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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

11/10/2022

A siete años del travesticidio

Cuánto nos hace falta Diana Sacayan

Amancay Diana Sacayán fue militante del partido comunista de Laferrere y luego del 2001 participó del movimiento piquetero. “Originaria, travesti, conurbana, matancera, sudaca”, la define la periodista Euge Murillo. El 11 de octubre de 2015 Gabriel David Marino la asesinó. La justicia lo condenó por travesticidio, al considerar que fue un homicidio calificado por odio a la identidad de género. Una historia militante a puro músculo e inspiradora.

No es una rareza oír en los pasillos de las militancias transfeministas un “cuanto nos hace falta Diana”, en momentos en donde todo cruje. Y también en la celebración, hace falta Diana. Originaria, travesti, conurbana, matancera, sudaca. Así, las palabras que la definen suenan con la cadencia de quien aglomera lucha por donde se la mire.

Amancay Diana Sacayán, militante del partido comunista de Laferrere y con un derrotero territorial amojonado en el 2001 y en el movimiento piquetero, luchó con los dientes bien apretados contra la violencia policial e institucional hacia las travestis y hacia lxs pibxs de los barrios estigmatizados por portación de cara. Ella con cara bien marrona y oriunda del norte veía la interseccionalidad como una condición inquebrantable para el movimiento feminista: “Cuando nosotras vislumbramos que somos sujetas sociales de señalamiento, de persecución y de hostigamiento también lo que quiero explicar es la importancia de ligar la lucha por la igualdad de género con la lucha de clase” decía en una entrevista en 2014 y agregaba : “No es lo mismo ser Florencia de la V que una travesti que vive al lado del CEAMSE en González Catán, no es que nos hermana el ser travestis”.

Diana Sacayán.

Su familia migró de la provincia de Tucumán a La Matanza, quince hermanxs: Salomón, Viviana, Mirta, Gladis, Nieves, Rosa, Julio, Fabián, Patricia, Arturo, Daniel, Silvia, Johana y Say, todxs estuvieron el día en que condenaron a Gabriel Marino por el travesticio de su hermana Diana que había sucedido el 11 de octubre de 2015, una semana después del Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata, que había terminado en una violenta represión.

El día de la sentencia fue un 18 de junio de 2018, un momento histórico para la lucha de las personas trans y travestis que cargan en sus espaldas una expectativa de vida de 35 años. La sentencia fue celebrada y no con lágrimas punitivas sino con la esperanza de poder sentar un precedente y una jurisprudencia para que el odio que lleva a poder asesinar -muchas veces de maneras extremadamente violentas- a personas travestis y trans no sea avalado por la sociedad: como tantas veces se ha escuchado en las marchas contra  los travesticidios “Señor, señora, no sea indiferente, se matan a travestis en la cara de la gente”.

Ese día, no solo estaba la familia de Diana, también un entramado de militancia que había estado desde ese 11 de octubre en la casa de Diana en el barrio de Flores cuando la noticia de que la habían asesinado comenzó a circular, desde ese momento se forjó un duelo colectivo que fue tierra fértil para enraizar una lucha que tendría una de sus grandes victorias en esa histórica sentencia que pondría la figura del travesticidio en la escena judicial Argentina y de América Latina.

Diana enfrentando a la policía. Foto: Florencia Guimaraes

La sentencia se leyó y tenía tres líneas: “El Tribunal por mayoría resuelve condenar a Gabriel David Marino por ser coautor del delito de homicidio calificado por odio a la identidad de género y por haber mediado violencia de género, a la pena de prisión perpetua”.

Un mes antes, Luciana Sanchez, abogada de la familia Sacayán había desplegado frente a los jueces un alegato que daba cuenta del carácter político que tenía este asesinato: “La identidad travesti-trans funciona como marcaje para la praxis homicida. Diana circulaba por espacios oficiales, prohibidos para las travestis. Circulaba de día. Sin embargo, aun siendo una referente internacional de derechos humanos, Diana murió masacrada en su casa como cualquier travesti, en una escena más vinculada al morbo de la prostitución que a una referente de derechos humanos. El crimen de Diana es un crimen político, pero en su modo de comisión es político de manera diferente, por ejemplo, al crimen de Marielle Franco. Marielle era una bisexual, negra, concejal, asesinada cuando salía de una reunión política en la que se estaban discutiendo los derechos de las mujeres. Diana Sacayán es una referente travesti, sudaca y originaria, asesinada en su casa mientras tenía una reunión íntima y de ese modo fue fijada para siempre en esa posición. Fue humillada en vida por Gabriel David Marino, quien también pretendió seguir ejerciendo control sobre su cuerpo travesti una vez que Diana estaba muerta. Diana nunca pudo salir de su dormitorio ni de su cama, nunca pudo abandonar ese espacio doméstico”. Fue un alegato en el que la abogada lesbiana y feminista pudo construir la génesis del odio hacia una persona corrida del mandato cisgenero.

