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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

20/12/2022

Testimonio de una presa política

Contar para empezar a sanar

Los relatos que reconstruyen las miles de historias de detenidos y detenidas durante la última dictadura cívico militar no sólo permiten tomar dimensión real del horror, sino que además le dan forma a una geografía de la represión ilegal, en la que cada recorrido individual se entrelaza con el de otros y otras en el dolor y el sufrimiento, pero también en la solidaridad y el reclamo de justicia.

Pertenezco a esa generación de jóvenes que a fines de los ‘60 y, con mayor empuje, a principios de los ’70, se entusiasmaron con la política y se comprometieron en la lucha por una sociedad más justa, equitativa, soberana y libre de toda dependencia económica, política y social. Esos años estuvieron signados por sucesivos gobiernos militares (Onganía, Levingston, Lanusse) con el peronismo proscripto. Y solo trajeron al pueblo argentino represión, miseria, presos políticos y, por supuesto, la supresión de todo derecho o garantía constitucional.

Sin embargo, pese al terror instaurado por esos gobiernos de facto para imponer su modelo económico de hambre y miseria, la respuesta del pueblo argentino fue la movilización y la lucha en las calles, en las fábricas, en las universidades, en los sindicatos, en los barrios y en cada lugar donde la desigualdad y la injusticia estuvieran presentes. Las organizaciones políticas y revolucionarias surgieron en ese contexto interno pero también regional y mundial, donde claramente la premisa era un proyecto antiimperialista y anticapitalista.

Diana Quiros, ex presa política, en la Casa de la Memoria de la Rioja, 2015. Foto: Gentileza Diana Quiros.

Esas propuestas de luchas, de cambios profundos y revolucionarios, nos invitaban a los y las jóvenes a comprometernos, a debatir ideas, ya fuera desde la perspectiva de un Socialismo Nacional, planteado por las organizaciones revolucionarias del peronismo y/o la construcción de un Socialismo histórico, proyecto de la izquierda revolucionaria a la luz de la revolución cubana, el triunfo del pueblo vietnamita o las luchas del Mayo Francés. Estábamos convencidos de que era posible una sociedad mejor y que los jóvenes teníamos un rol preponderante que cumplir. Y así, cada uno y cada una de nosotras nos iniciamos en la política.

Si bien las mujeres no pusimos la cuestión de género en las propuestas, asumimos en la práctica reivindicaciones políticas-sociales que nos llevaban a romper con muchos de los mandatos de la sociedad patriarcal que se resistía a la participación de la mujer en los ámbitos de la política. Sin embargo, fuimos ganando espacios con activa participación  en las fábricas, en los colegios, en las universidades, disputando espacios y poder en las  conquistas de derechos. Discutíamos a la par de nuestros compañeros varones porque la lucha era generacional, sentíamos que las mujeres teníamos las mismas capacidades, responsabilidades y compromiso, con un objetivo común: la construcción de una sociedad justa, de iguales.

Audiencia de debate de los juicios de Lesa humanidad en el Tribunal Oral Federal de La Rioja, Diana junto a Marcela de Ledo, Madre de Plaza de mayo de la Rioja y compañeras y compañeros ex presos políticos y familiares. 2016. Foto: Gentileza Diana Quiros.

Y en ese camino de construcción, de propuestas políticas distintas, a veces contradictorias entre sí pero teniendo siempre el objetivo común, paulatinamente desde distintos sectores de la sociedad se fueron alzando voces en contra de la desigualdad, la injusticia y la represión de los gobiernos militares. El interior de nuestro país y en particular La Rioja, no estuvo ajeno a esas luchas y resistencia. Una provincia que tenía relativamente poca actividad económica genuina, con problemáticas reales en los sectores del trabajo, en la actividad rural, donde particularmente las situaciones de injusticia eran muy notorias. La llegada del Obispo Enrique Angelelli, hoy Beato Martir, a nuestra provincia a fines de los sesenta, marcó un antes y después en esta ciudad conservadora y conflictiva. Con claridad y sin tapujos desde su llegada habló del “Hombre Nuevo”, de “Convertir en realidad el Concilio Vaticano II”, invitando a creyentes y no creyentes a sumarse a trabajar juntos por una sociedad más justa.

Sus reflexiones profundas se iban transformando en cursos concretos de acción, recibió y apoyó a la Asociación de Trabajadores del Estado en las huelgas que estallaron a principios de los setenta, impulsó y participó activamente en la conformación de las cooperativa de Trabajo de la Tierra como CODETRAL, un movimiento rural de gran importancia. En ese periodo surgió el sindicato de empleadas domésticas y los jóvenes nos empezamos a acercar y participar en los grupos juveniles, entusiasmados en la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa, comprometidos en lo social pero también en lo político, porque empezamos a militar en la Unión de Estudiantes secundarios (UES), en los barrios, en la Universidad, en la Juventud peronista, en partidos de izquierda como el PRT y en las luchas de CODETRAL.

