24/10/2022
Brasil y la controversia por su memoria económica
Las disputas por el pasado y el mito del “Milagro Económico Brasileño”
Parte de la retórica del bolsonarismo se apoya en la reivindicación del mito del “milagro económico brasileño” producido, presuntamente, durante la dictadura militar. Sin embargo esa añoranza esconde las enormes desigualdades sobre las que se apoyó ese "milagro", que en buena medida cimentaron la cruda realidad social del Brasil de hoy.
La memoria de la dictadura militar en Brasil nunca estuvo tan disputada como en los últimos años con el surgimiento de Jair Bolsonaro y del bolsonarismo. En 2018, el país eligió un presidente abiertamente nostálgico del periodo dictatorial (1964-1985)l, pasando un revisionismo histórico perverso a ocupar un espacio central en los discursos públicos de Brasil.
A la luz del proceso electoral en marcha, si bien Lula tuvo un resultado favorable en la primera vuelta de las elecciones de 2022, a cualquier persona ligeramente comprometida con la democracia le causa espanto el hecho de que el 43% de la población brasileña todavía siga votando a Bolsonaro.
¿Cómo un Presidente que defiende un régimen dictatorial es electo para gobernar una democracia? ¿Que memoria se construyó, o no se construyó, para que discursos autoritarios fueran tolerables en un país que vivió una dictadura que duró 21 años? ¿Bolsonaro hubiese llegado a la presidencia si la nostalgia al periodo fuese solo una idea remota suya?
Nunca está de más recordar que en 2016, cuando el actual presidente de Brasil era todavía diputado, realizó un homenaje en pleno Congreso Nacional al comandante de la principal unidad represiva de la dictadura brasileña. Aún así, dos años después de esa nefasta declaración, más del 55% de los brasileños lo votaron.
Se puede explicar la tolerancia de gran parte del electorado brasileño a narrativas que enaltecen al periodo dictatorial desde distintos enfoques; sin embargo, este artículo pretende centralizar su análisis en la memoria económica, más específicamente, evaluar los efectos de la construcción de la idea de que hubo un “milagro económico” contemporáneo a la dictadura en Brasil.
"Bolsonaro aumenta el número de soldados en 30 agencias federales Según una encuesta de Folha de S.Paulo, más de 2.500 puestos de liderazgo o asesoramiento en ministerios y oficinas están ocupados por personal militar." Fuente: https://pt.org.br, 14 de octubre, 2019. Foto: Marcos Corrêa
El milagro económico
El 30 de octubre de 2017, el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente, posteó en twitter sobre el periodo dictatorial :“Durante 18 años Brasil creció cerca del 10%, pasó del 49º lugar de la economía al 8ª. No es por casualidad que el periodo es conocido como milagro económico.”
A pesar de que el tweet de Eduardo Bolsonaro (diputado con mayor número de votos en las elecciones de 2018) tiene 280 caracteres de desinformación, es también símbolo de cómo la memoria del pasado dictatorial en Brasil fue y es objeto de lucha política. El “milagro económico” al que se refiere el hijo del presidente es en realidad la forma como se califica el periodo que va de 1968 a 1973, contemporáneo a la etapa más represiva de la dictadura en Brasil. Entró a la historia cómo “milagro económico” debido a que en este periodo el PBI del país alcanzó niveles récord, llegando a registrar un crecimiento de 14% en 1973.
Con una impronta desarrollista y con una fuerte presencia del capital extranjero, durante la dictadura Brasil amplió su matriz industrial e invirtió en obras de infraestructura de proporciones “faraónicas", carreteras, cómo la transamazónica, hasta puentes majestuosos, como el de Rio Niterói.
Con una intervención directa del Estado, las industrias del país crecían al mismo tiempo en que se aceleraba el proceso de urbanización de las ciudades y la modernización del sistema de telecomunicaciones.
Por medio de una fuerte propaganda oficial, que supo, por ejemplo, capitalizar la victoria del tricampeonato del Mundial de fútbol de 1970, la dictadura vistió el “milagro económico” de verde - amarelo. La idea era convertir a los ciudadanos en hinchas del proyecto económico de los militares.
