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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

04/12/2021

Hacer político el cuidado

En su discurso de asunción, el presidente Alberto Fernández mencionó dos conceptos que entusiasmaron al movimiento de mujeres y diversidad: feminismo y cuidados. A dos años de ese momento, en el ámbito del Ministerio de las Mujeres, junto a otros espacios gubernamentales y de la sociedad civil se discute un proyecto de ley para la creación de un Sistema Integral de Cuidados con perspectiva de género. Virginia Franganillo y Lucía Cirmi Obon se refieren a los principales ejes de esta propuesta que implicaría, según ellas, un "cambio de paradigma".

En su discurso de asunción, el presidente Alberto Fernández se refirió a dos conceptos que generaron entusiasmo en el movimiento de mujeres y diversidad: feminismo y cuidados. Esas palabras figuraban en el documento que armó la comisión de cuidados del Partido Justicialista, de la que forma parte la socióloga Virginia Franganillo. Se están por cumplir dos años de esa alocución y la Revista Haroldo quiso saber cuáles fueron los avances en materia de cuidados, en el marco de una pandemia que ya lleva 21 meses.

“El cuidado como un bien público y un derecho humano es la próxima lucha del movimiento feminista”, decían en agosto de 2019 mujeres feministas de América Latina reunidas en Buenos Aires. “Se podría reconstruir el país a partir de las políticas de cuidado: activaría la economía vía la generación de empleo y resolvería el drama social, porque los cuidados no son solo el mayor obstáculo para la igualdad entre los géneros si no también la base social de la reproducción de la pobreza y la indigencia. En la plataforma electoral planteamos que para cuidar niñxs en la primera infancia y adultos mayores se requieren 1.200.000 trabajadorxs”, afirma Franganillo en diálogo con Revista Haroldo.

¿Qué entendemos por cuidado? Un documento de julio de 2020 de la Mesa Interministerial de Políticas de Cuidado toma una definición de las investigadoras Corina Rodríguez Enríquez y Gabriela Marzoneto, entendiéndolo como todas aquellas “actividades indispensables para satisfacer las necesidades básicas de la reproducción de las personas, brindándoles los elementos físicos y simbólicos que les permiten vivir en sociedad”[1]. “Incluye el autocuidado, el cuidado directo de otras personas (la actividad interpersonal de cuidado), la provisión de las precondiciones en que se realiza el cuidado (la limpieza, compra y preparación de alimentos) y la gestión del cuidado (coordinación de horarios, traslados, supervisión del trabajo de cuidadoras remuneradas, entre otros)”[2].

La Mesa Interministerial está integrada por los ministerios de Mujeres, Géneros y Diversidad; Salud; Desarrollo Social; Trabajo, Empleo y Seguridad Social; Economía; Educación; por la Agencia Nacional de Discapacidad; el Inaes, la Afip, la Anses, y el Pami. En la Argentina, las políticas de cuidado están destinadas a por lo menos cuatro poblaciones: las personas mayores con necesidad de apoyo, las infancias, las personas con discapacidad y los y las trabajadores del cuidado.

Sobre estos trabajadores, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) plantea que son los únicos empleos que crecerán a nivel global. Numerosos estudios dan cuenta del efecto multiplicador de un empleo en cuidados.

Carla, cuando no trabajaba, cuidaba a María, su mamá. Tigre, 2018. Foto: Lucrecia Da Representaçao

Hacia una ley

Desde principios de 2020 una Comisión Redactora trabaja, en el ámbito del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, en un proyecto de ley para la creación de un Sistema Integral de Cuidados con perspectiva de género. Integran dicha comisión, además de Franganillo y Rodríguez Enríquez, otras y otros profesionales de distintas disciplinas: Eleonora Lamm, Laura Pauttasi, Natalia Gherardi, Eleonor Faur, Romina Rubin, Jorge García Rapp y Mercedes Mayol Lasalle. Todos trabajan ad honorem.

El proyecto se abrió a “instancias consultivas” de las que participaron organizaciones feministas y de la diversidad, organizaciones dedicadas a personas mayores, a discapacidad y a la niñez, cámaras empresarias, referentes de la economía social, popular y comunitaria y sindicatos, quienes realizaron sus aportes al anteproyecto de ley. Franganillo describió a los sindicatos como “el actor más importante” en materia de cuidados.

- ¿Cuáles fueron las principales sugerencias de las organizaciones que participaron en las instancias consultivas? – preguntó Haroldo a la directora nacional de Políticas de Cuidado del Ministerio de las Mujeres, Lucía Cirmi Obon.

- Lo que más apareció en las instancias consultivas es la necesidad de reconocer a todos los tipos de trabajadores y trabajadoras del cuidado, de remunerar mejor sus empleos y obviamente la feminización de esos trabajos y la importancia que los varones tengan un rol equitativo en las tareas de cuidado y que toda la sociedad se predisponga para eso; surgió también la falta de acceso a jubilaciones y por eso es tan importante la iniciativa de reconocimiento previsional de cuidados. Apareció la situación desesperante de las trabajadoras de casas particulares, que no solo se canaliza en el proyecto sino en el programa registradas y así sucesivamente.

