25/04/2022
Educación y Derechos Humanos
De la calle al milagro
Por Noemí Ciollaro
Fotos Lucrecia Da Representaçao
El Centro Educativo Isauro Arancibia (CEIA) es una institución que trabaja con personas en situación de calle desde hace más de 20 años. Nació, creció y se proyecta hacia adelante incluyendo y dando respuestas a personas que tienen vulnerados muchos de sus derechos. Susana Reyes, maestra, comenzó a dar clases a un grupo de la Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina (AMMAR). Con el permiso de su maestra, estas mujeres que querían terminar sus estudios primarios, empezaron a llegar al aula acompañadas de niños y jóvenes que se encontraban durmiendo en la zona de Retiro y Constitución en situación de calle. Gracias al empuje de Susana Reyes y sus compañerxs, la institución se convirtió en lo que es hoy. Revista Haroldo conversó con Inés García Barreiro, coordinadora de los talleres de Arte, Comunicación y Movimiento, y con Pablo Baracoch, coordinador del área de Educación y Trabajo.
Inés García Barreiro es la coordinadora de los talleres de Arte, Comunicación y Movimiento en la escuela Isauro Arancibia, son talleres que atraviesan la propuesta educativa para el jardín maternal, para la primaria de niñxs, para la primaria de adultxs y para la secundaria.
- ¿Qué cambios se produjeron en la escuela a partir de la pandemia?
- Hay un cambio que es claro, fue algo mágico porque era impensado que nosotros pudiéramos llevar adelante la escuela en la virtualidad y se han hecho un montón de esfuerzos. Hubo mucha gente de la comunidad que aportó, entregando teléfonos que no usaban, o dispositivos que se acercaban a estudiantes que estaban con muchas ganas y necesidad de sostener su escuela. Se iban a la YPF a hacer su clase, resolvían cuadernillos cuando entregaban los bolsones, así que ahí hubo algo que no se interrumpió. Pero este 2022 se reabre un nuevo capítulo en la escuela; el año pasado también se trabajó pero con formas más interrumpidas, con una versión de escuela hecha a la medida de las posibilidades de entonces. En 2021 se mantuvo una presencialidad casi continua para los espacios de los niños y las niñas y en la segunda parte del año en lo que es educación de jóvenes y adultxs se fue abriendo en la medida que pudimos, organizando para garantizar sobre todo los espacios de talleres de arte que ofrece la escuela, el tiempo de clase con sus maestros de nivel y el comedor. Era muy acuciante la situación, también había que garantizar que pudieran comer sin contagiarse.
- ¿Quedaron todos los chicxs o disminuyó la cantidad de alumnxs?
- No, al revés, este año hay mucha demanda de chicxs y han venido desde temprano muchxs estudiantes que no conocíamos y muchas familias que en el devenir de los efectos de la pandemia también se ven en otro tipo de situación en su conexión con las organizaciones de la sociedad. Hay una diferencia porque hay más estudiantes de lo habitual, casi el doble. La escuela desde que se creó tiene inscripción durante todo el año, y así es que regresan estudiantes que no venían desde hace tiempo. Acá la discontinuidad es parte del asunto. Hoy hay 36 alumnxs de secundario y alrededor de 20 en los ciclos de la primaria. Ya tenemos una matrícula de escuela sostenida.
Mural realizado en una actividad con estudiantes jóvenes y adultxs donde aparecen las huellas del maestro Isauro Arancibia, detenido desaparecido en Tucumán el 24 de marzo de 1976. Sus huellas son guías para la experiencia del Isauro. Foto: Lucrecia Da Representaçao
- Por un lado es una alegría el aumento de la cantidad de estudiantes y pero a la vez se siente el cachetazo de advertir cuánta gente está en esta situación, con esa necesidad, o sin escolaridad…Pero bueno, con suerte están acá, ¿cómo empezaste vos?
