21/08/2017
Trelew: la fuga que fue masacre
Por Mariana Arruti
Hoy se cumplen 45 años de aquella trágica jornada en la que 16 jóvenes detenidos en la Base Aeronaval Almirante Zar fueron fusilados. La autora de esta nota, directora del largometraje “Trelew”, reflexiona en torno a esos hechos que formaron parte de un proceso represivo que desembocó en la dictadura cívico-militar y tiende puentes hacia el presente para preguntarse: “Dónde está Santiago Maldonado”.
“Para conseguir una expresión verdaderamente cinematográfica, la cámara y el micrófono deben ser capaces de atravesar el agua con el fuego.”
Akira Kurosawa
“La película debe proyectar, hacer intuir ese mundo mejor que está en camino, que reverbera ya en la vida cotidiana”
Andrei Tarkovsky
Jueves 10 de agosto
El 22 de agosto se cumplen 45 años de la Masacre de Trelew. Me siento frente a la computadora. No es fácil comenzar. Hace 9 días que Santiago Maldonado está desaparecido. Nadie sabe dónde está. Santiago tiene 27 años y se acercó a la comunidad mapuche de Cushamen solidariamente identificado con las causas de los mapuches.
Fue visto por última vez el 1 de agosto durante la feroz represión que sufrió la comunidad cuando cien efectivos armados entraron desplegando una aterradora violencia contra los habitantes del pueblo. Los testigos cuentan que Santiago fue introducido en una camioneta de Gendarmería cuando lo vieron por última vez.
Las películas de memoria no debieran ser concebidas como monumentos funerarios del pasado, sino como motores de debates en nuestro presente. Y el cine, como una experiencia de visibilización frente al silencio.
Cuando comenzamos a pensar en la Masacre de Trelew como una pieza cinematográfica, nos propusimos aportar un granito de arena en la reconstrucción del proceso histórico represivo que había comenzado muchos años antes y que iba a desembocar en la dictadura cívico militar iniciada el 24 de marzo de 1976. Treinta mil desaparecidos, miles de muertos, presos políticos, exiliados.
Hoy aquel pasado se une a un presente que provoca espanto. Porque Santiago sigue sin aparecer mientras escribo, y me estremecen los puentes que se tienden hacia aquella conferencia de prensa en el viejo aeropuerto de Trelew el 15 de agosto de 1972. Allí en ese lugar, en la misma Chubut en la que vieron a Santiago por última vez, Rubén Pedro Bonet recuerda los asesinatos de los peones rurales de la Patagonia en el año 1921, y Mariano Pujadas y María Antonia Berger, explican que el camino de la violencia no es el elegido por ellos, sino por la dictadura y su despliegue de persecución, opresión y muerte. Una semana más tarde, el 22 de agosto, los dieciséis jóvenes detenidos en la Base Aeronaval Almirante Zar, serán fusilados impunemente.
Mil novecientos veintiuno, mil novecientos setenta y dos, dos mil diecisiete.
...
Viernes 11 de agosto
Esta tarde los organismos de Derechos Humanos convocan a una marcha a la Plaza de Mayo para exigir la aparición con vida de Santiago Maldonado. Es momento de poner presencia y palabras a lo que está ocurriendo con esta ausencia que nos desconcierta y nos duele tanto.
Cuando comenzamos a trabajar en la investigación previa para la película Trelew, me topé también con una gran ausencia, la de la palabra. Nunca antes había estado en Trelew, y visitar el aeropuerto viejo me conmovió profundamente. En ese lugar, luego de la fuga del penal de Rawson, los militantes políticos habían ofrecido una conferencia de prensa y negociado la entrega de las armas con la condición de salvaguardar sus vidas. Desde allí habían sido conducidos a la Base Almirante Zar de la Marina, donde iban a ser asesinados una semana después. Ese lugar iba a ser el epicentro del relato, no había dudas.
El edificio se encontraba abandonado y derruido por el paso del tiempo. Y si bien sus paredes estaban surcadas de estremecedoras pintadas anónimas realizadas con aerosol con los nombres de los guerrilleros asesinados el 22 de agosto de 1972, el silencio de los habitantes fue el primer gran desafío a superar. Hablar de los fusilamientos en un país cerrado a la discusión más profunda sobre lo acontecido durante el Terrorismo de Estado, con tantos crímenes que permanecían impunes, con el miedo aún presente, con la censura y la autocensura, no era tarea sencilla. Cuando en 2006 supimos que la Armada continuaba realizando espionajes ilegales a militantes, políticos y también a nuestro equipo de producción, entendimos cabalmente aquel silencio como producto no solo de un pasado, sino de un presente que aún continuaba tejiendo las mismas lógicas de control y persecución.