De acuerdo a la historiadora Janaina Cordeiro, en el periodo existía una especie de creencia en el desarrollo que era compartida por los más diferentes estratos de la sociedad brasileña. De acuerdo a la autora, a pesar de que los grandes beneficiarios del milagro fueron especialmente los segmentos más acomodados de la sociedad, aproximadamente el 10% de la población de la época, “la euforia no reconocía las fronteras de clase” (2009).
Inauguración del Puente Rio-Niteroi. Foto: Archivo Nacional Brasileño
Quizás el slogan publicitario de la dictadura que más expresaba la fe en el progreso fue “ninguém segura este país” (en español, "nadie detiene a este país") que, además de ser campeón mundial por tercera, vez se modernizaba de forma acelerada. La combinación de una fuerte publicidad con la censura de los medios de comunicación fue la fórmula secreta para “obrar milagros”.
De por sí solo llamar a un determinado período histórico como milagroso debería generar desconfianza, ya que implica un olvido del trayecto recorrido para alcanzar los resultados económicos de la época.
En un país creyente como Brasil, la palabra milagro se potencializa y es funcional para fomentar la incomprensión con respecto al pasado, ya que un milagro no necesita de explicaciones.
El Diccionario de la Lengua Portuguesa, Aurelio, define milagro como, entre otras acepciones: "algo que incita admiración por ser grandioso, perfecto y capaz de sorprender. Un acontecimiento extraordinario o formidable que no puede ser explicado por las leyes naturales".
El “milagro económico brasileño” lejos de ser resultado de hechos inexplicables, es consecuencia de una serie de directrices económicas que supieron combinar concentración de renta, mano de obra barata y oferta de crédito. Por otro lado, hay que tener en cuenta que todos los discursos que universalizan el “milagro” tienen poco que ver con la realidad de un país marcado por las desigualdades de género, raza y clase como Brasil.
En un período donde para la clase trabajadora estaba prohibido manifestarse, esta sufrió un ajuste salarial sin precedentes, a la vez que vio ampliada su jornada de trabajo.
Lélia Gonzalez, precursora de los estudios afro brasileños, caracteriza el “milagro económico” como conservador, excluyente y racista, ya que no fue igual para todos y solo fue posible por medio de la formación de una masa marginal que se convirtió en un “ ejército de reserva” perfecto para trabajar en las obras de infraestructura puestas en marcha por la dictadura (2020).
Una prueba del proceso de empobrecimiento de la población es que en 1964, inicio de la dictadura, el sector más pobre recibía 18% de la renta nacional; en 1976 ese porcentaje, de acuerdo a datos de la Encuesta Nacional Domiciliar- Pnad, cayó al 11%. Por otro lado, mientras las clases más pobres perdían poder adquisitivo, el 1% más rico fue el gran beneficiario del milagro. Si en 1964 los más ricos detentaban el 17% de toda la renta del país, al final de la dictadura ese número creció al 30%.
Delfin Neto, Ministro de Economía en el periodo, defendía que “primero hay que dejar que la torta crezca para después repartirla”. Es indiscutible que la torta creció en proporciones gigantescas, pero el método de distribución, como sabiamente manifestó Lelia Gonzalez, fue conservador, excluyente y racista.
Una de las medidas más polémicas llevada a cabo por Delfin fue la reducción de la alícuota máxima del impuesto a la renta, decisión que únicamente beneficiaba a los verdaderos ganadores del “milagro”.
Principales slogans publicitarios del periodo del "milagro económico" (1968-1973). Los Slogans eran utilizados en diferentes medios de comunicación durante la dictadura.
Las narrativas que enaltecen el crecimiento económico del periodo dictatorial sin mencionar la escalada de la desigualdad son sembradoras de desinformación. Suenan como una propaganda de un producto defectuoso que necesita esconder las fallas en sus motores, que en este caso, eran las desigualdades.
El crecimiento desigual se reflejaba desde los más diferentes aspectos, uno de ellos era en la propia configuración de las ciudades. Hinchadas trás la precarización de las condiciones de trabajo en el campo, estas recibían a un gran contingente de mano de obra que se desplazaba del campo para los grandes centros urbanos. Este fenómeno fue el disparador del boom de las favelas en Brasil.
