17/08/2017
Cuerpos disidentes
Por Milena Heinrich
Activista y armadora de proyectos que cruzan arte y participación comprometida con el colectivo LGTBI, Daniela Ruiz fundó la compañía teatral 7 colores, con la que desembarcó en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti de la mano de Si me querés, quereme trans, obra que dirige y que nació para mostrar que esa realidad sobre el escenario es también un hecho político.
Daniela Ruiz lleva un pañuelo en su cabeza, como el de las Madres y las Abuelas, pero no es blanco, y sobre su pecho abraza un cartel escrito con sus propias manos: “Las travestis seguimos desapareciendo aún en democracia. ¡Basta!”. La fotografía de su perfil de Facebook inmortaliza su rostro enfurecido y el “aún” refuerza la significación de un verbo en tiempo presente que para las minorías es moneda corriente: desaparecer.
“Todavía seguimos siendo el último orejón del tarro, seguimos siendo las desaparecidas que nadie sabe, casos sospechosos o muertes que quedan como dudosas”, denuncia Daniela Ruiz, salteña, actriz, directora y profesora de teatro trans. La explicación de esas ausencias, que pocos reclaman, para ella tiene una raíz definida y es que “no nos tienen en cuenta en ningún lugar. Hay una construcción social, ética y moral que no quiere mirar a la minoría como cuerpo y por eso seguimos siendo focalizadas en la prostitución y quedamos aisladas de todo el sistema de derecho, vulneradas en la educación, sin trabajo ni políticas públicas, no hay espacios para decir esto es lo que me está pasando, esto soy”, argumenta.
Activista y armadora de proyectos que cruzan arte y participación comprometida con el colectivo de lesbianas, gays, bisexuales, personas transgénero e intersexuales, Daniela fundó la cooperativa Arte Trans (que presidió durante seis años) y la compañía teatral 7 colores, con la que hoy desembarca por primera vez en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti de la mano de Si me querés, quereme trans, obra que ella dirige y que nació de la improvisación con sus alumnos de teatro.
Frente a la falta de oportunidades en las productoras artísticas, los estereotipos que invaden los castings definiendo y delimitando los cuerpos y los colegas que desde el desconocimiento reproducen prejuicios y estigmatizaciones, ella les responde con amor y con teatro, sobre todo, teatro.
“Con la obra queríamos mostrar y presentar una voz frente a la falta de oportunidades. Para mí la cultura es política, entonces mostrar nuestra verdad en el escenario es también un hecho político, es mostrarnos desde otra mirada, la nuestra, desde la discriminación violenta que sufrimos las minorías. Ya es momento de que las personas trans empecemos a ocupar roles que también le costaron conseguir a las mujeres cis (como se denomina a aquellas personas en cuya identidad coinciden lo biológico y el género). Es momento de que hablemos desde nuestro lugar”.
Daniela los ocupó: armó proyectos culturales, dirige obras de teatro, es actriz y dicta clases de dramaturgia. Y habla, como lo hacen los integrantes de esta nueva obra de teatro, desde el lugar de “la disidencia, la otredad. Es la voz del que sabe que hay estereotipos binarios, heterosexuales, machistas”.
Con ese bagaje de identidades intransigentes que no encajan en las sexualidades y relaciones afectivas hegemónicas, nació así “Si me querés, quereme trans”, una “olla de ideas”, como dice, que brotó de las charlas y debates que tuvo junto a sus alumnos del taller de teatro por la diversidad en el Centro Cultural Alfonsina Storni. La puesta de ideas condensó "un mensaje claro y concreto sobre derechos humanos: la obra habla de todas las sexualidades y géneros y pone en jaque mate a la heterosexualidad. Es una tragicomedia con una mirada crítica a la sociedad”, explica.