Si toda imagen puede ser pensada como producto de un contexto histórico que habilita la producción de ciertos sentidos, también la ausencia de imágenes habla de contextos sociales y políticos determinados. La ausencia de películas e imágenes de archivo disponibles en 2000 cuando comenzábamos con el proyecto, era también consecuencia de un largo proceso histórico que comenzó por condenar a muchos cineastas a la desaparición, a la cárcel o al exilio. Raymundo Gleyzer, director de Ni Olvido ni Perdón, una película realizada a poco de la masacre que denunciaba los crímenes del 22 de agosto, fue secuestrado y desaparecido en 1976. Esta obra, pieza cinematográfica fundamental de época, y fuente de inspiración para una generación posterior de documentalistas argentinos a la que pertenezco, circulaba en copias VHS de muy poca calidad.
Décadas de invisibilización de imágenes que nos hablaran del conjunto de la sociedad movilizada durante los primeros años de la década del 70, de los aspectos más potentes de los proyectos políticos de aquella generación y de vastos sectores de nuestra sociedad. ¿Quiénes fueron los muertos? ¿Quiénes los desaparecidos? ¿Cómo pensaban, qué mundo querían? Narrar la fuga del Rawson implicaba retomar aquellos debates hasta ese momento desdibujados.
Ausencia de palabras, temor, desaparecidos, pasado y presente se cruzan y entretejen hoy. Mi amiga Natalia me escribe con preocupación un mensaje desde Bariloche. La policía ha entrado en un sindicato de un pueblo de Río Negro y en un centro cultural. Allanaron los locales, y se llevaron detenidos dos chicos que no tenían documentos. Me cuenta también que soñó con la ausencia. Soñó que iba a ver a su papá a su camita en medio de su convalecencia, y él no estaba, ¿se había ido? La puerta de la casa estaba abierta y corría un aire frío.
Tenemos que llenar la plaza, le digo. Sí, responde en otro mensaje, y agrega sorprendida lo magníficamente expresada que la ausencia está en el sueño. Es consciente de que su sueño no es más que la representación de esa angustia por esta otra ausencia, la que vamos a gritar todos juntos hoy, marchando y llenando nuestra plaza.
Se hace la hora y salgo de casa.
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Sábado 12 de agosto
La Patria Fusilada de Paco Urondo, desaparecido en 1976, y La pasión según Trelew, de Tomás Eloy Martínez fueron dos de los textos centrales que inspiraron la investigación previa para nuestra película.
En La pasión según Trelew, T. Eloy Martínez desarrolla con intensidad la experiencia de lo que se conoció como el Trelewazo y Asamblea del Pueblo. El 11 de octubre de 1972 a la madrugada, un avión militar Hércules aterriza en el aeropuerto de Trelew, y fuerzas Conjuntas de la Armada, el Ejército, la policía y la Gendarmería despliegan en la zona un operativo represivo allanando cientos de domicilios y deteniendo sin orden judicial a dieciséis ciudadanos para trasladarlos a la cárcel de Villa Devoto en Buenos Aires.
Los detenidos pertenecían a la Comisión de Solidaridad con los Presos Políticos del penal de Rawson, prisión de máxima seguridad, en donde se encontraban detenidos numerosísimos presos políticos de la dictadura. El pueblo no tardó en reaccionar y reunidos en asamblea permanente, reclamaron la libertad de sus presos. Al grito de “Oficiales, oficiales de la Base Aeronaval, los hombres que han fusilado están por resucitar”, los vecinos ganaban las calles de Trelew, repudiando los allanamientos y la detenciones y alzando al mismo tiempo la voz para condenar la masacre ocurrida el 22 de agosto. Aunque estos hechos finalmente no formaron parte de la película, sí fueron relevantes a la hora de pensar que las voces de los pobladores comprometidos humana y políticamente con los detenidos políticos eran fundamentales a la hora de narrar la historia.
Poco a poco el silencio inicial fue dando lugar al compromiso. Apareció entonces la propia necesidad de cada uno de ellos de hablar sobre aquello que había permanecido silenciado. La construcción colectiva de miradas que es una película, comenzaba a nacer. La mía como directora, tejida en medio de aquellas otras que con su compromiso en la palabra y en el gesto, ponían carnadura a la construcción cinematográfica.
