04/03/2021
Expropiación de Casita Azul: el desafío de transformar un espacio de esclavitud sexual en un sitio de memoria
Durante años el chalet conocido como Casita Azul funcionó como centro de explotación sexual y trata de personas en Mar del Plata. En el año 2012, luego de una primera condena a quienes manejaban el lugar, se realiza la expropiación del ex prostíbulo y se crea la Mesa Interinstitucional de Lucha contra la Trata.
Tras el pago de la expropiación en diciembre de 2018, y a la espera de que concluyan los últimos trámites, la casa finalmente pasará a manos del municipio de General Pueyrredón, como está plasmado en la ley de expropiación. El objetivo es transformar ese espacio en un sitio de memoria porque es necesario conocer lo que pasó en Casita Azul y sus puntos en común con muchos otros sitios de explotación y dar voz a las sobrevivientes del sistema prostibulario.
“La memoria despierta para herir
a los pueblos dormidos
que no la dejan vivir
libre como el viento”
(León Gieco)
La noche podía estar lluviosa o helada; o bien el calor poner la cuota que mejora cualquier plan en Mar del Plata. Podía ser cualquier estación del año, aunque en verano los varones prostituyentes se multiplicaban en el prostíbulo. La puerta de ingreso pintada de azul se abría de lunes a lunes, desde que comenzaba a anochecer hasta cuando el sol ganaba altura sobre el mar, emplazado a solo unos 200 metros de la casa que era vivienda propia y era de todos.
Así se veía el frente del ex prostíbulo, concurrido por marplatenses y turistas durante años. Foto: Archivo diario El Atlántico.
Durante años el chalet conocido como Casita Azul funcionó como centro de explotación sexual y trata de personas en 20 de Septiembre 57, barrio del Unzué. Bajo la complicidad social, como decenas de otros prostíbulos, era parte del paisaje de una Mar del Plata turística y portuaria por excelencia. Hombres jóvenes y adultos que vivían en la ciudad o venían de vacaciones han acudido a este prostíbulo en busca de cuerpos de mujeres para comprar por minutos. La información del lugar circulaba entre grupos de amigos, la compartían taxistas que tenían su comisión por cada prostituyente llevado hasta allí, y hasta se difundía en el principal diario marplatense.
Había que dar algunos pasos desde la vereda, subir un par de escalones, chocar la vista de frente con una imagen de la virgen emplazada en el porche, girar el cuerpo a la derecha, sortear al hombre que cumplía tareas de seguridad e ingresar al salón de recepción. Tubos fluorescentes iluminaban de mala gana a casi una decena de varones sentados en sillones, tomando alcohol, mientras aguardaban por las mujeres que estaban siendo explotadas en las habitaciones dispuestas por el pasillo.
Solía haber diez mujeres, en su mayoría extranjeras –traídas desde Paraguay y República Dominicana en menor medida-; mujeres cuyas historias de vida estaban atravesadas por la pobreza, la falta de empleo, la maternidad en soledad y la ausencia de oportunidades de vida; mujeres que eran sometidas cada noche a la prostitución y la violencia que implica el sexo sin deseo.
Esas noches, la felicidad prostibularia de algunos hombres constituía el modo de sobrevivir de mujeres empobrecidas. Aunque posiblemente la mayor felicidad era para quienes se enriquecían a costa del cuerpo de esas mujeres, que recibían el 50% de los denominados pases y eran sometidas a un riguroso régimen de control, que les permitía salir día por medio, por un lapso de dos horas, y que generaba sanciones si no se lo cumplía.
El pasillo que conecta habitaciones y baños tiene las paredes pintadas de azul. Foto: Belén Cano
Por este caso, el Tribunal Oral Federal N°1 de Mar del Plata dictó dos sentencias: la primera en octubre de 2011 en la que fueron condenados a cuatro años de prisión –en el marco de un juicio abreviado- quienes movían los hilos del lugar, un matrimonio y el hermano del hombre, que tenía como función captar a las mujeres con promesas de un mejor vivir. Luego, en mayo de 2014, a partir de otro acuerdo fue condenado un sujeto a 3 años de prisión, por tener una participación secundaria en los hechos. Había sido identificado dentro del lugar de explotación al momento de realizarse dos de los cuatro allanamientos que se desarrollaron en 2009: entonces dijo que se encargaba de la recepción y la limpieza.
Entre tanto, en 2012 cobró vida la Mesa Interinstitucional de Lucha contra la Trata. La inquietud partió del fiscal general Daniel Adler, quien tomó nota –a partir de la intervención en causas que investigaban el delito de trata- de la realidad que atravesaban las mujeres víctimas: unas semanas o meses después de un allanamiento esas mismas mujeres eran encontradas en el mismo prostíbulo que volvía a abrir sus puertas o en uno distinto, lo que marcaba la imposibilidad de salir del sistema prostibulario, ante la falta de oportunidades, que el Estado no generaba. La ley contra la trata –sancionada en 2008 y mejorada en 2012- contempla un nutrido listado de derechos que a la práctica rara vez llegaban.
Adler llevó la propuesta a la entonces defensora del Pueblo, la socialista Beatriz Arza (actualmente fallecida) y a Susana Méndez, incansable militante de la Comisión Provincial por la Memoria. Enseguida se pusieron de acuerdo y abrieron la invitación a representantes de instituciones, organizaciones de la sociedad civil, legisladores y legisladoras marplatenses, y personas comprometidas con el tema, que dieron cuerpo a un espacio amplio y plural sin demasiados precedentes por los consensos logrados en la diversidad.
