10/05/2021
Las ocasiones #12 - Alejandro Schmidt
Por Patricia Verón y Eda Nicola
Ilustración Malena Martinetto
En febrero de este año falleció Alejandro Schmidt, uno de los grandes poetas argentinos de las últimas décadas, motor de una obra vasta y heterogénea, inclasificable. Pocos días antes de su muerte la editorial Elefante negro, de la zona oeste del conurbano bonaerense, había anunciado la publicación de Sissí, su último libro. Compartimos una selección de poemas y el prólogo a la edición, a cargo de la poeta y editora Patricia Verón; y una semblanza de su amiga, Eda Nicola.
En febrero de este año falleció Alejandro Schmidt, uno de los grandes poetas argentinos de las últimas décadas, motor de una obra vasta y heterogénea, inclasificable: capaz de abordar el futuro que se proyecta en el patio de una escuela como un presagio, la violencia de la dictadura (y sus reminiscencias), la soledad más extrema y el extrañamiento que determina las relaciones humanas, oscilantes entre la ternura y la violencia. Pocos días antes de su muerte la editorial Elefante negro, de la zona oeste del conurbano bonaerense, había anunciado la publicación de Sissí, su último libro. Compartimos una selección de poemas y el prólogo a la edición, a cargo de la poeta y editora Patricia Verón; y una semblanza de su amiga, Eda Nicola. Que siempre haya memoria para Alejandro Schmidt y sus poemas.
Prólogo a Sissí
por Patricia Verón
¿Cómo? ¿Dime cómo? Preguntas formuladas en la ficción griega cuando se descubre que una mujer ha muerto por su propia mano. Y de la respuesta depende el lugar que tendrá como heroína que la tragedia y no la historia rescate, o como esposa ejemplar que sin embargo solo será digna de ser recordada por su partenaire.
En este libro se pone en duda la severidad de otro destino de mujer, la causa de otra muerte, que si está bajo alguna ley, se pierde en la génesis de los oscuros lazos familiares. Y como en la tragedia, un coro podría preguntarle al hermano-poeta: ¿Qué sogas la asfixiaron? Y él respondería con claridad: “el visado a la impunidad de los crímenes espirituales.”
Una denuncia hay en este libro, una denuncia del sentido común y de la prepotencia de ciertas formas de vida, de cierta clase social que va fagocitando todo lo que jaquea y amenaza la tranquilidad de sus conciencias, respaldadas en un orden material (ni que decir jurídico) donde son las propias mujeres las que cumplirán el mandato de opresión a su género.
Y Sissi, que sin saberlo (como la emperatriz de Austria) ha sido atravesada por el fino estilete de ese mal, es traída de nuevo a la vida por su hermano, en el aura más tierna de una mujer: el recuerdo de haber sido una muchacha. Para que nadie lea en la dureza de su testimonio “nada tan cierto/como el amor a un cielo”.
Tapa del libro Sissí de Alejandro Schmidt
Nuevo testimonio sobre el asesinato de mi hermana Sissí
(por ejemplo…
escribiré algo
o seguimos con las divagaciones?)
sí
acerca de un puñado de cenizas
arrojado al desprecio
tengo los nombres
las circunstancias
el historial
deslizo un manto de sospechas
descubro huesos de certeza:
el visado a la impunidad de los crímenes espirituales
los jueces duermen
se embotan las espadas
ingreso a la tiniebla del dragón
a propósito del tema:
mi hermana vuelve con sus medias de tenis
escenifica látigos
el puño de
50 años de vida
rodeada por máscaras y larvas
la criatura
huye de la reina vampiro
y sus bufones
se casa con una piedra
engendra
plantas carnívoras
(sábado a la tarde
sirvió
helado de limón
en copas de acero
parada en el living
tiene la gracia trascendente
de lo que ya no es aflicción
pensamiento
o futuro
sino
el encanto de una cadena golpeada contra un paredón)
hablamos de la quiniela
de lo poco o mucho que juega
hablamos del temor a la gente
(algo que enamora del fracaso
son las tácticas de la verdad
hacia una estrategia del mito)
sobre la cama del dpto. de su primogénita
(donde demoró en ser asesinada)
tiró la cruz celta del tarot
pero no leímos
pasó que
se acababa el parche de morfina
la última vez que hablamos
en serio
se encerró en el baño de la clínica
porque
llegó un momento en que la llamaba y siempre atendía
una hija
arropada en la sólida piedad del amo
Señor de los fantasmas
estamos en tu casa?