Ayer a la tarde colmamos la plaza de mayo. Aparición con Vida de Santiago Maldonado era el grito colectivo.
Desandando la Avenida de Mayo, luego de la finalización del acto, veía los rostros de todos. Tristeza, desamparo, confusión. Una piba pasó a mi lado secándose las lágrimas. Mi amiga Ana me dijo: Me siento como ella.
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Domingo 13 de agosto
Es día de elecciones. Hoy todos vamos a votar. Diputados, senadores, legisladores.
Y Santiago sigue sin aparecer.
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Lunes 14 de agosto
¿Quién recuerda?, ¿qué se recuerda? ¿para qué se recuerda? Entre el pasado y el presente, la memoria se mueve y transita siempre, en el campo de la disputa política. Hacer Trelew, fue en parte un intento de reparar aquel fusilamiento impune de 19 jóvenes desarmados en una base militar. Poner aquella historia en la pantalla grande, circularla, hablar de aquello, era quizá un modo de aliviar con la palabra y con la imagen, aquel crimen impune.
Pero sin pensarlo, ni preverlo siquiera, una vez superado el silencio y el miedo de hablar, y cuando una cantidad de voces se sumaron a la película que finalmente fue estrenada, esas imágenes y palabras que la conformaban comenzaron a crecer ya fuera de ella misma.
Nuevos testigos con información vital comenzaron a acercarse. Ya no se integrarían a la película, pero sí a la investigación que inició la justicia cuando los familiares de los jóvenes asesinados en Trelew comenzaron a reencontrarse y querellaron a la Armada a través del CELS, cuando se sumó la Secretaría de Derechos Humanos, y cuando finalmente comenzó la instrucción de la causa judicial en el Tribunal Oral Federal de Rawson.
La película formó parte de las pruebas aportadas por el tribunal a cargo de la instrucción, y algunos años después, en 2012, fui convocada por la querella de la Secretaría de Derechos Humanos como testigo en el juicio oral. Algunos de los testimonios grabados para el film, sin cortes ni edición, también fueron proyectados en las audiencias del juicio. Trelew fue exhibida en una de las audiencias frente a la querella, los defensores y los entonces imputados. En octubre de 2012, fueron condenados a prisión perpetua tres de los imputados en la causa.
Pero los juicios por crímenes de lesa humanidad no han sido a lo largo de décadas, ni lo son en nuestro presente, una batalla fácil. Jorge Julio López desapareció el 18 de septiembre de 2006, luego de años de lucha de los organismos de derechos humanos, indultos y leyes de impunidad mediante, que bregaron por la justicia impulsando los procesos judiciales a los represores. Hoy continúa desaparecido.
Y hoy también, a 13 días, seguimos sin saber nada de Santiago Maldonado.
Mil nueve setenta y dos, dos mil seis, dos mil doce, dos mil diecisiete. La historia y sus círculos.
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Martes 15 de agosto
Hoy se cumplen 45 años de la fuga del penal de Rawson. Como cada año escribo un mail a quienes acompañaron la película con su voz, su emoción y sus recuerdos. Me gusta más evocar el 15 de agosto que el 22. Quizá porque el 15, esos jóvenes estaban vivos y decididos a enfrentar a la dictadura, a poblar nuevamente las calles. Teníamos muchas ganas de vivir, me dijo el Cele en su entrevista.
Y Santiago Maldonado aún no aparece.
Mil nueve setenta y dos. Dos mil diecisiete. Circularidades de la historia.
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Los presos políticos asesinados en Trelew fueron Eduardo Capello, 24 años; Ana María Villarreal, 36 años; Pedro Bonet, 30 años; Jorge Ulla, 27 años; José Mena, 22 años; Humberto Toschi, 25 años; Carlos del Rey, 23 años; Humberto Suárez, 22 años; Clarisa Lea Place, 23 años; Carlos Astudillo, 26 años; Susana Lesgart, 22 años; Mariano Pujadas, 24 años; Miguel Angel Polti, 21 años; Mario Delfino, 29 años; María Angélica Sabelli, 23 años y Alfredo Kohon, 27 años. Sobrevivieron al fusilamiento María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo René Haidar, quienes fueron secuestrados durante la dictadura cívico-militar por las Fuerzas Armadas y aún permanecen desaparecidos.
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