26/12/2023
No todo es lo que parece
¿Salud mental? algunas preguntas, situaciones, caminos
Por Dalia Cybel y Fran Castignani
Fotos Celeste Carboni
Hecha de retazos, de iluminaciones y de preguntas, la indagación sobre cómo el mundo contemporáneo se relaciona con la salud mental y con sus eventuales zonas de contacto con eso que llamamos locura puede ser un punto de partida para comprender y abrazar la diversidad.
“Siento que todas las sombras del universo se multiplican en lo profundo de mi piel”
Virginia Woolf
¿Quién define las fronteras entre la cordura y la locura?
Demasiada gente.
Médicos, analistas, psicólogos, terapistas.
Profesionales de todo tipo, pelaje y color ya nos midieron y nos pesaron, nos escucharon (en el mejor de los casos) y nos diagnosticaron (en todos los casos).
Nos recetaron pastillitas de colores y nos recomendaron que siempre tengamos en la cartera o en la mochila un Clonazepam.
En ese terreno, perdidas, nos encontramos.
Compartimos pastilleros, derrumbes, vueltas e idas.
¿Cuántas tomás vos por día? me preguntaste una vez.
Te dije menos, por las dudas de no parecer demasiado extraña.
Nos introdujimos en un baile orgulloso que desconocíamos.
Memorizamos números de teléfono porque, como nosotras bien sabemos, en los psiquiátricos no se puede usar celular.
Por las dudas nos pasamos contactos de madres, padres y amigues.
Así creamos redes de apoyo y de afecto, como puentes entre distancias.
Entre altas, bajas e internaciones aprendimos canciones de reggeaton y estrategias concretas para superar las crisis.
Nos mandamos cartas, leímos cartas ajenas, nos regalamos poemas.
Cambiamos de psiquiatra, intuyendo que lo importante era otra cosa.
Cuando no lográbamos hacer pié, era cuando más nos acercábamos.
El vértigo como una clave para continuar.
Escuchar voces puede ser una experiencia terrible y maravillosa a la vez.
Ahora estamos juntas.
imaginando que podemos hacer otra cosa con eso que llaman salud mental.
Escribir un cuento, convocar una asamblea, reírnos de nosotras mismas.
Politizar nuestras vidas, casi sin darnos cuenta.
Aquello que el sistema capacitista y patriarcal desecha, para nosotras es la carne misma de lo cotidiano.
Incómodas para pasar desapercibidas, buscamos tenues comunidades.
Hicimos de la ternura un método para atravesar nuestras catástrofes. Ahí nuestro refugio y nuestro corazón.
Foto: Celeste Carboni
**
Lista de cosas para hacer en una internación
jugar al chinchón
jugar al truco
escribir cuando se pueda
hablar con cualquier extraño
tomar al menos 7 tés por día
litros de mate
leer libros inentendibles
leer poesía
escuchar rezos ajenos
ser evangelizado
comparar medicaciones
hacer pulseras de macramé
mandalas, cientos de mandalas
caminar sin pisar las lineas de las baldosas
tocar la pandereta en el taller de musicoterapia
festejar cumpleaños sin prender velas
arreglarse para las visitas
esperar la hora del teléfono
cenar a las ocho de la noche
dormir a las nueve
**
¿Qué sucede con aquellas, aquelles que bordeamos ciertos márgenes considerados peligrosos? ¿Qué con nuestro andar fatigado y cansino? ¿Y con nuestra torpeza ansiosa? ¿Qué sucede cuando la locura se convierte en la protagonista de todas nuestras experiencias cotidianas? La locura, creemos, no es necesariamente talento, ni ingenio. La locura no es compañía, a veces es tan solo una masa pegajosa que se nos adhiere a los párpados en las noches de insomnio.
**
me destruyo y reconstruyo en fragmentos
de aquella que fui anteriormente
me reinvento
tengo miedo a morir en el campo, en una ceremonia sin participantes.
que mis huesos se conviertan en hummus.
alimentar lombrices y monsteras.
tengo miedo de morir en el campo,
ser abono de una flor salada
con tallo de espinas.
es casi como morir en un psiquiátrico
¿verdad?
**
No sabemos lo que puede una loca. Para bien y para mal.
¿quién quiere ver escuchar, saber lo que no puede este cuerpo
a veces poderoso, a veces puro andrajo?
el riesgo de la variación quizás sea una locura
a la que estamos expuestxs
sin cura ni remedio
**
Estás en la guardia, una vez más
Te equivocaste, una vez más
Tomaste pastillas, una vez más
o te cortaste
o rompiste un vidrio que no tenías que estrellar.
Estás angustiada, se te nota, pero disimulás porque sabés que si llorás muy fuerte van a venir a buscarte.
