de 2017 y marzo de 2018.  +