- Yo empecé como maestra de la primaria de adultxs y con el crecimiento del proyecto me fui corriendo al área de coordinación de los talleres de arte, comunicación y movimiento, que es la función que cumplo ahora. Además estoy en el jardín maternal y en el grado de nivelación. También en el área de jóvenes y adultxs y, con poquitas propuestas, en el secundario.
- ¿Qué talleres hay?
- Hay talleres de música, de teatro, hacemos la revista “La realidad sin chamuyo” que comenzó hace más de quince años. Además hay educación física, yoga, taller de escritura. Ahora estamos incorporando de nuevo el taller de tango que lo habíamos perdido por la pandemia y de capoeira. Y por otro lado, artes visuales y trabajos con perspectiva de Derechos Humanos.
El arte en las instituciones educativas
- ¿Qué idea tenés del espacio del arte en las instituciones educativas?
- El arte es un modo de conocer, de crear posicionamientos éticos, políticos, o sea el arte es una forma de construir el conocimiento. Procuramos que los diversos lenguajes atraviesen todos los niveles en el Isauro. Derechos Humanos está en el nombre de la Escuela, lo sostenemos por nuestra identidad misma y en la vulneración que trae cada estudiante a este lugar. Trabajamos en el conocimiento del otro y de cada estudiante como sujeto.
Inés García Barreiro, coordinadora de los talleres de Arte, Comunicación y Movimiento, escribió esta frase como identitaria del Isauro. Foto: Lucrecia Da Representaçao
- ¿Hay espacio de contención para chicas y chicos con problemas psicológicos serios?
- Sí, a través del Equipo de apoyo conformado por compañeras profesionales, de trabajo social y psicología. Armamos un modo de trabajo en red y nos vinculamos con el Centro de Acceso a la Justicia que funciona dos veces fijas por día con el Centro de Salud Nº 15 que es el del barrio, y con el hospital Argerich. En su momento, pre pandemia, estaba el Programa de Salud Escolar y semanalmente estaban los médicos en la escuela.
- ¿Hay atención a las situaciones de consumo problemático?
- Sí, hay cantidad de situaciones que hacen a la salud mental, que no siempre son un problema grave psicopatológico pero ahí también hay que actuar, y lo hacemos con otros organismos, con otras instituciones y profesionales. También tenemos un “Espacio de escucha” que es una compañera que viene una vez por semana, ofrece un horario y por demanda, a veces por sugerencia nuestra y en acuerdo con lxs estudiantes, los chicos y chicas acuden a ese espacio para empezar a poner palabras algunas situaciones. Se puede empezar por la angustia, algo tan innombrable… tratamos de poner la atención en cómo hay que abordar la situación en su complejidad y qué podemos hacer en lo inmediato (que no siempre va junto) y armamos algunas herramientas para ir acompañando.
- ¿Tienen además grupos médicos?
- Antes de la pandemia los días martes venía el equipo de Salud Escolar del hospital Argerich que tenía una primera articulación con el sistema de Salud dentro de la escuela, y eso era un montón porque se podía acompañar algunos malestares, pero también se iniciaban historias clínicas, que es lo que los llevaba a acercarse al Centro de Salud o al hospital Argerich mismo. Y comenzaban a familiarizarse con el sistema de Salud, del que, en general, traen experiencias de expulsión porque el sistema no puede abordar de la manera en que pretende la persona que está en situación de calle, que necesita todo con urgencia. Y eso me pasa a mí y a quien está durmiendo en la avenida Paseo Colón, pero en ese caso la persona afectada cree que es un desprecio, que no puede esperar tanto o necesita ya un médico.
- ¿Qué ocurrió a partir del COVID?
- Se desarmó el equipo de Salud Escolar porque se necesitó la presencia de los profesionales para vincularlos a la asistencia por COVID y ahora no se volvió a reunir el programa como una propuesta o una forma de acción de los hospitales. Tampoco tenemos los médicos de Salud Escolar en las escuelas, porque no están funcionando allí, pero tenemos muy buena vinculación con el Centro de Salud desde el inicio de la historia del Isauro, allí hacemos mucha articulación o asesoramiento, pero es acotado, todo tiene sus límites.
