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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

10/03/2023

A 50 años del regreso del peronismo al poder

Cámpora al gobierno

Las elecciones del 11 de marzo de 1973 son un hito en la historia política argentina, porque significaron el retorno del peronismo al poder luego de 17 años de proscripción y persecución. Jorge Bernettti, protagonista de aquella gesta, recrea el particular contexto en el que se construyó la candidatura de Héctor Cámpora, la astucia proverbial de Perón para ordenar intereses disímiles y la fragilidad de una época signada por el entusiasmo y el vértigo.

Si se retrocede en el tiempo 50 años desde el 11 de marzo de 1973, día en el que Héctor Cámpora ganó las elecciones para presidir el país, la historia encuentra a la Argentina en pleno gobierno del radical “azul” o “galerita” Marcelo Torcuato de Alvear, un integrante de la oligarquía argentina y, al mismo tiempo, protagonista de las luchas del partido de Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen por instaurar la democracia política. A los jóvenes de la generación de 1973 – de la cual el autor de este texto forma parte - la distancia política y social con aquél proceso político les resultaba abismal. No era para menos. Después de la Primera Guerra Mundial, se habían hundido cuatro imperios (el ruso, el austro-húngaro, el alemán y el otomano), se había alzado la Revolución de Octubre y se aceleraban las luchas anti coloniales por la independencia, especialmente en China, India e Indonesia.

Al tumultuoso 17 de octubre de 1945 continuó la victoria electoral del 24 de febrero de 1946. La historia social y política de esos años se ha escrito y se sigue escribiendo, del mismo modo que la referida al golpe militar de 1955 y la resistencia peronista a someterse a la tarea de “higiene política” que los poderes dominantes le aplicaron al peronismo. Era la época nacida de la Segunda Guerra Mundial, la expansión soviética y las “democracias populares” en Europa Oriental y Central; la enorme victoria de la Revolución China; la independencia de la India con la victoria de la “no violencia” de Gandhi; la independencia de Indonesia y el derrumbe del Imperio Británico. En 1955, la conferencia de Bandung en Indonesia da paso al Movimiento de Países No Alineados, al tiempo que el peronismo alimentaba la Tercera Posición entre capitalismo y comunismo. 

El general Juan Domingo Perón no pudo ser asesinado por una bomba en Caracas; su salud le permitió llegar a viejo; la conducción del Movimiento desafiada por intentonas internas y externas fracasó sucesivamente, incluso por el intento de un corporativismo estático e impotente de la dictadura de la “Revolución Argentina” en la etapa de Juan Carlos Onganía. 

Los mandos del Ejército, en la etapa de Alejandro Lanusse, se rindieron a la evidencia de que el peronismo no podía ser “integrado” con su disolución o su asociación subordinada al poder. Las fuerzas conservadoras se vieron desafiadas por el Cordobazo, el Rosariazo y las sucesivas rebeliones populares. Y nacía el desafío de la “guerra popular revolucionaria”. 

Héctor Cámpora y Juan D. Perón

Los sectores combativos del peronismo, en especial la juventud nacida en su seno y la que se incorporó al mismo, se estructuraron como organizaciones político-militares decididas a luchar contra la dictadura de la “Revolución Argentina”. También la izquierda tuvo su fuerte crisis en la época y diversos de sus sectores también se organizaron como grupos guerrilleros en procura de construir un “ejército popular”. 

En 1982 escribí: “Perón tenía claro su juego, propio y muy definido. Tenía que apostar a la victoria. La legalización del peronismo sin una candidatura presidencial que permitiera lograr la victoria alentaría las posiciones escisionistas de sectores del sindicalismo y del justicialismo políticos. Por su parte, la fuerza más significativa de la izquierda peronista, los Montoneros, se identificó con la que resultó la decisión final de Perón: la candidatura de Cámpora. Empero a largo plazo los objetivos de la izquierda se enfrentaron con los de la conducción del Movimiento. Perón estructuraba un proyecto frentista democrático para reformular el capitalismo dependiente argentino. La izquierda peronista, en cambio, estimó confusamente que los comicios constituían un momento - breve - del proceso de transición al socialismo, desarrollo en el que coexistirían perspectivas ortodoxas del mismo junto con las insistentes nuevas definiciones del Líder sobre el socialismo nacional”1.

