02/05/2020
“El levantamiento del gueto fue un hecho de extraordinaria dignidad”
Por Bárbara Komarovsky
Fotos Jasmine Bakalarz
El 19 de abril se conmemoraron 77 años de uno de los hechos de resistencia más singulares de la Segunda Guerra Mundial, cuando un puñado de jóvenes judíos llevaron adelante un levantamiento armado en Varsovia contra los nazis. Frente a la imposibilidad de hacer actos públicos por la cuarentena obligatoria, la Casa Nuestros Hijos, la vida y la esperanza de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, invitó a un encuentro virtual con Vera Jarach quien apuntó: “Necesitamos que en este abril, así como en abril de 1943, se contagie la esperanza”.
Afuera atardecía. Pero en tiempos de cuarentena la caída del sol se ve solo desde la ventana de casa. Nuestra cotidianeidad se trasladó al interior de nuestros hogares: ya no es novedad que hacemos teletrabajo, festejamos los cumpleaños vía Zoom y compramos online.
Las fechas marcadas en rojo en el calendario de la memoria también se mudaron a la web: el 24 de marzo no pudimos marchar pero pintamos pañuelos con las consignas históricas de los organismos de Derechos Humanos y los subimos a nuestras redes sociales. El 24 de abril último la secuencia se repitió con la conmemoración de los 105 años del genocidio armenio y el 30 de ese mes con el día del Coraje Civil, a 43 años de la primera ronda de Madres alrededor de la Pirámide de Mayo.
El 19 de abril se cumplieron 77 años del levantamiento del gueto de Varsovia y la Casa Nuestros Hijos, la vida y la esperanza, de Madres Línea Fundadora, invitó a conversar vía Jitsi Meet con Cecilia Carvallo, coordinadora de educación del Museo Sitio de Memoria ESMA; Héctor Shalom, director de la Casa de Ana Frank y Vera Jarach, madre de Plaza de Mayo. Vera carga con la singular condición de ser víctima de dos genocidios: la Segunda Guerra Mundial, de la que se salvó migrando a la Argentina a comienzos de 1939 –pero diezmó a su familia- y la dictadura, que desapareció a su única hija, Franca, de 18 años.
Jarach se define a sí misma como una partisana de la memoria. A sus 92 años, es incansable. Antes del confinamiento era habitual verla una vez a la semana en la ESMA, donde participa de las reuniones del Directorio de Organismos de Derechos Humanos del Ente Público Espacio Memoria y Derechos Humanos. Visita con frecuencia también el Parque de la Memoria, espacio que fundó, y la Casa de Ana Frank. Además viaja con asiduidad a Italia donde ofrece charlas y forma jóvenes.
El aislamiento social, preventivo y obligatorio no frenó su militancia, solo la trasladó a otros espacios, virtuales. El lunes 20 de abril a la hora pautada, Vera se conectó a Jitsi Meet para dialogar sobre el levantamiento: “Agradezco haber aprendido a usar este medio de comunicación”, arrancó. Participaron de la charla unas 100 personas. Para agilizar la conversación, solo se veían los rostros de Vera, Cecilia, Héctor y Paula Maroni, de la Casa Nuestros Hijos, que ofició de moderadora.
“El levantamiento del gheto fue un hecho de extraordinaria dignidad” - Revista Haroldo | 1
El levantamiento
El 19 de abril de 1943 -en la víspera de Pesaj, la Pascua Judía- las tropas nazis tenían planeado deportar a los campos de concentración a unos 60 o 70.000 judíos y judías que aún quedaban en el gueto de Varsovia, un espacio de 3 kilómetros cuadrados. Al inicio de la guerra, el 1 de septiembre de 1939, alrededor de medio millón de judíos y judías vivían en la capital de Polonia y todxs fueron obligados a trasladarse allí.
El gueto, apuntó Shalom, tenía un paredón de más de 3 metros de alto lo cual hacía casi imposible la vinculación con el exterior. En el transcurso de la guerra, las condiciones de vida fueron empeorando y cada vez se hacía más difícil conseguir alimentos, medicamentos e insumos básicos para subsistir. Esto generó que muchxs murieran por causas evitables y no a manos de los nazis.