Bandera realizada por niñes del Isauro en el espacio del CAI (Centro de Actividades Infantiles – Programa nacional para niñes hasta 14 años) Foto: Lucrecia Da Representaçao
La vulnerabilidad en la calle y la convivencia
- ¿En qué situación llegan al Isauro las chicas y los chicos?
- Gran parte de lxs chicxs y jóvenes que llegan al Isauro están en situación de vulnerabilidad importante, algunos están en calle, otros están en situación de calle porque están en un hotel y la inestabilidad es muy parecida, porque están transitorios. Otrxs vienen de situaciones bastante precarias y están en el conurbano. Llegan de Glew, de Guernica, no es que vienen del otro lado del puente acá en Avellaneda. Y vienen porque realmente quieren venir, quieren estar acá. El boca en boca funciona muchísimo: muchos chicxs llegan de esa manera o a través de instituciones que intervienen y acercan estudiantes al Isauro.
- ¿Cómo es la relación entre el conjunto de chicos y chicas?
- Es muy común que distintos integrantes de una misma familia vengan al Isauro. Y conflictos puede haber como ocurre en todas partes. Lo que es distinto acá es la calidad cotidiana que tienen lxs estudiantes cuando están fuera de la escuela, que no es la que tenemos las familias organizadas de la ciudad. Y sí, hay roces y tensiones y muchas veces advertimos que vienen acarreando soledad, en algunos casos, violencia en otros, abusos en otros, hambre, frío y la intemperie…Todo eso trae algunas situaciones que trabajamos y lo hacemos circular desde un posicionamiento que los ponga en acción con eso. No hay que hacerles asistencia, ni pensar “Pobres lo que les pasa”, la verdad es que sí, que es un espanto la cantidad de cosas que viven, pero si están acá es porque van a hacer algo y no lo vamos a hacer nosotrxs. Nosotrxs los recibimos para ponerlos a hacer algo con eso porque solos no pueden.
- ¿La convivencia es tranquila o hay peleas o discusiones fuertes?
- Muchas veces hay que intervenir en situaciones de peleas o violencia de género y no sé si más o menos que en otros lados, pero nosotrxs nos ponemos a trabajar. Hay situaciones que vive la infancia que está mucho más desprotegida…
- ¿Qué edad tienen los menores?
- Acá hay jardín maternal hasta 3 años. Las mamás en muchas ocasiones tienen 15 años y son estudiantes acá también, pero es un jardín abierto a la comunidad barrial. Por lo tanto vienen los bebés, hijas e hijos de estudiantes que están viniendo a la primaria o al secundario y también bebés, hijas e hijos que ya no tienen otra relación con la escuela más que la del jardín para sus chicxs. Lo que buscamos es eso, una escuela abierta a la comunidad, que no sectorice, que no sea discriminativa. Nosotros ponemos énfasis en que la escuela es abierta para la comunidad.
Estudiantes en el taller de panadería. Foto: Lucrecia Da Representaçao
- ¿El Isauro está reconocido como escuela en el gobierno de la Ciudad?
- No, el gobierno de la Ciudad no está reconociendo al Isauro como a la escuela que es. ¿Esto quiere decir que las personas no saben lo que pasa acá? No, lo que estamos diciendo que si tenemos que hablar de una oferta educativa de la Ciudad, el Isauro no aparece como una escuela con todo lo que funciona acá. Aparece como un centro educativo de 2 horas y, por otro lado, aparece en los cursos de trabajo como si no fueran parte del mismo proyecto. El gobierno de la Ciudad mantiene atomizada cada una de las partecitas porque sus propuestas son por programas o por distintas áreas que justo en el Isauro lo que hicimos fue entramarlos en un proyecto. En la página web del gobierno aparece como “Centro Educativo Isauro Arancibia”, pero no está reconocido como una escuela con un proyecto integral, con un horario amplio. Se constituyó en 1998, son 25 años… Y eso tiene que ver con un posicionamiento pedagógico que no está en el Estatuto.
