08/03/2022
YoNoFui, 20 años
Lo único irreal es la reja
Este 8M YoNoFui volverá –después de cuatro años- a dar talleres de escritura y comunicación en la cárcel de mujeres de Ezeiza, un lugar al que llegaron por primera vez hace 20 años. “Somos mujeres, trans, lesbianas, bisexuales y no binaries organizándonos, más que organizades”, afirman lxs integrantes del colectivo. Y subrayan: “Narrarnos desde la voz colectiva nos permite componernos por fuera del individualismo colonizante”.
Llega un nuevo aniversario del 8M. Cuatro años atrás, en marzo del 2018, el servicio penitenciario nos prohibía el ingreso al Complejo IV de Ezeiza tras denunciar públicamente la golpiza que recibieron nuestras compañeras. En la madrugada de ese 8M fueron reprimidas duramente por manifestarse pacíficamente a través de un “ruidazo”, como parte del Paro Internacional Feminista que se desplegaba en las calles.
Accion Callejera en el Barrio de Flores (2019)
Después de cuatro años, este martes 8 de marzo, volvemos a ingresar al Complejo IV de Ezeiza a dar un taller de escritura y comunicación, volvemos a entrar, no sin contradicciones, a ese lugar al que llegamos hace 20 años con un taller de poesía.
Somos un espacio que vuelve público lo que el servicio penitenciario y la justicia intentan silenciar: Las cárceles no deberían existir, ligar la justicia al castigo lo único que hace es criminalizar a compañarxs racializadxs y empobrecidxs.
Somos el emergente de una sucesión de encuentros a partir de necesidades, deseos, casualidades, afinidades y vínculos, más que el producto de una planificación previa, objetivos claros, cerrados y una estrategia de construcción establecida a priori.
YoNoFui empieza siendo un taller de poesía inspirado por el encuentro de dos mujeres en un juzgado penal; una de ellas, detenida. En el año 2002 éramos un incipiente colectivo que había empezado a armarse a partir de un taller de poesía en la Unidad 3 de Ezeiza, y de este modo comenzábamos a tejer una red de complicidades entre las mujeres privadas de libertad y otras que segundeaban desde afuera. Es fundamental el hecho de que nuestro punto de partida histórico haya sido la palabra y el segundeo, un punto de partida en el que la poética y la política se materializan en nuestros modos de estar, hacer, crear y tramar a lo largo del tiempo.
Daniela Andujar, Andi Nachón y Gastón Malguieri en el 2do. Festival de poesia en la unidad 31 de Ezeiza (2007)
No nos propusimos ser una organización transfeminista, años de encuentros, que al principio fueron un salirse de los tiempos prefijados en nuestras cotidianidades, nos permitieron pensarnos cada vez, y muchas veces durante estos 20 años. Hoy, podemos decir que somos una gran trama colectiva en permanente movimiento y experimentación, una trama que nos permite pensar de qué modo queremos vivir y reinventar nuestras vidas. Inscribir nuestra organización dentro del movimiento transfeminista es una tarea compleja porque no nacimos transfeministas y nos vemos creciendo en el transfeminismo a medida que tomamos decisiones personales y comunes, inspiradas en elaboraciones colectivas.
Para muchas de nosotres, el origen es la fuga de un infierno personal: una pareja, una familia, la cárcel, el miedo, el vacío existencial, la calle o la insatisfacción con el mundo. Un deseo de libertad. El encuentro nos provoca, nos pone en relación y quiebra nuestras líneas temporales, el espacio juntes abre otros tiempos que desconocemos y que dan lugar a nuevos posibles. Narrarnos desde la voz colectiva nos permite componernos por fuera del individualismo colonizante. En la cárcel, tomar la decisión de romper el tiempo de la monotonía yendo al taller de poesía, de carpintería, de foto. Afuera, tomar la decisión de ser parte y quebrar la individualidad a la que te acostumbra la lógica carcelaria.
Les niñes de YNF- Acción callejera (2019). Foto: Ariadna Rey
El ponernos en relación rompe la lógica del mérito personal como estrategia para salir adelante, y el logro o la dificultad de una, empieza a ser un logro o dificultad de todas y de nuestra capacidad organizativa. Somos mujeres, trans, lesbianas, bisexuales y no binaries organizándonos, más que organizades.
Lo colectivo se nos impone como garantía de posibilidad en un contexto marcado por el desencuentro y las dificultades. Las que están presas no pueden salir, entonces hay que ir a verlas, tramitar autorizaciones, definir objetivos, fijar días. Las que salen quieren seguir yendo a los talleres de afuera y poder hacerlo depende no solo de una decisión personal sino de un acompañamiento colectivo. El ánimo, el dinero, saber que pueden llevar niñes o tienen con quién dejarlxs. Esas dificultades las asumimos como desafíos comunes.
La experiencia de haber estado adentro nos marca las prioridades: un violento traslado de unidad por la noche no puede dejarse pasar e institucionaliza una denuncia desde afuera; la demora en una libertad hace llegar un escrito para que lo firme la que está adentro y prevé un “pasamanos” (como le decimos) hasta llegar al juzgado; si no se puede entrar, las de adentro preguntan, se quejan; una sale y alguien afuera la espera y la que salió vuelve para dar un taller.
