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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

29/08/2020

Mar del Plata

Buscando Justicia empezamos por la Verdad

En agosto de 2000 comenzó a trabajar la comisión para la implementación del Juicio por la Verdad en Mar del Plata, que se inició unos meses después. Eran tiempos de impunidad: aún estaban vigentes las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Sin embargo, el juicio produjo una gran cantidad de prueba que se usó, años más tarde, para los procesos por delitos de lesa humanidad que lograron condenar a los genocidas. “El estar frente a frente fue el gran sentido del Juicio por la Verdad”, afirma Yamila Zavala Rodríguez, abogada patrocinante e integrante de la Mesa Ejecutiva de la Comisión del Juicio de la Verdad en dicha ciudad.

En octubre de 2000 se presentó el escrito que posibilitó el inicio del Juicio por la Verdad en Mar del Plata.
Foto: Gloria León, abogada del Juicio por la Verdad

 

Este año cumple el vigésimo aniversario de la presentación del primer escrito de lo que fue el histórico y emblemático Juicio por la Verdad en Mar del Plata. Los Juicios por la Verdad fueron procedimientos sin efectos penales que se desarrollaron en la Argentina ante la imposibilidad de perseguir penalmente a los responsables de los crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983) por la impunidad que les otorgó la sanción de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos dictados por el expresidente Carlos Saúl Menem.

Ante la impunidad existente en la Argentina para los genocidas que habían cometido los peores crímenes contra la humanidad, la comunidad internacional reaccionó y países como Francia y España, entre otros, comenzaron a solicitar la extradición para el juzgamiento en sus territorios de los responsables de estos delitos. La jurisdicción universal -–como principio jurídico que extiende la persecución penal por la naturaleza del delito cometido, prescindiendo del lugar o territorio donde se cometió– comenzó a imponerse como una jurisdicción subsidiaria que el derecho penal internacional instrumenta para asegurar que no queden impunes hechos aberrantes a la esencia humana.

En paralelo a los pedidos de extradición por parte de la justicia de distintos países de Europa, en la Argentina se avanzaba con los Juicios por la Verdad. En Mar del Plata, el juicio fue impulsado por un trabajo colectivo de gran dimensión con más de 60 instituciones de la sociedad civil, como Abuelas de Plaza de Mayo, Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, Familiares de Detenidos y Desaparecidos, Colegio de Abogados del Departamento Judicial de Mar del Plata y Colegio de Abogados de Necochea, Universidad Nacional de Mar del Plata, Comisión Jóvenes por la Memoria MdP, Colegio de Médicos del distrito, Consejo Escolar de Gral. Pueyrredón, APyME, Acción Ciudadana, Asociación Argentina de Actores, Centro de Apoyo a la Mujer Maltrada, distintos Colegios y Consejos profesionales de la ciudad, de Asistentes Sociales y/o Trabajadores Sociales, Escribanos, Farmacéuticos, Ingenieros, Ciencias Económicas, Iglesia Evangélica Metodista, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, CTA, Suteba, Sindicato de Luz y Fuerza, Sindicato de Prensa, como así también casi todos los partidos políticos de la ciudad, entre tantas otras organizaciones políticas y civiles.

“Buscando Justicia empezamos por la Verdad” - Revista Haroldo | 1
Andrés Cabo, quien fuera testigo del Juicio por la Verdad ante los jueces Mario Portela, Roberto Falcone y Néstor Parra, Mar del Plata, 2007.
Foto: Gentileza Marcelo Nuñez

Y las abogadas y abogados estaban allí haciendo su labor: patrocinando en esa experiencia inédita para el sistema judicial que era tener un Juicio por la Verdad, con un total de veinte letrados y letradas, con el objetivo de ejercer la profesión en búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia.

Pese a que se trataba de un juicio meramente declarativo, se produjo una gran cantidad de prueba con centenares de testimonios de víctimas, sobrevivientes y de muchos que declaraban y debían ser imputados, quienes estaban ante el Tribunal sin poder ser juzgados. Se presentaron testigos que por primera vez declaraban públicamente acompañados por sus familias: nunca antes lo habían podido decir. Los familiares se enteraban en la sala lo que había pasado con su padre, con su madre, con su hermano o hermana durante los años más oscuros de nuestra historia. Se sentía el dolor, la impunidad, la necesidad de justicia para las familias, para la sociedad y para la construcción de un Estado democrático pleno.

