19/01/2023
Generaciones: hijos e hijas de los 70
Encontrar el camino de migas de pan
Por Ramiro Menna
Ilustración Martín Eito / @eitomartin
¿Cómo hace alguien para comunicar, combinando palabras, quién es, de dónde viene, a dónde va? ¿Qué sonidos se pronuncian para comunicar eso?
Voy a decir algo. Voy a contarte algunos pedacitos de un todo que yo, la verdad, todavía estoy desentrañando.
Ana María Lanzillotto y Domingo Menna
Empiezo por mis viejos. Y empiezo diciéndote que, la verdad, nunca me los arrebataron. Sé que la máquina de exterminio del terrorismo de Estado, al servicio de la reproducción de un sistema injusto y autodestructivo los secuestró, torturó y asesinó, para después desaparecer sus cuerpos. Pero insisto, nunca lograron quitármelos. De alguna manera, Any y Mingo se las arreglaron para dejarme un camino de migas de pan a lo largo de la periferia de este mundo, allí donde se vive en la intemperie, y así fue que comprendí, como le pasó a Haroldo cuando fue a La Habana por primera vez, qué es Latinoamérica. Desde Villa del Carmen, en Patagones; desde el Barrio Noroeste o desde más allá del Hospital Penna en Bahía Blanca; desde los barrios Menfa/INTA/Amaya de Trelew. Allá cerca de Gangán y Gastre en la meseta de Chubut; o en el asentamiento 22 de enero de Cuidad Evita. En los ojos de Carlitos que se quitó su vida a los 15, o en la sonrisa de 17 años de Alito que fue asesinado a palazos (literalmente, a golpes de pala) por alguien que creía que el cordero que se estaba llevando valía más que la vida que ese increíble pibe tenía por delante; en los pies en la tierra de amigos y amigas con quienes aprendí a militar la alegría, la esperanza, el proyecto de pueblo en el que de verdad creemos. Desde allí pude ir siguiendo la huella que me dejaron y que, a fin de cuentas, me trajeron hasta el lugar en el que hoy estamos.
Yo
Mis viejos, su historia, me marcaron. Como dije, están entrañablemente unidos a mí, así lo siento. Y yendo más atrás, hay también presencia viva de mis antepasados. Pero a fin de cuentas, esto que soy, es otra cosa: no es ninguno de ellos. Soy yo. Soy algo distinto.
En mi interior hay convicciones, hay certezas intransferibles, hay dudas, hay búsquedas. Pienso que a vos que leés te debe pasar lo mismo. En mi caso particular también está la fe. La convicción profunda que habita en mí de que aquí “está” Alguien más, que ese Alguien es esencialmente Amor, y que con Él/Ella construimos la Historia.
Creo en la magia del encuentro. Creo que es como en la física: cuando dos cuerpos están dentro de sus respectivos radios de influencia, pasan cosas. Se intercambia energía, se interactúa, hay atracciones y rechazos, la mera presencia del uno produce efectos en el otro. Y la interacción entre ambos afecta irreversiblemente a todo el cosmos. Creo en la magia de este encuentro, entre vos que leés y yo que estoy tipeando. Vaya a saber uno que nace de esto, ¿no? Porque del encuentro, siempre, nacen cosas.
Un encuentro
He tenido muchos encuentros de alta intensidad en mi vida. Personas con las que pasaron cosas fuertes en planos que no sé describir. El más potente de los últimos tiempos, sin dudas, fue con Maxi. El lazo genético que nos vincula, podría haber sido nada. Conozco muchos hermanos y hermanas (hijos de los mismos padres) que tienen relaciones superficiales, livianas. Pero con Maxi no es así. Parece como que dos “buscadores” nos hemos cruzado, y ahora estamos compartiendo la búsqueda y el viaje. Sé que de este encuentro están naciendo cosas. Cosas que me encantan.
Dos pueblos
Mi camino de fe y de búsqueda me llevó a Etiopía (febrero de 2001), tierra habitada por culturas milenarias, por comunidades de profundas raíces. Hice amigos y amigas con quienes enseñamos y aprendimos. Comí en sus casas, tuve en mis brazos a sus niñas y niños. Compartimos sueños y luchas. Aprendí a amar a ese pueblo, aguerrido, resistente, alegre. Y fue en el seno de ese amor que se entrelazaron el alma de Dilla con la mía. Se entreveraron nuestros sueños y partimos juntos, rumbo a ese horizonte que estamos construyendo.
