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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

31/08/2022

Presentación del informe de la Comisión de la Verdad

“En Colombia la paz todavía no es un proyecto de Nación y tiene que empezar a serlo”

A principios de este mes la Comisión de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición presentó su Informe en la Argentina, tras cuatro años de trabajo. Los comisionados Saúl Franco y Carlos Beristain dialogaron con Revista Haroldo sobre el trabajo realizado y la perspectiva de los derechos humanos en la nueva coyuntura política colombiana. “Hay un quiebre de la impotencia que se ha instalado históricamente en Colombia”, afirmó el comisionado Beristain.

Ante un auditorio colmado por organizaciones de exiliadxs colombianxs, en un panel que contó con la participación del Secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragalla Corti, y coordinado Verónica Torras, directora ejecutiva de Memoria Abierta, los comisionados Saúl Franco y Carlos Beristain expusieron las conclusiones del Informe final de la Comisión de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición de Colombia, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Entre el público presente estuvo Vera Jarach, Madre de Plaza de Mayo.

Tanto Saúl Franco como Carlos Beristain cuentan con una extensa experiencia en derechos humanos. Franco es médico, doctorado en salud pública, docente universitario e investigador de la violencia y el conflicto armado colombiano. Beristain también es médico y doctor en psicología en el país vasco, con una amplia experiencia en atención psicosocial de víctimas en el mundo. Fue asesor de comisiones de la verdad en Perú, Paraguay y Ecuador y coordinó el informe de Recuperación histórica de Guatemala. Actuó como perito en casos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos e integró el grupo interdisciplinario que investigó los crímenes de los 43 normalistas desaparecidos en Ayotzinapa, México. Fue el coordinador del trabajo que la comisión colombiana realizó sobre el exilio.

El informe constituye un aporte a la dignidad humana, en un momento histórico en el que la deshumanización se ha convertido en un grave problema para el mundo. Según palabras de los comisionados, intenta reflejar no una verdad oficial sino la verdad de la sociedad colombiana, fundamentalmente la verdad de las víctimas del conflicto desde una perspectiva de transformación.

El informe constituye un aporte a la dignidad humana, en un momento histórico en el que la deshumanización se ha convertido en un grave problema para el mundo. Según palabras de los comisionados, intenta reflejar no una verdad oficial sino la verdad de la sociedad colombiana, fundamentalmente la verdad de las víctimas del conflicto desde una perspectiva de transformación.

Panel de presentación del Informe Final de la Comisión de la Verdad de Colombia en el CCMH Conti en el predio Espacio Memoria (exEsma) con la presencia del Secretario de DD.HH, Horacio Pietragalla Corti, la coordinadora Verónica Torras, Directora de Memoria Abierta y los comisionados Saúl Franco y Carlos Beristain , 5 de agosto, 2022. Foto: Prensa CCMHC

¿En qué consistió el conflicto armado y cuáles fueron los principales impactos sociales?

Carlos Beristain: El conflicto armado nació como una lucha armada de guerrillas contra el Estado en un contexto en el que Colombia venía de la violencia de los años 50, un pacto del Frente Nacional[1] entre el Partido Conservador y el Partido Liberal para repartirse el poder. Nace, en ese momento, una lucha armada por la tierra y por la participación política frente a la exclusión política que suponía ese pacto. Ahí surgieron las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el Ejército de Liberación Nacional (ELN), después el Ejército Popular de Liberación (EPL) y otras como el M-19. En 1984 se intentó llegar a acuerdos de paz durante el gobierno de Belisario Betancur[2]. En 1991 se sancionó una nueva constitución política supuestamente progresista, que generaría un nuevo tiempo, pero la guerra continuó y especialmente con las FARC. Después vino la ola de violencia paramilitar, que ya tenía lugar desde los años 80 pero se hizo más dura a fines de los años 90 y 2000: el tejido social y la población civil se convirtieron en un objetivo militar. Las FARC intentaron el control del tejido social mediante los secuestros, el paramilitarismo a través de estrategias de terror y el Estado usó la doctrina del enemigo interno frente a movimientos sociales, partidos de oposición y liderazgos sociales, para frenar movilizaciones. En un contexto de guerra abierta contra las FARC y el ELN, felizmente el país firmó la paz en 2016. La Comisión de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición trabajó en un contexto complejo porque no solo se trata de mirar hacia atrás, con lo que pasó hace 15 o 20 años sino de mirar hacia el presente porque la guerra continúa en ciertos lugares del país. La paz todavía no es un proyecto de Nación, y tiene que empezar a serlo. Hay que extender el proceso de paz firmado por las FARC, el ELN y otros actores, que llamamos la paz grande, con una agenda de transformaciones, entre ellas las que plantea la Comisión en su informe de recomendaciones.

