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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

31/01/2016

Las pioneras: honor y gratitud

En los años 80, a partir de la reinstalación de las libertades democráticas, comenzaron a generarse las primeras discusiones y luchas en relación con la despenalización del aborto desde una visión feminista. Esta es una cartografía de lo sucedido desde entonces, en la que destaca la figura de la activista y abogada Dora Coledesky.

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Dora Coledesky, alma mater de la Comisión por el Derecho al Aborto

Foto: Constanza Niscovolos

A partir de una rigurosa constelación de genealogías y cartografías de las luchas por el aborto voluntario en Argentina, desde los años setenta hasta la actualidad, asoma la fecunda trayectoria de la Comisión por el Derecho al Aborto (CDA). A partir de los años 80 en adelante, en Buenos Aires, se impuso de lejos la CDA. Se inicia hacia 1988 y se disuelve dentro de la Coordinadora por el Derecho al Aborto, en 2000. Este pequeño grupo de instigadoras instituyó un feminismo en acto bajo la referencialidad de su alma mater, la activista y abogada feminista Dora Coledesky. En ese sentido, el abordaje del recorrido de la CDA se entreteje en un diálogo fructífero con las antiguas integrantes de dicha colectiva junto con la lectura de sus materiales que se propagaban en una diversidad de intervenciones públicas. De allí que se torna en un objeto de investigación obligado tanto para el activismo abortero como para las especialistas varias. Algo que indaga y propone este texto es la potencia subversiva de esta agrupación que sustentaba la polémica y la acción sin apartarse de su propósito central. Por un lado, visibilizar los abortos que nos hacemos para hablar de y sobre ellos y, por el otro, la conquista apremiante de una ley que permita su práctica en forma segura y gratuita en los hospitales públicos.

Pese a los deseos de la abogada feminista Dora Coledesky, el alma mater de esta agrupación, de rehusarse a los recordatorios que siempre se le quisieron hacer en vida, se relata, a modo de genealogía, al extenso recorrido de la Comisión por el Derecho al Aborto (CDA), su opus magnum activista. Si bien, a partir de los años 80 en adelante en Buenos Aires, tanto los grupos Católicas por el Derecho a Decidir, Elegir, el Foro por los Derechos Reproductivos como Mujeres al Oeste exigen un reconocimiento por sus trayectorias feministas y el compromiso con la legalización del aborto, se impone de lejos la trascendencia del alcance que tuvo la CDA.

Hacia mitad de los años 80 y por una década, fue la colectiva de mujeres que reinstaló el debate del aborto voluntario como única premisa fundante y la sostuvo durante todo su camino hasta su disolución, en 1999. A diferencia de la CDA, las otras colectivas presentaban una variedad de propuestas entre las cuales también incluían esta demanda. Al mismo tiempo, esta agrupación sustentaba la polémica y la acción sin apartarse de su propósito central. Fue una voz que colocó el acento siempre en el mismo punto, sea dentro del feminismo como del movimiento de mujeres, es decir, repitió, insistió, machacó, reiteró hasta dejar grabado su propósito, sin vuelta atrás. Por si no queda claro: desde sus inicios, este grupo fusionó su denominación con su propio objetivo como un imperativo categórico, en momentos en que el aborto era aún un “no dicho”, un “sin nombre”, una zona franca, un agujero negro. Nunca tan preciso Pierre Bourdieu cuando planteó: “Nominar es un acto político”. Este pequeño reducto de instigadoras instituyó un feminismo en acto. Creció sin masividad pero se reservó como un germinal político, una latencia que no cesaría. En un entramado colectivo por la conquista del derecho al aborto, su fortaleza política provino de esa autoidentificación bien habida, bien empoderada. Lejos de toda sutileza, sin ánimos de ocultamiento alguno y con una directriz fija, la CDA profundizó la comprensión del tema con un ímpetu potencial impuesto por la fuerza de los hechos.