El escrito que dio inicio al Juicio por la Verdad de Mar del Plata se titulaba “Deducen Amparo. Piden conocer la verdad sobre los desaparecidos” y fue presentado ante el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata, integrado por los magistrados Mario Alberto Portela, Roberto Atilio Falcone y Néstor Rubén Parra, quienes estuvieron a la altura de las circunstancias históricas de los temas que les tocó tratar. Supieron escuchar a las víctimas del Terrorismo de Estado, y transformar la impunidad, con todas las garantías del sistema democrático del Estado de Derecho, tanto en el Juicio por la Verdad como en las causa penales de lesa humanidad de los años subsiguientes hasta el día de hoy. Es importante mencionarlo: hay muchos jueces y juezas que hacen honor a la judicatura y han logrado alcanzar la verdad jurídica e histórica.

Este primer escrito se presentó por 14 casos de víctimas, aclarándose que se hacía con el sólo objeto de abrir la instancia judicial, y que una vez abierta, quedaba la posibilidad de agregar todos los demás casos cuyos familiares estuvieran interesados en presentarse, como ocurrió posteriormente. Los 14 casos fueron por el secuestro y posterior desaparición de Tomás Fresneda y su compañera (embarazada) Mercedes Argañaraz de Fresneda; Jorge Candeloro; Salvador Arestin; Hugo Alais (todos ellos abogados, secuestrados durante las jornadas de la Noche de las Corbatas); Alicia Rodríguez; Juan Bourg; Tristán Omar Roldán; Delia Garaguso; Nora Inez Vacca; Liliana Renzi; Liliana Iorio; Liliana Retegui y Patricia Lazzeri.

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Antonia “Negrita” Segarra, Abuela de Plaza de Mayo, y Fernando Martínez Delfino, Asociación Familiares, Mar del Plata, 2010.
Foto: Gentileza Marcelo Nuñez

Gestación

A fines de agosto del año 2000, se creó y empezó a funcionar la “Comisión para la implementación del Juicio por la Verdad en Mar del Plata”, cuyo objetivo principal era solicitar a la Justicia que dispusiera lo necesario para la averiguación de la verdad con relación a la desaparición forzada de personas y exigir que se declare el derecho de las familias de las víctimas así como de la sociedad toda a conocer cuáles fueron las circunstancias de las desapariciones y, en su caso, dónde yacen los restos de esas personas.

La Comisión tenía su sede en un lugar emblemático de los Derechos Humanos y que aún existe: la “Casita de los Juicios”. Había horarios de atención para todo lo referido al juicio, con teléfonos fijos, celulares y hasta un 0-800 con el objeto de recibir denuncias o brindar asesoramiento. La Comisión estaba integrada por todas aquellas personas y organizaciones que deseaban colaborar con la presentación judicial, con días de encuentros que comenzaron en el Colegio de Abogados y luego en el Concejo Deliberante. Se determinaron normas mínimas de funcionamiento de la Comisión, con un mecanismo integrado por: la Plenaria, la Mesa Institucional que presidía la Abuela de Plaza de Mayo Antonia Segarra; la Mesa de Trabajo con Mesa Ejecutiva, la Secretaría, Tesorería y la Comisión Técnica, lo que marcaba una clara metodología de trabajo ya que el compromiso, entusiasmo y desafío para implementar el Juicio por la Verdad, era muy grande y había que organizarlo.

Segarra, nuestra querida “Negrita”, falleció el 14 de julio pasado. Era la mamá de Alicia, Jorge y Laura, desaparecidos en junio de 1978 junto a los compañeros de las dos chicas, Carlos y Pablo. Alicia, de 21 años y Laura, de 17, estaban embarazadas. Antonia aún no había podido encontrar a sus nietxs.

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Norberto Centeno y Jorge Candeloro, abogados detenidos-desaparecidos en la "Noche de las corbatas".
Foto: Gentileza Marcelo Nuñez

“Negrita” nos convocó, nos entusiasmó, nos enseñó a luchar, a transformar la oscuridad en luz y en lucha colectiva y fue quien logró la unión en la acción por la Memoria, Verdad y Justicia de numerosos sectores, instituciones y organizaciones para hacer realidad el Juicio por la Verdad de Mar del Plata. Recordaremos a “Negrita” como faro de la lucha inclaudicable y como una gran mujer que trascendió en la historia de nuestra comunidad y también del mundo, el cual supo recorrer en esa búsqueda.

