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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

10/10/2020

Día Mundial de la Salud Mental

Válvula de escape

Haroldo presenta un ensayo fotográfico realizado por la documentalista Javiera Venegas, quien concurrió como visitante al Hospital Neuropsiquiátrico José Tiburcio Borda durante cuatro años para llevar adelante el proyecto con el objetivo de permanecer lo suficiente en el lugar para comprenderlo y, a la vez, para dejarse transformar por el mismo.


No es sencillo abordar la temática de la locura. Existe el riesgo de caer en alguna de las imágenes arquetípicas que rodean el fenómeno y que no hacen más que teñirlo de extrañeza y otredad (volviéndolo, de este modo, más temible). Válvula de Escape no recorre esos caminos. No pretende explicar ni definir la locura. Ni siquiera otorga subtítulos de lo que expone. Y esa es justamente su riqueza.

 

La sensibilidad –potente e innombrada– que tienen las fotografías de la documentalista Javiera Venegas puede atribuirse al modo en que el proyecto fue llevado a cabo. Durante cuatro años, la autora concurrió como visitante al Hospital Neuropsiquiátrico José Tiburcio Borda de la Ciudad de Buenos Aires. Fueron muchas las tardes que la fotógrafa pasó en el hospital. Muchas son las conversaciones que entabló con los pacientes. El objetivo de las visitas era solo uno: estar y permanecer, tan simple y complejo como eso. Permanecer lo suficiente en el lugar para comprenderlo y, a la vez, para dejarse transformar por el mismo.

 

Del seno de dicha experiencia es que surge la presente serie fotográfica. Una ventana hacia la vida en un hospital psiquiátrico. Una abertura que nos permite captar tanto los instantes de juego y complicidad entre los pacientes, como también, la textura propia de la soledad o de la angustia. La elección del blanco y negro para las fotografías, en este sentido, no parece casual. Como si mediante este recurso, las cosas se nos revelaran con su verdadera proporción de luz y sombra, sin la distracción (ni ocultamiento) del color.

 

Pero hay algo de lo que Válvula de Escape no nos permite escapar. Nos muestra, a quemarropa, cómo la sociedad se ha hecho cargo de la locura y qué lugar le ha dado a quienes la padecen. Las fotografías son una invitación a que respondamos, y sin desviar la mirada, a estas preguntas. Con el recordatorio de que nada nos garantiza estar exentos de transitar por un lugar como este.

Clara ML Parada*

*Lic. en Psicología UBA, residente en Hospital Municipal

 

 

 

Citas

 

La locura no se puede encontrar en estado salvaje. La locura no existe sino en una sociedad, ella no existe por fuera de las formas de la sensibilidad que la aíslan y de las formas de repulsión que la excluyen o la capturan

El hombre es una invención cuya fecha reciente muestra con toda facilidad la arqueología de nuestro pensamiento

La verdadera razón no está libre de todo compromiso con la locura; por el contrario, debe seguir los caminos que ésta le señala

 

Michel Foucault

 

 

 

No pensamos discutir aquí el valor de esa ciencia, ni la dudosa realidad de las enfermedades mentales. Pero por cada cien pretendidas patogenias, donde se desencadena la confusión de la materia y del espíritu, por cada cien clasificaciones donde las más vagas son también las únicas utilizables, ¿cuántas nobles tentativas se han hecho para acercarse al mundo cerebral en el que viven todos aquellos que ustedes han encerrado? ¿Cuántos de ustedes, por ejemplo, consideran que el sueño del demente precoz o las imágenes que lo acosan, son algo más que una ensalada de palabras?

Se sabe -nunca se sabrá lo suficiente- que los asilos, lejos de ser “asilos”, son cárceles horrendas donde los recluidos proveen mano de obra gratuita y cómoda, y donde la brutalidad es norma. Y ustedes toleran todo esto. El hospicio de alienados, bajo el amparo de la ciencia y de la justicia, es comparable a los cuarteles, a las cárceles, a los penales.

Los locos son las víctimas individuales por excelencia de la dictadura social. Y en nombre de esa individualidad, que es patrimonio del hombre, reclamamos la libertad de esos galeotes de la sensibilidad, ya que no está dentro de las facultades de la ley el condenar a encierro a todos aquellos que piensan y obran.

Antonin Artaud

 

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