11/05/2020
Haciendo memoria de Carlos Mugica
A 46 años del asesinato del padre Carlos Mugica, la catequista y educadora popular Fátima Cabrera rinde homenaje a un hombre que luchó por la construcción de una iglesia comprometida con el pueblo y con los más vulnerados.
Fátima recuerda los momentos compartidos en la villa, los comienzos del Movimiento Villero Peronista, la resistencia a los proyectos de erradicación y el gran impacto que produjo su asesinato, que buscó acallar la voz de los más pobres.
Hablar del querido Carlos Mugica me conmueve y me lleva a mi propia historia después de mi desarraigo de Tucumán a los nueve años. Lo conocí cuando venía a la casa de mis abuelos maternos en la villa de Retiro. Ahí nos establecimos por el cierre de los ingenios azucareros con mi madre y hermanos en enero de 1966.
Mi abuela como tantas familias del interior había salido antes con algunos tíos jóvenes en búsqueda de trabajo ante la creciente desocupación en el Norte del país, sufriendo primero el gran desarraigo y luego la incertidumbre de la desocupación. Después de rotar por varios trabajos, dos de ellos ingresaron en el puerto como estibadores. Mi abuela Rosa mantuvo, como lo hacía en el ingenio donde vivieron, una casa abierta. Habían conocido a Carlos Múgica cuando estaba en la capilla Stella Maris en la entrada del Barrio YPF, al lado estaba la Escuela Paulina de Mallinckrodt, donde terminé mis estudios primarios.
Los domingos después de la misa frecuentaba la casa para compartir empanadas, vino, chistes, cantos, charlas de fútbol y de la realidad que vivíamos. Venía siempre con amigos y amigas, entre ellos Lucía Cullen (detenida-desaparecida en 1976 por la dictadura cívico-militar). A ella mi abuelo le cantaba la Pulpera de Santa Lucía. Carlos jugaba al fútbol con los muchachos -entre los que estaban mis tíos- y era fanático de Racing como uno de ellos.
Luego de su viaje en 1968 a Europa comenzó a levantar su propia capilla en el barrio Comunicaciones, con la ayuda de su hermano.
La zona Eva Perón, como se llamaba la villa 31, estaba compuesta por seis barrios comenzando por el barrio Inmigrantes, Güemes, YPF, Comunicaciones, Laprida y Saldías (que incluía parte del barrio Ferroviario).
En 1970 se inauguraría la parroquia Cristo Obrero en el barrio Comunicaciones. Allí comenzó a desarrollar un gran trabajo pastoral y organizativo. Lo hacía acompañado de dirigentes barriales con larga experiencia de lucha y resistencia, entre ellos José Valenzuela, tucumano que venía de la resistencia peronista y fue 15 años presidente del barrio Comunicaciones, también Julio Lares, dirigente portuario y militante peronista, Carmelo Sardinas, presidente del barrio Güemes, el compañero Gabino Sambrano, presidente del Barrio Laprida, entre otros con un conjunto de delegados, catequistas y profesionales comprometidos con los pobres.
Enfrente de la capilla estaba el dispensario médico donde también trabajó y militó el abogado desaparecido Héctor Sobel, acompañando la organización del barrio junto a las comisiones vecinales. Así en cada barrio y especialmente en algunos, la organización era una gran red articulada con la construcción comunitaria y política, con organizaciones vecinales, sociales, clubes de madres, clubes juveniles y agrupaciones políticas.
Es importante contextualizar lo que vivíamos desde la misma villa y cómo se fue desarrollando una gran organización.
Carlos iba comprometiéndose cada vez más siendo parte del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y de una iglesia comprometida que denunciaba las injusticias y hacía su opción por los pobres. Conoció a Arturo Paoli y fue miembro de la fraternidad sacerdotal Carlos de Foucault. Tenía una gran llegada a los jóvenes.
En la villa eran muy frecuentes los incendios debido a la precariedad de las viviendas, donde siempre había muertos. La falta de los servicios más básicos como la luz provocaba los incendios por el uso de velas en las casas, el agua se recogía en canillas haciendo largas colas, las inundaciones y enfermedades exigían mucha organización comunitaria y solidaridad para poder sobrevivir.