El amparo mencionado, que se presentó en octubre de 2000, expresaba: “Fundamos nuestra petición en el derecho que le asiste a los familiares y a la sociedad toda a la efectiva averiguación de la verdad, derecho inseparable del derecho a la justicia, resguardado por el derecho interno y el derecho internacional a los Derechos Humanos”. Y agregaba: “Nos fundamos en el derecho a la sociedad a ser debidamente informada y el derecho a la verdad, que como se ha expuesto en el Informe Anual de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (1985-1986) es la necesidad de esclarecer las violaciones de los derechos humanos perpetrados con anterioridad al establecimiento del régimen democrático. Toda sociedad tiene el irrenunciable derecho tanto a conocer la verdad de lo ocurrido, así como las razones y circunstancias en las que aberrantes delitos llegaron a cometerse, a fin de evitar que esos hechos vuelvan a ocurrir en el futuro”.

El Juicio por la Verdad en Mar del Plata se inició como una acción de amparo, como vía idónea, considerando el daño ocasionado a los familiares y el derecho de la sociedad a conocer la verdad. No existía una reglamentación en cuanto al procedimiento aplicable a este tipo de juicios que se estaban dando en diferentes lugares de la Argentina (en La Plata, Bahía Blanca y Mendoza); así como tampoco respecto de los Tribunales que debían entender en estas causas, ya que estábamos en presencia de un trámite judicial sin precedentes. El pedido de los denunciantes sin duda debía ser tratado por Jueces de la Nación aun cuando no se persiguieran sanciones o penas, debiéndose ajustar el contenido a una ley procesal cierta aplicable al caso, como era el Código Procesal Penal de la Nación. En el caso de Mar del Plata se solicitó que la competencia sea del Tribunal Oral Penal Federal, por ser fundamental contar con los principios procesales de oralidad, inmediación y la publicidad directa e insustituible que sólo otorga el juicio oral y público, elementos que contribuirían a aumentar las posibilidades concretas de arribar al verdadero objeto del juicio: la obtención más aproximada de la verdad.

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Tomás y Maria Mercedes Fresneda, abogados detenidos-desaparecidos en la "Noche de las corbatas"
Foto: Gentileza Marcelo Nuñez

La inmediatez, la oralidad, el estar cara a cara y frente a frente fue el gran sentido del Juicio por la Verdad. Allí se vivenciaron profundas escenas, anécdotas, percepciones y sentimientos de toda índole.

Dentro de las peticiones del escrito fundacional se dejó planteada expresa reserva de iniciar acciones penales para sancionar a los responsables de los crímenes de lesa humanidad, algo que en ese momento veíamos muy lejano, sin quizás imaginar que años después vendría una época que por comprensión y mandato histórico hiciera política de Estado la Memoria, la Verdad y la Justicia, tomando la lucha de las de las Madres, Abuelas, Hijos, Familiares y sobrevivientes, como fueron los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández.

Esa gran “instrucción” en términos procesales y todo el trabajo realizado por tantos y tantas que fue el Juicio por la Verdad, en donde se tomaron centenares de testimonios y se juntó una inmensa cantidad de prueba, sirvió de puntapié para iniciar y reiniciar las causas penales por delitos de lesa humanidad, tras la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida en 2003.

El esquema legal que posibilitó el reinicio de los juicios por los crímenes de la dictadura cívico-militar se dio por la decisión política del nuevo gobierno de Néstor Kirchner, y se completó con la declaración de inconstitucionalidad de las leyes de impunidad por parte de la Corte Suprema de Justicia de la Nación con su nueva integración, en el año 2005.

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Raúl Hugo Alais y Salvador Arestin, abogados detenidos-desaparecidos en la "Noche de las corbatas"
Foto: Gentileza Marcelo Nuñez

La Noche de las Corbatas

Uno de los episodios que se investigaron en el Juicio por la Verdad fue La Noche de las Corbatas, la sucesión de caídas entre el 6 y el 13 de julio de 1977 de abogados laboralistas y sus compañerxs en Mar del Plata. En esa semana fueron secuestrados –y continúan desaparecidos- Raúl Hugo Alais (26 años); Salvador Arestín (27 años); Norberto Oscar Centeno (50 años); Jorge Roberto Candeloro (37 años) y su esposa Marta García; Tomás Fresneda (36 años) y su esposa María de las Mercedes Argañaraz, embarazada de 5 meses cuyo hijo o hija, su familia, las Abuelas y la sociedad seguimos buscando; María Esther Vázquez y su esposo Néstor García.