- ¿Cuáles son los principales lineamientos del proyecto de ley? –consultó Haroldo a la funcionaria.

- Los principales lineamientos tienen que ver con reconocer al cuidado como una necesidad, un derecho y un trabajo y ampliar paulatinamente la cobertura y los servicios del Estado en este tema, jerarquizar a los trabajadores y trabajadoras del cuidado y pensar distintos grados de cuidado para garantizar autonomía a las personas mayores, ampliar los servicios de cuidado infantil cerrando las brechas en la calidad de los servicios y ampliar el cuidado para la vida independiente para las personas con discapacidad. Pero principalmente diría que es un cambio de paradigma en la concepción de que el cuidado es una responsabilidad pública que tiene que garantizar el Estado y no tiene que recaer tanto en las familias, particularmente en las mujeres.

Franganillo y Cirmi Obon coinciden en la idea de “cambio de paradigma”.

- ¿Qué cambios generaría una ley de cuidados? – preguntó Haroldo a Franganillo.

- El proyecto de ley es un cambio de paradigma: aquellas actividades de cuidado históricamente asignadas a las mujeres pasarán a ser responsabilidad del Estado en la función de brindar servicios y convocar al sector privado y la comunidad. Se creará un sistema nacional de cuidados que incluye a las provincias y otrxs actores. Esto es algo novedoso y desafiante, porque las necesidades son enormes y el entramado institucional siempre fue un obstáculo, por caso en la actualidad la educación y la salud  están  gestionadas por las provincias – sostiene Franganillo.

-¿Cómo imagina el tratamiento en el Congreso? - consultó Haroldo a Franganillo.

-Esta es una ley que requiere mucha discusión porque estamos proponiendo otro orden social que podría resolver la pobreza infantil, el bienestar de lxs adultos mayores, en las discapacidades y en el reconocimiento y fortalecimientos de los trabajos de cuidados.

Reunión de la comisión redactora del anteproyecto de ley para un Sistema Integral de Cuidados con perspectiva de género. Foto: Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad

Los estudios y la experiencia demuestran que los niños y niñas con cuidados pueden seguir viviendo en contextos de pobreza pero con posibilidad de desarrollarse dignamente.

Con estadísticas a mano, Franganillo afirma que la pobreza infantil llega hoy -pandemia mediante- al 60%. “Esto es lacerante. El panorama es muy serio: solo el 7% de niños y niñas de los sectores populares recibe servicios de educación temprana de los 45 días a los 2 años”, indica. Actualmente, la obligatoriedad es a partir de sala de 4 años. “Con la obligatoriedad, vienen los recursos”, explica la socióloga a Revista Haroldo para marcar la línea que tendrá el proyecto de ley.

El informe de la comisión de cuidados del Partido Justicialista, elaborado durante 2019, señaló que “el cuidado y la pobreza están íntimamente vinculados”. “Esa pobreza se magnifica en los hogares donde hay más responsabilidades de cuidados y menos adultos con ingresos, el aumento de los hogares monomarentales agudiza esta situación y reproducen socialmente la pobreza”, agrega el documento, en base a estadísticas del Indec de 2019.

“Yo siempre digo: un día [Domingo] Sarmiento se levantó y dijo educación pública y mirá hasta dónde llegamos. Se trata de hacer algo fundacional para la educación temprana. Lo mismo con los adultos mayores y personas en situación de discapacidad garantizando cuidados personales. Tenemos que avanzar en el reconocimiento de los trabajos de cuidado y obviamente fortalecer la batalla cultural: desprivatizar o sea desfeminizar los cuidados; desde la escuela la currícula tiene que incentivar la participación de los varones en las tareas de cuidado”, se entusiasma -y entusiasma- Franganillo.

La redacción de la ley fue el resultado de 33 reuniones entre la mesa interministerial, los sindicatos y organizaciones de la sociedad civil. “La ley promueve generar un Estado [nacional] concientizador con capacidades para la articulación con todos los actores que brindan cuidados, que en definitiva sea  una política nacional”, explica Franganillo.

Ya se presentó un mapa de cuidados, una “herramienta política” para planificar y que permite “identificar los servicios de cuidado en la zonas cercanas” (https://mapafederaldelcuidado.mingeneros.gob.ar/).