Si me querés, quereme trans sacude, incomoda y cuestiona, rompe con todo aquello que la “sociedad castiga como diferente” y grita bien alto que “el amor no tiene género”. Tal vez por la potencia de esa irrefutable premisa, la primera función dejó a todos boquiabiertos, con la gente aplaudiendo de pie, “¡hasta las señoras pacatas!”. “No era un éxito, era una realidad que estaba saliendo con ganas de ser contada”, reflexiona tiempo después y con una distinción que las y los enorgullece, como el de la comuna 6 de la Ciudad de Buenos Aires. “Nos dieron un reconocimiento, no como compañía sino como grupo de teatro: mariquitas, putitos, gays, heterosexuales, tortitas, trans, todos y todas iguales en un conjunto que se ampliaba en la diversidad. Fue muy lindo ese reconocimiento porque significó que el público no sólo aceptó la obra sino que la focalizó como una manera de ver nuestra realidad, de sentirse involucrado con nuestros personajes”.
Para Daniela una de las urgencias "reales y concretas" del colectivo trans es la niñez. “Vivimos atravesados por una cultura machista y patriarcal y por una educación binaria que no da lugar a las personas travestis y transexuales ¿Qué lugar se le da una travesti en situación de prostitución que va a la mañana a la escuela a cantarle el himno a Sarmiento? Es una situación de un enorme nivel de violencia, porque la educación debe ser un vehículo para desarmar el sistema mismo”, piensa.
Y enseguida recuerda el primer acto en el que sintió la discriminación en carne propia. Fue a los cinco años, cuando le dijo a su maestra de jardín de infantes que no le gustaba usar ni los pantalones ni los mocasines que le ponía su mamá. “Un día antes de entrar a la escuela primaria llevé unas sandalias marrones que usaba en verano y los chicos me insultaron y me pegaron. Le dije a la maestra y me echó la culpa. Esta es la realidad de la niñez trans”.
En un cruce intergeneracional, otra deuda es “reconocer y reparar: hay muchas compañeras que han quedado en el olvido y que han sufrido la discriminación en los 80 y los 90, ellas son sobrevivientes de la persecución política, de la prostitución, de la esclavitud y de la trata, y hoy se encuentran en el desamparo absoluto con una vejez tremenda y desoladora. El Estado debería garantizar herramientas y derechos para una vejez digna porque todavía no llegamos a un nivel y calidad de vida mayor de los 40. Tiene que haber una reparación a las violencias que vivimos en las décadas pasadas”.
“A todas, inevitablemente, y, a veces hasta inconscientemente, nos ha tocado ser activistas porque el hecho de haber nacido con la autopercepción de lo que somos nos pone en otro lugar y ese lugar nos hace salir a la calle todos los días y accionar contras las violencias y discriminaciones. Desde el momento en que atravesamos nuestras infancias trans diciendo ´no queremos esto´ estamos haciendo activismo porque le estamos diciendo al Estado y a la sociedad que queremos que nos respeten. Somos activistas cuando nos niegan todos los derechos. O te quedás callada o salís a la calle, te lavás la cara y te maquillás como sos, entonces empezás a exigir”.
Pero, del mismo que se conquistan derechos de la mano de leyes como las de Identidad de Género y Matrimonio Igualitario, el activismo trans levanta la frente bien alto y va por más, reclama por lxs suyos y por todxs: “Va mutando y nuevas generaciones de compañeras lo están viendo de una manera disidente. Las compañeras que hemos vivido los 90 y la prostitución, los edictos policiales, vemos hoy a las nuevas generaciones que están atravesando un activismo distinto: el activismo ahora es estar en un montón de lugares: en la cultura, en los sindicatos, en la política, en los barrios. Solo desde esos lugares vamos a poder construir una sociedad más equitativa”.
Daniela construye esa sociedad que imagina más justa desde su lugar, el teatro. Y cada vez que se sube el telón, se prenden las luces y el público espera silencioso, por su cabeza pasan de a uno "los cadáveres de las compañeras trans que están muertas. Por eso cuando nos veo arriba del escenario pienso que esa es mi mejor reivindicación. Creo que no hay dinero en el mundo que compre el amor a la transformación”.
…
Si me querés, quereme trans se presenta hoy a las 19 en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Idea original y Dirección: Daniela Ruíz/ Intérpretes: Micaela Bayer, Juan Manuel GR, Federico Florio, Soelina Veyra, Maria Pia Martignoni, Chloe Gomez Montero/ Producción General: Daniela Ruíz y Marito Rolon/ Asistencia: Marito Rolon y Morena Yfran.
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