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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

03/06/2019

“El desafío de la comunidad travesti es no cerrar las puertas”

Marlene Wayar publicó el año pasado el libro “Travesti / Una teoría lo suficientemente buena” (Editorial Muchas Nueces) en la búsqueda de visibilizar que la comunidad travesti trans produce conocimiento, fuerza de trabajo y tiene una identidad propia. En el reportaje con Revista Haroldo enfatiza en la necesidad de generar una “ética travesti” y desarrolla el concepto de identicidio. Además, señala lo fundamental de pensar a las infancias trans. Wayar es una sobreviviente que exige legislar sin responder a la heteronorma.

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Marlene Wayar en su presentación en el Festival Futuros, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti

Irina Bianchet

Marlene Wayar tiene la tonada cordobesa de quien nació y se crió en la provincia mediterránea. Ya en Buenos Aires estudió psicología social en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo y continuó su formación en el área de Pedagogía. Como activista trans creó El Teje, el primer periódico travesti de Latinoamérica, la cooperativa textil “Nadia Echazú” y la “Red Trans de Latinoamérica y el Caribe Sylvia Rivera”. En 2018 cumplió 50 años y publicó su primer libro “Travesti / Una teoría lo suficientemente buena”, con prólogo de Susy Shock. En diálogo con Revista Haroldo, cuenta que decidió hablar de una teoría “lo suficientemente buena” porque ya no puede intercambiar ideas con sus amigas y compañeras Lohana Berkins y Diana Sacayán, fallecidas en los últimos años.

En el extenso reportaje con la excusa de la presentación de su libro, subraya la necesidad de una ética travesti, despojada de un nacionalismo “acérrimo” y plantea lo necesario de poner el foco en las infancias y que las trans puedan asumir las violencias que sufrieron en sus hogares y hablar en primera persona. Explica por qué tiene que implementarse el cupo trans, pero recalca que hay que legislarlo desde conceptos que no respondan a la heteronorma ni a ideas marketineras.

Desde una búsqueda que también va hacia lo artístico, el año pasado Marlene, junto a Susy Shock y otres activistas LGBTIQ nucleades en “Cotorras”, participaron en el Festival Futuros del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti en el que presentaron una conferencia performática. Allí denunciaron la vulneración de los derechos del colectivo trans en las cárceles y explicaron el concepto de travesticidio a través de poemas, canciones y testimonios.

¿Por qué decidió escribir “Travesti / Una teoría lo suficientemente buena? En el texto, se refiere al concepto de “descolonizar las identidades” ¿Podría explicarlo?

Escribí el libro porque se necesitan saltos cualitativos y hay que empujarlos. Es parte de la visibilidad dar cuenta que la comunidad travesti trans produce conocimiento, fuerza de trabajo y tiene una identidad mucho más compleja de lo que se pretende. Y porque el aporte desde la teoría travesti –que sería el último orejón del tarro- puede ayudar a la sociedad. (Nosotras) estamos pensando desde otro lugar: no se trata de sumarse a la producción que pueden hacer los marxismos, los socialismos e incluso los feminismos sino de darle una identidad propia. El problema básico de estos movimientos es que tienden al agotamiento y a cerrar puertas. Y el desafío de la comunidad travesti es tener plena conciencia de la ética, de no cerrar las puertas. El único que queda afuera es el violento. Estamos en sociedades que nos alienan y tenemos que pegar el grito: advertir que nos están haciendo daño.

¿Cómo se piensa la ética travesti?

Se trata de la auto-imposición de una ética: yo no soy violenta entonces no puedo generar violencia. Tengo una historia de ser una comunidad encerrada en un Holocausto, entonces no lo puedo provocar. A nosotras nos persiguen, por lo que no podemos ejercer un nacionalismo acérrimo y, en esa lógica, discriminar a las compañeras peruanas, paraguayas, uruguayas, etcétera. No podemos ‘cobrarles plaza’, ni decirles ‘ándate de esta esquina’. Se trata de lograr consensos éticos respecto de conductas privadas y públicas y no moralizar sobre las creencias personales que cada quien, salvo que entren en contradicción con la ética. La ética nos debe guiar de manera colectiva.