Natalia está a cargo de los cuidados cotidianos de una persona con discapacidad, C.A.B.A., 2018. Foto: Lucrecia Da Representaçao

Trayectoria

A principios de la década de 1990 Virginia Franganillo fue designada al frente del Consejo Nacional de la Mujer, primer organismo jerarquizado del país en materia de género. Identificada con el peronismo y feminista, la socióloga nacida en Balcarce ya desde la transición democrática fue protagonista en la creación del “movimiento de mujeres” en Buenos Aires. El Consejo surgió como espacio gubernamental responsable del cumplimiento de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés). Desde dicho organismo gubernamental promovió  la sanción e implementación –junto a sus pares justicialistas y radicales- de la Ley de Cupo, primera en el mundo. Franganillo también creó una escuela de gobierno con feministas de trayectoria. Impulsó el primer Plan de igualdad de oportunidades para las Mujeres en la región. Entre sus políticas están la implementación de educación sexual en todas las escuelas del país, sin ley en esos momentos. Fue clave su enfrentamiento en la convención constituyente al intento del ex presidente Carlos Menem de incluir en la constitución una cláusula que penalizara el aborto. Según recordó Vanina Escales en El Cohete a la Luna, la Iglesia Católica puso mesas en todo el país y logró un millón y medio de firmas para pedir que dejara su cargo. Renunció en 1995. Luego fue presidenta del Parlamento de las Mujeres de la Legislatura Porteña, coordinadora del Observatorio Género y Pobreza Argentina. Coordina actualmente la Comisión de Cuidados del Partido Justicialista e  integra la comisión que redacta la ley de cuidados, ad honorem.

Hay tres temas que son su principal obsesión: la feminización e infantilización de la pobreza, la necesidad de incluir la economía del cuidado y la perspectiva de género en todas las políticas públicas.

“La Argentina es pionera  en derechos sociales. El país durante el peronismo promovió el derecho de las mujeres a votar y ser votadas. En materia de derechos para lxs adultos mayores en la Constitución de 1949 Evita propuso el decálogo de derechos de la ancianidad. Tenemos historia, legislación de avanzada y un Estado que en pandemia demostró su capacidad de recuperación para atender nuevas necesidades”, asegura Franganillo.

De las “luchas y agendas feministas” en el inicio de la democracia marca que al día de hoy hay dos leyes que no se cumplieron: la obligación de las empresas para el caso de que hubiera más de 50 trabajadoras de prestar servicios de cuidados y la ley de jardines maternales zonales. La ley de cuidados vendría a subsanar estas “deudas de la democracia”.

Andrea, una de las cocineras del comedor popular en Isla Maciel, donde un grupo de mujeres tienen la responsabilidad de alimentar a aproximadamente 300 familias por día. 2021. Foto: Lucrecia Da Representaçao

¿Amor? Es trabajo no pago

A finales de la década de 1960 la argentino-cubana Isabel Larguía junto a John Dumoulin acuñó la frase “trabajo invisible” para nombrar al trabajo doméstico. La dupla intelectual y política[3] planteó al trabajo doméstico como explotación que produce plusvalía y así  denunció la relación entre capitalismo y patriarcado. “Con esos textos nos formamos las feministas de varias generaciones, especialmente las latinoamericanas”, rememora Franganillo.

“Se trata de reconstruir a la Argentina con los pibes durante ocho horas en la escuela y promoviendo trabajo digno para las mujeres”, se entusiasma Franganillo aunque admite que “los estados en la región son maternalistas”. “Las mujeres nos ocupamos de hacer lo que no garantiza el estado y además sostenemos la reproducción de la fuerza de trabajo que es más plusvalía para los empresarios”, grafica.

“La pandemia puso en relevancia los cuidados como nunca, como no habíamos logrado instalar los feminismos. Es un tema clave para la justicia social y una cuestión central para el bienestar, que en definitiva es el centro de la vida. Soñemos cómo sería una sociedad que cuida a los niños desde la cuna y a las personas mayores para un mejor vivir y que garantice autonomía económica para las mujeres. Esta es nuestra agenda hoy: cambiar las condiciones de vida de las mayorías”, enfatiza.

En el Hogar de María se reúne un equipo de mujeres, como Liliana y Alexandra que son operadoras territoriales, donde trabajan temas de salud mental, adicciones, violencias e infancia en grupos de mujeres y en talleres con niñxs. También brindan apoyo escolar y alfabetización, Isla Maciel, 2021. Foto: Lucrecia Da Representaçao

Bárbara Komarovsky

Periodista. Politóloga (UBA). Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti.

Lucrecia Da Representacao

Licenciada en Comunicación Social con especialización en políticas públicas (UBA) y técnica superior en imagen fotográfica (EAF). Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

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Notas

[1] Rodriguez Enriquez, C. M., & Marzonetto, G. L. (2015). Organización social del cuidado y desigualdad: el déficit de políticas públicas de cuidado en Argentina.

[2] Idem

[3]Para conocer más sobre la obra y la vida de Larguía se puede consultar el texto “Desde la Cuba revolucionaria: Feminismo y marxismo en la obra de Isabel Larguía y John Dumoulin” de Mabel Bellucci y Emmanuel Theumer (Clacso 2019).

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