Así, el aborto fue capitalizado mediante el impulso del demos que suponía aceptar la efectiva demanda. Este presente actual de forcejeos por arrancar al aborto de las garras de la ilegalidad no hubiese sido el mismo sin el apasionado activismo de contienda y la voluntad política desplegada por parte de esta agrupación autogestiva. Se financiaban con el aporte de sus propias integrantes además de la estrecha e incondicional colaboración de la gente comprometida con la causa y por el reconocimiento hacia la figura de Dora Coledesky. Sin parpadear, se podría decir que se hermanaba con las tendencias del feminismo radical y con una izquierda crítica e independiente. Constituir dicho espacio fue fruto del entusiasmo derivado de una mesa sobre aborto, realizada en las VI Jornadas de ATEM-25 noviembre, bajo el nombre “Vida Cotidiana y hacer político de las Mujeres”, en noviembre de 1987. El panel lo integraban la bióloga Susana Sommer; la antropóloga Safina Newbery; la filósofa Laura Klein; la abogada feminista italiana Erica Dummontel y ella. Dora tuvo presente que “después de las exposiciones, alguien del público –creo que Marta Fontenla – preguntó qué debíamos hacer. Surgió entonces la idea de crear una agrupación para la lucha por el derecho al aborto” 1.

Todo quedó allí hasta que el 8 de Marzo del año siguiente, durante la manifestación en la Plaza de los Dos Congresos, se sumó empuñando su bandera con un rojo vivaz. En el artículo “Reflexiones sobre la lucha por el derecho al aborto”, la abogada feminista Magui Bellotti, enlaza este hecho con la presencia en ese mismo evento “de un grupo de cincuenta mujeres con un cartelque decía Cuadernos de Existencia Lesbiana” 2. Un dato para no perder de vista: durante años, en simultáneo, fueron ocultados tanto el aborto como el lesbianismo de la exhibición pública por parte de la corriente heterofeminista y emergieron por igual, en un mismo contexto y espacio político.

A decir verdad, la convocatoria para constituirla CDA fue inmediata. Sin más, se reunieron Alicia Schejter, Safina Newbery, María José Rouco Pérez, integrantes también de ATEM-25 de noviembre, Laura Bonaparte, una referente histórica de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, la abogada feminista Carmen González, Nadine Osídala y Rosa Farías. Alicia Schejter recuerda que “Rosa era una figura importante para el grupo debido a su trabajo como enfermera del Hospital Muñiz. Fue ella quien nos acercó una estadística -confeccionada por médicos y enfermeras- de los abortos allí realizados que luego publicamos en un pequeño folleto para el Tercer Encuentro Nacional de Mujeres en Mendoza, en 1988” 3. Luego ensancharon sus filas al incorporar a varias médicas: Zulema Palma, Susana Mayol y Silvia Cóppola. Ellas se habían conocido en aquel evento que reunió a 1.800 mujeres y donde todas se propusieron objetivos a futuro. Al tiempo, se añadió otra médica, Alicia Cacopardo, invitada por Cóppola. Ahora bien, interesa detenerse en este grupo de médicas que, años más tarde, constituirán sus propias redes y agrupaciones con una consistente presencia a lo largo del recorrido feminista en Buenos Aires. Es decir, que la CDA facultó tanto con su accionar como con la capacitación específica a especialistas de la salud que luego adquirieron un pujante protagonismo en nuevas experiencias relacionadas a las políticas del cuerpo.

En realidad, sin proponérselo significó un espacio preparatorio de figuras feministas con proyección futura. Por el tenor de sus integrantes se podría suponer que la influencia de aquellas que atravesaron exilios fue determinante para sostener el aborto como la única causa en el horizonte de esta agrupación. Razones no faltaban: Nadine, Cóppola y Coledesky venían de Francia mientras Bonaparte retornaba de México. Esos conocimientos avivaron como ningún otro el legado de las campañas por el “Yo aborté”. Las cuatro sentaban posición por haber intervenido o bien por haber estado impregnadas del efervescente movimiento feminista internacional. En una entrevista, “La Vida en Verde”, Dora contaba su experiencia en el exterior. Sin su trayectoria política en Francia, difícilmente, se hubiese convertido en la musa inspiradora del movimiento por el aborto legal, en Buenos Aires, durante la primera etapa de la democracia: “En París se hacían reuniones de 500 mujeres, en la universidad de Vincennes, por ejemplo. En una de ellas nos invitaron a las exiliadas para que contásemos lo que sucedía en nuestros países, luego surgió la idea de hacer un grupo de mujeres latinoamericanas que duró bastante tiempo”4. También cuenta allí que el descubrimiento del movimiento no fue solo de las francesas sino de un sinnúmero de mujeres latinoamericanas venidas de México, Perú, Colombia, Venezuela, Guatemala. No todas ellas eran exiliadas políticas también había aquellas que estaban estudiando o trabajando.Muchas veces me pregunté: ¿de dónde mamaron estas compañeras el feminismo? Es difícil decirlo, yo creo que la propia experiencia, unida a que captaron enseguida lo que significa ser feminista en esas tierras 5.