“El desafío de la comunidad travesti es no cerrar las puertas” - Revista Haroldo | 1
En el libro hay un capítulo dedicado a las infancias. ¿Por qué piensa que es importante hablar de las infancias?

La comunidad travesti debe sumar al no binarismo, a lo queer, generar una fuerza centrífuga para buscar consensos básicos para trabajar desde el paradigma de la infancia en contraposición al adultocentrismo, porque ahí está la experiencia con la que todas y todos podemos empatizar más allá del transcurso histórico de nuestras identidades: si somos hombres, mujeres, trans, travestis, peronistas o socialistas. Cuando sos niñe, los adultos nos mandonean, se imponen. Y esto nos hace pensar en cómo nos aplasta a todos el patriarcado, el neoliberalismo, el capitalismo, el extractivismo. Nos tiene que hacer pensar en la escolarización a la que nos someten, la psiquiatrización. Y hay que ponerse una como objeto de estudio: tenemos que poder hablar de cómo nos obligaron a cortarnos el pelo, cómo nos golpearon nuestras abuelas, cómo nos expulsaron del hogar, (dar cuenta de) ese campo de batalla terrible que son los hogares. Y a veces pasa que todo eso, que es terrible, no lo podemos decir y hacemos un escándalo porque una compañera se equivocó y nos llama por el pronombre equivocado. Tenemos que poder sostener las tensiones y los procesos de mutua transformación para construir, porque el enemigo son los fundamentalismos. Nosotras nos dividimos y no podemos construir, a veces somos muy críticas y destructivas.

El año pasado, durante la discusión en el Congreso por la ley de la interrupción legal del embarazo (ILE) surgieron grupos de derecha que agitaban el lema ‘Con mis hijos no te metas’. ¿Qué análisis hace de estas ideas?

Los hijos no les pertenecen a los padres, tu hijo no es tu propiedad, son tuyas las responsabilidades que permitan un sano desarrollo de las potencialidades de esas criaturas. Hay algunos niñes que sienten que sus casas son una cárcel y por eso escapan. Ningún Estado ni sociedad le tiene que decir al niñe qué es, el niñe sabe desde qué color elige para vestirse hasta una serie de cosas. Le niñe tiene que conocer el mundo y en esto la educación sexual integral es clave para pensar al otro y a la otra. Les niñes tienen que poder escoger entre todas las posibilidades que el mundo les da, no hacer una elección desde la pobreza: se trata de cambiar el paradigma de la otredad y que la niñez y la juventud vengan con una fuerza instituyente que permita la construcción de una nostredad[1] en la que se pueda confiar en el otro, se puedan crear redes de mutua dependencia profunda que nos hagan sociedades humanizadas, que no seamos depredadores de nosotros mismos. Que se esté permitiendo este tipo de discursos de odio e ignorancia es criminal y que no se tomen acciones legales es una irresponsabilidad porque acá no está en juego la libertad de expresión: estas opiniones no se pueden emitir. Porque el límite es el discurso que habilita la generación del odio desde la construcción ficticia. La psiquiatría y la psicología no nos pidieron perdón ni nos resarcieron por las lobotomías. La psiquiatría y otras ciencias médicas nos siguen tomando como ratas de laboratorio, sin consentimientos informados sobre cómo se interviene sobre nuestros cuerpos. Y los errores han sido gravísimos, con nosotras se han roto todos los criterios científicos. Yo no pongo en juicio la idea de algunas de ‘yo quiero ser una mujer real’ pero lo cierto que es que para ser una mujer real tenes que volver a nacer. Sí puede haber trabajos de reconducción. No hay prácticamente investigación, no se habla del alto nivel de suicidios y depresión post operaciones. Quisiera reivindicar a Effy Beth, una artista muy lúcida que hacía permanente investigación sobre su propio cuerpo, con intervenciones muy jugadas. Murió muy joven, era una persona con mucha vitalidad.

