12/10/2023
Intimidad y memoria
Un abrazo infinito
A 40 años de la recuperación de la Democracia, el fotógrafo Leo Vaca presenta fotografías de mujeres que cambiaron la historia de nuestro país. Un recorrido por Argentina para retratar a las Madres y Abuelas en sus hogares, con sus objetos atesorados, en su intimidad. La muestra Un abrazo infinito estará hasta el 16 de octubre en las salas del Conti.
Nos acostumbramos a ver a las Madres y a las Abuelas de Plaza de Mayo en sus acciones públicas. Rondando en la plaza, marchando con banderas, con las fotos de sus hijos e hijas en alto. Las vimos resistiendo la represión durante la dictadura y durante la democracia, enfrentando a los caballos, dándose fuerza unas a otras, en medio de gases lacrimógenos. Las fotos de este proyecto vienen a hacer el recorrido inverso. No son fotos de celebración ni de denuncia ni de épica. Son fotos sensibles, amorosas que nos las devuelven a la intimidad de sus hogares, a sus afectos, al espacio privado que las cobijó, del que tal vez no hubieran salido si el terrorismo de Estado no les hubiera arrancado a sus hijas e hijos. Lugares donde descansan, cocinan, sueñan, donde se curan las heridas. Las Madres y las Abuelas fueron empujadas a torcer sus destinos. Malheridas pero vivas salieron del anonimato, interrumpieron la soledad del dolor privado y del ensimismamiento para enfrentar al terrorismo de Estado primero, y a los intentos de impunidad y de olvido después. Y en esa búsqueda se encontraron con otras madres y abuelas, con otros familiares, con otros hijos e hijas. Lograron convertir el dolor en acción colectiva y en ese recorrido se transformaron también a sí mismas.
Marta Ceridono de Gómez. Su hija Carmen y su yerno Héctor Gargiulo fueron secuestrados el 5 de marzo de 1975, en pleno Operativo Independencia. La pareja tuvo un hijo, Pablo, quien al momento del secuestro de sus padres quedó a cargo de sus abuelos.
Vera Vigevani de Jarach. Vera nació en Milán en una familia judía que se refugió en la Argentina en 1939 para escapar de las leyes raciales fascistas. El 25 de junio de 1976, la dictadura secuestraba a su hija, Franca Jarach, militante de la Unión de Estudiantes Secundarios y de la Juventud Trabajadora Peronista. Tenía 18 años. Según testimonios de ex detenidos, Franca fue vista en el centro clandestino de detención de la ESMA. Aún permanece desaparecida.
Rosa Tarlovsky de Roisinblit. En octubre de 1978, su hija Patricia, que estaba embarazada de ocho meses, y su pareja José Manuel Pérez fueron secuestrados junto a su hija de 1 año, Mariana Eva. Durante su cautiverio en la ESMA, Patricia dio a luz a un varón, a quien llamó Rodolfo Fernando. Mariana fue devuelta a su familia paterna, mientras que Patricia y José continúan desaparecidos. En el año 2000, a través de una denuncia anónima recibida en Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa se reencontró con su nieto Guillermo Rodolfo Fernando, quien había sido criado por un agente civil de inteligencia de la Fuerza Aérea y por su esposa, enjuiciados por apropiación ilegítima y sustitución de identidad.
Sara Luján de Molina (Coca). Madre del dirigente estudiantil Raúl Mateo Molina y una de las fundadoras de “Madres de Plaza de Mayo” filial Córdoba. Su hijo fue secuestrado y asesinado en el centro clandestino de detención, tortura y exterminio “La Perla”. El 24 de marzo de 1976, Sara fue detenida en su hogar y hasta septiembre de 1977 permaneció a disposición del Poder Ejecutivo Nacional en diferentes espacios del dispositivo represivo de la última dictadura cívico-militar.
