25/10/2021
Poéticas del tiempo: un tratamiento posible de la voz
Fabiana Rousseaux, directora de Territorios Clínicos de la Memoria, narra acerca del proyecto audiovisual “Poéticas del Tiempo”, un dispositivo de trabajo en torno a una constelación de memorias, en el cual a partir del encuentro con objetos sensibles de quienes fueron tocados por la experiencia traumática del terror de Estado en Argentina, se intenta un tratamiento de esos objetos-restos- simbólicos, donde se van articulando cartas, poemas, epistolarios, mensajes, fotografías. La posibilidad de recuperar la voz de los y las desaparecidas.
-Entonces se trata de un laboratorio, a menos que sea una especie de museo de ciencias naturales.
-No. En absoluto
Negó con la cabeza mientras sonreía, como si esperara de mi parte este tipo de preguntas.
-Aquí, no hay ni investigaciones ni exposiciones. Nuestro papel consiste en preparar los especímenes y conservarlos, nada más.
-Entonces, ¿para qué sirven estos especímenes?
-Es difícil encontrarles un propósito común. Las razones que llevan a desear un espécimen son distintas para cada quien. Se trata de un problema personal. No tiene nada que ver con la política, la ciencia, la economía o el arte. Al preparar los especímenes, aportamos una respuesta a estos problemas personales. ¿Entiende?
….
-Disculpe. Creo que el trabajo es más difícil de lo que pensé…
-Claro que no. Es normal que se sienta perturbada. Un laboratorio de este tipo no se encuentra en cualquier parte, por eso se necesita cierto tiempo para entender. Además este laboratorio no tiene letrero ni aparece en la sección amarilla. La gente que verdaderamente necesita un espécimen podría llegar hasta aquí con los ojos cerrados…
…
-¿Cree que podré hacerlo?
-Por supuesto, no existe una técnica particular. Lo más importante es la sinceridad. No debe descuidarse nada, ni siquiera el espécimen más ínfimo o el más insignificante. Hay que amarlos.[1]
Desde hace algunos años, venimos desarrollando en TeCMe[2] el proyecto audiovisual “Poéticas del Tiempo”[3], que es un dispositivo de trabajo en torno a una constelación de memorias, en el cual a partir del encuentro con objetos sensibles de quienes fueron tocados por la experiencia traumática del terror de Estado en Argentina, intentamos un tratamiento de esos objetos-restos- simbólicos, donde se van articulando cartas, poemas, epistolarios, mensajes, fotografías, etc. En ese sentido la articulación se da en el contexto de un cuidado estético-político y de una orientación ética sobre ellos, sabiendo que no solo surgen de archivos o de testimonios, sino también del encuentro incalculado y fragmentario de recuerdos.
Emilce Moler, sobreviviente de los CCD Pozo de Arana y Pozo de Quilmes. Esta es una de las cartas que su familia y su novio le enviaron durante su detención política en la cárcel de Villa Devoto. La misma está fechada el 22 de abril de 1977.
Allí radica una dimensión que nos interesa particularmente ya que recorre la textura discursiva en su heterogeneidad: el modo en que se juega la relación presencia-ausencia, las divergentes temporalidades, donde las huellas y gestos se entrelazan. Una suerte de nudo entre la letra y la imagen, para escuchar aquello que hace posible su transmisión hoy.[4]
En relación a estos objetos que restan de aquellas experiencias del límite, durante todos estos años ha sido casi impensable traer la voz de los y las desaparecidas a la materialidad del registro sonoro. Debates intensos entre cineastas, investigadores, familiares, documentalistas, han dado cuenta de la dificultad de escuchar sus voces, no sus dichos, no sus discursos, sino sus voces.
En este sentido, nos dimos también una ardua discusión dentro del equipo acerca de cuál podría ser una dimensión posible para dar tratamiento a la voz de Ester Felipe. Fue cuando nos llegó a través de su hija un archivo sonoro digital de un cassette grabado por Ester, donde cantaba y le enviaba esa grabación a su hermana Liliana, exiliada en México, quien hoy es además una reconocida cantante.
En las conversaciones del equipo -no sin divisiones subjetivas- abordamos la dimensión de transmisión que toda voz conlleva y asumimos la posición ética que introduce el psicoanálisis al establecer una distancia entre la voz y la significación siendo que, como rescata Jorge Alemán acerca de las teorizaciones de Lacan, la voz no es solo el soporte del lenguaje sino aquello que nos constituye al igual que la mirada[5].