Fotografia tomada en el marco del taller Luz en la Piel en la Unidad 31 de Ezeiza
Las salidas de las pibas movilizan expectativas y gestiones afuera para acompañar la búsqueda de un lugar donde vivir, armar una casa, tramitar un ingreso económico o un tratamiento médico. El espacio segregado del penal contiene en sí mismo la semilla de su propia destrucción: la cárcel sesga nuestras posibilidades. Los esfuerzos creativos por superar las rejas, las distancias, las experiencias vividas, las brechas generacionales, económicas y de posibilidades de cada una, nos potencian. En el ánimo de seguir rompiendo los tiempos, el aislamiento impuestos por una sentencia judicial y las marcas del castigo que se imprimen en nuestros cuerpos. No porque seamos hijes del rigor, sino porque no queremos serlo.
Nuestra práctica nos exige reflexionar sobre lo que somos, qué nos une, cuáles son nuestras afinidades. Ser mujeres, trans, lesbianas, bisexuales y no binaries no es un dato irrelevante porque nos ubica frente a una serie de dificultades o posibilidades afectivas y materiales concretas. Tal vez el tema de la violencia y las infancias sean los más recurrentes en nuestras reflexiones a la hora de pensar las vidas singulares. También están las decisiones que tomamos en el pasado, exponerlas, revisarlas, recuperarlas, ponerlas en relación es una manera de elaborarlas y comprenderlas políticamente. En nuestras experiencias nos abrazamos. El trabajo, la familia, el estudio, la cocina, la poesía, contar con alguien, la religión, el amor, un amigue, una hermana, la organización, lxs hijes, los abortos, el punitivismo, nosotres solxs. Todas creemos tener motivos que nos hicieron llegar adonde llegamos, a veces para entrar y otras para salir de algún encierro.
YoNoFui Cooperativa de Trabajo en Libertad - Batik de remeras (2021)
Con nuestro sesgo y trayectoria común, básicamente somos diferentes. Como no hablamos de abstracciones, sino de nosotres, de nuestros dolores y nuestros placeres, el proceso de lo individual a lo colectivo es intenso y caótico.
Este ejercicio de elaboración de nuestras vidas nos permite reconocernos en un núcleo de problemas transfeministas: la activación política, el aborto, los roles de género en las familias, las maternidades, las relaciones de pareja, los delitos y las penas, el punitivismo, la justicia y el merecimiento, la culpa, lo moral y lo ético, lo legal y lo legítimo.
Conferencia de Prensa "Las 800.000 somos también las que están presas - Todas desobedecemos al patriarcado (2018)
El encierro en la cárcel sí, pero los encierros venían de afuera y de mucho tiempo antes. Encierros fuera de la cárcel, encierros por ser pibx, por ser trans, por ser empobrecida, por ser negrx, por las adicciones, por las violencias. Y los rajes porque hasta en el mayor de los encierros, la fuga -real o imaginaria- nos acerca a nuestros deseos. Rajes de la casa, rajes de la pobreza, rajes para divertirnos -¡sí, para divertirnos!- a precios altísimos -¡sí, y dispuestísimas a pagarlos! Las fugas de la cana, las fugas embartuladas, fumadas o chupadas, re colgadas, las fugas del hogar, la fuga de una realidad que te aplasta y que no te deja decir basta, para luego señalarte con el dedo acusador cuando explotás.
Quienes participamos de este colectivo hablamos en primera persona. Nos peleamos, enojamos, revoleamos miradas que sacan chispas y discutimos fuerte, no nos dejamos pasar una, nos levantamos y nos vamos dando un portazo, nos paramos el carro y nos achicamos los berretines de un plumazo. Hablamos en primera persona y nos hacemos cura de palabra, cura de escucha, cura con el nombre y apellido. Nos damos charla, nos reconocemos en la historia de les otres, nos amigamos, nos damos aliento y nos damos otra oportunidad, nos aplaudimos, nos agrandamos los egos, pero por sobre todo nos colectivizamos. Tejemos alianzas y rajamos de aquellas que bajo el disfraz de un discurso políticamente correcto buscan esencializarnos y revictimizarnos a través de prácticas colonizantes y extractivas.
Como colectivo, tenemos acuerdos, que en nuestros encuentros sostenemos -y también repensamos-: no somos víctimas, no somos verdugxs ni fiscales de la vida de nadie. Nuestra inspiración poética se transforma en una consigna política: “la única irreal es la reja”. Todo lo demás, está sometido a debate.
YoNoFui es nuestra revancha.
Conferencia de Prensa "Las 800.000 somos también las que están presas - Todas desobedecemos al patriarcado (2018)
Colectivo YoNoFui
YoNoFui es un colectivo transfeminista y anticarcelario que trabaja en proyectos artísticos y productivos, dentro y fuera de las cárceles de mujeres, de Argentina.
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