Así como se tejió una alianza legislativa el año pasado que permitió que la ILE tuviera media sanción de Diputados, ¿se imagina una alianza posible en torno a la temática trans?

Me parece que no porque no hay nada más parecido a un machista de derecha que un machista de izquierda. Nuestro desafío tiene que ser pensar cómo nos manejamos con autonomía. Si van a elegir a qué población tener esclava es lógico que van a elegir las mujeres, por una cuestión numérica. Yo tengo mucha esperanza en la explosión cuantitativa de la juventud, que es la fuerza instituyente que nos va a llevar a todas puestas. Las adolescentes denuncian que las acosan a cada momento. Hay que preguntarse a diario cómo me afecta a mí este fucking patriarcado porque lo personal también es político.

Antes hizo un breve comentario sobre la prostitución, ¿qué puede aportar la teoría trans en lo que hace al debate, dentro del feminismo, sobre la prostitución?

Sobre la prostitución no vamos a moralizar pero hay mucho por desandar. El prohibicionismo, el abolicionismo y el reglamentarismo son las categorías patriarcales en las que la Justicia dice que se debería organizar la prostitución. Yo quiero cuestionar que esos sean los ejes de discusión. Hay gente que llega a la prostitución por situaciones de vida complejísimas. Entonces, lo primero que hay que hacer es sacarles las violencias y las policías de encima. Las personas en situación de prostitución no pueden partir de la idea de que están buscando la dignidad que les daría un trabajo. La dignidad -y los derechos humanos- no parte de un trabajo sino que es intrínseca a la persona. El hecho de ser ser humano ya te hace digno, lo demás es injusticia, atropello. Y acá una confrontación muy fuerte con los pensamientos marxistas: es tramposo que se nos exija que la dignidad pase por el hecho de reconocernos trabajadoras. Porque en el mismo acto estoy diciendo soy trabajadora pero hay otre que va a ser dueño/a de mi producción, de la tierra o de los saberes. En nosotras queda demostrado que no hay patrón, no hay patrona, no hay empresarios. No podemos ser trabajadoras, en todo caso somos empresarias porque sin este cuerpo no se lleva a cabo nada. De la prostitución no puede haber ni un ingreso que no vaya a la prostituta o a una cooperativa. Nosotras no podemos formar sindicatos porque sería yo empleada quejándome conmigo patrona de las condiciones laborales, un sinrazón, suena esquizoide. En la Argentina está la Asociación de Mujeres Meretrices (Ammar), que en la práctica funciona más como una mutual que como un sindicato, que da respuestas a las cuestiones urgentes como sacar a las pibas de la cárcel. Nosotras deberíamos ser una cámara de comercio, una cámara empresaria, deberíamos decidir de manera autónoma cómo va a ser nuestra seguridad, cuáles van a ser nuestros servicios, nuestros precios, cuáles son realmente las prácticas sexuales que vamos a brindar o no. Porque la pedagogía de la sexualidad viene de la pornografía, entonces tenemos que soportar que en el sexo oral que nos ahoguen, que nos asfixien, que nos sometan con brutalidad a la penetración. Nosotras como prostitutas podemos enseñar cuál va a ser la pedagogía de una sexualidad viable en términos comerciales, donde el otro salga absolutamente conforme: porque se siente solo, porque no tiene capacidad de seducción, por un montón de cuestiones, que se pueden llegar a analizar. Pero las que sabemos somos nosotras, las que decidimos somos nosotras y las que sentamos los precios y lucramos somos nosotras y ninguna otra tercera persona. Es importante que las travestis, el último orejón del tarro, interpelemos a toda una sociedad respecto de cuáles deberían ser las relaciones laborales. ¿Por qué el acceso a la capacitación o formación que has tenido según tus posibilidades produce situaciones tan indignas en unas y no en otras?

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Marlene Wayar en su presentación en el Festival Futuros, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti
Irina Bianchet

¿Cuál es la especificidad de la comunidad travesti en relación con el ejercicio de la prostitución?