Intervenciones de los comisionados Saúl Franco y Carlos Beristain  en la presentación de la Comisión de la Verdad de Colombia, 5 de agosto, 2022. Foto: Prensa CCMHC

¿Cuáles son los objetivos de la comisión y cómo trabajaron para alcanzarlos?

Saúl Franco: Por los acuerdos de La Habana se estableció un sistema integral de verdad, justicia, reparación y no repetición con tres pilares: un pilar es la unidad de búsqueda de personas dadas por desaparecidas, que es una de las formas más duras de violencia en Colombia, la desaparición de personas. Nosotros estimamos que hay 120.000 desaparecidos, cuatro veces más que los desaparecidos en la Argentina, y sabemos lo que eso significa en dolor, en orfandad, en tristeza, en desesperanza, una cantidad enorme de familias y barrios que sufrieron y siguen sufriendo, porque la desaparición es una herida que no cura. La semana pasada hicimos una presentación del informe y una señora que tiene a su hija desaparecida hace 38 años comentaba que su hija desapareció con 13 años, es decir hace 3 vidas…En Colombia se configuró un entramado muy grande de estas formas de violencia y nosotros lo que hicimos en la Comisión fue la unidad de búsqueda, a cargo de la pesquisa de los cuerpos o bien la historia, lo que sea que haya, algo que [a los familiares y amigos] les permita descansar de ese dolor. Por otro lado está la jurisdicción especial para la paz, que es el componente de justicia, porque en un proceso de paz es un balance crítico entre qué tanta paz y qué tanta justicia, qué tanta verdad y qué tanta justicia, ellos escogieron macrocasos por ejemplo de secuestros, ya sabemos que hubo más de 50.000 personas secuestradas. Los responsables de la inmensa mayoría de secuestros fueron las FARC o los paramilitares, quienes surgieron para frenarlos pero bebieron del mismo remedio y también se convirtieron en secuestradores. Los responsables de la desaparición forzada y homicidios fueron los grupos paramilitares, después las guerrillas y en mucho menos casos el Estado, esto nos da una idea de la dinámica de la guerra. La tercera pata es la Comisión del esclarecimiento de la verdad: se nos encargó explicarle al país que había pasado en estos casi 60 años, comenzamos en 1958 con el Frente Nacional. Las principales guerrillas surgieron a mediados de la década de 1960. Y una pregunta más que nos tuvimos que hacer es por qué sigue pasando esta guerra, por qué no para, por qué a pesar de tantos intentos no se consolidó la paz. Se nos asignó una responsabilidad en que los actores reconocieran sus responsabilidades y que se fueran creando condiciones para la convivencia y para la no repetición. ¿Cómo trabajamos? No partimos de hipótesis académicas previas ni nos quisimos limitar a ningún marco teórico. Nuestra puerta de entrada es lo que la gente vivió, sufrió y enfrentó en estos años y creo fue un acierto metodológico y humano esencial. Los informes tienen la voz de la gente, escuchamos a más de 30.000 personas en todo el país y recibimos más de 1.200 informes de otras organizaciones sobre temas específicos como ser violencia sexual, sobre desaparición forzada, sobre desplazamientos forzados, sobre torturas. Con eso hicimos nuestras intelecciones, esto es qué comprendíamos, qué nos estaba diciendo esta realidad y de ahí sacamos las grandes bases de hallazgos para hacer recomendaciones, porque esta es una comisión que tiene que mirar más al futuro que al pasado. Si bien aparentemente es mirar con el retrovisor, el objetivo final es  el panorámico, es mirar hacia adelante, es decirle a la sociedad por dónde agarrar para tratar de llegar a una sociedad par. De los 10 volúmenes hay uno que es el central de hallazgos y recomendaciones.

Fotografía de Jerónimo Rivero de la muestra Arqueologías Vivas del Exilio exhibida en las salas de artes visuales. Foto: Jerónimo Rivero

¿Cómo caracterizarían la situación actual de Colombia y en función de eso, qué perspectivas ven para un avance de la ética de los Derechos Humanos?