- ¿Pero por qué no está reconocido?
- Porque si lo reconocieran cabe la posibilidad de que se cree otro igual… porque ya empieza a existir una forma en la propuesta pedagógica de la ciudad. A mí me encantaría que se creara otra igual. A mí me gustaría que mis hijos (que no viven en una vereda) vayan a una escuela como ésta, que tengan la posibilidad de entramar dentro de lo que es conocer el arte, el trabajo, la historia, no sé, el barrio, la salud, las instituciones, de la manera en que lo estamos tratando de pensar acá.
- ¿No hay forma de conseguirlo?
- Nosotros vamos a insistir, estamos convencidas y convencidos de que esto es una propuesta educativa que tiene sentido y puede ser replicada sin pensar solamente en las condiciones de vulnerabilidad y lxs estudiantes del Isauro. Hemos ido semana tras semana a la Legislatura por el tema, también lo presentamos a nivel ministerial con la directora del área, lo hemos trabajado en conjunto con la gente del Ministerio. Lo que pasa es que tiene que haber una voluntad que avale un proyecto así y en la ciudad de Buenos Aires no la tenemos.
Producción del taller de costura. Foto: Lucrecia Da Representaçao
Área de Educación y Trabajo
Pablo Baracoch es maestro de la escuela, lleva 20 años en el proyecto del Isauro, ha recorrido toda la historia de su desarrollo y en estos últimos años está Coordinando el área de Educación y Trabajo en el proyecto integral de la escuela que tiene distintos espacios.
- ¿Cuáles son esos espacios?
- Está la terminación de lxs jóvenes y adultxs de su primaria y secundaria y hay un espacio inicial que es un jardín de infantes. La educación para jóvenes y adultxs que no pudieron terminar en tiempo y forma era –según lo establecido por el Gobierno de la Ciudad- de dos horas, estaba pensada para otro momento histórico, cuando las personas antes o después del trabajo tenían un tiempito para poder terminar, pero esto no tenía que ver con la realidad de nuestros estudiantes. Así que nosotros ampliamos la jornada a una extendida y surgió esta área de trabajo que está orientada a hacerlo a doble turno. O sea que quienes estudian por la mañana, después de comer se quedan a formarse para algún oficio y lo mismo al revés, la persona que estudia por la tarde tiene su cursada por la mañana.
- Pero cambiaron los espacios y los tiempos…
- Exactamente, logramos que lxs estudiantes estén siete horas, que era un reclamo de ellos mismos. O sea menos tiempo en la calle y más tiempo aprendiendo. Eso fue un desafío enorme porque nosotros somos maestros.
Estudiantes en el taller de bicicletas. Foto: Lucrecia Da Representaçao
- ¿Tenían los recursos necesarios?
- Empezamos con lo mínimo pero con muchas ganas lo fuimos construyendo con nuestros estudiantes. Nuestro motor siempre son las ganas y la necesidad de aprender. Y ahí surgió y logramos incorporar un proyecto no formal del ministerio de Educación y una vez por semana vienen profesores de distintos oficios. Lo que hacemos nosotros es llevar la importancia de recuperar la cultura del trabajo.
- Fue todo un desafío, ¿no?
- Lamentablemente para todo un grupo de personas más jóvenes casi no hay experiencia en relación con la familia, son generaciones que ya no tuvieron cultura del trabajo, entonces es todo un desafío llegar a ese punto.
- ¿Qué materias tienen?
- Nosotros lo que hacemos es que esté la materia de trabajo como parte de su cursada, de manera transversal, como tienen inglés, computación y también la cursada junto con algunxs estudiantes que ven el oficio como algo estratégico y hacemos una práctica de trabajo. Tenemos nuestro equipo de trabajo de panadería, bicicletería, costura, los chicxs del Isauro venden las revistas. Es intentar que ellos puedan seguir aprendiendo un oficio, que les sirva no solamente para pasar por la escuela.