Sin duda ese escenario político en contra de años de sometimiento y postergaciones al pueblo riojano inquietaba y molestaba a los dueños del poder, quienes no ocultaban su de intolerancia ya desde 1972, con la persecución y cárcel a dos curas de la pastoral de Angelelli y un compañero de la Juventud Peronista, además de la demonización del obispo “rojo” y toda su pastoral.  La persecucion, represión  y enfrentamientos con la iglesia riojana pero también con todos los sectores populares en lucha se agudizó durante el terrorismo de Estado de 1976-1983, cuando las consecuencias fueron más cruentas y violentas: cientos de detenciones de militantes políticos-sociales-gremiales, detenidos-desaparecidos, asesinatos de curas y del propio Obispo Enrique Angelelli.

Conferencia de prensa donde informamos junto con el secretario de derechos humanos de la provincia, Delfor Brizuela, detalles y avances de los juicios de lesa humanidad. Se encuentran presentes la comisión de la asociación de expresos políticos, el Colectivo de Hijos de ex presos políticos de la Rioja y algunos integrantes del grupo de acompañamiento a las víctimas del terrorismo de Estado, Casa de la Memoria, 2018. Foto: Gentileza Diana Quiros.

Eran años de auge político, los jóvenes nos sentíamos interpelados a comprometernos y después de muchos años sin elecciones y con el peronismo proscripto, el 25 de mayo de 1973 volvía la democracia a nuestro país. Lamentablemente a los pocos meses, con la supremacía en el poder de sectores antidemocráticos, la situación institucional del país comenzó a convulsionarse, los cuestionamientos y las múltiples manifestaciones en contra de la política económica se hicieron sentir ante el agobio que estas producían en gran parte del pueblo argentino.

La respuesta del gobierno de Isabel de Perón frente a la situación planteada fue la represión, persecución, cárcel, secuestros y asesinatos por parte de la Triple A;  se decretó el estado de sitio por tiempo indeterminado el 7 de noviembre de 1974 y en febrero del año siguiente dispuso que las Fuerzas Armadas centralizaran la lucha contra “la subversión”. Todo ello fue la antesala de la más cruenta represión que tuvo años después la República Argentina, en sintonía con otros países de Latinoamérica, como Chile, Uruguay, Brasil y Paraguay, lo que luego conocimos como el Plan Cóndor.

En ese contexto histórico, politizado y a la vez convulsionado, con militancia social  y barrial, el 14 de abril de 1975 fui detenida ilegalmente por fuerzas de seguridad, trasladada encapuchada y atada con las manos hacia atrás en el piso de un auto hasta la Delegación de la Policía Federal de La Rioja (que recién supe que era ese lugar cuando me llevaron allí por segunda vez, ya sin vendas ni capucha). En ese momento tenía 17 años, estaba casada y con un embarazo de 2 meses y medio aproximadamente. Junto conmigo fueron detenidos mi ex esposo y casi 20 compañeros, entre ellos cuatro mujeres.

Casa de la Memoria Justino Vergara, sede de La Asociación de Ex presos políticos de La Rioja, en reconocimiento de un gran compañero ex preso político. Noviembre, 2022. Foto: Gentileza Diana Quiros.

Esa noche conocimos el dolor y el horror de la tortura en nuestros cuerpos y  mentes; desde  simulacros de fusilamiento, torturas, hasta abusos sexuales. Todo ello aun a sabiendas que entre las mujeres había dos embarazadas; otra compañera, cuyo embarazo era más notorio y yo. Estaba claro que los tormentos y sobre todo los abusos sexuales en contra de las mujeres detenidas y/o secuestradas formaban parte del plan sistemático de represión y constituían una forma más de sometimiento hacia la destrucción de nuestra integridad física, psíquica y moral. A los pocos días de estar detenida y aislada en una celda de la Delegación de la Policía Federal, luego de reclamar un médico toda la noche sin ser atendida, por presentar hemorragias y dolores, perdí el embarazo. Al día siguiente fui trasladada al hospital, donde permanecí internada varios días.