La inolvidable Diana, la Ley de identidad de género y el cupo laboral trans

Su historia militante es a puro músculo e inspiradora: Formó parte del movimiento piquetero MTL (Movimiento Territorial de Liberación) y se fue abriendo camino en una lucha que marcaría su vida y también su muerte: los derechos de las personas travestis-trans y los derecho humanos en general. La Ley de Identidad de género y el Cupo Laboral Trans fueron su fijación a la hora de pensar de qué manera podía ser posible mejorar vidas que venían siendo castigadas sistemáticamente: en la familia, en el trabajo y en la calle. Por padres, por patrones y por la policía. Las tres “p” que surcan una violencia de la que las travas no se salvan. Diana vino a este mundo a decir que sí, que era posible.

A los 14 años, justo cuando empezó a expresar su identidad de género, se vio expulsada de la escuela. Terminó en la calle, en donde -según ella misma ha contado- el primer consejo era siliconar el cuerpo para ir a prostituirse. La represión y la violencia también fueron una constante en su vida, una resistidora de las extorsiones, de días en el calabozo y de palos. Es memorable la foto de ella, rabiosa, frente a la policía, señalando con el dedo el Congreso de la Nación Argentina, con el pelo en la cara y el pañuelo verde anudado al cuello. El colectivo Serigrfistas Queer hizo de esa foto una serigrafía con un texto de Florencia Guimaraes impreso, ella había sido quien había tomado la foto. El texto decía: “Esta foto de Diana Sacayán la saqué el día en el que se iba a tratar en el anexo del Congreso la ley de aborto. Furia Travesti”.

El último operativo en que se llevaron detenida a Diana Sacayán, fue en agosto de 2015. Aquella vez Diana Sacayán fue golpeada y detenida por la Policía Metropolitana, junto a su amigo Martín Lanfranco, trabajador del Inadi, por haber reaccionado frente a un insulto transfóbico. Poco después, fue víctima de travesticidio.

Formada al calor de las madres de Plaza de Mayo, cuando tuvo que hablar de la importancia de la construcción de la Ley de Identidad de Género vigente en Argentina desde 2012 remarcó la importancia de entender la identidad desde lugar en la que la entendieron y nos enseñaron a entender las madres de Plaza de Mayo.

Familiares, activistas y referentes de organismos de DD.HH. pidiendo justicia por el travesticidio de Diana Sacayán. Fuente: https://www.defensorba.org.ar

Nunca un paso atrás, la lucha sigue

En un fallo que retrasó mucho, la Cámara de Casación, decidió quitar la figura de travesticidio en la condena del crimen de Diana. Reconoce la violencia estructural contra las travestis, pero la pone en la esfera de la violencia de género. Que la Cámara niegue su identidad como travesti, como defensora de derechos humanos y como referente del colectivo travesti trans es una herida profunda a toda la comunidad que sostuvo la lucha. Porque su crimen tenía un mensaje muy contundente para las vidas que ella había defendido a lo largo de toda su vida: no importa quien seas, que hayas hackeado la política pública con tu piel marrón y sudaca, no importa que como militante travesti hayas inspirado -y vayas a inspirar- a generaciones enteras, tu destino es morir despedazada en tu cama por ser travesti.

En ese momento, Luciana Sanchez dijo con respecto al fallo: “Para mí lo que está en juego con esta sentencia no es si Marino va a cumplir prisión perpetua o si es o no un transfóbico. Este fallo quiere decir que la Justicia argentina no va a permitir que siente jurisprudencia una sentencia que reconoce que existe el travesticidio como crimen de odio, y a partir de la cual también se produjo un cambio en la política, que llevo a la implementación del cupo laboral travesti-trans. Buscan destruir la sentencia original, que es un faro para travestis y trans que hasta ahora no tenían acceso a la Justicia. Por eso no nos vamos a quedar de brazos cruzados”, explicó.

En el último libro de Camila Sosa Villada, una de las escritoras más potentes y deslumbrantes de la literatura argentina, reúne 9 cuentos en donde de manera más periféricamente o visceral nos abre portales a mundos travestis y adosado a eso, a la crueldad y al odio que los acecha.  “Soy una tonta por quererte” no sólo conmueve por la escritura de Camila, tiene un valor vinculado también al paso por este mundo de Diana. Es sobre un odio a los cuerpos travestis, una herida que sigue abierta y que nos tendría que doler a todxs, porque no es lo mismo que nos falte Diana que vino a este mundo a decir que sí, que era posible. Por eso la lucha sigue, porque se lo debemos.

Fuente: https://radiografica.org.ar

Euge Murillo

Es comunicadora feminista y lesbiana, escribe en los suplementos Las12 y Soy de Página 12, conduce el programa Pasamos Todes por La Tribu. Es parte de Serigrafistas Queer y Futbol Militante.

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