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Haciendo ruido

María José Rouco Pérez en su trabajo “El derecho al aborto: iniciando la lucha”6 también aportó datos sobre los orígenes de esta colectiva: “Formábamos comisiones de trabajo para impulsar una polémica que tomara estado público. Analizábamos la legislación vigente en nuestro país y hacíamos derecho comparado”. En realidad, acá no se armaron grupos de estudios sobre teoría feminista o de reflexión hacia adentro como era costumbre de la época sino que básicamente ellas se abocaron a abordar con profundidad los temas puntuales que las llevaba a estar en las calles. Apenas, constituido el grupo hacían reuniones donde podían y con bastantes rotaciones, en gran medida, en casas particulares. Según, el testimonio de Alicia Cacopardo: “el lugar predilecto era el departamento de Silvia, en Uruguay y Tucumán. Otras veces en Ramos Mejía, en lo de Zulema Palma, sino en Constitución en lo de Alicia Schjter. Más adelante, fue en la Biblioteca anarquista José Ingenieros y después en la Casa Cultural del Uruguay, local del Frente Amplio 7. Y así seguía la lista. En verdad, solían ser fugitivas de la norma, erráticas del imperio dominante.

Al hurgar en la memoria y en esos papeles tan viejos como los recuerdos, queda un atisbo pendiente que provoca cierta curiosidad. En esos momentos, todas las agrupaciones feministas y de mujeres que asaltaron lo público se remitían a una especie de canon para armar su logo, es decir, se autotitulaban alrededor de ciertas premisas de aquellos años: asociación, movimiento, grupo, foro, casa. En cambio, acá decidió nominarse “Comisión”.

¿Quién utilizaba ese título? En realidad, era una calificación ajena a las tradiciones feministas y más familiar a los traqueteos obreros y sindicales. De todas las integrantes, Dora Coledesky disponía de un curriculum vitae vinculado a la militancia fabril pero también al trabajo como obrera en su juventud y en el exilio. Seguramente, imperó su trayectoria a la hora de definir el nombre de la agrupación. Aún queda más, aparecen otros datos que no son para soslayar: este término no se acompaña con “mujer” ni con “feminismo” pero sí con “aborto”, la palabra más ninguneada por el feminismo institucionalizado y académico hegemónico. 

Dora retornó del exilio tornada feminista, como tantas y tantas otras que atravesaron una transformación similar al dejar atrás la pasada militancia en las izquierdas y volver con energía y arrojo por batallar por su propia subalternindad y las de sus pares. Así, vino con un compromiso a cumplir: luchar por la despenalización del aborto en su país. A ella le costó un tiempo adaptarse a los vaivenes de la post-dictadura, pero igual golpeó la puerta y entró. A partir de allí, la rueda siguió andando sin parar hasta su muerte, el 17 de agosto de 2009.

A partir de 1989, acostumbraban, en la Plaza Dos Congresos, empuñar la bandera con un rojo vivaz junto a una mesa en las que exhibían revistas propias y producciones ajenas también. De 1990 a 1991, a contra reloj, ofrecía charlas en barrios carenciados; intervenía en jornadas organizadas por la Facultad de Medicina, el Colegio de Abogados, el Teatro IFT, el Foro Gandhi, el Centro de Estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras-UBA, el Hospital Muñiz, el Sindicato del Personal Civil de la Nación, los Comedores Infantiles y los Centros Culturales del Gran Buenos Aires, entre otros tantos espacios que recorrieron con su mochila al hombro. Participaban en los Encuentros Nacionales de Mujeres, debatían en programas de radios comerciales como alternativas, escribían notas para periódicos y revistas de variado tipo y color, vendían sus publicaciones, recolectaban firmas de adhesión a su anteproyecto de ley, redactaban cartas a los políticos, hacían visitas a la hora del té para tomar contacto con las integrantes de las filas partidarias. Hasta ese entonces, se movían en barrios del suburbano, en Córdoba, La Plata y la ciudad de Buenos Aires 8. Y como quien no quiere la cosa intervinieron en el video Calladita la boca, escrito y dirigido por Adriana Yurcovich9 .

