31/10/2022
Las ocasiones #17 – Santiago Pintabona
Compartimos una selección de poemas de Santiago Pintabona para la Revista Haroldo, junto a un ars poética que el autor tomó prestada de Kafka. Todos los poemas pertenecen a Astillas, libro aún inédito. Haciendo uso de la rima, la métrica –trunca- y el humor, Pintabona, con irreverencia, traza paisajes o situaciones cuyo destino rompe en cada salto de verso. A veces, camufla el aforismo, otras acota, con lucidez y sorna, la evidencia: “Mortales./Así son los caballos reales”.
ANTE LA POESÍA
(Franz Kafka)
Ante la poesía hay un guardián. Hasta ese guardián llega un campesino y le ruega que le permita entrar a la poesía. Pero el guardián responde que en ese momento no le puede franquear el acceso. El hombre reflexiona y luego pregunta si es que podrá entrar más tarde. —Es posible —dice el guardián—, pero ahora, no. Las puertas de la poesía están abiertas, como siempre, y el guardián se ha hecho a un lado, de modo que el hombre se inclina para atisbar el interior. Cuando el guardián lo advierte, ríe y dice: —Si tanto te atrae, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda esto: yo soy poderoso. Y yo soy sólo el último de los guardianes. De sala en sala irás encontrando guardianes cada vez más poderosos. Ni siquiera yo puedo soportar la sola vista del tercero. El campesino no había previsto semejantes dificultades. Después de todo, la poesía debería ser accesible a todos y en todo momento, piensa. Pero cuando mira con más detenimiento al guardián, con su largo abrigo de pieles, su gran nariz puntiaguda, la larga y negra barba de tártaro, se decide a esperar hasta que él le conceda el permiso para entrar. El guardián le da un banquillo y le permite sentarse al lado de la puerta. Allí permanece el hombre días y años. Muchas veces intenta entrar e importuna al guardián con sus ruegos. El guardián le formula, con frecuencia, pequeños interrogatorios. Le pregunta acerca de su terruño y de muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final le repite siempre que aún no lo puede dejar entrar. El hombre, que estaba bien provisto para el viaje, invierte todo —hasta lo más valioso— en sobornar al guardián. Este acepta todo, pero siempre repite lo mismo: —Lo acepto para que no creas que has omitido algún esfuerzo. Durante todos esos años, el hombre observa ininterrumpidamente al guardián. Olvida a todos los demás guardianes y aquél le parece ser el único obstáculo que se opone a su acceso a la poesía. Durante los primeros años maldice su suerte en voz alta, sin reparar en nada; cuando envejece, ya sólo murmura como para sí. Se vuelve pueril, y como en esos años que ha consagrado al estudio del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de pieles, también suplica a las pulgas que lo ayuden a persuadir al guardián. Finalmente su vista se debilita y ya no sabe si en la realidad está oscureciendo a su alrededor o si lo engañan los ojos. Pero en aquellas penumbras descubre un resplandor inextinguible que emerge de las puertas de la poesía. Ya no le resta mucha vida. Antes de morir resume todas las experiencias de aquellos años en una pregunta, que nunca había formulado al guardián. Le hace una seña para que se aproxime, pues su cuerpo rígido ya no le permite incorporarse. El guardián se ve obligado a inclinarse mucho, porque las diferencias de estatura se han acentuado señaladamente con el tiempo, en desmedro del campesino. —¿Qué quieres saber ahora? –pregunta el guardián—. Eres insaciable. —Todos buscan la poesía– dice el hombre—. ¿Y cómo es que en todos los años que llevo aquí, nadie más que yo ha solicitado permiso para llegar a ella? El guardián comprende que el hombre está a punto de expirar y le grita, para que sus oídos debilitados perciban las palabras. —Nadie más podía entrar por aquí, porque esta entrada estaba destinada a ti solamente. Ahora cerraré.
Tu premio es el verso
El universo del habla
Que entabla una simpatía
Que no asegura la vida.
Estamos desnudos, sí,
Hace frío y todo se aleja
El pueblo es infinito
No nos alcanzan las fuerzas.