Pelotita de ping pong hallada en excavaciones realizadas en el ex CCD Club Atlético, a raíz de la declaración testimonial de Carlos Leibovich. Foto facilitada por la Comisión del Sitio Memoria ex CCDTyE "Club Atlético”
En ese texto, Alemán realiza un recorrido por los objetos a[6], y en su articulación con las pulsiones[7], aísla aquellas dos que quedan por fuera de la castración, a saber: pulsión escópica e invocante, precisando que la mirada y la voz –referidas respectivamente a cada una de las dos pulsiones- son dos objetos que escapan a la lógica de los otros objetos a que están del lado del circuito de demandas e intercambios. La voz y la mirada en cambio, son definidas como objetos sutiles.
Precisamente es en el Seminario 10 sobre La angustia, donde Lacan refiere que “el objeto de la voz” es el más original, aludiendo con ello al registro de lo más originario, ya que viene directamente del Otro primordial[8] constituyéndonos. Y advierte que una voz puede exigir muchas cosas.
El magnífico cuento de la escritora japonesa Ogawa -cuyo extracto reprodujimos más arriba- aborda la compleja trama del tratamiento posible del duelo ante aquello que perdemos y deseamos conservar. El tipo de objetos recibidos en ese laboratorio de “especímenes” –como se denominaban allí los tesoros que la gente llevaba- iban desde insectos y vegetales, hasta adornos, maquillajes, trocitos de objetos o marcas en el cuerpo como una quemadura, que habían pertenecido a quienes ya no estaban en las vidas de quienes acudían allí para conservar de algún modo lo más preciado de sus seres perdidos.
En un tramo del cuento, se presenta una situación que descoloca a la asistente recién llegada al laboratorio (que es quien se pregunta en el diálogo extractado más arriba, si podrá asumir ese trabajo) y es cuando una joven mujer se presenta con una partitura musical para preservar el sonido de la música que antaño había sido ejecutada por su novio a quien ella acababa de perder.
Poesía escrita por Orlando Meloni, sobreviviente de los CCD La Perla y Campo de la Ribera
-Supe de ustedes por un pariente lejano que recurrió a sus servicios. Dicen que uno siente un verdadero alivio después de pedirles un especímen…
-Sí, es cierto. Éste es un lugar de rescate mediante especímenes.
-Pero me preocupa saber si la materia no es demasiado peculiar –dijo mostrando la partitura-. Sus uñas manicuradas brillaron. Sus mejillas, tal vez por el maquillaje, parecían frescas y blancas a tal grado que hacían olvidar el calor de afuera. La parte de sus brazos que salía de las mangas de su blusa también era fresca, y no presentaba ninguna marca de transpiración.
-Nunca es demasiado peculiar. Tranquilícese. En dos días estará.
-Mi solicitud no se refiere a la partitura misma, sino a la música que ahí está escrita, al sonido –dijo antes de agachar la cabeza.
Este tipo de “sustancia inorgánica” -como más adelante la designa el Sr. Deshimaru (dueño del laboratorio)- es sorprendente, no habían llegado objetos de esta inmaterialidad anteriormente, a ese laboratorio. Sin embargo aceptan extraer su sonido y guardarlo cuidadosamente en un tubo de ensayos, para garantizar así a la joven novia, la preservación de ese sonido que la une a su amado. Sustancia inorgánica/ objetos sutiles, parecen unirse en este relato para orientarnos en una posible lectura acerca del anudamiento del duelo, con el deseo.
La inscripción de la huella de la voz en el cuerpo, detalla como ningún otro objeto a, lo inasible- imborrable, y por ello se trata de una marca que retorna desde lo más desconocido y familiar, es decir lo in-familiar y de aquello que se vuelve determinante en la estructuración fantasmática.[9]
Si en definitiva siempre somos hablados, esa voz no está localizada del todo en ningún cuerpo, sino en un registro que inscripto en el Otro ya no nos pertenece del todo. Al mismo tiempo es lo más íntimo que tenemos, lo que nos hace irrepetibles. ¿Esto no inaugura entonces, una temporalidad diversa a la presencia/ausencia que nos hace (in) existir en esa voz al tiempo que nos hace inconfundibles? Ya no sería entonces estrictamente lo que fuimos, ni tampoco solo aquello que somos, en tanto la voz trae y actualiza lo que no nos pertenece más que en la medida en que el Otro nos constituyó.
Nuestra voz nos define radicalmente pero a condición de soportar el hecho paradojal de que ante ella, siempre somos unos perfectos extraños, como bien sabe quien alguna vez ha pasado por la experiencia de intentar escucharse.
