25/07/2024
Crónica de un día de la memoria
Fueguitos
Por Marisa Bertone
Relato de una visita al Centro Educativo Complementario 801 de Berisso. La autora comparte su historia de vida con lxs chicxs que allí concurren, juntxs entablan un diálogo que da cuenta de la vitalidad de la memoria.
… estoy convencida de que los libros encuentran a sus lectores tanto como los lectores encuentran a sus libros. Y no importa el tiempo que pase para que ese momento llegue … El camino de los libros es toda una aventura…
(CRISTINA FEIJOÓ, Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, 12.05.2023)
Esta es la historia de una de esas aventuras.
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El caluroso 28 de enero de este año recibí un mensaje por facebook de una persona que yo no conocía. Decía: mi nombre es Graciela Gramigna, acabo de terminar de leer su libro, vivo en Berisso, pegadito a La Plata. Nací el 23 de marzo de 1976. Decidí buscarla para manifestarle mi agradecimiento por haber realizado la publicación de Fragmentos de una memoria. Ojalá lea mi mensaje y acepte mi solicitud de amistad.
Mi aceptación fue inmediata. Me intrigó cómo Graciela se había encontrado con mi libro y se lo pregunté. Un día tuve una necesidad tremenda de visitar el mar, me respondió por mensaje de voz. Fue un viaje relámpago, con mi pareja llegamos hasta San Clemente, de esto hará unos 5 meses, hacía frío todavía. Fuimos hasta el mar, me senté en la arena, tomamos unos mates. Antes de volver dimos una vuelta por el centro, nos metimos en una librería. En el contexto de libros que tienen que ver con historia, con política, encontré tu libro, vi de qué trataba, me pareció importante conocer una parte de nuestra historia como argentinos, los años nefastos de la dictadura, y qué mejor que hacerlo a través del relato de alguien que los vivió.
Después de idas y vueltas de mensajes míos y de ella (supe que Graciela era docente) terminaba: quién no te dice que las vueltas de la vida nos permitan un día encontrarnos cara a cara.
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Graciela ayudó a la vida a dar una de esas vueltas. El 18 de febrero me mandó este mensaje de voz:
Uno de mis trabajos como docente (les docentes nunca tenemos un solo trabajo, pensé mientras la escuchaba) es ser vicedirectora en un Centro Educativo Complementario. Funcionamos a contra turno de las escuelas de nivel. Trabajamos con niñas y niños del nivel inicial y primario, con propuestas flexibles. Con formato de proyectos y talleres, complementamos las trayectorias educativas de nuestros estudiantes. Uno de los ejes que forman parte de nuestra propuesta curricular se llama Memoria e Identidad. En la jornada de trabajo de hoy con las compañeras docentes, pensamos en proponerte si querías acompañarnos en una actividad alrededor del Día de la Memoria. Podrías hablar en un taller con lxs chicxs, docentes y familias sobre tu libro, tu experiencia. Sería una posibilidad de tener contacto con una persona que vivió una situación muy triste para nuestro país. Sobre todo para lxs chicxs, se llega mejor desde las vivencias reales y concretas y no desde un relato que puede ser abstracto para ellxs”.
No dudé un instante. Mi respuesta fue sí.
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Centro Educativo Complementario Nº 801, Manuel Savio. 2024
EL CEC 801 de Berisso
El viernes 12 de abril a las 8:30 Graciela pasó por mi casa en la ciudad de Buenos Aires para llevarme a Berisso. Infructuosos fueron mis pedidos previos de que yo bien podía viajar en transporte público. Fue inútil. Cuando estábamos por llegar a Berisso, llamó por el celular al CEC para decir que estábamos cerca, para que vayan preparando todo. Oí que una voz respondía: acá ya está todo preparado y los chicos esperan muy entusiasmados.