Entre tanto, la CDA generó buenas noticias: la Multisectorial de la Mujer después de siete años de existencia tomó como reivindicación propia la despenalización y legalización del aborto en hospitales y obras sociales en el punteo de sus reclamos que año tras año elevaban al parlamento. Al finalizar septiembre de 1991, esta agrupación preparó un simulacro de juicio oral y público al aborto ilegal para conmemorar el 28 de septiembre, en la librería Gandhi, una especie de oráculo del activismo feminista y de la intelligentzia de la calle Corrientes. En este evento, el primero de su tipo, participaron diputadas, médicos, pastores y numerosas mujeres que testimoniaban los riesgos que encierra la práctica ilegal. Dora lo recuerda de la siguiente manera: “En el mismo intervino un fiscal representado por un artista que defendía el Código Penal, se expusieron una acusación también representada contra el aborto y diversos testimonios. El tribunal estaba constituido por algunas personalidades que pudimos contactar, entre ellas el pastor De Luca y Florentina Gómez Miranda, partidaria del derecho al aborto” 10.

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Foto: Constanza Niscovolos

Anticipos de la Campaña Nacional

Con una temperatura polar, un 25 de mayo de 1990, sin ser esa vez un festejo patrio, en el viejo local “El Cántaro”, donde los vecinos del barrio de La Boca supieron de la primeras reuniones anarquistas, 50 mujeres se dieron cita para tratar cuestiones bien distintas de las que desvelaban a sus antecesores: realizar la “I Jornada de la Comisión por el Derecho al Aborto y a la Anticoncepción”.

Cumpliendo con el mandato votado en la “Primera Asamblea Feminista” realizada en Mar del Plata, la actividad se constituyó a partir de dos talleres: "Anticoncepción y aborto"; "Aborto y Anticoncepción". Esta actividad finalizó con un gran plenario. Presentaron trabajos el CEM, “Indeso”, ATEM y “Lugar de Mujer” con el aporte médico de Susana Mayol, Zulema Palma y Alicia Cacopardo. Para las activistas los temas más inquietantes estaban focalizados en las políticas poblacionales, en los laboratorios multinacionales como en la corporación médica. A ello se sumaba un pedido expreso de incorporar a los varones a la sensibilización de la temática11. De esta jornada se invitó a participar a otras agrupaciones con el fin de organizar “la Campaña Nacional por la Legalización del Aborto” 12.

Dos años más tarde, la CDA volvió a lanzar con audacia el proyecto de constituir una Coordinadora Nacional de Lucha por una Ley de Anticoncepción y Aborto Legal, invitando a organizaciones de mujeres, feministas, sindicales y políticas a formar parte de este proyecto amplio y mixto 13. Para ello, se convocó a una reunión preparatoria en la Facultad de Filosofía y Letras - UBA. Posiblemente, en esta idea, como tantas otras que se fueron dando a lo largo de la década, generó un germinal de lo que en un futuro próximo sería la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito 14

Ahora bien, las apreciaciones de sus integrantes se requerían como pan caliente en el desayuno. Tanto fue así que este grupo desplegó un activismo de talante en diversos y simultáneos frentes: hospitales, instituciones educativas secundarias y universitarias, parlamento, mesas redondas, seminarios, partidos políticos y sindicatos, entre otros tantos espacios. Evidentemente, sus componentes no paraban su ajetreo en un sinnúmero de intervenciones públicas para promover y generar discusión y debate político en cuanto a su propuesta aglutinadora tanto hacia fuera como dentro del movimiento feminista.

Para esa época, habían ingresado a su soporte mediático casero, una radio abierta. A veces funcionaba en la puerta de la librería Liberarte y otras a la salida del Teatro General San Martín. Con un gran esfuerzo editaron, en 1989, Nuevos aportes sobre el aborto. Los primeros cuatro números fueron fotocopiados, y los cuatro restantes se hicieron en una hoja impresa. Todas sus integrantes colaboraban codo a codo para su producción y a veces funcionaba una colectiva editorial. A partir del número 9, en 1994, salió en formato de revista de manera irregular hasta marzo de 1997: fue el 16 su último número.