Carlos Beristain: Siempre dijimos que la Comisión tenía que generar una crisis saludable en el país. Venimos de un acuerdo de paz con las FARC, cuestionado por ciertos sectores sociales, que se reestructuró para lograr un mayor consenso político, de un gobierno que no tuvo interés en el cumplimiento efectivo del acuerdo de paz, que inventó un slogan que era Paz con legalidad, y que en la práctica eso llevó al cumplimiento de la desmovilización de las FARC pero no de los temas sustanciales de participación política, desarrollo social. En estos cuatro años del gobierno de Iván Duque hubo un retroceso duro en el cumplimiento del acuerdo de paz y también en el clima social porque cuando se empieza a cuestionar un acuerdo de paz y se empiezan a poner obstáculos para el trabajo de la comisión, muestra un clima social negativo. No se sale fácilmente de un conflicto armado de 60 años y menos con viento en contra. El acuerdo de paz con las FARC además es un marco para la transición política, no es solo un acuerdo de desmovilización, como fue antes con otras organizaciones. Y eso es un tremendo valor. Es una agenda retrasada y cuestionada que hay que continuar, una recomendación es seguir con los acuerdos con las FARC y extenderlo a otros actores con nuevas acciones que hay que poner en marcha. Las movilizaciones sociales mostraron una crisis política en la que las nuevas generaciones están pidiendo un lugar en el desarrollo en el futuro. Y están viendo que la política ha tenido efectos muy negativos. Las movilizaciones unieron elementos que suelen estar separados, las demandas de derechos económicos y sociales, es decir de inclusión social, con el cumplimiento del acuerdo de paz. Y eso es lo que llevó a la situación del cambio político, de sectores excluidos del desarrollo, sobre todo del sur del país donde está la mayor inequidad. Esa Colombia que no cuenta de repente ha entrado en las elecciones, ha votado, se ha movilizado, y eso ha llevado a un escenario de cambio. El gobierno que acaba de asumir de Gustavo Petro y Francia Márquez, que viene de las comunidades afrodescendientes negras, de esos sectores excluidos, es un signo de esperanza. En la presentación del informe participaron el presidente y la vicepresidenta. Petro recibió las recomendaciones y dijo públicamente que van a ser parte de su programa de trabajo. Sabemos que el impacto de una comisión de la verdad se mide por la voluntad política del cumplimiento de las recomendaciones. Y eso es un escenario de enorme esperanza, a pesar de las dificultades y los cuestionamientos al proceso, al informe y a nosotros como comisionados de sectores de ultra derecha con planteos descalificativos sin discutir el contenido. Para nosotros es un escenario de enorme esperanza. Nos reunimos con el presidente para explicarle. Hay un quiebre de la impotencia que se ha instalado históricamente en Colombia, que la gente pensaba que eso no iba a pasar, no iba a poder darse, la impunidad de un sistema político democrático en términos electorales pero tan cerrado políticamente a los partidos tradicionales ha hecho que mucha gente no sienta que es posible el cambio, ahora es posible el cambio. Es un tiempo que tendrá muchas dificultades pero ya muestra un camino diferente que es el camino en el que ya venía trabajando la comisión, con una agenda de salida del conflicto, con lo que está planteando el nuevo gobierno.

Fotografía de Jerónimo Rivero de la muestra Arqueologías Vivas del Exilio exhibida en las salas de artes visuales del CCMH Conti, 5 de agosto, 2022. Foto: Jerónimo Rivero

El Informe contiene un volumen sobre el exilio colombiano coordinado por Carlos Beristain. ¿Podría contarnos algunas conclusiones a las que arribaron?