Después de todo un proceso, concluimos que puede ser un trabajo, un servicio a brindar como cualquier otro. No en las condiciones actuales: por estadística, en la comunidad travesti entramos en la prostitución entre los ocho y los trece años, cuando asumimos nuestra identidad y quedamos en situación de calle. Eso es pedofilia. Y después cuando tenés veinticinco, obviamente, en un intento desesperado de que te saquen la policía de encima, de sentir dignidad y poder construir un poco de amor propio, claramente tendés a fundamentar o justificar ciertas cuestiones como que sea un trabajo, que nos sindicalicemos, pero son muy paupérrimas las condiciones de negociación que se están proponiendo. No se plantea como una actividad con el riesgo y la exposición que tiene. Tendría que haber una distancia óptima, una investidura del rol para no dejarte avasallar por el otro, para no dejarle hacer lo que quiera con tu cuerpo porque te da dos pesos de morondanga. Y negociar un precio justo, un tiempo justo y un trato digno para ambas personas involucradas en el servicio. Que tengamos una jubilación temprana: como les bailarines o les deportistas, que hacen un uso excesivo del cuerpo. ¿Cuál va a ser esa jubilación y por qué? Tenemos que discutirlo. Es muy complejo. Yo creo que se está nuevamente tratando de hacer una política y un ordenamiento legislativo en base a las pobrezas de la actualidad. Y uno no hace política desde su pobreza, miseria o desesperación, sobre todo cuando se legisla. No se pueden dejar sentadas las bases para que el futuro esté encorsetado a nuestra escasez de autonomía y libertad.

¿Cómo ve el panorama LGBT? ¿Qué agenda ve para el futuro?

Yo creo que tenemos que poder poner en palabras, incluso ante nosotras mismas, cómo me impacta a mí. Debemos dejar de hablar por las otras maricas. Tengo un amigo que dice que en las familias de clase alta el varón hegemónico va a las empresas y la mujer y la mariquita a los organismos de derechos humanos internacionales o una boutique. Quiero decir que las diferencias se marcan aún en la situación más privilegiada y es necesario trabajar resguardándonos, porque en ocasiones se niega que esto impacte. Esta lógica de chasquear los dedos, sentirte superior, la chalina y el gesto despectivo del ‘no me importa’. Y sí nos importa y nos duele. Tenemos que volver al punto en el que nos reconocemos, frente al espejo, vulnerables antes la posibilidad de falta de respeto, desamor, desabrazo. Y poder decirle al otro: ‘realmente sentimos esto’. Porque hacemos una política muy individualista: el casamiento igualitario es individualista, la ley de identidad de género es individualista. Y clasista, que va de la mano. Soy yo que quiero mis derechos, que quiero la mejor tajada. Pero no se negocia comunitariamente cuáles van a ser. ¿Cuáles son nuestros lazos reales cotidianos? ¿Somos 17 lesbianas que somos ex y queremos depender las unas de las otras, tener los mismos gatos, cuidarlos cuando nos vamos de vacaciones y tal? ¿Queremos ser dos papás y una mamá que no vivan juntos pero que todos se responsabilicen por la criatura? Bueno, legitimemos eso, que es nuestro deseo y no que nos tengamos que casar para tener la obra social de otra persona al modo heterosexual. Seguimos trabajando produciendo arte, política, discusiones. La teoría y la investigación que producimos en las diferentes academias son egocéntricas, son demasiado egocéntricas, de capricho. En todos estos años de buenaventuranza y desventuranza no hemos logrado concientizar y meternos en la agenda emocional de este país por estar malgastando dinero, tiempo y esfuerzo en qué tan lindo se me ven los labios, en qué prótesis me pongo en el culo, a dónde me voy de vacaciones. Han pasado cosas muy violentas internamente en la comunidad, en lo político y han sido violentas las formas de trabajar nuestras leyes. Una ley paradigmática, en términos de los consensos que cosechó, fue la de medios audiovisuales. Sin embargo, con las leyes de matrimonio e identidad de género (sobre todo la del matrimonio) se salió a bajar línea que era lo que se debía sostener en lugar de investigarnos a nosotras mismas y pensar cómo vamos a pedirle a mamá y papá Estado que nos reconozca. ¿Cómo mujeres y hombres? ¿O como travesti, trans, transexual, binorma, mostra, no binarie? ¡Como lo que querramos! Mamá y papá nos tienen que abrazar pero no en su lógica, en nuestra lógica. ‘Papá soy mostra, asumilo, procesalo y vení a abrazarme’. Anda a que toda una sociedad te diga ‘bueno, nena, hacete la cristiana y deja de joder con tu judaísmo’. ¿Por qué a nosotras se nos pide ser lo que no somos, lo que no construimos? ¿Por qué tener que fingir la pantalla de la heteronormatividad? Creo que el peligro es tan grande que necesitamos clarificar algunas cosas y empezar de nuevo, de cero. Y todo lo existente hasta el momento es un cadáver político. Es espantosa la manera en que se propone el cupo trans y hay que seguir sosteniéndolo porque, bueno, con algo hay que ir ¿No? Por otra parte, la ley que yo pensé, de Resarcimiento, se está presentando de un modo algo marketinero como “Reconocer es Reparar”. Pero no se atreve a decir que hemos sufrido sistemáticamente, que es un crimen de lesa humanidad que han cometido nuestros padres, esta sociedad y el Estado.