*
-el brillo de los nombres//// -
estrellas
planetas
asteroides…
ES DE NOCHE Y MIRAMOS POR LOS VENTANALES
EL INCREÍBLE RUMBO DE LOS PAISAJES SOLARES
871 es difícil
se sabe(
pensar en Marte
compararlo con nuestras inmóviles ciudades///
Hay un gran fuego que ocupa los días y que de noche no está.
La gran Luna le sigue en la presencia y tiene otra forma de brillar.
*
¡No tenía dinero para comprarme zapatos!
ya de muchacho
me hablaron del campo
donde la pobreza no importaba tanto.
*
Hoy será una tarde diferente
Piano sonata número veinte.
*
Y parecía volar el caballo negro
Y al cruzar el vado se agarraba del cielo.
*
Mortales.
Así son los caballos reales.
Un día dejarán los corrales.
*
Con un futuro diferente
Con montes inmortales
Y ciudades deshabitadas
Los cardos se mecen y son protagonistas
De la brisa que domina los campos.
Con un futuro diferente
Con montes inmortales
Y ciudades deshabitadas
*
¿Por qué no me interesa o no me importa?
¿Por qué se me hace tarde al mediodía?
¿Por qué si me confío me derrotan?
¿Por qué ya no recuerdo tu alegría?
¿Por qué estamos enlazados al paso de los días?
*
Como decía Luis
No es para vos ni para mí.
Como decía Florencia
No es para el museo ni es para la iglesia
Como decía Jorge
No es para el deporte ni la siesta.
*
¿Por qué las palabras son cosas?
¿Por qué lo que nadie ve se me hace que me acosa?
¿Por qué las tardes me parecen dolorosas?
¿Por qué seguir en la senda peligrosa?
*
Cada uno quiere a su manera y a su modo.
Y sin estar enamorado puede dar todo.
*
Pronto me traen el paquete
Suerte que no tuve que ir y me lo mandan
El paquete llegó el viernes
Mi mujer estaba entusiasmada.
*
Distinguir lo suave de lo fuerte
no es muy frecuente
porque por más que pongan la frente
frente un papel marcado
nunca es suficiente.
*
¡Dolor
creciente
Sorpresivo!
En la madrugada de la detención
Bebíamos en un puente
Vodka tibio.
*
1.
¿Si nosotros bebemos de la misma fuente?
2
¿Si lloramos de modo permanente?
3.
¿Si somos sobrevivientes?
4.
¿Si por fortuna no somos inteligentes?
5.
¿Si la fantasía nos da una gloria diferente?
***
Santiago Pintabona
Nació en Buenos Aires en 1974. Publicó Campo afuera (Nusud, 2000), La sedante del pacto (tsé-tsé, 2001), Difícil Life (IAP, 2004), Silencio no es estar solos (IAP, 2006), Quiroga Tiger (IAP, 2008), La escritura (Pánico el pánico, 2010), La copa de la cabecera (Zindo & Gafuri, 2014) y Cien astillas de un palo mayor (Maravilla, 2018). En colaboración con Pablo Katchadjian y Marcelo Galindo publicó Los albañiles (IAP, 2005) y La Gioconda / Los albañiles (Ivan Rosado, 2016), La fábula del corazón de los artistas (neutrinos, 2021), con Luciano Lutereau, Repetición, variación y divergencia (Pánico el pánico, 2012). En 1998 grabó la obra sonora Catálogo de los extremos junto al guitarrista Adrián Fernández, editado en 2011 por el sello discográfico de la editorial Pánico el pánico. Escribió los textos del drama lírico En la isla, del músico Claudio Alsuyet, estrenado en el Teatro Colón en 2001 para el área Centro de Experimentación (CETC). Coordina talleres de escritura poética desde 2007.
Celeste Carboni
Técnica en imagen fotográfica, con formación académica y experiencia en el rubro. En constante búsqueda de seguir desarrollando y aprendiendo nuevos enfoques de esta materia, al incursionar en diversos medios gráficos y ejerciendo la docencia para crecer junto a los grupos de alumnos que aprenden, enseñan y enriquecen los objetivos.
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