Y nos nacieron Gabriel, Jeremías, Juan Pablo y Esteban. Cada uno de ellos es una victoria, un triunfo: con el terrorismo de Estado quisieron cortar de raíz nuestro árbol, para que no vuelva a crecer. Quisieron borrar nuestros nombres de la tierra. Pero no lo lograron, porque aquí estamos, esparciéndonos como chispas por los rastrojos y sembrando vida que ama la vida. Buscando maneras (y encontrándolas) de inventar un mundo en el que haya lugar para la magia y la alegría del encuentro; un mundo en el que gobierne la alegría compartida.
Hoy: nuestra pelea
En 2005 vinimos a Argentina y, después de algunos breves interregnos, nos convocó Chepes, en Los Llanos del Sur de La Rioja. Vueltas de la vida (casualidencias): sin buscarlo, estamos viviendo a menos de 40 km de donde mi abuelo materno, Nicolás Lanzillotto, comenzó a ejercer como maestro rural, en La Jarilla, allá por 1920, más o menos.
Y aquí se dieron nuevos encuentros. Tinkunakos, dice la voz vernácula. Buscando aquí y allá, una vez más, fue en la intemperie de la periferia donde vimos las migas de pan que nos indicaban la huella que íbamos a seguir. Allí donde el agua para las personas, los animales y las plantas se hacía escasa; allí donde la vivienda era pequeña y precaria. Allí donde la barbarie unitaria seguía lastimando la carne de los nadies, despojándolos de oportunidades para después culparlos de sus carencias, impidiéndoles el acceso al trabajo digno para después tildarlos de vagos; despojándolos de sus riquezas para después ofrecerse a salvarlos. En las manos de Lino y Estela que amasan pan, crían cabras y siembran organización; en los ojos de Claudia, cuando los cruzo llevando a sus hijos en bici a la escuela, o en la verdulería donde trabaja en negro para sostener su hogar, o en la catequesis que enseña a los chicos del barrio; en los pies de Gonzalo, que recorren este semiárido campeando las huellas del Pelado Angelelli, reviviendo su entrega; en la vincha de Leo, que desafía al acostumbramiento, invita a la fraternidad y despierta a muchos que se duermen; en el rostro de Tito, que se curtió trabajando desde pequeño, organizando el asentamiento, y militando entre las sierras que llevan su apellido. Y en tantos otros rostros, manos, miradas.
Y entonces, siguiendo el sendero, la huella, hasta acá llegamos. Hasta el punto en que ya no hay camino: hay que hacer camino al andar. Comenzar a intentar, a buscar formas, modos, a articular solidaridades, a mezclar cultivo, cría y memoria; verdad, justicia y dulce de membrillo. Un febrero chayero curtiendo cuero, cosechando acelga, haciendo salsa de tomate y licor de poleo; y un 24 de marzo desentrañando el paso de la dictadura por estos pagos, encontrando en Chelcos la memoria de Evelina Rosa Ávila detenida desaparecida, y curando nuestra democracia herida, con más democracia. Una losa hecha juntos. Un asado entre amigos y amigas. Una pelea en la calle, marchando. Y el camino que se hace huidizo, se desdibuja.
Esperanza
Hace no mucho, en 2021, logramos conformar la Mesa de Gestión Territorial Departamental (MGTD); las organizaciones vinculadas a la producción popular, el Gobierno Local y las Instituciones científico-técnicas públicas descentralizadas que tienen presencia en el territorio nos propusimos reflexionar sobre el proceso histórico-social, cultural y político en el que estamos, para poder así gestar, dar a luz y hacer que camine un Proyecto de Desarrollo Territorial que nos permita trabajar, producir riqueza y distribuirla con justicia social, cuidando siempre la naturaleza que nos cobija y con la que nos sentimos entrañablemente vinculados.
Así es que hoy vamos buscando infraestructura, equipos y herramientas, insumos, que nos permitan producir alimentos sanos, variados y abundantes; que nos permitan producir indumentaria y artesanías que sean hijas de nuestra identidad y nos ayuden a nutrirla, madurarla, consolidarla; que nos permitan construir casas, para que se transformen en nuestros hogares.
Andamos atrás de la logística para que todo lo anteriormente dicho sea posible. Del capital de trabajo inicial para que la ruede se eche a girar, de la formación y capacitación necesaria para que el proceso se haga con inteligencia, aprovechando los saberes que la experiencia les regaló a nuestros hombres y mujeres Llanistos, y también los aprendizajes que ha acumulado la humanidad a través de su historia.