¿Cómo construyó el concepto de Identicidio?

Estudiando y llorando. Surge del proyecto de Reparación, de Resarcimiento. Lo pensé cuando trabajé con diputado [Edmundo] Roselli, entre 2003 y 2004, Néstor [Kirchner] recién había asumido como presidente. No llegó a presentarse porque finalizó el mandato del diputado. En ese momento, en el apuro, yo lo trabaje sólo en comparación con las reparaciones a víctimas detenidas desaparecidas en el proceso de dictadura criminal y quedó ahí, en stand by. Muchas amigas y compañeras me decían que no era el momento. Néstor estaba conquistándonos, todavía no había hecho ninguno de los guiños. Yo lo pensaba como el proyecto paraguas del cual debía nacer el cupo laboral, ley de identidad y todo lo demás. El discurso jurídico no deja lugar a cuestiones difusas o a figuras abiertas a mucha interpretación: se tipificó el genocidio, el asesinato, el traslado forzoso de personas, el embarazo forzoso, la esterilización forzosa, el encarcelamiento sin justificación jurídica, la tortura, los tratos vejatorios, un número de categorías. Salvo el embarazo forzoso nosotras entramos de lleno en cada una de esas. Y además el apartheid: estamos alojadas en zonas rojas, en la noche, y somos torturadas. Este país (y toda Latinoamérica) ha sido muy exitoso en tratar de eliminarnos, de eso habla el promedio de vida de 32 años ¿Por qué no hemos dejado de existir? Porque seguimos naciendo, porque hay cincuenta de nosotras que sobrepasamos el promedio de vida, pero lo que hace que no nos hayamos extinguido de la faz de la tierra es que seguimos naciendo.

¿Cuáles son las alianzas hoy en relación a este proyecto de tipificar lo que sucede con la comunidad travesti como crímenes de lesa humanidad? ¿Cuál es la estrategia?

Le propuse a Verónica Heredia, la abogada de la familia de Santiago Maldonado, llevar mi causa en contra del Estado. Aceptó. Vamos a trabajar también con la Comisión Provincial por la Memoria (CPM): elles, con su autonomía y sus posibilidades van a participar del grupo de pensamiento y diseño de una estrategia posible y llegado el caso, van a dar las fundamentaciones de la parte jurídica. La CPM ya tiene sistematizado cómo se nos perseguía en el pasado y en la actualidad. Hay otras instituciones cuyos trabajadores van a aportar pero a título personal, entre ellas la Defensoría del Público.

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La estrategia entonces es esta, presentar su caso.