Cuando entré al CEC 801 de Berisso sentí que entraba a un hogar cálido más que a una institución. Había colores y sonrisas. Me abrazaban las maestras, la directora, la cocinera. Sí, lxs chicxs comen en el CEC. Yo también disfruté al mediodía de un rico pollo con puré. Mientras me iban mostrando los distintos espacios del Centro supe que las aulas no están divididas por grados sino por grupos por edades. Yo conversaría con un grupo por la mañana y con otro después del mediodía.
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Centro Educativo Complementario Nº 801, Manuel Savio. 2024
Entré al salón de la seño Micaela. Me recibieron con un aplauso. La maestra los miraba, me miraba, vi orgullo en sus ojos y confianza en su sonrisa. Vi esas caritas que desde las mesas de trabajo me escrutaban con ansiedad. Vi el cartel que, colgado del pizarrón, tenía una serie de preguntas. Dejé de lado la silla alta que habían preparado para mí y me senté en una más baja, como las de ellxs. Y les dije, no recuerdo qué les dije, pero sí que pensé, Marisa, hoy va a ser un gran día. Y me dispuse a responder las preguntas que habían trabajado previamente con la seño.
¿Cómo empezó la dictadura? ¿Qué edad tenías? ¿Cómo fue vivir esa época? ¿Tenés conocidos a los que llevaron detenidos? ¿Qué decían en la tele? ¿Qué cosas estaban prohibidas? ¿Te tuviste que ir a otro país? ¿Cómo fue volver a la democracia?
Si llegaron a este punto, queridxs lectores, sabrán que poco importan mis respuestas. Algunas fáciles y concretas, otras que debo seguir pensando, que lxs argentinxs debemos seguir pensando, que no hay una sola respuesta para algunas de las preguntas. ¿Cómo empezó la dictadura y cómo fue volver a la democracia? ¿Qué les hubieran dichos ustedes a esxs niñxs?
Yo repreguntaba: ¿qué saben ustedes sobre la dictadura? Se levantaban varias manos, las voces iban diciendo, no se podían juntar más de tres personas, estaban prohibidas algunas canciones, algunos libros.
Cuando pasó un tiempo suficiente, decidimos con Micaela que podíamos terminar la actividad. Entonces vi que armaron una fila y se acercaron a mi silla. Cada uno de ellos, de ellas, colocaba frente a mí su mano cerrada en un puño y me pedían que les firmara sobre la piel. Qué miedo sentí de hacerles daño. Que la birome no se deslizara y rasgara su piel. Que les doliera. Sus caritas sonrientes me tranquilizaban, Y a mí, a mí, a mí, me decían Ludmila, Emilia B., Santino, Emilia B.S., Bastián, Gala, Delfina, Sofía, Lucía, Lisandro, Francesca, Renata R.C., Nahiara, Catherina, Bruno y Luisina.
Cuánto daría por saber qué significaba esa firma para ellxs. ¿Qué habrán contado en la escuela del contra turno, en sus hogares? Tal vez un día se lo pregunte a la seño Micaela.
Esos puños fueron para mí los fueguitos de los que habla Galeano: “No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. […] otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende".
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Después del almuerzo, teníamos la actividad con el grupo de la seño Bárbara. Descubrí en sus rostros la misma ansiedad que había visto en lxs de la mañana, las ganas de participar, el apuro por hacerlo. Cada uno, cada una, tenía una pregunta para hacerme, previamente redactada. Todas empezaban con Hola Isabel, mi nombre es…
Magnífico ejercicio de identidad, nombrar y nombrarse. Pensé en Abuelas y su lucha. Fran, Tiziano, Cata, Constanza, Azul, Delfina, Paulina, Isaías, Francesco, Sofía, Iván, Naomi, Bahiana, Maxi y Luz, leyeron sus preguntas.
Centro Educativo Complementario Nº 801, Manuel Savio. 2024
¿Qué significa esta frase que incluiste en tu libro: Pasado que no ha sido amansado con palabras no es memoria, es acechanza? ¿Por qué decidiste escribir un libro sobre lo que viviste, cómo fue el proceso de escritura? ¿Por qué se llama Fragmentos de una memoria?
