04/05/2016
Cifras
Por Ernesto Conti
Cuántas sillas vacías. Cuántos pañuelos marchando. Cuántos hijos recordando. Cuántos nietos y abuelos faltándose. 30.000, 10.000, 1.
Los 30.000 fueron, son y serán un símbolo que llenaron una inmensa latitud en todo el mundo. Recorrieron redacciones, calles, pasacalles, solicitadas, cárceles, homenajes, pintadas, debates y blancos pañuelos. Manifestaciones, sindicatos y fábricas. Literatura y literatos. Religiosos, ateos y pocos entierros. Una deuda interna insoslayable frente a la mirada del mundo.
Los 10.000 fueron, son y serán, porque no, más pena que olvido. Una cachetada al dolor. Una estadística miserable como quienes la argumentan. El dolor no se invalida. No se cuantifica. No se enrostra con un habano en mano y pescado crudo en un cóctel. El dolor es horizontal. Generaciones enteras podemos dar cuenta de ello.
Uno. Mi padre. Piloto, caminante, escritor de tarde y de linyeras. Abuelo del Delta y de mis hijos. Profesor de alumnos y alumnas, de mi madre. Quién me diera vida por su obra.
Fuiste 30.000 o 10.000? Serás siempre uno. Hoy son 40 años, mañana serán 40 más. Quién sabe. Quién calla. Quiénes te recordamos más presente que nunca.
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