También fueron tiempos de sucesivas dictaduras con un gran control que se hacía sentir con grandes razzias donde todos los hombres eran llevados presos. Él denunciaba todas estas situaciones y sus misas a la tardecita y los domingos se llenaban. En la semana eran siempre vecinos, mujeres, jóvenes y niños, trabajadores que volvían con su bolso al hombro, gran parte de la construcción, estibadores del puerto, gastronómicos o changarines.
La militancia del "Luche y Vuelve" se sentía también en las villas. Carlos acompañó el avión chárter con el regreso de Perón al país en 1972.
El 6 de diciembre de 1972 Perón sale con rumbo desconocido según los medios y llega a la capilla Cristo Obrero a la mañana temprano. Fue una conmoción, comenzaron a sonar las campanas, Carlos no estaba, había viajado a Mar del Plata.
Nos fuimos enterando y todos y todas rodeamos la capilla, recuerdo aún la voz de Perón saludando a los villeros y dejando un abrazo al padre Carlos. Cuando salió, cientos de vecinos lo esperaban mientras lo vivaban y cantaban la marcha peronista. Así fue que las únicas fotos que salieron las sacó el fotógrafo del barrio que llegó enseguida.
Carlos tenía mucha presencia en los medios, hacia una misa en canal siete. Ante las denuncias hablaba él y daba lugar a delegados, dirigentes que lo acompañaban a dar testimonio de lo que se vivía.
Participé desde los trece años en el equipo de catequesis a cargo de Zulema Facciola, ex monja, y de varias compañeras y jóvenes del barrio. Lo hacíamos los sábados; los domingos, la misa y visitas. Luego también me fui involucrando más en la participación política.
Muchos dirigentes y militantes políticos de nuestro país y de América Latina, como así también miembros de la Iglesia comprometida con los más pobres, frecuentaron la villa. Entre ellos el periodista y escritor Rodolfo Walsh, quien acompañó a las comisiones vecinales y al Movimiento Villero Peronista.
A partir del triunfo del FREJULI el 11 de marzo de 1973, la villa fue muy visitada por diversos dirigentes políticos, entre ellos el presidente Héctor Cámpora y su vice Vicente Solano Lima [la fórmula electa en los comicios del 11 de marzo de 1973]. También artistas y cantantes hacían recitales solidarios. El ex presidente Torres de Bolivia la visitó en un aniversario de la Independencia de Bolivia.
Durante el gobierno popular se le había ofrecido a Carlos ser diputado, lo cual no aceptó. Más adelante ingresó como asesor al Ministerio de Acción Social a cargo de José López Rega. Varios dirigentes del barrio le aconsejaban que no se incorporara por la desconfianza que ya se sentía hacia la derecha del peronismo. Él, en cambio, pensaba que podría facilitar más la ayuda a las villas. Enseguida tuvo diferencias y ante una asamblea con delegados y vecinos Carlos decidió renunciar.
El Movimiento Villero Peronista crecía en participación y proponía la radicación de las villas con la participación en las viviendas de los propios vecinos. En Retiro fue rechazada esta posibilidad y desde el gobierno se propuso la erradicación a los complejos habitacionales de Ciudadela y Soldati, que ya estaban en gran parte construidos.
Esto si bien resolvía en parte el tema de la vivienda, no tenía en cuenta la organización comunitaria, la identidad villera construida y sentida, trasladándolos a nuevos territorios como el caso de Ciudadela en el Gran Buenos Aires. La escolaridad, la cercanía de trabajos, la organización sanitaria, social y cultural no se tenía en cuenta. Este aspecto nos llevó a debates y diferencias. Luego siguió además la forma de pago de las viviendas, en estas condiciones se aceptó.
En una movilización del 25 de marzo de 1974, casi llegando a la casa de gobierno, cientos de familias fuimos interceptadas por las fuerzas de seguridad. Al no permitirnos avanzar comenzamos a cantar el himno nacional, el compañero Julio Lares interpuso la bandera nacional entre nosotros y la policía. En ese momento ésta disparó asesinando al joven vecino Alberto Chejolán, y nos dispersaron con gases y detenciones, entre ellos al hermano de Chejolán y Alberto Alfaro, militantes del movimiento villero. Ese fue un gran golpe para todos nosotros, recuerdo que la Zona Eva Perón se paralizó, todos acompañaron a la familia Chejolán. El compañero Carmelo Sardinas era el presidente del barrio Güemes. Carlos nos acompañó ante el desconcierto y la gran impotencia que sentimos frente al crimen.