Mi respuestas me fueron llevando a mis años de docente en Venezuela. Repreguntándoles qué significaba para ellos la palabra acechanza, una niña levantó la mano y dijo: es como que va a pasar algo malo. Entonces les dije: escribí este libro para sacarme el miedo. Cuando algo les moleste mucho, o los ponga tristes, o tengan miedo, o no sepan cómo decirle algo a alguien, escríbanlo. Van a ver cómo escribir alivia las tristezas, los dolores, los miedos. Por todo eso, escribí este libro.
Cuando les conté que había tardado seis años en escribirlo, uno de ellos abrió grandes los ojos y repitió con énfasis: ¿seis años? Le resultaba increíble. A los diez, seis años es toda una vida.
Me preguntaron si tenía hijos, hijas, hijes. Les hablé de Mariana y de Nicolás, de mis nietas Malena y Emma Nicole.
Centro Educativo Complementario Nº 801, Manuel Savio. 2024
Nombré a Venezuela. Como si una brisa caribeña hubiera entrado por la ventana, armamos un alboroto. Una tras otra se levantaban las manos, lanzaban sus preguntas. ¿Qué golosinas se comen allá? Decinos algunas palabras en venezolano. ¿Qué hacías? ¿Te persiguieron?
En Venezuela vos serías un chamo y vos, una chamita. A las golosinas se les dice chucherías, y a los cubanitos, pirulines. Se miraban unas a otros. Reían. Y yo con ellxs. ¿Y hay bonobom? Sí, y se llaman ´torontos´. Trabajé de maestra, como la seño Bárbara, y no me persiguieron. Y… y… y…
A quién querés más, ¿a Argentina o a Venezuela?
Pensé un instante. Tuve ganas de abrazarlxs. Y les dije mi verdad: soy argentina y venezolana, tengo dos patrias, las quiero a las dos por igual. Fui feliz en Venezuela y ahora estoy feliz de haber vuelto a vivir aquí.
Cuando tenías miedo, ¿te metías debajo de la cama? ¿No tenés miedo ahora que Milei se parece?
También al final se acercaron para una firma. Ya no me ponían sus puños sino hojas blancas y biromes de varios colores. Para mi familia, para mi seño, para mi mamá. Para mi abuelo, me pidió un niño. Él falleció hace poco, pero yo voy a poner tu firma en un cuadrito, para él. Vi que sus ojos se aguaban. Mi mano temblequeó.
¿Cuánta ternura puede caber en un instante?
En el libro que dejé para la Biblioteca del Centro escribí: Con agradecimiento INFINITO por el trabajo a favor de la Verdad, la Memoria y la Justicia. Hoy fui feliz entre ustedes.
Nada más verdadero que esa dedicatoria.
Centro Educativo Complementario Nº 801, Manuel Savio. 2024
María Isabel Bertone
nació en Pilar, provincia de Santa Fe, Argentina, el 31 de marzo de 1949. A partir del año 1968, militó en la Agrupación de Estudios Sociales (AES) de la Universidad Católica de Córdoba y en el Peronismo de Base. Fue presa política en las cárceles de Neuquén y Rawson desde marzo de 1971 hasta febrero de 1972. Embarazada de 7 meses y con una hija de 3 años llegó a Venezuela el 25 de mayo de 1977 en calidad de refugiada con estatus otorgado por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). En ese país ejerció la carrera docente y trabajó desde 1996 hasta 2006 como coordinadora del área de educación de Provea (Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos humanos). Publicó diversos trabajos referidos a la educación en derechos humanos y sobre la educación como un derecho. En Argentina participó en talleres de escritura coordinados por Sandra Russo, Christian Rodríguez, Julián Varsavsky y Federico Bianchini. Publicó crónicas en la Revista Haroldo del Centro Cultural Haroldo Conti y en el portal NODAL. Su cuento “El candado” obtuvo el segundo premio en el Concurso de Cuentos
cortos Instituto Henry Moore 2010. En diciembre 2022, Libros de la Araucaria publicó su libro Fragmentos de una memoria, presentado en mayo de 2023 en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.
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