14/02/2020
Los medios en dictadura: sobre Robert Cox y el Buenos Aires Herald
“El Herald fue un lugar de protección y resistencia”
El mensajero, dirigido por el joven periodista y realizador australiano Jayson McNamara, aborda el papel de Robert Cox y el diario Buenos Aires Herald durante la última dictadura. Sus artículos y denuncias ayudaron a salvar vidas y evitaron posibles desapariciones. Con un destacable material de archivo y diversos testimonios, el documental invita a seguir interpelándonos sobre el trabajo periodístico y el rol de los medios en tiempos de terrorismo de Estado.
A partir del golpe de marzo de 1976 la dictadura cívico-militar dispuso de una estrategia sistemática sobre los medios masivos de comunicación. Buscó utilizarlos como herramientas de construcción de consenso y legitimidad del accionar golpista y represivo y, al mismo tiempo, como dispositivos de silenciamiento de cualquier mensaje o voz opositora.
El gobierno a su vez, potenció la censura y la autocensura a través de la implementación del miedo y el terror: interviniendo y controlando algunos medios y/o persiguiendo, encarcelando, forzando al exilio o haciendo desaparecer a periodistas, editores, directores. En otros casos el vínculo del empresariado periodístico fue de explícito acompañamiento al proyecto “reorganizador”.[1]
En ese contexto de masivo silencio, ocultamientos y/o complicidades encontramos una notable excepción: la experiencia del Buenos Aires Herald (diario de la comunidad inglesa, fundado en 1876) y la de su director Robert Cox, de ideología liberal (en el uso y sentido más estricto del término: capitalista, antipopulista, anticomunista pero ferviente defensor de las libertades individuales y de los derechos humanos), quien, cuando prácticamente nadie se atrevía a publicar información sobre secuestros y desapariciones forzadas de personas, denunció de manera persistente las violaciones a los derechos humanos que se estaban llevando a cabo en nuestro país.
Ese compromiso con la verdad implicó asumir riesgos que tuvieron consecuencias: en abril de 1977 fue detenido ilegalmente. Lo llevaron a Coordinación Federal. Ante la presión internacional lo liberaron pero las amenazas sobre él y su familia continuaron. Debieron exiliarse en 1979.[2]
“El mensajero”, imprescindible documental dirigido por el realizador australiano Jayson McNamara, reconstruye la trayectoria de Cox, da cuenta de su actitud inicial a favor del golpe, de su descubrimiento y cambio de posición respecto a la naturaleza y la ferocidad del mismo, de cómo se fue tejiendo el vínculo con las Madres de Plaza de Mayo (a pesar de usar la expresión “terroristas” para caracterizar la militancia en organizaciones armadas de sus hijas e hijos desaparecidos), de los peligros que acecharon tanto a él como a la redacción del Herald, de su posterior participación como testigo en el Juicio a las Juntas militares en 1985… pero por encima de todo, deja testimonio del ejercicio de un periodismo “esclarecedor y valiente” (tal como expresaron y dejaron constancia las Madres cuando Cox y su familia tuvieron que dejar el país).[3]
A la distancia, Revista Haroldo conversó con el director australiano.
¿Por qué decidiste hacer un documental sobre Robert Cox y el Buenos Aires Herald?
A fines de 2013 estaba trabajando como redactor en el mismo Herald, que aún se imprimía en ese entonces. Un día me tocó corregir los textos de un suplemento especial que íbamos a publicar para conmemorar los 30 años del retorno de la democracia. Eran columnas de los grandes editores del diario: Robert Cox, Andrew Graham Yooll y James Neilson. Lo que relataban me dejó con la boca abierta. Yo no sabía de la historia del mismo diario donde trabajaba, y poco en general de la dictadura. Inmediatamente al llegar a casa me puse a buscar material en Youtube. Casi que no había nada. Ahí brotó la idea de hacer una película y en las semanas siguientes, hablando con amigos argentinos -que siempre son tan buenos para alentar a uno con lo creativo- decidí que sí, lo tenía que hacer: contar la historia en forma de documental.
¿Qué conocimiento tenías sobre la época y sobre la dictadura?
Tenía un conocimiento básico de la historia de la dictadura. Sabía que hubo una dictadura y que se había caracterizado por su brutalidad y represión, pero no mucho más. De hecho, recuerdo un día haber salido del subte en Plaza de Mayo y eran las 15.40 más o menos. Las Madres estaban en plena ronda. Cuando las vi me entraron escalofríos. Pensé que ellas no iban más, no sé por qué. Tan entusiasmado estaba que le escribí a mi jefe un mensaje de texto preguntando si quería que hiciera una nota, pensando que era algo especial. Es curioso porque, desde aproximadamente el 2015, he intentado ir todos los jueves a la ronda. Se formó parte de mi rutina semanal.
¿Qué sabías sobre el papel de los medios de comunicación de nuestro país durante la dictadura en general y sobre el Herald en particular?