Carlos: El exilio es un no lugar en el mundo, es un limbo, la gente sale de un país al que no puede volver y llega a un país en el que no puede ser. En Colombia el exilio ha sido invisible durante todo el conflicto armado. En el exilio la gente tuvo que empezar todo de nuevo, desde cero, tuvo que aprender otro idioma, otras costumbres, buscar una forma de reconocimiento. Los refugiadxs tienen que tratar de convencer al otro de que su verdad vale la pena porque, muchas veces no se le cree, se le cuestiona, se piensa que se fue del país porque quería. Su historia es una historia que no tienen lugar en la construcción de Colombia y muchas veces tampoco en los países de acogida. El trabajo que hemos hecho con la Comisión es una manera de darle un espacio a esa historia, de traerla a Colombia. La hemos llamado la Colombia fuera de Colombia. Hemos rescatado esas historias del exilio, que tienen que ver con la historia del movimiento campesino, de las comunidades afrodescendientes, de los pueblos originarios y de otros grupos políticos. Hemos tomado más de dos mil testimonios de exiliadxs, hemos trabajado en 24 países de la mano de numerosas organizaciones e instituciones, aquí hoy hay varias de las organizaciones que trabajaron y que fueron nuestra base de confianza, nada de esto se hubiese podido hacer sin la confianza, por lo cual estamos muy agradecidos con las víctimas, porque esa ha sido la energía de la transformación para poder tomar los testimonios. Los testimonios del exilio siempre han tenido dos grandes partes, una es sobre lo que pasó en Colombia, sobre por qué la gente tuvo que salir, la gente tuvo que salir porque le pasaron al menos una de estas cuatro cosas: violaciones de derechos humanos, amenaza de asesinato, un atentado, violencia sexual, secuestro o persecución política. Hay una idea muy distorsionada de que la gente salió porque quiso o salió buscar un nuevo horizonte. Esos testimonios también nos han contado sobre cómo salieron y que pasó en el país de acogida. El exilio es un lugar desde el que se puede ver toda la evolución del conflicto armado, leyendo el capítulo sobre el exilio es posible identificar todas las dimensiones del conflicto, los diferentes perfiles, los patrones de victimización y la enorme irresponsabilidad del Estado en la de protección de las víctimas. El exilio ha sido visible en otros países, como Argentina, Venezuela y Ecuador, pero no lo ha sido en Colombia; y esa es la primera deuda que tiene el Estado colombiano, la deuda de reconocer la desprotección y también tener un reconocimiento de su responsabilidad y de que el exilio es una violación a los derechos humanos. El informe ha tratado de documentar todo lo que le ha pasado a la gente, para visibilizar el enorme desgarro, las consecuencias que el exilio ha tenido en su vida, la pérdida de vínculos, de la tierra, de la ciudadanía, lxs exiliadxs han quedado en un limbo que no es reconocido por nadie. Además el informe se propone una agenda de transformación, un reconocimiento del exilio como violación a los derechos humanos. Existe una tendencia a despolitizar el exilio, a despolitizar las experiencias de violencia y convertirlas en una migración sin más. Los dolores del exilio son dolores muy guardados en el corazón, son cuestiones de las que no se habla. Hace falta una política de protección hacia la gente y que los estados reconozcan el derecho de los refugiadxs, como contribución a la paz. La falta de reconocimiento del conflicto armado ha quitado a las personas el marco de reconocimiento de su propia experiencia. A mucha gente no le han dado refugio en otros países bajo el argumento de que en Colombia no hay conflicto armado, o no había conflicto armado o ya se había firmado la paz, diferentes razones o discursos que le han quitado a la gente un marco de reconocimiento. El informe se ocupa también de esta cuestión. Hacia el futuro estamos proponiendo que tiene que haber una conferencia internacional sobre exilio y el refugio y desplazamiento transfronterizo colombiano, para que haya una política desde el nuevo gobierno en acuerdo con otros países. Tiene que haber una política de reconocimiento de cuáles son los derechos que han sido violados, y de la participación de los familiares desaparecidos que están en proceso de búsqueda, y de la participación en los procesos de justicia. La Comisión de la Verdad propone una agenda de trabajo para la colaboración internacional y para la defensa de la vida. Argentinas constituye, para Colombia, un espejo de reconocimiento de las resistencias y las maneras de enfrentar los autoritarismos, y como construir una cultura de derechos humanos. Para los griegos el exilio era una pena porque el exilio te echaba de tu ciudad y te dejaba sin el derecho a la palabra podías irte a otro sitio pero no tenía derecho a la palabra, a la ciudadanía. Pero también el exilio ha sido un lugar para decir al poder la verdad, Foucault utilizaba la palabra griega parresía que es la verdad que se dice al poder y la verdad que se dice desde una relación asimétrica, de aquel que no tiene poder al que tiene poder, es una verdad que duele e incómoda. El informe de la Comisión de la verdad contiene muchas verdades incómodas pero hay que mirarse en ese espejo de las miradas y de las verdades incómodas, que son necesarias para la transformación, que constituyen herramientas para el cambio. La comisión es un intento de aportar a la transformación de Colombia y de aportar a un diálogo social que Colombia necesita, a partir de un espacio que permita reconstruir los lazos rotos por la violencia, los silencios impuestos que han hecho imposible de reconstruir al país. El informe también señala recomendaciones sobre el derecho al retorno, a la pensión, a cuestiones concretas, a la dimensión material, no sólo simbólicas, que colaboren a reconstruir las vidas de las víctimas. La presentación del  informe no es un punto final, sino un punto intermedio. Ahora con nuevas herramientas estamos en condiciones muy positivas, desde el punto de vista del flujo de la historia que pasa hoy por Colombia, para las transformaciones que el país ha estado esperando durante demasiadas décadas en medio de tanto sufrimiento.