El 11 de noviembre de 1970 se constituyó “La Hora del Pueblo”, un acuerdo asentado sobre un documento que planteaba el retorno al juego democrático constitucional con la inclusión del peronismo. El partido Justicialista y el partido Radical eran los pilares del pacto que reconocía los derechos políticos del peronismo.

El “Círculo del Plata” inaugurado entonces como un círculo político-social-cultural, inspirado por Marcelo Sánchez Sorondo, el polígrafo nacionalista director del muchas veces clausurado semanario “Azul y Blanco” y dirigido por Juan Manuel Palacio y Juan Manuel Abal Medina, se propuso y logró reunir a representantes de la economía de las dos grandes fuerzas y doctrinarios e historiadores del nacionalismo.

La actividad política de Juan Manuel Abal Medina creció exponencialmente, luego del “levantamiento montonero” como Perón llamó al secuestro y muerte de Pedro Eugenio Aramburu, el 29 de mayo de 1970. “Desde el 11 de noviembre de 1970 me mantuve informado y en contacto con las novedades que se producían en el mundo partidario a través de La Hora del Pueblo”, confió Abal Medina en su decisivo libro de memorias políticas.
 
 El 3 de julio de 1970 se produjo la unificación de la CGT a nivel nacional, lo que produjo la elección de José Ignacio Rucci como su secretario general. Eso colocaba al movimiento obrero a nivel institucional bajo la conducción política directa de Perón, del cual Rucci era un soldado político decisivo. 

Instalado Lanusse en la Rosada, lanzó su plan político: el “Gran Acuerdo Nacional”. El objetivo del último dictador de la “revolución argentina” era lograr una salida pactada con el peronismo y Perón que le asegurara a él, o en su defecto a otro no peronista, la presidencia con el apoyo electoral del justicialismo. Esta iba a ser la última derrota de aquél intento militar. 
Primeramente, luego de la derrota del último intento nacionalista por derrocar a Lanusse a través del movimiento denominado de Azul y Olavarría, Perón reemplazó a Jorge Paladino en el rol como su delegado personal en la Argentina. El 9 de noviembre de 1971, Héctor Cámpora ocupó ese lugar; sería el último delegado de la larga serie que había inaugurado John William Cooke en 1956.   

Según J.M. Abal Medina “lo que llevó (a Perón) a promover a Cámpora fue el cambio de época que se había dado con la consolidación de Rucci en el comando de la CGT y con la repercusión masiva a nivel de la juventud que había generado la ejecución de Aramburu, un argumento similar al que lo había llevado a designar a Galimberti como integrantes del Consejo Superior”2.
En 1972 Cámpora desarrolló las tareas de organización del partido Justicialista que se normalizó de acuerdo a la convocatoria oficial con

Perón como presidente del mismo, Isabel Perón como vice primera y el propio delegado como vice segundo. Al tiempo, el Congreso del PJ que había hecho esos nombramientos luego de un amplio proceso de afiliación y elecciones internas, proclamó la candidatura del Líder a la Presidencia de la República unificando bases y aparato en una política que enfrentaba rotundamente a la propuesta de Lanusse vehiculizada en el GAN.

En agosto de 1972 Perón nombró formalmente a Abal Medina como Secretario General del Movimiento Peronista. Unos días antes, Lanusse lanzó una famosa - y luego se vería rotundamente fallida - bravata contra Perón.”Si Perón necesita fondos para financiar su venida, el presidente se los va a dar. Pero aquí no me corren más a mí ni voy a admitir que corran más a ningún argentino diciendo que Perón no viene porque no puede. Permitiré que digan: ”Porque no quiere”. Pero en mi fuero íntimo diré: ”Porque no le da el cuero para venir”3. Abal Medina citó en su libro otro testimonio de esos días en el que Perón afirmó comentando el exabrupto del entonces presidente: ”Lanusse quiere que yo produzca movimientos que alboroten a sus generales y así tener la excusa para postergar las elecciones. Pero no le voy a dar el gusto, porque si hay elecciones ganamos (subrayado de JLB). Ese es nuestro objetivo”4
El 22 de agosto de 1972 se produjo la Masacre de Trelew, la matanza de guerrilleros fugados del penal de Rawson y recapturados en el aeropuerto de la primera ciudad. La frustrada fuga producida el 17 de agosto fue reprimida con el asesinato, pocos días después en la base aeronaval Almirante Zar de los guerrilleros recapturados. Fuera el asesinato una operación criminal desarrollada por cuenta y obra de la Armada o con su consentimiento, fue encubierta por el gobierno militar que dio como oficial la versión del intento de una segunda fuga por los recapturados. Frente a la opinión pública, la dictadura quedó descolocada porque el asesinato múltiple fue considerado como el nivel de una escalada que cubriría a toda la población. La lucha armada quedaba justificada frente a una dictadura que reprimía con ferocidad creciente. La campaña del regreso con la consigna “Luche y Vuelve” cubrió el país. El anuncio del regreso, que hicieron Cámpora, Abal Medina y Perón por medio de una solicitada con un mensaje de conciliación, fue fijado para el 17 de noviembre de 1972. Al llegar a Ezeiza el día anunciado, Perón iba acompañado por una comitiva que lo había ido a buscar a Roma. El líder justicialista debió quedar encerrado, virtualmente prisionero en el aeropuerto, mientras un desconcertado Lanusse trataba de forzar una entrevista que no se produjo.