Investigar la historia del Buenos Aires Herald cuando lo hicimos para la película fue un proceso especial y a la vez complejo porque se estaba debatiendo todavía, con mucha tensión, la Ley de Medios (de Servicios de Comunicación Audiovisual). Entonces no fue difícil interiorizarme de la historia de los diarios, en particular de esa época, en lo que fue la dictadura.
Creo que periodistas, cineastas e investigadores del CONICET han hecho un trabajo excepcional en Argentina en los últimos años respecto a exponer la complicidad de los medios con la dictadura. Es un tema interesante.
Además la sociedad argentina merece mínimamente un perdón público de los editorialistas de esa época. Dueños de La Nación y Clarín, entre otros, fogonearon y celebraron la represión sabiendo lo que estaba pasando. El Herald en cambio hizo lo que tenía que hacer como medio de comunicación, ni más ni menos. Creo que marcó un antes y un después en la historia del periodismo argentino. Más allá de su aporte a la verdad durante la dictadura, creo que ha sido poco valorado como medio que marcó la cancha en un país que hasta entonces tenía una tradición muy pobre de periodismo, ese periodismo que molesta y que indaga.
¿Cuál es tu formación cinematográfica, documentalista? ¿Cuáles son y/o fueron tus influencias cinematográficas?
No tuve formación en el cine sino que fui aprendiendo sobre la marcha y de la mano de mis generosos compañeros, en su mayoría egresados de la FADU-UBA. En cuanto a influencias, creo que estoy experimentando un cambio. De chico miraba mucho los noticieros y documentales históricos que tienen un estilo más comercial clásico del cine documental (entrevistas a cámara, material de archivo). Ahora estoy intentando abrirme más, y ojalá pueda probar técnicas o estilos distintos en proyectos venideros.
¿Tomaste algún otro documental como referencia? Ya sea de Argentina o de otros países.
Dos materiales me marcaron mucho para la preparación de la película. La primera fue el documental El futuro es nuestro de Ernesto Ardito y Virna Molina, sobre los desaparecidos del Colegio Nacional de Buenos Aires. Y la otra fue la ficción alemana Der Baader Meinhof Komplex (titulada aquí R.A.F. Facción Ejército Rojo) de Bernd Eichinger. Me di cuenta de que había mucha sensibilidad (e insensibilidad) en torno a la identidad de los desaparecidos, un tema que tocamos en el documental, entonces sentí que era importante meterme de lleno con películas y libros que me ayudasen a entender el clima de época, que fue muy particular y que es difícil de comprender desde este lugar en la historia.
¿Cuánto tiempo te llevó la investigación y la escritura del guion?
La investigación y la escritura del guión se hicieron básicamente en la sala de edición en colaboración con el montajista de la película, Ernesto Doldán. Habíamos acumulado tanto material que nos costó mucho ordenarlo y estructurarlo. Y finalmente se fue "escribiendo" solo, por decirlo de algún modo.
Respecto a las Madres y Abuelas se Plaza de Mayo: mientras los otros medios les cerraban sus puertas, el Herald las recibía. ¿Cómo se fue dando y construyendo ese vínculo?
¡Pensar que Azucena Villaflor pisó la redacción del Herald! Las Madres y las Abuelas iban al diario cuando no se conocían como tales todavía. Y se da ese acercamiento en un contexto de enorme desesperación por parte de ellas, cuando pedían por la aparición con vida de sus hijas e hijos. El Herald fue limitado en su capacidad de ayudarlas en este sentido, y es solo recién en el contexto del 1979 que hay publicaciones que salvaron las vidas de algunos detenidos-desparecidos. Pero fue un lugar de protección y de resistencia, como bien dijo una compañera mía del Herald. Las protegían, dándoles una existencia en el periodismo local e internacional y también el diario se la jugó en contra de todo tipo de amenaza y dificultad. Me gustaría pensar que tanto Robert Cox y sus colegas, como las Madres y Abuelas, se ayudaron mutuamente en los aprendizajes de esa época, en cómo sobrevivir.
Cuando se analiza el papel de los medios de comunicación en dictadura y se conoce la experiencia del Buenos Aires Herald surgen dos preguntas: ¿por qué el Herald se animó y pudo informar sobre la desaparición de personas? y ¿por qué los otros medios callaron?
En primer lugar hay que recordar a las decenas de periodistas y trabajadores de prensa que fueron asesinados o desaparecidos por la Triple A y las Fuerzas de Seguridad y Armadas. Creo que Cox tuvo cierta protección por su nacionalidad británica, lo que Andrew Graham-Yooll por ejemplo -exiliado a fines de 1976- no tuvo. El Herald empezó su trabajo en las sombras, cuando fueron un poco subestimados como medio de comunicación. Tuvo un tiempo en donde pudo desarrollar ciertas estrategias para poder publicar lo que había que publicar, sin llamar tanto la atención. Pero cuando la tirada del diario creció enormemente, ahí sí empezó a llamar la atención. Es importante recordar que como la tirada crecía también crecía el tono de denuncia que tenían los editoriales y que la publicación de fotos de desaparecidos en las tapas, por ejemplo, no paraban.