Muestra Arqueologías Vivas del Exilio exhibida en las salas de artes visuales del CCMH Conti, 5 de agosto, 2022. Foto: Prensa CCMHC

¿Qué recomendaciones surgen del informe final?

Saúl Franco: La recomendación de fondo, la síntesis del informe, es que tenemos que trabajar por lo que llamamos la paz grande, por una paz completa. La guerra civil ha sido inútil, ha sido una guerra gravísima que no ha llevado a nada bueno. La propuesta es hagamos de la paz el gran propósito nacional, una paz grande que implique negociar con todos los actores y esto es lo que le pedimos al nuevo gobierno, que negocie con todos los actores y someta a las organizaciones criminales que hay en el país. Esa paz implica la solución de los grandes problemas que señalamos en el informe: el problema del narcotráfico, no se trata de seguir atacando al campesino que cultiva o al que consume, hay que a atacar al gran capital nacional y transnacional que es el que mantiene y se aprovecha del narcotráfico. Es necesario legalizar el consumo, y abordar de fondo el problema del narcotráfico que no es sólo colombiano. Colombia tiene la autoridad moral para decirle al mundo que este esquema de prohibicionismo no sirve. Replantear el problema de la política de seguridad nacional y por lo tanto hay que convertir el ejército en un ejército para la paz, a partir de una concepción de la seguridad ciudadana. Hay que reformar también la policía, no puede seguir siendo un apéndice militar, un anexo del ministerio de la defensa, tiene que convertirse en una policía civil, para que defienda la convivencia ciudadana. En Colombia la guerra ha tenido características muy distintas en las diferentes regiones, en cierta forma ha sido una guerra regional, por lo que hay que darle presencia a las regiones en la vida nacional, es necesario otorgarle poder a las regiones, y recuperar la dignidad del campesino, esto no debe ser sólo un enunciado, sino que implica carreteras, educación, salud y justicia en el campo. Si no se resuelve el problema de la impunidad, que es otro gran combustible de esta guerra, no es posible la paz. Se vuelve necesario replantear la relaciones campo/ ciudad, no podemos seguir tratando al campo como el proveedor de la ciudad, ya que debería ser una economía y una forma de vida que relacione a ambos sectores. En resumen la gran propuesta de la Comisión de la verdad es no más guerra, hay que jugársela por la paz, pero una paz completa que resuelva de fondo los problemas que están dándole combustible a esta guerra. Hemos visto el dolor de esta guerra pero también hemos visto el valor de la sociedad, la enorme capacidad de la gente para no dejarse doblar por la guerra. Existe un valor en la sociedad para resistir, para enfrentar y ser capaces de organizarse en la reivindicación de la justicia y la paz. Este informe es un homenaje a la verdad, también es un homenaje al dolor y al valor de la sociedad colombiana, y es una ruta hacia el futuro. La Comisión ha mirado hacia atrás con el propósito de aclarar el pasado, con la única finalidad de mirar con mayor claridad el futuro.

Inauguración muestra Arqueologías Vivas del Exilio exhibida en las salas de artes visuales del CCMH Conti, 5 de agosto, 2022. Foto: Prensa CCMHC

Bárbara Komarovsky

Periodista. Politóloga (UBA). Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

Matías Cerezo

Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti / Centro de Estudios de Memoria e Historia del Tiempo Presente-UNTREF

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Notas

[1] La fórmula militar de gobierno (1953-1958), utilizada por las élites de los partidos tradicionales para superar la ingobernabilidad del país expresada en la violencia política de los años 40 y 50, produjo, aunque con alta dosis de dramatismo, el Frente Nacional: entre el Partido Conservador y el Partido Liberal.

[2] En mayo de 1984 se creó una Comisión Nacional de Verificación que fue disuelta por el Presidente dos años más tarde por la renuncia de varios de sus miembros.

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