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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

02/04/2024

Las ocasiones #21

Daniel Terzano

En un nuevo aniversario de la Gerra de Malvinas, los poemas aun inéditos de un ex combatiente recrean la experiencia indeleble de pasar por las islas.

En el 42 aniversario del comienzo de la guerra de Malvinas, presentamos Esquirlas, una serie de poemas inédita (como lo es toda su poesía) del escritor, psicoanalista y ex-combatiente Daniel Terzano. En este caso, la isla se puebla de fantasmas –acaso los nuestros, que vuelven al pasado para chocarse con sus bordes y sus ficciones en permanente multiplicación-. Fantasmas que una y otra vez atraviesan un simulacro donde nadie muere y la niebla se repite a sí misma, un campo de batalla donde el horror cede frente al corte y la duración. En la imposibilidad de ver y de escuchar -de vivir- los poemas de Terzano cintilan como breves interrupciones: se trata de flashes en el medio de la noche, semejante a mirar el cielo para encontrar la guerra que aún hoy necesitamos significar.   

Daniel Terzano

Entendiendo apenas

Aquí estamos, miles de dueños silenciosos
de este pedregal tan lejano.

Nos separa del mundo conocido
un reino de algas invisibles.

Esas cintas babosas que cimbran en la profundidad
como si nos saludaran sin descanso

a nosotros
visitantes extraños que venimos por unos días

algunos a vivir otros a morir
entendiendo apenas.

*

Invisibles

Marchamos, invisibles,
apenas unidos por murmullos, 
por la débil resonancia de cada uno.

El futuro tiene la nitidez de la niebla,
la solidez de la lluvia.

La voz del viento nos aturde.
Pronuncia mil frases
pero solo dice no.

*

Interminable

Detrás de la niebla 
sigue la niebla,
su volumen,
su tiempo interminable.

Abrir los ojos es inútil,
cerrarlos también.

*

Parece que nadie muere

Miramos lo que no podemos ver.
Apuntamos a ese hueco lejano
donde suponemos que alguien
también respira y observa.
Intercambios de oscuridad
en la oscuridad,
de pronto las balas raspan el aire
y se encienden
y se apagan en la tierra,
en la piedra, en nosotros,
en ellos.
Pero la interminable noche nos protege.
Nadie es visto y nadie ve.
Parece que nadie muere.


*

Pese a todo

Cuando tirábamos de noche
y las balas se alejaban como estrellas fugaces
que se apagaban en los cerros,
¿había alguna belleza?.
Cuando las bengalas flotaban
como farolitos pálidos sobre el valle,
¿había alguna belleza?.
Cuando los estallidos parecían
fuentes de aguas encendidas,
¿había alguna belleza?.
¿Había alguna belleza en el viento sin piedad,
en la lluvia helada?
¿Había alguna belleza escondida en la niebla,
algo hermoso cantando en el ruido?


*

Cámara lenta

El tiempo de las palabras
es demasiado largo y sin embargo
pienso con ellas veo con ellas
el arco que el fusil –que cae
y se aleja y deja de ser mío--
describe en el aire polvoriento.
Y con ellas pienso que estoy muerto
cuando confundo con esquirlas de hierro
las esquirlas de piedra que me golpean.

Las bombas estallan pero no las escucho.
El edificio se rompe y vuela
y el tiempo empieza a girar
como un remolino lento y desconocido
sobre el mundo.
Y las piedras sueltas y las astillas de vidrio
y la madera calcinada
no terminan nunca de caer sobre nosotros.
Caen para siempre sobre nosotros. 


*

Transfiguración

Era esa guerra
aturdiendo la noche,
revolviendo la niebla
y frenando el viento.
Era esa guerra 
que evaporaba la lluvia
y manchaba la nieve.
Y después esa guerra
que se fue agotando
y se calló de pronto
y desapareció en silencio,
como si no fuera ella.

*

Final

Insistente y ligera
la nieve va cubriendo a los muertos.

Un rastro de armas abandonadas
se pierde en el mar.

*

Después

Yo seguí. Había tumbas con mi nombre y las burlé.
¿Otros vieron, un segundo antes de la muerte,
mi forma desaparecer?

Péndulos de inocencia y destrucción respiran conmigo.
Movimiento perpetuo, inexpresable, donde mueren los otros.

*

En el mejor de los días


En el mejor de los días –azul, ligero, somnoliento--
con sus dedos secos sobre la arena
los muertos escriben sus nombres.

Dictan contra el viento, sobre el arrasado mar,
una palabra rústica, sin causa, rota por dentro.

*

En este día helado

Perdón aquí, 
donde los barcos
ya no están,
donde el viento
se lleva
a los pájaros.

Un confuso mar
en este día helado.

Daniel Terzano

Nací el 13 de mayo de 1955. Treinta y tres días después estaba escondido en un placard con mi madre, aterrorizada por la posibilidad de que el bombardeo a Plaza de Mayo se extendiera a toda Buenos Aires. Siempre pensé que el terminar siendo hijo único se decidió allí, bajo el poder esterilizante del terror. También pensé siempre que en esa escena se había fundado una idea que me acompañó obsesivamente: la certeza de que alguna vez estaría en una guerra. En 1982 esa idea dejó de ser fantástica. Yo había pedido la prorroga universitaria para hacer la colimba, y así llegué puntual a mi supuesto destino. Obviamente, sobreviví. Ya era psicólogo, y en cuanto volví de Malvinas empecé a trabajar en el Hospital de Emergencias Psiquiátricas Alvear. Pasé con fluidez de una locura a la otra, y con la segunda me quedé trabajando casi cuarenta años. Al mismo tiempo, escribí: un libro sobre los últimos días de la guerra (5000 Adioses), un libro sobre Psicodrama (Sobre el Cuerpo Grupal) y relatos y poemas rigurosamente inéditos. Al mismo tiempo me casé, y también tuve una hija única.

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