El título original del documental es Messenger on a white horse (en nuestro país se estrenó titulado El mensajero). ¿Podrías contarnos el porqué de ese título?
El título de la película nació a partir de un momento muy particular del testimonio de Cox en el Juicio a las Juntas en 1985 -está también retratado en la película- cuando empieza a tartamudear y no poder contestar las preguntas. ¡Tuvo un ataque de pánico! En la entrevista que le hicimos nos comentó que le había entrado una sensación muy particular, era como si estuviese decepcionando a su padre, también un uniformado. El padre de Cox entró en la Primera Guerra Mundial sobre un caballo blanco, era un mensajero, que llevaba mensajes entre una unidad militar y otra. Nos pareció interesante elegir ese título para resaltar la transformación de Cox, que empieza en el contexto de la dictadura descreyendo que la cúpula de las Fuerzas Armadas estuviese involucrada en la represión.
El documental cuenta con un valioso material de archivo. ¿Cómo y dónde realizaste esa búsqueda?
Parte de la búsqueda e investigación fue ir a la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional para rastrear notas y editoriales del Herald. Ahí un día encontré una nota que hablaba del rechazo que había generado un informe de la BBC, del programa Panorama, sobre la represión en Argentina. Luego de una proyección de ese programa en un centro de la comunidad anglo-británica todo el mundo decía que era una mentira y que era un ataque a la Argentina. Fui en búsqueda de ese material y lo encontré en el archivo de la BBC. Luego, comencé a consultar todos los archivos de Europa. Encontré mucho material, sobre todo en los países del norte como Holanda.
Lejos de idealizar a Cox, en el documental exponés su mirada inicial sobre el golpe y sobre el accionar militar y luego sus críticas/cuestionamientos y su cambio de actitud. ¿Te propusiste de antemano hacerlo de esta manera o ese recorrido/esa toma de conciencia lo fuiste "descubriendo" en la investigación?
Lo fui descubriendo con la investigación, pero también fui condicionado por la ambivalencia que encontré en torno a la figura de Cox por integrantes del movimiento de derechos humanos en Argentina. Quise encontrar un equilibrio entre dos posturas distintas, lo cual se fue convirtiendo en un retrato cada vez más complejo de la figura de Cox. Que tampoco es completo. Creo que hay muchos elementos de la historia y personalidad de Cox que son imposibles de descifrar, en parte porque lo que le tocó vivir fue tan único. Muchas personas me dijeron después de ver la película que "me cuesta la figura de Cox", y eso lo celebro. Me gustaría señalar también que creo que se fue cerrando la discusión y debate en torno a la dictadura en los últimos años del kirchnerismo, a medida que la polarización electoral y social aumentaba. No había lugar para Cox en el relato, lo cual me pareció una injusticia. Entonces fui motivado a buscar una manera de que su historia convocara, y claramente no iba a ser presentándolo como un mártir.
Luego de tu investigación y del documental: ¿cómo describirías a Robert Cox y a su tarea al frente del Herald durante la dictadura?, tarea que, hoy sabemos, permitió salvar vidas.
El trabajo de Robert Cox no sólo salvó vidas sino que ha hecho un enorme aporte al periodismo de investigación en este país. Cox simplemente hizo lo que tuvo que hacer, como dijo uno de los ex detenidos desaparecidos cuya vida el Herald ayudó a salvar. Quisiera que fuese siempre recordado como una persona con una inmensa humanidad y compromiso con la democracia y el periodismo argentino.
Notas
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[1] Sobre el papel de los medios de comunicación en dictadura sugerimos ver, por ejemplo: Blaustein, Eduardo-Zubieta, Martín: Decíamos ayer. La prensa argentina bajo el proceso. Colihue. 1998; Saborido, Jorge-Borrelli, Marcelo (Coordinadores): Voces y silencios. La prensa argentina durante la dictadura militar (1976-1983). EUDEBA. 2015; Cecchini, Daniel-Mancinelli, Jorge: Silencio por sangre. La verdadera historia de Papel Prensa. Perio Mundo. 2010; entre otros. Para el caso específico de Robert Cox y el Herald pueden consultarse: Cox, David: En honor a la verdad. Memorias desde el exilio de Robert Cox. Colihue. 2002 y Goñi, Uki: El infiltrado: Astiz, las Madres y el Herald. Paidós. 2018.
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[2] Una carta de amenaza de muerte a su hijo Peter de 11 años (realizada por los personeros del régimen cívico-militar pero con la firma de Montoneros) motivó la decisión final de abandonar la Argentina. Otro de sus periodistas, Andrew Graham Yooll había partido al exilio en 1976. James Neilson, quien reemplazó a Cox en la dirección del diario, también fue amenazado.
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[3]”El mensajero” fue proyectado en el mes de julio en el Conti dando inicio al Ciclo de cine “Ejercicios de memoria”. En la presentación del documental y el debate posterior contamos con la participación de Uki Goñi ,periodista del Buenos Aires Herald durante la dictadura.
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