Álbumes transformados en archivos, fotos que conviven con listas de nombres, artículos de diarios, soportes de búsqueda, rastros de lo que vivieron. Ellas reconstruyeron las listas, recorrieron juzgados, comisarías, cuarteles, iglesias, hospitales, dependencias estatales, oscuros pasillos de más oscuros funcionarios para saber dónde estaban sus hijos e hijas, qué hicieron con ellos y ellas. Y guardaron esa memoria en sus archivos. Nelly Richard escribió que, frente a lo dramático de luchar contra la desaparición del cuerpo, los familiares produjeron incesantemente la aparición social del recuerdo de esta desaparición. La dictadura argentina intentó borrar las huellas de las desapariciones, sus vidas previas, sus elecciones, sus decisiones. Frente a ello, las Madres sostuvieron la memoria con imágenes, objetos, palabras, con sus recuerdos, con cada rastro que quedó como testigo. Hicieron visibles a sus hijos e hijas, usaron su imaginación para quebrar el silencio.
Estela Barnes de Carlotto. Su hija Laura fue secuestrada el 26 de noviembre de 1977 en la Ciudad de Buenos Aires. Militaba en la organización Montoneros y estaba embarazada. Según testimonios de sobrevivientes, Laura permaneció detenida en el centro clandestino “La Cacha”. El 26 de junio de 1978, en el Hospital Militar, dio a luz a un niño al que llamó Guido. Meses después fue asesinada y en 1985 sus restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en el cementerio de La Plata. En 2014, luego de 36 años de incansable búsqueda, Estela se reencontró con su nieto Ignacio Guido Montoya Carlotto. Fue la restitución número 114 de las Abuelas. Estela es la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.
Marcela Brizuela de Ledo. Es la madre de Alberto Agapito Ledo, desaparecido el 17 de junio de 1976 mientras cumplía el servicio militar obligatorio en el Batallón 141 de Construcciones de La Rioja. Alberto era estudiante de la carrera de Historia y militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores. La última vez que se lo vio con vida fue en Monteros, provincia de Tucumán, en el marco del Operativo Independencia llevado a cabo por el Ejército Argentino. Tenía 21 años.
María Luisa Bertrans de Barahona. Madre de Francisco y Juana Isabel Barahona. Su hijo Francisco fue asesinado el 23 de diciembre de 1975. Tenía 19 años y militaba en la Juventud Guevarista. Su hija Juana Isabel, a quien llamaban “Pili”, y su esposo Mario Néstor Serra eran militantes del Ejército Revolucionario del Pueblo y Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT–ERP). Fueron detenidos el 19 de mayo de 1977 en Baradero, provincia de Buenos Aires. Ambos permanecen desaparecidos. Junto a ellos se encontraba su hijo Santiago, de nueves meses de edad, quien pudo ser recuperado después de quedar abandonado en la casa de un vecino. Al momento de su detención, Juana estaba embarazada de un mes y medio. Luisa aún continúa buscando a su nieto o nieta.
Nora Morales de Cortiñas. Su hijo Carlos Gustavo Cortiñas fue secuestrado el 15 de abril de 1977 en la estación de tren de Castelar, provincia de Buenos Aires. Tenía 24 años, era estudiante universitario, estaba casado y tenía un hijo pequeño. Aún permanece desaparecido. Junto a las Madres de Plaza de Mayo – Línea Fundadora, Nora inició un largo camino de lucha en la defensa de los derechos humanos y en la búsqueda de verdad y justicia.
Inés Rigo de Ragni. Su hijo Oscar Alfredo Ragni fue secuestrado de la vereda de su hogar en diciembre de 1976, a pocos días de su regreso de La Plata, donde estudiaba Arquitectura y militaba en la Juventud Universitaria Peronista. Según testimonios de sobrevivientes, se comprobó que Oscar permaneció detenido en “La Escuelita”, el centro clandestino del Batallón de Ingenieros de Construcciones 181 de Neuquén. A la fecha de hoy se encuentra desaparecido.
Carmen Vieyra de Lareu. Su hija Electra, a quien llamaban “Pinky”, fue secuestrada junto a su marido José Beláustegui Herrera, el 30 de mayo de 1977. Ambos fueron llevados al centro clandestino de detención “Club Atlético” y aún permanecen desaparecidos. Tenían un hijo, Antonio, de un año y medio de edad, que quedó durante meses en manos de la policía. Finalmente, Carmen pudo reencontrarse con él.