Los primeros comunicados de la Junta Militar del 24 de marzo de 1976 los escuché desde la cárcel de La Rioja, donde me encontraba desde mi detención; el penal comenzó a poblarse de cientos de detenidos políticos y desde ese momento la situación dentro del penal cambió radicalmente; nos incomunicaron con el exterior, prohibieron las visitas, no había contacto entre los detenidos y detenidas; las noches se llenaron de gritos, miedos, angustias e incertidumbre. La cárcel, denominada en ese periodo Instituto de Rehabilitación Social (IRS), pasó a ser un centro clandestino de detención, como la mayoría de las cárceles de nuestro país, donde se cometieron graves violaciones a los derechos humanos. En este  centro de detención actuaban impunemente, con la complicidad y anuencia del ex Juez Federal Roberto Catalan, Gendarmería Nacional, Servicio Penitenciario Provincial y el Ejército Argentino.

Permanecí en esa cárcel hasta el 8 de octubre de 1976, momento en que con otras compañeras detenidas fuimos trasladadas al penal de Villa Devoto- Unidad N° 2,  en un avión Hércules. En ese mismo avión eran trasladadas también compañeras de otras provincias como Catamarca, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy, que venían de una situación de represión similar a la nuestra. En ese trayecto La Rioja – Buenos Aires no solo nos engrillaron al piso del avión con vendas en los ojos, sino que también sufrimos maltrato físico y síquico, hasta la perversión de orinar arriba de nuestros cuerpos.

Llegar al Penal de Villa Devoto en cierta manera nos salvó la vida, porque al menos estábamos legalizadas, era la “cárcel vidriera“, donde concentraron a todas las mujeres del país que, por las fuertes presiones internacionales y ante las graves denuncias de violaciones de derechos humanos, los militares se vieron obligados a mostrar hacia el exterior.

Diana frente al TOF el día de la sentencia de la megacausa riojana, día histórico para los ex presos políticos. Luego de largas y dolorosas audiencias, escucharon las condenas a los represores, 29 de abril de 2016. Foto: Gentileza Diana Quiros.

Luego de casi siete años de detención, el 14 de octubre de 1981, me dan la libertad vigilada, es decir, dejaba la cárcel atrás, pero debía estar bajo los controles diarios o semanales de las fuerzas de seguridad. Recuperar la libertad en plena dictadura no fue un proceso sencillo, todavía imperaba el terror y el miedo sembrado por tanta barbarie. A la alegría del reencuentro con nuestras familias y amigos se contraponía la angustia y la tristeza por las y los compañeros que aún estaban en las cárceles, porque ellos fueron una parte importante en nuestra historia, donde prevaleció la solidaridad y el apoyo en contra de las políticas de aniquilamiento a que nos habían sometido dentro de las cárceles.

Fue difícil en los primeros años transitar la libertad, en soledad (mi compañero siguió detenido durante 8 años) y casi en silencio. El terror y el miedo implementados en ese periodo nefasto, aún se sentía en gran parte del pueblo argentino. Compartir lo vivido con la familia y los amigos más cercanos no era sencillo, no se podía hablar de nuestros dolores, de ausencias ni de tristezas. Callamos por mucho tiempo, pero seguimos andando con nuestra historia a cuestas, venciendo el miedo y la soledad, fortaleciendo los afectos, los vínculos, erguidos, intentando de a poco correr el velo de tanto oscurantismo e impunidad sembrado en la sociedad, sin rencores pero sin amnesias ni olvidos, recordando a los que quedaron en el camino, honrando su memoria con la verdad y la Justicia.

Consciente de la responsabilidad y la obligación moral que sentía por la experiencia vivida me sume rápidamente a la lucha incansable de las Madres de Plaza de Mayo y organismos de derechos humanos en la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia. La historia me interpelaba de otra manera; había que reconstruir la memoria y la verdad  histórica-colectiva, exigir la reparación del daño causado por el terrorismo de Estado y esa reparación es y será siempre el juzgamiento y condena de los responsables de los crímenes de lesa humanidad.  Luego de muchos años de impunidad, de avances y retrocesos, los sobrevivientes pudimos dar testimonio de lo vivido, y en las audiencias se vivieron momentos de mucha angustia y dolor, se escucharon historias que nos retrotraerían a los años oscuros de nuestra patria pero ahí estaba de nuevo el afecto, el abrazo que nos contenía y el apoyo de los y las compañeras, de la familia, como antes, como siempre. Sin ese apoyo y contención no hubiera sido posible la reconstrucción de la memoria. Las heridas causadas en tiempo de horror están empezando a cicatrizar, el tiempo dirá si esas heridas algún día cerrarán pero mientras tanto testimoniamos en los juicios, andamos, reímos, nos sumamos a las luchas femeninas, con nuestra historia a cuestas. Sigo soñando y bregando por una sociedad más justa y equitativa.

Diana J. Quiros

Militante de Derechos Humanos, miembro de la Colectiva de ex presas políticas y la asociación de expresos y presas políticas de La Rioja. Querellante en los juicios de lesa humanidad de la megacausa riojana. Abogada.

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