ves a mi hermana como fue
estricta existencia
hilo que nadie ató?
hablo en el corazón perverso del celaje
oigo ese rumor
su después
apenas
a penas
tic de la actual puerilidad:
excusar lo patético
narrar olvidos
el tiempo que pasa es justicia que huye
cuidado!!!
vacila la interpretación
el asesino prospera.
Sissí en los cielos (I)
Mi hermanita busca al padre entre los muertos
Ha sido tan temprana su desaparición
Que no reconoce el olor
Atraviesa colinas de lavandas y por la noche comenta
No lo encontré, anduve entre cigüeñas, pregunté al príncipe de los fantasmas
Le doy un talismán
Mi hermana se peina y vuelve
El rostro de Dios gira su ceguera.
……
Piel Naranja
todos los días
cuando yo salía del colegio y me esperabas
feliz
con la merienda
mirábamos Piel Naranja
Arnaldo André / Marilina Ross
tanto te amé hermana amada
lo más interesante eran tus comentarios
nos sentábamos juntos
frente al televisor
como en el cine
en ese caserón donde no vivíamos ni vos ni yo
tanto te lloro hermana amada
tus comentarios de las anécdotas
los entresijos barrocos de la vulgaridad
a veces te preguntaba aspectos de la trama
te fastidiaba
ya te conteeeé
tenía cuánto
18?
vos comenzabas el secundario
yo estaba entre Rimbaud y el budismo
qué inocencia
rimbaud
el budismo
en susurros decías tus pronósticos
como si fueran a escucharte los actores
y miraste telenovelas toda tu vida
leías a Horangel
tirabas extraordinariamente el tarot
ese fue tu recorrido intelectual
y la luz que no dejaba de brotar en tu alma de abismo
esa misma
que ahora resplandece y falta
Ilustración Malena Martinetto
La última vez de algo
hermana
estoy vivo
el aire se reproduce
invisible tiembla la última vez de algo
ni esta muerte
aquella noche
nos separan
es otra cosa
no logro comprender
qué hace el tiempo en la memoria
qué agujero
qué gusano
poco a poco
se transforma tu cabello en mis manos
el último beso en tu sien de morfina
algo más debería permanecer vivo
triunfar pese al desastre de existir
hermanita
perdón
Dragón rojo
Por Eda Nicola
Alejandro está ahora haciéndose amigo de un inmenso dragón rojo.
Al dragón lo conozco bien porque vive en mí, después, en su momento, contaré por qué y cómo, ahora es la historia de Alejandro y el dragón.
Un par de días después de irse de acá, vino a conversar.
Yo estaba tan pero tan triste que ese día me metí en la pileta y no salí en casi todo el día.
Agua. El sol fuerte de febrero, como tu corazón. Ah, tu corazón. Y la redondez de la muerte, firme y compacta. Me dije, me voy al agua. Ella podrá conmigo hoy. Si ella no puede, nadie más podrá.
Entonces el Ale vino y nos pusimos a conversar como siempre.
Ya sabía venir hasta casa porque estuvo una vez por acá.
Ese día ahora es de cristal y tiembla.