“La imagen arde por la memoria, (…) todavía arde, cuando ya no es más que ceniza” -dice Didi Huberman-, “pero, para saberlo, para sentirlo, hay que atreverse, hay que acercar el rostro a la ceniza. Y soplar suavemente para que la brasa, debajo, vuelva a emitir su calor, su resplandor, su peligro. Como si, de la imagen gris, se elevara una voz: ‘¿No ves que ardo?’”. Este ensayo fotográfico vuelve a soplar suavemente las cenizas y nos dice que la desaparición no fue el final. Fue el inicio doloroso de nuevas vidas que cambiaron la historia de nuestro país.
Otilia Acuña de Elías. Es la madre de Nilda Elías, docente y militante de Montoneros, asesinada el 11 de abril de 1977. El crimen ocurrió en la vereda de su casa en Santa Fe, frente a sus tres hijos, que quedaron al cuidado de Otilia. Su yerno, Luis Silva, fue detenido en 1975, luego legalizado y en diciembre de ese año fue puesto en libertad. En noviembre de 1976, fue secuestrado, probablemente en la localidad de Morón, y aún continúa desaparecido.
Sonia Torres. A sus 93 años, Sonia sigue buscando a su nieto, nacido luego del secuestro de su hija Silvina Parodi y su yerno Daniel Orozco, el 25 de marzo de 1976. Silvina estuvo detenida en la cárcel de mujeres El Buen Pastor y luego trasladada a un lugar cercano al centro clandestino de detención, tortura y exterminio “La Perla”, donde fue asesinada entre los meses de junio y julio de 1976.
Ángela Paolin de Boitano (Lita). Madre de Miguel Ángel, estudiante de Arquitectura secuestrado el 29 de mayo de 1976 y de Adriana, estudiante de Letras secuestrada el 24 de abril de 1977. Los dos militaban en la Juventud Universitaria Peronista. Lita se exilió en Italia en 1979 y volvió a la Argentina en 1983. Actualmente es presidenta de Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas.
Faride Salim de Adriss. Es la madre de Ismael Adriss, militante de la Juventud Peronista. Fue secuestrado a pocas cuadras de su casa, en San Miguel de Tucumán, en 1977. Según testimonio de sobrevivientes, Ismael habría permanecido en el centro clandestino de detención de la Jefatura de Policía de Tucumán. Faride declaró en varias causas por delitos de lesa humanidad y logró la condena de los genocidas involucrados en el caso de su hijo, que aún se encuentra desaparecido.
Olga Barrera de Suárez. Su hijo Roberto Daniel Suárez, militante de la Juventud Peronista, fue secuestrado el 1° de agosto de 1977, cuando cumplía con el servicio militar obligatorio en el Batallón de Ingenieros Anfibios 601 de Santo Tomé, Corrientes. Desde entonces se encuentra desaparecido. La esposa de Roberto, María Cecilia Mazzetti, fue secuestrada a principios de 1976. Tenía 17 años y estaba embarazada. Durante su cautiverio, luego de sufrir golpizas y torturas, dio a luz al hijo de ambos, Rodrigo Sebastián. El bebé fue entregado a sus abuelos y se reencontró con su madre cuando tenía 20 meses de edad.
Leo Vaca
Nació en La Plata en 1973. Comenzó su carrera como fotógrafo en los años 90. Trabajó en los medios gráficos El día, La Prensa, La Nación, Clarín, Infojus Noticias y Télam, Revista Anfibia, Crisis, Gatopardo y Coolt. En el 99/00 fue editor fotográfico de la revista Latido; donde ganó el premio Pléyade a la edición fotográfica en revistas nacionales. Participó de muestras colectivas e independientes. Recibió menciones y premios entre los que se destacan en 2009 a la Trayectoria Fotográfica por el compromiso con la infancia otorgado por la fundación Compromiso Social. En 2015 Primer premio IV bienal de fotografía Arte x Arte en coautoría con el fotógrafo RES. Mención Salón Nacional 2016. En 2018 Primer premio Imagen GABO, por cobertura Ni Una Menos. Como socio y miembro de la comisión de A.R.G.R.A 2014 / 17; fue parte de los encuentros nacionales de fotografía (Chapadmalal, Alta Gracia, Río Tercero ).
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