Uno de los primeros proyectos que surgió sobre fines de 2012 –al que se sumarían campañas de prevención, jornadas nacionales y locales para trabajar el tema y sembrar concientización y hasta un concurso artístico anual destinado a escuelas secundarias de Mar del Plata y Batán- fue la expropiación y recuperación del ex prostíbulo Casita Azul, que no había sido decomisado en el marco del juicio.
En abril de 2014 se sancionó la ley 14.592, impulsada por el entonces diputado Pablo Farías y las diputadas mandato cumplido Fernanda Raverta y Alejandra Martínez, cuyo objeto fue la creación del Centro Marplatense de Memoria y Lucha contra la Trata de Personas. Sin embargo, el camino administrativo para la concreción del trámite se extendió a tal punto que la norma estuvo a punto de caer en letra muerta. En el medio la casa se puso en venta, candidatos a concejales/as debatieron sobre trata en la vereda en el marco de una campaña electoral, y sobre la calle se armó un anfiteatro para la premiación de la tercera edición del concurso artístico Jóvenes contra la Trata. Tras el pago de la expropiación en diciembre de 2018, y a la espera de que concluyan los últimos trámites, la casa finalmente pasará a manos del Municipio de General Pueyrredon, como está plasmado en la ley de expropiación.
El financiamiento para la reconstrucción del lugar es uno de los objetivos inmediatos. Foto: Belén Cano
El trabajo por delante no es sencillo ni tiene plazos inmediatos. Por un carril circula la necesidad de conseguir el financiamiento que permita mejorar una casa que estuvo cerrada casi una década y sufrió incendios y ocupaciones de familias sin vivienda; y por otro camino en paralelo se perfila el desafío de transformar un espacio de sometimiento de mujeres en un espacio de memoria. Por aquellas que fueron explotadas allí y en cualquier otro privado, pub o cual eufemismo se use para encubrir el proxenetismo y redes de trata. Por las mujeres desaparecidas y asesinada en la década del 90. Porque es necesario romper con la cultura prostibularia que da al varón el privilegio de pagar para acceder al cuerpo de una mujer/travesti/trans; y a las mujeres y diversidades les dice que la prostitución es milenaria y que poner boca-vagina-ano al servicio de prostituyentes es un modo de subsistencia posible, y también único, en la mayoría de los casos.
¿Por qué un sitio de memoria? A diferencia de la recuperación de los espacios que funcionaron como centros clandestinos de detención y torturas durante la última dictadura cívico militar, el delito de trata de personas sigue vigente. Hay mecanismos que se fueron perfeccionando para burlar el accionar de la Justicia, las fachadas impunes de los prostíbulos se fueron encubriendo y los diarios ya no deberían contemplar más avisos de oferta sexual. Pero la explotación sigue siendo un negocio redituable y a veces la captación se tiñe no sólo de ofertas laborales engañosas, novios falsos en redes sociales o propuestas grandilocuentes que permitan dar una vida mejor a hijos e hijas que de otra forma no alcanzarían; sino que la captación también puede darse a través de discursos que hablan de la libertad de elección y prostitución feliz.
Por eso es necesario conocer lo que pasó en Casita Azul y sus puntos en común con muchos otros sitios de explotación y dar voz a las sobrevivientes del sistema prostibulario.
La sala de ingreso del ex prostíbulo aún conserva un viejo mueble. Foto: Belén Cano
Apostamos a hacer visible aquello que por mucho tiempo permaneció invisible en la naturalización de la cultura prostibularia; a recuperar historias que fueron desconocidas, ignoradas o silenciadas; empujar el rol de los varones prostituyentes a la luz; apostamos a construir una memoria pedagógica como base de una ciudadanía crítica, consciente, solidaria, que piense en clave de igualdad de oportunidades y no discriminación. Como nos dice Todorov, el pasado como principio de acción para el presente.
La habitación que está en el frente de la vivienda sufrió el efecto de un incendio, posterior al cierre del prostíbulo. Foto: Belén Cano
Esta Casa Memoria buscará ordenar los retazos de la historia que permanecen en expedientes judiciales, en las subjetividades de las mujeres que allí estuvieron, en los relatos de los vecinos y vecinas que conocieron el pulso del lugar, y conducirá a conocer y entender más allá del lugar mismo. Volvemos a Tzvetan Todorov en “Los abusos de la Memoria”, donde diferencia el uso literal del pasado “que convierte en insuperable el viejo acontecimiento” y “desemboca a fin de cuentas en el sometimiento del presente al pasado”; del uso ejemplar, que por el contrario, “permite utilizar el pasado con vistas al presente, aprovechar las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen hoy día”.
Cuando esta Mesa Interinstitucional contra la Trata daba sus primeros pasos, hace casi una década, el fiscal Adler decía en el recinto del Concejo Deliberante: “La cultura se construye sobre el dolor de los pueblos. Este dolor de mujeres prostituidas por hombres, asesinadas por hombres, golpeadas por hombres, no puede quedar en el olvido. La trata de personas constituye una afrenta a la dignidad de la persona humana y el modo de evitar la reiteración de estas graves violaciones a los derechos humanos de las mujeres es permanecer vigiles y memoriosos”.
El desafío sigue siendo mantener viva la memoria para construir una sociedad con mayor igualdad de oportunidades.
Detrás de la chapa dispuesta en el frente de la casa, el ingreso al ex prostíbulo. Foto: Belén Cano
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