Estamos definiéndolo. Sería importante lograr una estrategia internacional de apoyo, algo como lo que consiguieron las Madres de Plaza de Mayo en su momento. En la Argentina no tenemos confianza en la autonomía de la justicia. Por caso, Milagro Sala está presa cuando todo el universo, hasta en la Luna, dice que no debería ser así. También Lula está preso. Continentalmente estamos jodidos, por lo que queremos ir directamente a la Corte Penal Internacional. La idea es contar con el sostén de argentinos y organismos de Derechos Humanos de la disidencia sexual en el exterior. Y la verdad que no queremos que esto sea cooptado, no tanto por el costo de la cooptación en sí, de quién se luzca o no, sino para que no siga banalizando, porque nos interesa resolver la situación, de una vez por todas, de muchísimas personas que a los 50 años no se van a poner a estudiar ni se van a llegar a jubilar.

¿Quiénes se imagina que pueden encarar esta tarea?

Definitivamente la juventud. Es el momento que las juventudes digan qué necesitan y cómo debe ser, teniendo el link y a nosotros y nosotras y con el resguardo de la memoria. Es importantísimo, para la concientización y el permanente trabajo en contra de los fundamentalismos, la xenofobia, el pensamiento nazista-fascista, que trabajemos permanentemente la memoria de lo que sucedió conscientes de que esto puede volver a suceder todo el tiempo si nos relajamos y que el resarcimiento sea a nivel individual, a cada una de las personas damnificadas, y a nivel colectivo, como lo ha sido con la comunidad judía o afrodescendiente, en relación a la esclavitud en Estados Unidos. Entonces a partir de ahí puede venir lo del cupo trans y hay que exigirlo a los sindicatos, a la televisión. Hoy en Londres el protagonista del Rey Lear de Shakespeare es un afrodescendiente. Y está consensuado que claramente el rey Lear no está pensado para un afrodescendiente, pero no importa porque lo importante es el texto, lo que se dice, la sutileza, la teatralidad.

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Marlenet Wayar encabeza una movilización por los derechos LGBTIQ

Ariel Gutraich / Agencia Presentes

Y en la Argentina, ¿hay algún avance concreto en relación con la implementación del cupo trans?

Hace poco una chica que está asesorando a una empresa metalúrgica en Mar del Plata me comentó que le preguntaron cómo impactaría en la fábrica el cupo trans. Y me decía que la ponía en tensión aplicarlo en algo “tan masculino”. A mí me parece que lo importante sería que la empresa trabaje con el contexto. No creo que el trabajo este generizado pero si vas a meter a un corderito con los leones… Trabajemos con los leones a ver cómo están predispuestos, porque sino solo se trata de sentirse progresista y dar una imagen de la empresa. Lo que queremos es frenar el avance de cierto pensamiento de derecha y no sólo en relación con las disidencias sexuales y la diversidad sexual sino de cualquier niño y cualquier niña. Que empiecen a tener miedo de cómo nos tratan. De cómo dictan clase. De cómo nos reciben en sus consultorios médicos. De cómo nos dejan o no subir a su colectivo. De todo. Que empiecen a tener real respeto por las distancias, que dejen de pensar que bueno ya vamos a crecer para tener nuestra dignidad. Somos dignas desde niñes y queremos cambiar el paradigma sobretodo de las relaciones, de las formas relacionales. No puede ser una intervención política egocéntrica, egoísta. Queremos un instituto de memoria trans que pueda trabajar permanentemente esto de forma vívida, estar escaneando a la sociedad en tiempo real sobre dónde pueden estar los focos donde nacen estos nuevos pensamientos xenófobos, transfóbicos, misóginos, fascistas. Y trabajar desde la cultura, desde el arte, la presencia, la visibilización, el festejo de celebrar la diferencia de manera real, de manera concreta.

Notas

  • Nota al pie 1: La nostredad es una nueva subjetividad que despierta a una conciencia social y nos permite la empatía mutua (Marlene Wayar: Pasar la teoría por el cuerpo, publicado en Latfem el 22 de diciembre de 2018)

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