Si en 1957 San Pablo contaba con 141 favelas, en 1973 ese número subió a 525. En Río de Janeiro, donde hoy las favelas son atracción turística, el número de moradores de barrios populares pasó a representar el 34% de la población de la ciudad entre 1970 a 1980 (Gonzales, 2020).
Con un enorme contingente de trabajadores viviendo en las ciudades, los militares pudieron contar con excedente de mano de obra para trabajar en la construcción civil y en las industrias a un bajísimo costo.
Si por un lado en las ciudades los trabajadores perdían poder adquisitivo, en las comunidades indígenas ocurrieron una serie de masacres para viabilizar las obras de infraestructura idealizadas por la dictadura. Un ejemplo de esto fue la masacre contra el pueblo Waimiri-Atroari, una de las más violentas realizadas por los militares. En el marco de la construcción de la ruta que conecta Manaos con Boa Vista, de acuerdo al Comité de la Verdad del Amazonas, aproximadamente 2000 indígenas fueron asesinados. Los sobrevivientes relatan que aviones tiraban bombas y veneno en las comunidades, hecho que fue a parar a los sótanos de la memoria de la dictadura en Brasil. El “milagro económico brasileño” se sostiene por medio del olvido. Hay que mirar números y borrar los costos humanos y sociales para alcanzarlo. Como si el “milagro” tuviera plazo de validez, en el fin del gobierno del Presidente Médici (1969-1974) el proceso de crecimiento económico empezaba a mostrar señales de agotamiento.
Si bien el milagro fue una fantasía, la quiebra fue real y dolorosa. En 1982 Brasil atravesó la crisis de la deuda, con gran parte de su PBI comprometido con los acreedores. En los 6 años de “milagro” la deuda externa pasó de 3,7 a 12,5 mil millones.
Es importante entender el carácter ideológico del “milagro económico”. Calificar los primeros años de la dictadura militar en Brasil como una etapa económicamente prodigiosa evidencia un oportunismo de determinados actores sociales con pretensión de influir en la narrativa histórica y en la memoria de la dictadura.
Por detrás de todo milagro hay un olvido, y como diría el poeta uruguayo Mario Benedetti, “el olvido está lleno de memoria”. Borrar de la narrativa histórica que en Brasil, un país diseñado para pocos, el milagro no sería para todos genera fatalmente una incomprensión del pasado y del presente.
Desalojos en favelas, que ocurrían de forma muy frecuente durante el periodo dictatorial.
El mito
En la memoria económica de un determinado periodo se pueden instalar mitos con poder de impactar en la forma como una sociedad recuerda su pasado y observa su presente. Los mitos, según Mario Raporport, son ideas largamente difundidas que se instalan en el imaginario colectivo con fuerza de “verdad absoluta”. Los mitos son formas sofisticadas de fantasear procesos económicos desarrolladas por aquellos que detienen el poder ideológico o político de un determinado país (2007).
El milagro económico es por excelencia el gran mito de la historia económica brasileña. Lejos de ser un prodigio, fue un proyecto político y económico con ganadores y perdedores. Uniformizar los efectos del milagro excluye de la narrativa oficial la realidad vivida por la mayoría de los brasileños y brasileñas en el periodo.
Trás cuatro años de retroceso en las políticas de memoria impulsadas por el bolsonarismo, Brasil bajo un potencial gobierno de Lula no podrá darse el lujo de ocuparse del presente y del futuro y olvidarse del pasado.
Los mitos siempre existieron en la historia económica, pero hoy se propagan con la velocidad de la publicación de un tweet o del envío de un mensaje de WhatsApp.
La memoria del pasado dictatorial en Brasil fue y es objeto de lucha política y una apropiación de la narrativa de este pasado fantaseado por actores hegemónicos inclinados a producir una memoria positiva de periodos violentos puede resultar en una percepción equivocada del pasado y de la propia violencia.
Paula Rossane Da Silva Batista
Licenciada en Relaciones Internacionales y maestranda en HistoriaEconómica. Guionista y presentadora del podcast Memória PopularBrasileira.
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