Luego de diversas actividades políticas, Perón decidió salir del país yendo a Paraguay y, si su salud lo permitía, viajar a la República Popular China a la que había sido invitado por Mao Ze Dong. Un día antes de su partida, el 13 de diciembre, Perón sostuvo una reunión clave con Abal Medina. Esta “reunión de las candidaturas” se verificó en la casa de la calle Gaspar Campos en Vicente López donde se había alojado en esos días. “En la medida en que el candidato presidencial siempre se estimó que debía ser un peronista en todas las especulaciones de la cúpula justicialista y al no poder superar el veto a Perón, se concluía que la figura a proponer tendría que identificarse con el caudillo definidamente. El nombre de Cámpora era obvio en la circunstancia. Perón indicó a Abal Medina que propusiera a Cámpora en su nombre en el congreso del partido Justicialista a celebrarse dos días después, el 15 de diciembre. La noche del 13 de diciembre (cuando) Abal Medina se trasladó al departamento de Benito Llambí, donde estaba instalado Cámpora en esos días. Se desarrolló entonces una larga conversación entre el delegado de Perón y el secretario general del Movimiento. Abal transmitió el ofrecimiento y el eje del diálogo versó sobre las dificultades a superar con el sindicalismo y en el congreso del PJ. Luego, en la madrugada, en la casa de Gaspar Campos, Cámpora y Abal Medina se reunieron con Perón y allí el jefe justicialista formalizó el ofrecimiento en una escena de hondos contenidos retóricos y emotivos”5.

Perón le había indicado a Abal Medina que solamente comunicara a Rucci la candidatura de Cámpora luego de que el avión a Asunción levantara vuelo. La reacción de Rucci fue muy negativa, pero Abal Medina lo convenció de que era la mejor decisión. Rucci le expresó entonces “sus temores de que algunos sectores luego trataran de que Cámpora se quedara en la Presidencia. Le dije que esto era imposible y que adelantara esto a Cafiero”6, que era el candidato presidencial preferido del gremio metalúrgico.