Con el tractorcito que se gestionó se pudo trabajar la tierra de varias huertas en noviembre y diciembre. Esta semana, si Dios quiere, llegan a El Cardón los insumos necesarios para mejorar los chiqueros en donde se cría parte del ganado caprino que pretendemos potenciar. El Espacio para la Producción Popular “Wenceslao Pedernera” está en “etapa 02”, todavía en papeles, pero no tengo dudas de que en este 2023 se comenzarán a construir los dos galpones que lo inaugurarán, en los que se faenará ganado caprino en condiciones sanitarias adecuadas, y se curtirá cuero caprino con método vegetal. La Asociación de Pequeños Productores Familias Rurales (APEPFAR), y la Cooperativa de Trabajo El Monte serán las protagonistas de esos procesos.
El taller de marroquinería de “El Monte” está produciendo billeteras, bolsos, morrales, bolsos materos y unos chalequitos que, si sale bien el tiro, quizás se vendan allende fronteras. Es chico (y por ende su escala de producción es baja), le hacen falta algunas herramientas, y le vendría muy bien tecnificarse un poco más. Pero tiene toda la voluntad de avanzar.
Kolping pone a disposición parte de un salón de la Asociación que nos permitirá, quiera Dios que pronto, poner a funcionar una Sala de Elaboración de Alimentos. Queremos dotar el espacio de todas las condiciones necesarias para que lo que se haga allí sea bromatológicamente apto, sano, listo para ofrecer a nuestra comunidad y más allá.
Acabo de hablar con el compañero Luis, que me avisa que ya está el camión con agua en la entrada del predio de APEPFAR para descargar. Rebeca va volando a buscar la llave del candado de la tranquera, para que puedan cargarse los espacios preparados, que están destinados a hacer mediciones que nos permitan hacer algo para reducir la evaporación de agua en las represas, y las pérdidas por filtración, buscando implementar mejoras, y así lograr que el agua que se cosecha en temporada de lluvias alcance para dar la vuelta al año produciendo.
Mientras tanto, Sole lucha con los requisitos que el sistema les pone a las organizaciones populares para que puedan funcionar “formalmente”. Isabel insiste para que los beneficiarios de los créditos populares se mantengan al día con sus cuotas, y con Tito andamos viendo cómo conseguimos que el gobierno de la provincia nos habilite más herramientas para las unidades productivas familiares de nuestro departamento, que nos solicitan. Gory va a hacer los carteles que señalizan al “Mercado Popular y Artesanal Yelpe”.
Con Andrés nos saludamos ayer, nos une el cariño militante; no puedo dejar de recordar, cada vez que hablo con él, que todavía está pendiente lograr que alguna autoridad provincial y/o nacional nos de bolilla en serio con el proyecto del “Plan Quinquenal de Acceso al Agua” para nuestro departamento, que apunta a asegurar este recurso para consumo humano, producción ganadera y producción hortícola, en los próximos años.
También queremos que 2023 sea el año en que pongamos a funcionar otro espacio para la producción popular: “Llankay Huasi”. Allí haremos un vivero que permita proveer de plantines a las huertas, y que nos permita también explorar nuestra relación con las especies nativas, tanto por los beneficios que podemos obtener de ellas, como por la urgente necesidad que tenemos de recuperar monte, durante años golpeado por la actividad humana extractivista.
No hay forma de que todo lo anterior funcione si no hay una sinergia fundamental entre las organizaciones vinculadas a la producción popular; el gobierno local, provincial y nacional; y las instituciones públicas científico-técnicas que actúan en el territorio. Y estoy seguro de que, si esa sinergia se produce, se podrán desarrollar otras potencialidades de nuestro territorio, sobre la base de la participación popular (democracia intensa), la distribución justa y solidaria de la riqueza que se produce, y el cuidado de las personas y de la naturaleza toda.
Como te dije hace unos párrafos atrás, estamos haciendo camino al andar; buscándole la vuelta. Amo ser parte de esto. A veces cuesta; a veces se borra un poco la huella. Pero no tengo dudas: estamos en donde tenemos que estar, en donde Domingo y Ana María dejaron las miguitas de pan.
¿Cómo hace alguien para comunicar, combinando palabras, quién es, de dónde viene, a dónde va? ¿Qué sonidos se pronuncian para comunicar eso? Dije algo. Te conté algunos pedacitos de un todo que yo, la verdad, todavía estoy desentrañando.
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