Mientras tanto, entre 1990 a 1997, se sumó Prensarios, una recopilación de artículos periodísticos específicos para venderlos especialmente en los Encuentros de Mujeres y en la esquina de Callao y Rivadavia donde tenían su parada. En esta ardua tarea de cortar y pegar notas de diferentes medios gráficos, Alicia Cacopardo cumplió el cometido cual maestra de primaria. Ella cuenta sus andanzas: “Yo compraba nada más que el diario Página/12 y el resto me lo facilitaba el vecindario, las amigas o quien estuviese con ganas. Era un trabajo de gleba. Hacerles acordar, ir a buscarlos y luego armar con cola de pegar y hojas blancas las secciones. Me llevaba todo el tiempo del mundo” 15.

Pese a la amplia difusión que gozó este grupo de activistas, en los grandes medios de comunicación hasta ese momento, el tema se abordaba de manera lateral. Sus acompañantes más fieles fueron los diarios Sur, Página/12 y Crónica, los periodistas radiales Eduardo Aliverti y Lía Salgado. No había duda, en esos años, la presencia de la CDA estaba asegurada en casi todas las jornadas tanto públicas como privadas referidas al aborto y los medios se cercioraban de que la palabra quedase avalada por la acción.

Regreso al sufragismo

De las agrupaciones feministas abocadas a la lucha por el aborto legal, ésta fue la de mayor permanencia en la vida pública, y con un alto reconocimiento por parte de una infinidad de grupos sociales y políticos. En efecto, a lo largo de casi dos décadas, acompañó el surgimiento de nuevas colectivas de jóvenes que asomaban a la causa y también contribuyó con propuestas argumentativas que provocaron las condiciones fácticas para el contexto futuro. Era una organización, que por momentos, recurría a la acción directa. Algunas de sus prácticas rememoraban aquellas pintorescas modalidades de las sufragistas estadounidenses e inglesas, de principios del siglo XX. A la vez, no desconocían la labor de las investigadoras especializadas en el tema. Por ejemplo Silvina Ramos recuerda “que apenas publicados sus textos, en 1987, quienes se acercaron al CEDES para discutir y abrir diálogo fueron Zulema Palma y Dora Coledesky por separado” 16

Con un megáfono en mano y una tarima repleta de publicaciones, se presentaban regularmente con pancartas en la esquina porteña de Callao y Rivadavia, haciendo codo en la confitería El Molino. Esa era su parada cada dos lunes del mes de 18 a 19:30 horas. Con ese altavoz que tenía un alcance de cincuenta metros hacían que la gente de paso se acercase para curiosear. Unas veces dialogaban y otras tantas discutían. Sus integrantes usaban unos chalecos con las consignas propias de la campaña. La permanencia continua les otorgaba el derecho de evaluar el grado de recepción de todas las personas que se acercaban a preguntar. También eran filmadas por canales de televisión o bien entrevistadas por emisoras radiales como si fuesen damiselas en apuros. Entre tanto, la figura de Coledesky adquirió un protagonismo cada vez más intenso por sus numerosas intervenciones públicas y por su creciente inserción en el movimiento de mujeres.

Una muestra de lo expresado fue el homenaje que se le hizo a la Comisión por el Derecho al Aborto por sus diez años de existencia. Para esa ocasión la escritora feminista Tununa Mercado leyó un texto especialmente preparado. Se llamaba Hablarle a la sordera: “La Comisión es un ejemplo de esa persistencia alerta, que no tiene miedo de incomodar, que no espera dar el salto para argumentar en las situaciones límites, aunque lo dé con decisión. La insistencia es alentadora y la decisión de llegar hasta la conciencia política de este país tan poco feminista, tan sordo a las reivindicaciones que las mujeres han logrado ampliamente en otros países, desde luego, nunca sin lucha” 17.

Mientras, Magui Bellotti con su texto A diez años puso las cosas blanco sobre negro: “Aunque con antecedentes a partir de los años 70, la lucha por el derecho al aborto comienza en el país en 1988 con la formación de la Comisión por el Derecho al Aborto. Esta puesta en el mundo público de un discurso sobre el aborto desde una perspectiva que tiene raíces en las prácticas y las ideas feministas, es uno de los hitos más importantes del movimiento de los años 80 y 90” 18.