Alemán, nos trae en su texto una línea que retoma de Lacan y nos orienta cuando dice “Ahí está el gran acierto del psicoanálisis. Cuando la voz está verdaderamente separada de la significación – y no se puede absorber en la cadena significante-, es una voz que ya ni siquiera es escuchada, que puede perfectamente coexistir con el silencio.”[10]
Poéticas del Tiempo, en el taller de diseño y animación de Lucas Chami.
Esa dimensión paradójica de la voz que coexiste en el cruce entre el cuerpo –hecho de palabras- y el lenguaje que habita en el silencio, es lo que nos hizo pensar que ante ese cruce, y en relación a la música -que es de entrada un tratamiento posible ante lo descarnado de la pura presencia que podría traer la voz de alguien que ya no está-, habría una posibilidad ética, en la medida que da una envoltura a la sonoridad in-familiar de esa voz, a la vez que apacigua su estatuto.
Una voz puede despertar el recuerdo, puede tronar para exigir el cumplimiento de una ley como el shofar[11] -tal como analiza Lacan en el Seminario 10-, puede encarnar un rito, puede escucharse en lo áfono, aunque no lo sabemos nunca de antemano y por eso, acogiendo el tesoro que nos entregó quien está constituida por esa voz –Paula, la hija de Ester-, trabajamos para hacer transmisible ese tesoro singular, con amor, como indicaba el Sr. Deshimaru, sabiendo que esa voz, esas voces, nos siguen constituyendo un poco a todos.
Fabiana Rousseaux
Psicoanalista. Dirigió el Centro de asistencia a víctimas de violaciones de derechos humanos, Dr Fernando Ulloa–SDH; dirige la Asociación civil Territorios Clínicos de la memoria.
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Notas
[1] Extracto de “El anular”, de Yoko Ogawa, escrito en 1994; traducido del francés por Muriel Varnier y publicado por primera vez en español por Litoral Nro 34, Muerte y Duelo, Revista de École lacanienne de psychanalyse, México, 2004.
[2] Territorios Clínicos de la Memoria.
[3] A este proyecto lo llevan adelante: Agustín Ambroggio, Mercedes Vargas, Lucía Budassi, Katherine Salamanca, Natalia Magrin (coordinadora). Diseño y edición: Lucas Chami.// https://m.youtube.com/playlist?list=PL622mB3nqxfEjTRkkbD4EVY7vpHTPc89W
[4] Al respecto, ver Fundamentos del proyecto, disponible en www.tecmered.com
[5] Jorge Alemán, “La voz”, Revista Consecuencias, abril 2008.
[6] El objeto a en Lacan pertenece a un orden estructural y no a un estadio evolutivo, podríamos decir en términos muy generales a efectos de este pié de página, que se trata dela gran invención lacaniana para referirse a aquello que se convierte en una suerte de nudo, donde se articula de un modo lógico, aquello que resta, que cae, del encuentro con el Otro primordial y condensa un plus de goce, un exceso. La voz y la mirada del Otro son las dos dimensiones que nos constituyen en primer lugar como Sujetos ya que estamos absolutamente expuestos a ellas. Venimos al mundo entre voces y miradas.
[7] La pulsión es un concepto nodal en psicoanálisis y con múltiples definiciones, a efectos de este artículo diremos que según Freud, se trata de un concepto limítrofe, fronterizo que refiere al surgimiento de deslinde de lo anímico respecto de lo corporal para ubicar una agencia representante psíquica de una fuente de estímulos intrasomática en continuo fluir, y que implica una tensión que no halla un objeto preciso para su satisfacción. Es decir, la pulsión insiste.
[8] Una bellísima definición de Lacan sobre este concepto psicoanalítico, de la que nos podemos servir a efecto de este texto, es cuando lo define como el lugar del tesoro de significantes, también como el lugar donde está inscripto el orden de lo simbólico. La función materna está asociada a este concepto fundamental para el advenimiento de la constitución psíquica del Sujeto.
[9] Para Lacan, la realidad siempre es fantasmática, a efectos de hacer una breve referencia sobre este concepto tan complejo, podemos decir que es una respuesta ante el deseo enigmático del Otro y un modo de tramitación ante diversas exigencias pulsionales. Es el prisma a través del cual cada Sujeto construye su realidad articulada con el deseo.
[10] Op.cit.
[11] El shofar es un instrumento de viento considerado central entre los instrumentos de la liturgia judía, que se usaba acompañando la lectura de textos sagrados. Se fabrica con el cuerno de un animal puro y limpio (kosher).
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