La Federación Argentina de Colegios de Abogados (FACA) instituyó el 6 de julio como el “Día Nacional del Abogado Víctima de Terrorismo de Estado” y la Ley 27.115 instauró el 7 de julio como el “Día del Abogado Laboralista”, en homenaje a los abogados de la Noche de las Corbatas y a todos los abogados y abogadas, militantes, defensores de los derechos de las y los trabajadores, de los presos políticos y de la justicia social, que sufrieron persecución, secuestro, exilio interno y externo, desaparición y muerte por razones políticas en nuestros país.

Los abogados de las Noche de las Corbatas, al igual que el resto de abogados y abogadas desaparecidos y asesinados, fueron compañeros y compañeras que tenían sueños, compromiso social, una vida intensa y plena, familia y proyectos, que llevaban adelante con sus alegrías, miedos y angustias. Pensaban, discutían y en medio de tanta oscuridad, tenían la capacidad de indignarse ante las injusticias y actuar en consecuencia, haciendo de la profesión del derecho una herramienta de lucha. Entregaron su libertad y tranquilidad personal, su lugar en el mundo y sus vidas en defensa de los sectores más vulnerados y débiles.

También debemos recordar a los abogados que fueron perseguidos, desaparecidos y asesinados con anterioridad al golpe cívico-militar del 24 de marzo de 1976. Nos referimos a los operativos llevados a cabo por la Triple A y otros grupos parapoliciales y paramilitares como la CNU de Mar del Plata, los cuales cometieron delitos atroces caracterizados también de lesa humanidad por la justicia, y en ese contexto recordamos al Dr. Rodolfo Ortega Peña, defensor de presos políticos. El 31 de julio de 1974 Ortega Peña, de 38 años, fue asesinado en la Ciudad de Buenos Aires por la Triple A. En su homenaje ese día fue instituido como el Día del Abogado Militante.

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Marta García sobreviviente del CCD la Cueva (esposa de Jorge Candeloro) Mar del Plata, 2003.
Foto: Gentileza Marcelo Nuñez

El sistema judicial de aquel entonces dio la espalda a los desaparecidos, no dio respuesta, ni investigó los secuestros, desapariciones y asesinatos, siendo cómplice y engranaje necesario de todo el aparato represivo por acción o por omisión. Las denuncias de los familiares y las presentaciones de habeas corpus fueron cajoneadas o rechazadas denotando la connivencia y sometimiento del Poder Judicial con la dictadura cívico-militar.

Y así como recordamos y reivindicamos a los abogados y abogadas por su lucha y compromiso social también denunciamos que hubo profesionales del derecho que participaron del aparato político-militar de la dictadura genocida, señalando colegas para su posterior desaparición, lo que se demostró en el Juicio por la Verdad y luego en los juicios por delitos de lesa humanidad.

En esta fecha no sólo hay que recordarlos, sino reivindicarlos en la dignidad de su lucha, y la forma de hacerlo es seguir bregando por la defensa de los derechos, por la Justicia Social, por un sistema judicial independiente de los poderes políticos, los servicios de inteligencia, las corporaciones mediáticas y del poder, las potencias extranjeras y pensar de una vez por todas en la construcción de un sistema que incline su balanza al servicio del Pueblo. Así debemos homenajearlos. Cada uno de ellos y ellas sigue presente en cada uno de nosotros, en sus familias, amigos, en sus hijos e hijas y en sus nietos y nietas; siguen presentes en las luchas que damos cada día, nos marcan el camino.

Y me permito terminar con las palabras de otro abogado, asesinado el 22 de diciembre de 1976, uno de los 30.000, que me enorgullece inmensamente, mi padre:

“…Muchos años hemos podido luchar sin prensa legal y debiendo soportar las calumnias de la prensa regimentada...Pudimos recoger el clamor de ´los que no tienen voz´ y a la vez generar conciencia. El murmullo de los marginados, de los humildes, de los perseguidos, de aquellos para los que no hay cabida en la prensa regimentada, alimentó nuestra prensa, la prensa del pueblo. Es posible acallar una voz, un órgano de prensa, pero es una quimera pretender el silencio total de las voces populares. De calle en calle, de casa en casa, circulará la verdad. Así ha sido hasta ahora, así seguirá siendo…” (Miguel Domingo Zavala Rodríguez)

*Abogada marplatense. Fue integrante de la Mesa Ejecutiva de la Comisión del Juicio de la Verdad en Mar del Plata, y abogada patrocinante en el juicio, luego querellante en causas por lesa humanidad. Actualmente Coordinadora territorial de la quinta región del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y diversidad sexual de la Provincia de Buenos Aires.

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