Durante meses los psicólogos te invitan a enfrentar el miedo, a angustiarse, a hurgar en lo profundo de la mugre, a atravesar los sentimientos incómodos, los más bajos instintos, pero cuando metés los pies en el barro, cuando probás de esa miel, cuando los recuerdos atormentan la noche y soñás imágenes intrusivas te volvés peligrosa. Desatada, inestable.
De nuevo a encerrarte, porque no les enseñaron a lidiar con el odio y la ternura, sentimientos radicales que no todos saben manejar.
¿Quién va a dudar de un profesional de bata blanca y pelo impoluto?
¡HAY QUE INTERNAR! afirma, y toda vocación de cuestionamiento es en vano.
¡HAY QUE MEDICAR! reivindica, aunque le cueste articular las palabras cuando intente explicar para qué funciona el fármaco, quién lo creó, qué efectos tiene. Condiciones adversas muchas, entre ellas diarrea y estreñimiento que vendrían a ser opuestos entre sí.
¿Quién le va a creer al loco? Oye voces, grita fuerte, vomita la comida. Al loco hay que educarlo, mirarlo con recelo, sentarlo en la camilla con el suficiente cuidado para que nada lo pueda alterar.
“Estamos trabajando para ayudarte, confía en nosotros”, dicen las batas blancas, pero no les tiembla el pulso a la hora de dar indicaciones a enfermeros que vienen y van. Te pinchan, te entuban, te tocan. Te dan de comer por una sonda donde el alimento cae por goteo.
Lxs psiquiatras suelen ser seres encantadores y algo impuntuales. ¿Quién querría hacerles mal a aquellos que se dedican a erradicar de nuestra sociedad a los desviados?
**
Foto: Celeste Carboni
Interrogantes para sobrevivir a una crisis
la crisis es el cuerpo
Jesse Lee Kercheval
¿ampliar las preguntas?
¿arder en ellas?
¿mejor arder que desvanecernos?
¿reclamar el derecho al rescate de nuestras historias?
¿limpiar la casa?
¿querer soñar todavía?
¿caminar? ¿hablar con los árboles?
¿llamar a las amigas?
¿habitar una delicadeza?
¿lo mucho roto?
¿machacar hasta que duela
o deje de doler?
¿reunirnos? ¿rehacernos?
¿buscar parajes?
¿encontrar pareja?
¿qué medicación me toca ahora?
¿sertralina? ¿brexpiprazol?
¿haloperidol? ¿quetiapina?
¿lavar la ropa? ¿limpiar la casa?
¿apagar algunas imágenes?
¿encender otras?
¿cómo se hace? ¿desde dónde?
¿una lengua enloquecida? ¿sin miedo?
¿vivir en un afuera sin bordes?
¿torcer una causa?
¿desilusionar? ¿desilusionarnos?
¿como recuperar la energía consumida
en atravesar, protestar, demoler, reparar?
**
“Quiero agudizar mi sentido del orgullo respecto de aquello que me fortalece, mi testimonio sobre lo que me atormenta. Cualquiera que sea el nombre que nos demos, como sea que terminemos enfrentando nuestro odio hacia nosotros mismos, nuestra vergüenza, nuestro silencio y nuestro aislamiento, el objetivo es el mismo: poner fin a nuestra opresión material diaria”. (ELI CLARE, 2016)
**
¿Qué modos de habitar el mundo podemos darnos las personas enfermas / discapacitadas / afectadas por alguna condición debilitante? Quizás en el hacer de esas debilidades que nos atraviesan otra fuerza posible, no en el sentido de un nuevo vector individual de dominio o de supresión de aquello que nos excede, sino más bien en el sentido de un territorio colectivo y plural donde vivir la demasía que somos, donde guarecernos frente a la hostilidad de comunidades que muchas veces se empeñan en negar nuestro derecho a existir sin curas ni rehabilitaciones forzosas.
Dalia Cybel y Fran Castignani
Dalia Cybel estudió Curaduría e Historia del arte en la Universidad del Museo Social Argentino, trabajó como periodista y editora de género en El Grito del Sur, estudió la maestría de Políticas de Género en la UNTREF y colaboró con medios como Página 12 y Cosecha Roja.
Fran Castignani es politólogx, docente, trabajadorx de la salud y escritorx neurodivergente. Desde hace varios años investiga los cruces entre política, estética y salud mental. Participa desde 2019 en la plataforma Orgullo Loco Buenos Aires. Ha ofrecido conferencias y talleres en ciudades de México, España, Alemania y Argentina.
Compartir
Te puede interesar
Sin cadenas
Por Sebastián Scigliano
Mis aventuras con Eduardo
Por Matías Cerezo
El hombre al que le gustaba pensar y hacer con otros
Por Manuel Barrientos
- Temas
- Salud mental