23/06/2023
A 70 años del triunfo 3-1 sobre Inglaterra
El día que “nacionalizamos el fútbol”
Corrían los años del segundo gobierno peronista y nos volvíamos a enfrentar con los inventores del fútbol. Ahora de locales, en la herradura de la cancha de River. Choque de estilos ante una multitud. Fue 3-1 sobre Inglaterra. La hazaña quedaría marcada a fuego con el primer gol de Ernesto Grillo, eternizado como “el gol imposible”. Ezequiel Fernández Moores reconstruye aquella histórica jornada y sus componentes míticos.
Algunos acontecimientos de la historia, sabemos, resultan siempre más difíciles de entender si los analizamos sólo con los ojos del presente. Nos pasa lo mismo con el fútbol. En Argentina celebrábamos siempre “El Día del Futbolista” cada 14 de mayo. Era un homenaje a un “golazo”, a un “gol imposible” (así se lo describía siempre) que el entonces jugador de Independiente, Ernesto Grillo, le anotó a Inglaterra el 14 de mayo de 1953, en un amistoso entre ambas selecciones, ante 85.000 personas en la cancha de River Plate. “Al término de una magistral acción individual, Ernesto Grillo ha rematado desde un ángulo sumamente difícil…una maniobra hábilmente finalizada” porque primero engañó al arquero Ted Ditchburn con un amague y luego definió a media altura, “un dechado de habilidad y visión”, describió ese gol Félix Daniel Frascara en las páginas de El Gráfico, cuando la palabra escrita tenía valor sagrado.
Ernesto Grillo, desde un ángulo cerrado, anota el empate parcial frente a Inglaterra: 1-1. Con el tiempo, sería llamado “El gol imposible”.
Con los años, el gol adquirió categoría de mito. Porque, en rigor, si bien bonito, hoy algunos discutirían llamarlo “golazo”. La leyenda hizo sin embargo que se usara esa fecha como “Día del Futbolista”, hasta que en 2021 la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) ordenó un cambio. Decidió que el Día del Futbolista pasara al 22 de junio, homenaje a Diego Armando Maradona y a su “Gol del Siglo”, distinguido hasta por la FIFA, el segundo que “el 10” le marcó a Inglaterra en la victoria 2-1 en cuartos de final del Mundial de México 86, en pleno Estadio Azteca. El cambio tiene su lógica: el gol (Diego gambeteando a medio equipo inglés desde atrás de media cancha) fue de una categoría claramente superior, Maradona fue mucho más que Grillo, y también el partido, pleno Mundial (ganado además por Argentina) y no un amistoso (como el de 1953). Ambos goles, eso sí, tienen rival común: Inglaterra. Y esa, justamente, es una de las claves que nos permite analizar el contexto y por qué razón el gol de Grillo tuvo en su momento tanta historia especial.
En la Argentina de los años ‘50, el entonces presidente Juan Domingo Perón construía una política industrialista, que buscaba superar el único rol de “granero del mundo”, abastecedores de productos primarios especialmente a Inglaterra, cuya banca controló en los primeros años buena parte de nuestra economía. Para contrarrestar a las grandes cerealeras en el monopolio del negocio exportador, en 1948 Perón nacionalizó los ferrocarriles, obra de ingenieros británicos, y crecidos casi a la par del fútbol, también traído por los británicos. Malvinas no tenía entonces el significado de hoy, pero enfrentar a Inglaterra tenía en aquellos años un doble sabor: primero porque las invasiones (rechazadas) de 1806 y 1807 dejaron huella en nuestra memoria popular. Y segundo porque era medirse contra el supuesto “maestro”, el fundador del fútbol reglamentado (a la pelota se jugó antes en otros lugares).
El capitán de la selección argentina Eliseo Mouriño saludando al presidente Juan D. Perón. Fuente: revista El Gráfico. Mayo de 1953.