El Congreso del partido Justicialista fue muy peculiar. Abal Medina, sin integrarlo ni ser siquiera afiliado al PJ, lo condujo con el apoyo del correntino Julio Romero, apoderado del partido. El Congreso volvió a ratificar la candidatura de Perón. Abal Medina propuso consultar a Perón por medio de un “télex” lo que tuvo que ser explicado a algunos delegados poco informados que creyeron que se enviaría un “telegrama” a Perón. La propuesta del télex ganó por 92 a 55 votos. Perón, en otra muestra de su notable “estilo indirecto”, escribió además de su renuncia y agradecimiento por la candidatura presidencial que “escuchen la palabra del compañero Juan Manuel Abal Medina, que tiene expresas instrucciones mías para actuar en esta situación y conoce el procedimiento a seguir”7. Allí todo fue sencillo. Completada la fórmula con la candidatura a vicepresidente de Vicente Solano Lima, el candidato a presidente leyó las Pautas Programáticas del FREJULI. Allí se insertó una declaración en primera persona de Cámpora que fue el eje de los discursos del delegado-candidato en todo el país: ”Voy a llegar al gobierno en virtud de un mandato que ustedes conocen. No lo he buscado ni lo he querido, pero lo he recibido modestamente y lo cumpliré con energía, hasta el final en beneficio de mis compatriotas. He recibido ese mandato por una condición personal, que, entre otras, ha caracterizado toda mi vida. Algunos la consideran un defecto, otros una virtud y de las más honrosas en cualquier hombre. Voy a hablarles, en primer término, de la lealtad. Lealtad total, incondicional a mi patria, lealtad total, incondicional a mi movimiento. Lealtad total, incondicional a mis verdaderos amigos. Considero que el más grande de ellos es el general
Héctor J. Cámpora el día de su elección como Presidente de la Nación, 11 de marzo de 1973.
Perón y le ha sido leal durante el gobierno y desde el llano. A esa lealtad personal se suma la lealtad especial que merece un jefe”.  
La candidatura de Cámpora se sostuvo con pocos recursos económicos, en muchos casos aportados por los sindicatos (notoriamente la UOM de Lorenzo Miguel y José Rucci), cuya participación fue minimizada por sectores adheridos al sistema. “El objetivo político de esta visión consiste en presentar el fenómeno de marzo de 1973 como un puro producto circunstancial y accidental de la izquierda peronista en un singular momento de la vida política del país. Por cierto, no cabe disminuir el rol fundamental jugado por la Juventud Peronista y el activismo militante en su conjunto en las movilizaciones que se sucedieron en todo el país. Pero el recorte de la participación sindical, por lo menos de su núcleo central (o sea, el del gremio metalúrgico), está orientado por una precisa orientación político-ideológica”8.

En la campaña presidencial fueron protagonistas centrales Cámpora y, en menor medida, Solano Lima. En varios viajes estuvo Abal Medina; por la Juventud Peronista lo hizo en muchas ocasiones Roberto “Beto” Ahumada, el segundo de Galimberti en las Juventudes Argentinas por la Emancipación Nacional (JAEN). El sindicalista Miguel Unamuno (bancario) estuvo presente en la primera parte y luego fueron el mencionado Rucci y Casildo Herreras. Por la rama femenina lo hicieron en muchas ocasiones las candidatas Nilda Garré e Irene Román. Los cánticos pro Montoneros fueron constantes y entusiasmaron hasta el candidato Solano Lima, quién hablaba de su “abuelo Vicente Lima, montonero”.

El 11 de marzo se contaron los votos. La victoria de Héctor J. Cámpora fue un extraordinario hecho político, condensación de décadas de luchas, constancia, militancia y tragedia. No podría pensarse la época sino se analizan, como se ha hecho, los sucesos posteriores, como la tragedia de Ezeiza, la renuncia de Cámpora, la tercera presidencia de Perón, la lucha interna peronista, la acción de las organizaciones guerrilleras, la Triple A, la construcción del golpe de 1976. Pero estos temas exigen, cada uno de ellos, una nueva revisión, una nueva vuelta de tuerca en un momento de decisión política de la Argentina.

Jorge Bernetti

Jorge Luis Bernetti es licenciado en ciencias políticas, doctor en comunicación y periodista. Fue coordinador de prensa en la gira proselitista de Héctor Cámpora en 1973. Es autor de “El peronismo de la victoria” y “La Guerra de Papel”, entre otros libros. Fue director de la Escuela Superior de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP, entre 1989 y 1995. Fue Director de Comunicación Social del Ministerio de Defensa entre 2005 y 2010.

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Notas

1:  Bernetti, Jorge Luis (1983), El peronismo de la victoria, Legasa, Buenos Aires, p.57
2:   Abal Medina, Juan Manuel (2022), Conocer a Perón. Destierro y regreso, Espejo de la Argentina-Planeta, Buenos Aires, p.85.
3:  Ibidem, p.129.
4: Fernández Pardo, Carlos A. y Frenkel, Leopoldo (2004), Perón, la unidad nacional entre el conflicto y la reconstrucción (1971-1974), Buenos Aires, Ediciones del Copista, p.92 en Abal Medina, op.cit. 129-130.
5:   Bernetti, op. cit., p.60-61.
6:  Ver Bernetti, op. cit. p.64 y Abal Medina op. cit. p.217.
7:  Abal Medina, op. cit. p.222.
8:  Bernetti, op. cit., p. 8