Bien, pero volvamos al dragón. Eda, lo estoy escuchando ahora, me dice vamos al punto. Estabas diciendo del dragón. Decime, me dice, sigamos hablando del dragón. Pero no me deja decir nada, habla él. Es un buen dragón, me dice. No se cansa nunca. Apenas come. Bueno, yo tampoco como tanto ahora. Es la memoria de la comida lo que me alimenta, dice. El café con leche y las medialunas extraño. Pero todo por acá es liviano, y vibrante. Las escamas de tu dragón rojo son casi líquidas, las toco y no pesan, no raspan, no duelen como en la tierra. Acá nada duele. Todo es alegría, pero sin esa necesidad, sin ese vacío al fondo, que hasta en la alegría es tan común en la tierra. Ale es así. Los que lo conocen saben. Él quiere decir todo. No se guarda nada, para qué, dice, y se ríe, se ríe, y siempre enseña lo que sabe, que es muchísimo. Ni la muerte te calla, le digo, y él se ríe, se ríe. Feliz de toda felicidad. Todo él se entrega en la poesía. La pobrecita poesía, mirala, dice, no tiene nada. No quiere nada. Sabe que no sabe nada y se pone triste. Y se calla. La poesía se callará, pero el Ale no. Y la poesía se calla porque sabe muy bien que el Ale dice por ella todo lo que tiene que decir.
Eda, ¿y el dragón?, me dice, ¿cómo es que tenés un dragón? ¿de dónde lo sacaste? Entonces le cuento que el dragón es un viejo amigo de mi alma. Lo conocí cuando yo era apenas un suspirito en el origen de los mundos, y él era un poco más grande que una lagartija. Después crecimos, él y yo. Pero no nos olvidamos. Yo sé que él está ahí y él también sabe que estoy. Y que nos pertenecemos. Yo le presté mi dragón al Ale para que se mueva en su nuevo mundo, y se busque uno. O recuerde al que fue su amigo en el principio de los tiempos. Porque su dragón existe y también lo busca. Así es. Seguro que anda por ahí, en los entremundos, en el fondo viejo de las tumbas remotas, donde todo empieza a ponerse de color azul, y tibio, y nacen los muertos a su nuevo existir. El Ale es un muerto recién nacido, tiene que conocer su nuevo territorio, sin fronteras ni peso ni dueños ni alambre ni alarma. En la muerte hay que aprenderlo todo de nuevo. Así que lo menos que puedo hacer por él es prestarle mi dragón, ya que lo tengo disponible y por el momento no lo necesito. En sueños, a veces, voy a dar un paseo, me lleva, pero bueno, iré con el Ale, o me esperará, fumando como siempre sentado en una rama del inmenso follaje de los bosques muertos, conversando en paz con su amiga paloma. Y con el dragón se van a hacer amigos, como el Ale y yo, que a los dos minutos de conversar ya sabíamos que nos íbamos a hacer amigos para siempre jamás. Como se saben siempre esas cosas del alma. Una amistad sin fin en tan breve tiempo en que conversamos, apenas dos inviernos y dos veranos. El tiempo perfecto. Todo tiempo es perfecto, porque no toca lo esencial. Que cómo sé yo de la muerte, quiere saber el Ale ahora. No sé. No sé cómo sé. Pero sé, con toda certeza. Y no le tengo miedo ni respeto ni nada de eso que da tristeza, no. Por eso puedo hablar ahora así con vos Ale, como siempre. Lo esencial nadie lo toca. Y ser amigos es algo esencial. Así que dale, decime, le digo. Charlemos, que no pasa nada.
A los gorriones, extraño, me dice. Los animales del campo. Los caballos. La nobleza de los que perdieron todo, extraño. Yo también perdí todo y no me importa. Lo que vale no lo perdí ni lo perderé. Lo que vale va conmigo, aunque nunca sé decir que es. Es eso que … bueno, otro día la seguimos, ya dijimos mucho por hoy. Ya tenés como para escribir bastante.
Y se fue.
Pero va a volver. No se preocupen. La vida es siempre. En ella juegan lo que llamamos vida y lo que llamamos muerte hasta que aprendemos el amor.
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