Por último, habló la referente histórica de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, Nora Cortiñas: “El trabajo de estas luchadoras fue importante como esclarecimiento a la sociedad de un tema que siempre estuvo tapado y que es muy difícil de hacer entrar en las cabezas porque la propaganda de la iglesia por una parte y de los intereses médicos por el otro confunden. Esta misma iglesia que condena el aborto es la misma que contempló y apoyó los tormentos y las torturas de mujeres embarazadas durante la dictadura militar e inclusive miró para otro lado cuando los mismos torturadores les robaban los niños/as y se apropiaban de ellos/as, entregándolos a quienes ellos les pereciera, asesinando a sus madres” 19.

En verdad, la Comisión expresó desde su nombre una voluntad de instalarse en el mismo registro imaginario de un feminismo que en Latinoamérica, como en Estados Unidos y en Europa, reivindicó sin eufemismos el aborto como un derecho soberano sobre el propio cuerpo. Este camino abierto por esta colectiva solo por momentos recibió el apoyo del movimiento feminista, aunque, en un proceso lento y permanente se fue extendiendo por el país para luego recibir la creciente adhesión de miles de mujeres en los Encuentros Nacionales de Mujeres desde 1988 hasta 2003. Una parte del feminismo o del movimiento de mujeres, definió una estrategia que secundarizó y silenció la lucha por el derecho al aborto, planteando una primera etapa a obtener una legislación sobre anticonceptivos. Supuso un momento de retroceso que, de todas maneras, activó los mecanismos de la reacción política y eclesiástica. Pese a todo lo dicho, el nombre de Dora Coledesky y sus compañeras de ruta y de lucha, organizadas alrededor dela Comisión por el Derecho al Aborto, quedaron asociados al fragor de tal contienda tanto en ese pasado reciente como en el presente actual.

*Activista feminista queer.  Integrante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Instituto de Investigación Gino Germani-UBA y del consejo editor de Herramienta. Autora de Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo, Editorial Capital Intelectual.

Notas

  • 1. Entrevista realizada por la autora en 2006.
  • 2. Bellotti, Magui 1999 “Reflexiones sobre la lucha por el derecho al aborto en Argentina” en Brujas (Buenos Aires) N° 26, Año 18.
  • 3. Entrevista realizada por la autora en 2008.
  • 4. Soto, Moira 2008“La Vida en Verde” en Página/12, Suplemento Las 12 (Argentina) .
  • 5. Ibídem. http://www.eurosur.org/FLACSO/mujeres/argentina/orga-1.htm http://abortolegalseguroygratuito.blogspot.com.ar/
  • 6. Rouco Pérez, María José 1989 “El derecho al aborto: iniciando la lucha” en Brujas (Buenos Aires) Nº 15.
  • 7. Entrevista realizada por la autora en 2012.
  • 8. La Comisión por el Derecho al Aborto 1990 “Reuniones” enNuevos Aportes sobre Aborto (Buenos Aires). N°1
  • 9. “Calladita la boca” fue premiado con una mención honorífica por su coraje, valor testimonial e intención ética en el Concurso Nacional de Cortometrajes y Videos, abril de 1990.
  • 10. Coledesky Dora, Mabel Darnet y Mabel Bellucci 2007 “La Historia de la Comisión por el Derecho al Aborto”( Buenos Aires) en Web Site Campaña Nacional Por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.http://abortolegalseguroygratuito.blogspot.com.ar/
  • 11. Ibidem.
  • 12. S/R Dato extraído de un borrador “Actividades de la Comisión de 1991” (Buenos Aires)
  • 13. S/R 1993 “Report de las actividades de la Comisión” en Mimeo (Buenos Aires)
  • 13. Comisión por el Derecho al Aborto 1995 en Documento “Un nuevo 8 de Marzo”( Buenos Aires)
  • 15. Entrevista realizada por la autora en 2012.
  • 16. Entrevista realizada por la autora en 2012.
  • 17. Comisión por el Derecho al Aborto 1998 “A diez años” en Nuevos Aportes sobre aborto (Buenos Aires). Nª 12.
  • 18. Ibídem, p.7.
  • 19. Ibídem, p.8.

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