- ¿Y salen los chicxs con esas herramientas y ustedes ven que se insertan, que están trabajando y estudiando, que están bien?
- Sí, por ejemplo, en el espacio de trabajo de costura, pudimos lograr herramientas de trabajo como una máquina recta, la más sencilla, y algunos chicxs ya se montaron su propio emprendimiento que tiene que ver con las telas. Nos pasa lo mismo con chicxs que trabajan de bicicletero. En panadería, que se está volviendo un poco más a la normalidad, los primeros trabajos que consiguen los chicxs están relacionados a lo gastronómico. Tienen su experiencia, su libreta sanitaria, su curso de manipulación de alimentos, que sí o sí tienen que tener el cuidado del otro cuando alguien cocina, y eso también es su responsabilidad. Las bicicletas, por ejemplo, son casi una chatarra, pero las transforman. La terminación la hace un estudiante que en este caso ya es profesor de la escuela y les enseña una técnica con la identidad del barrio, que es el fileteado porteño. Las bicicletas salen todas pintadas y fileteadas.
- Además así empiezan a conseguir su propio sustento…
- Al principio cuando uno habla con lxs estudiantes y les dice “Bueno ¿qué es trabajar?, te dicen “es hacer plata”, uno parte de esa realidad pero va aprendiendo que es crear, es producir, es construirlo con otro, es el esfuerzo… Eso está todo el tiempo, es el proceso. Y lo hacen todos los estudiantes, las personas que se están alfabetizando, las personas que están terminando la secundaria, es transversal. Y a la vez recontra fortalece los espacios del aula de los contenidos tradicionales, fortalece un montón hacer lo concreto. Es una praxis no solamente por los productos, sino también en los contenidos.
- ¿Qué cantidad de chicxs están acá, en el Isauro?
- No sé en este momento, pero en el proyecto integral debe haber entre 400 y 500.
Ingreso a la Escuela Isauro Arancibia. Foto: Lucrecia Da Representaçao
- ¿Muchos viven en el Isauro?
- El proyecto integral impulsa una vivienda que es la Milagro Sala y es parte de otro proyecto integral. Salud y educación, vivienda y educación, trabajo y educación y al unificar todo eso, se transforma en contenido pedagógico. Eso es clave, porque lo hace bien concreto. Y los talleres lo mismo, ahora están construyendo lápices, desde la mina hasta lo que la rodea. Es increíble, el profe es un genio. Nuestra intención es pensar el por qué de las cosas, tratar de entenderlas, quizás no sea de manera inmediata que los chicos puedan transformarla en una elaboración diaria, pero sí tiene que ver con un proceso. La continuación de nuestros estudiantes, por sus condiciones de vida no es permanente. Nosotrxs logramos que para ellxs sea un ordenador de la vida, pero muchas veces las condiciones de vida tienen situaciones gravísimas de calle que no permiten hacer ese proceso que nosotrxs estamos convencidxs que ellxs quieren hacer y la misma realidad no se los permite.
- ¿Tienen que ser estudiantes para vivir acá?
- Sí, y la escuela es lo que ordena todo, el área de trabajo también lo ordena la escuela. Yo todo el tiempo estoy insistiendo que están bien los cursos, pero tenés que terminar la primaria, llevar a tus hijitos al jardín y también apostamos a que educación y trabajo son los ordenadores de todxs nosotrxs.
Noemí Ciollaro
Fue reportera de Las 12 de Página 12 y entrevistadora para Canal Encuentro en el ciclo Somos Memoria, entre otros medios con los que colaboró. Trabajó como Secretaria de Redacción en la Revista Haroldo del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Es autora de la Editorial Universidad Nacional de Quilmes y del Grupo Editorial Planeta Argentina.
Lucrecia Da Representacao
Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti / Licenciada en Comunicación Social con especialización en políticas públicas (UBA) y técnica superior en imagen fotográfica (EAF)
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