La revuelta de abril de 1943 fue encabezada por jóvenes. La mayoría tenía entre 18 y 20 años. Entre sus líderes estaban Mordejai Anielewicz, de 23 años y su pareja, Mira Fuchner. Shalom subrayó que el levantamiento logró crear una unidad de combate que reunió a jóvenes judíos bundistas (antisionistas) y sionistas cuyo lema, al igual que en otras resistencias, fue que era mejor morir de pie que vivir de rodillas. Enfrentaron a la SS. Los combates duraron algunos días, al cabo de los cuales las tropas nazis vencieron.
“Fue un combate de dignidad y la memoria es la guardiana de la dignidad”, expresó Shalom, quien cuestionó que en los últimos años se dio más protagonismo al Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto, que la Organización de Naciones Unidas (ONU) estableció el día 27 de enero (el día que el Ejército soviético liberó el campo de Auschwitz) por sobre el día de la resistencia.
“Lo que ocurrió en Varsovia fue una gesta de liberación, una cosa grandiosa que no debe ser olvidada jamás. Estaban apretujados tratando de conservar la propia cultura, la propia dignidad. Y se atrevieron a desafiar a los nazis, con gran libertad y gran valentía”, sostuvo Vera Jarach.
Y continuó: “También en este abril usamos metáforas bélicas, pero no combatimos humanos sino un virus. Estamos encerrados en nuestras casas, no salimos para evitar contagios. El único contagio que necesitamos es de la esperanza, tenemos que estar esperanzados. En el frente de lucha están los científicos, que intentan encontrar la vacuna y los médicos y enfermeros que asisten a los que necesitan cuidados especiales. Debemos tender a la solidaridad”.
Consultada por un mensaje para los jóvenes en tiempos de pandemia, Vera pidió que “estén muy atentos a lo que está pasando. Hay que superar miedos y moverse: con el cerebro y con el cuerpo”. Y recordó su consigna personal: “Nunca Más el Silencio, porque el silencio es la indiferencia”. Evocando al pensador italiano Antonio Gramsci dijo que hay ser que “pesimista con la razón y optimista con la voluntad”.
Tras las exposiciones, se abrieron preguntas al público. Solo estaban visibles los ID pero no los rostros de los internautas para no ralentizar el sistema. Alguien consultó por la valoración que hacían del uso de las armas por parte de las resistencias. “Las Madres nunca deseamos justicia por mano propia, siempre esperamos la justicia de los tribunales. Pero el uso de las armas, si hay tanta violencia desde un lado, puede ser entendible. Yo no sería capaz de empuñar un arma, yo soy una partisana de la memoria”, dijo Vera.
“Igualmente quiero aclarar que cualquier idea de violencia me trastorna, pero entiendo las motivaciones”, consideró.
¿Qué queremos que los jóvenes se lleven?
Cecilia Carvallo, del Sitio de Memoria ESMA, comentó que junto a su equipo de trabajo se preguntan permanentemente: “¿Qué queremos que los jóvenes se lleven de aquí?”. “La idea es que no solo transiten las sensaciones de dolor y horror sino plantear alternativas”, indicó. En ese sentido, Shalom postuló que en la Casa de Ana Frank plantean que “resistir es no aceptar pasivamente lo que a uno le toca en la vida”.
“Hemos aprendido que la pedagogía de la memoria es una pedagogía de esperanza y todo el tiempo reflexionamos acerca de cómo queremos que se vaya alguien que viene al museo: horrorizado o pensando en quiénes actuaron con dignidad en distintos momentos. Con mucho respeto, señalamos los vasos comunicantes entre el nazismo y la dictadura argentina”, sostuvo Shalom.
Y agregó: “Hechos como el Holocausto solo cobran sentido si generan una reflexión en nuestros días, en temas como la discriminación en el aula, la burla”.
Vera cerró el encuentro con la frase de la cantautora chilena Violeta Parra: “Gracias a la vida que nos ha dado tanto”. “Si nuestros desaparecidos estuvieran con nosotros nos dirían sigan adelante, sigan de pie. Cuando los recordamos decimos presentes ahora y siempre. Está presente su mensaje, su sueño”, afirmó. Afuera, en el día 32 de la cuarentena, ya se había hecho de noche.
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