Todavía estábamos tratando de reponernos ante la inminente erradicación y el asesinato del vecino cuando el 11 de mayo de 1974 es asesinado Carlos, que se encontraba dando misa en la parroquia Francisco Solano, como lo hacía habitualmente. Junto a él quedó gravemente herido su amigo Ricardo Capelli.
Sentimos un gran dolor silencioso y profundo. Un gran impacto, la caravana acompañando al cementerio, miles de vecinos, amigos y seguidores. Para los que lo sentimos referente en la iglesia de la opción por los pobres, la síntesis de la fe y la política, su asesinato fue acallar la voz de los más pobres. También fue la antesala de lo que vendría después con la terrible dictadura cívico-militar.
La erradicación continuó, por un lado, hacia los monoblocks de Ciudadela, barrio al que le pusimos Padre Carlos Múgica en su homenaje. Por otro lado, hacia el complejo habitacional de Soldati.
El padre José María "Pichi" Meisegeier, que vivía en el barrio de Saldías y hacía varios años estaba acompañando a los vecinos y organizaciones, era también del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo. Fue quien sucedió a Carlos en la capilla Cristo Obrero. Ante la erradicación y luego, durante la dictadura, con la expulsión de la gente en forma violenta, Pichi desarrolló una valiosa organización de cooperativas.
A partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 hubo persecución, secuestros, torturas y asesinatos de delegados y compañeros de vida y militancia. En una reconstrucción posterior se hizo un listado con los militantes, dirigentes, delegados y vecinos de la Villa 31 asesinados o detenidos-desaparecidos: Alberto Chejolán (25-3-74), R.P. Carlos Múgica (11-5-74), Tomás Pedro Bibiano (8-4-76), Héctor Natalio Sobel (20-4-76), Francisco Ricardo Torres (11-5-76), Lucía María Cullen (21-6-76), Marianne Erize (15-10-76), Epifanio Rodríguez (5-10-76), Santiago “Chango” Astelarra (24-11-76), Dora María Acosta (1-3-77), Gerónimo Nicolás Puca (3-3-77), Carlos Guillermo Mazzucco (20-3-1977), Rodolfo Walsh (25-3-77), Carlos Gustavo Cortiñas (15-4-77), Alberto “Galleta” Alfaro (9-7-77), Enrique Sayago (10-9-77), Patricia Álvarez De Mazzucco (24-9-77), Martín Aleman (8-3-78) y María Del Carmen Artero (11-10-78). Todavía se sigue completando y reconstruyendo la memoria de Retiro.
No se hizo justicia con el asesinato de Carlos. No se llegó al juicio. Luego de años se extraditó a Rodolfo Eduardo Almirón (quien en 1975 se había instalado en España), integrante de la Triple A, quien murió impune en 2009.
La figura y referencia de Mugica continúa creciendo por su compromiso religioso y político. Su opción y entrega por los pobres, la construcción de una iglesia liberadora, de ese sector comprometido con el pueblo que denunció y acompañó durante el Terrorismo de Estado y que también sufrió la persecución y la desaparición. [1]
Carlos Múgica forma parte de nuestros mártires de América Latina y de los 30.000 compañeros y compañeras detenidos/as desaparecidos/as.
En este tiempo de pandemia e incertidumbre para la humanidad vuelve su presencia y fuerza en el salmo “El señor es mi pastor, nada me puede faltar.” Y en la canción “Vamos a Vencer” que tomados de la mano cantábamos en la Capilla Cristo Obrero.
Su vida fue un testimonio de Jesús entre los más pobres.
* La autora es ex detenida y educadora popular.
Notas
- [1] Importante reconstrucción de testimonios en el libro “En Medio de la Tempestad” de Rice, Patricio y Torres, Luis (Compiladores). (2007). Montevideo: Doble Clic.
Compartir
Te puede interesar
Sin cadenas
Por Sebastián Scigliano
Mis aventuras con Eduardo
Por Matías Cerezo
El hombre al que le gustaba pensar y hacer con otros
Por Manuel Barrientos
- Temas
- Carlos Mugica
- Iglesia