El padre fundador de nuestra pelota es un escocés, Alexander Watson Hutton, creador del Alumni de los hermanos Brown que fue nuestro primer gran campeón, casi hegemónico entre 1901 y 1913. Y, como reacción natural al padre fundador, creamos luego aquí nuestro estilo de juego más nacional, sin tanto pelotazo y rigor físico, y con más toque, pelota al piso y gambeta. Más lento, más juguetón, más pícaro. La revista El Gráfico pasó a ser “la Biblia” del nuevo fútbol. “Si en Inglaterra había que ir a la escuela para aprender a jugar al fútbol”, escribía El Gráfico, “en Argentina, en cambio, había que faltar a la escuela”. Hacerse la “rabona” para ir a jugar al “potrero”, territorios difíciles pero libres, plenos de improvisación, y también de un enorme deseo de ganar. Hay que leer los diarios de aquellos años fundacionales. Mientras los ingleses jugaban confraternizando y tomando luego del partido el té de las cinco de la tarde, servido por “Mrs. Flowers” (así dice una vieja crónica), los clubes de barrios que comenzaban a crecer como hongos, jugaban a muerte, apelando inclusive a trampas que eran consideradas como recursos necesarios y legítimos, casi como parte del juego. Todo un estilo que El Gráfico llamó “la nuestra”. Y que un escritor imaginó aún mejor, diciendo que los ingleses simplemente jugaron primero que nadie al fútbol, pero que, en rigor, el verdadero fútbol había sido “inventado en Argentina”.
En ese contexto político y deportivo libran Argentina e Inglaterra su primer duelo entre selecciones en territorio nacional, con Perón presente en el Monumental. Argentina se había ausentado del Mundial de 1950 (realizado en Brasil) y faltaría también al Mundial 1954 (jugado en Suiza). En el medio (1951) enfrentó a Inglaterra en Londres (derrota 1-2, con gran labor del arquero Miguel Ángel Rugilo, apodado “El León de Wembley”). Reciprocidad de aquel duelo, se programaron dos partidos en Argentina en mayo de 1953 (el segundo se suspendió a los 15 minutos por diluvio con el marcador 0-0). Para el primero, el DT Guillermo Stábile armó defensa con jugadores de Boca y de Racing y bloque ofensivo con cinco miembros de una delantera famosa de Independiente: Rodolfo Micheli (un oportunista), Carlos Cecconato (un motor), Carlos Lacasia (el “cerebro”), Ernesto Grillo (habilidad y potencia) y Osvaldo Cruz (velocidad). Con Inglaterra 1-0 (inesperado gol de cabeza de Martin Taylor), un minuto después, Lacasia recibió de Cecconato en media cancha y habilitó rápido a la izquierda a Grillo, ya unos metros en campo inglés. Grillo burló en carrera, sin lujos, a Ian Wright, Tomy Garret y Ray Barlow y, algo favorecido por la mala salida del arquero, marcó de derecha, al primer palo. Gol de potrero. Micheli y el mismo Grillo completaron el 3-1.
Los cinco delanteros argentinos (y de Independiente) : de izquierda a derecha: Rodolfo Micheli, Carlos Cecconato, Carlos Lacasia, Ernesto Grillo y Osvaldo Cruz.
Luego, con los años, el duelo Argentina-Inglaterra escribió otros numerosos capítulos, desde aquel partido del Mundial ‘66 que ganó el local en Wembley, 1-0 con la polémica expulsión del capitán Antonio Rattín y la frase de “animals” del DT inglés Alf Ramsey contra los jugadores argentinos, hasta justamente el juego de México ‘86, post Guerra de Malvinas, con los dos goles famosos de Diego, “La Mano de Dios” el primero y “El Gol del Siglo” el segundo, que fue el que provocó el cambio de fecha para El Día del Futbolista. Pero antes estuvo aquel duelo de 1953, contexto político incluido. Aquel que, apenas terminado el partido con triunfo 3-1 de Argentina, provocó que alguien (supuestamente un funcionario de Perón) pronunciara otra frase mítica: “primero nacionalizamos los ferrocarriles, ahora el fútbol”.
Ezequien Fernández Moores
Periodista de vasta y reconocida trayectoria. Escribió en El Periodista, Playboy, Tres Puntos, TXT, Mística, Un caño entre otras revistas y en los diarios Página 12, Olé y El País (España). Actualmente escribe para La Nación. Ha trabajado en las agencias DyN (Diarios y Noticias) y ANSA. Recibió dos Premios Konex. Trabaja en El Destape radio (“Habrá consecuencias”) y en radio de la Ciudad (“Era por abajo”). Es autor de los libros Díganme Ringo. Una biografía de Oscar Natalio Bonavena (1992), de editorial Planeta; Breve Historia del Deporte Argentino (2010) de editorial El Ateneo y de Juego, luego existo. Escribir el deporte (2019) de editorial Sudamericana.
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