25/01/2024
A 27 años del asesinato de José Luis Cabezas
No nos olvidamos
Por Cora Gamarnik
El asesinato de José Luis Cabezas fue un punto de quiebre para la consideración ciudadana del gobierno de Carlos Menem, ya que echó luz sobre una trama oscura de complicidades entre funcionarios, empresarios corruptos y un submundo de violencia paraestatal al servicios de esas alianzas construidas en los sótanos de la política. En su memoria, el 25 de enero se celebra en Argentina el Día del Reportero Gráfico.
En julio de 1989, Carlos Menem asumió la presidencia de la Nación luego del retiro anticipado de Raúl Alfonsín. Bajo su gobierno se llevaron a cabo transformaciones neoliberales que afectaron profundamente la estructura económica y social en la Argentina. La implementación de un modelo económico de exclusión, que actuó sobre la base de lazos sociales ya diezmados previamente, profundizó la desestructuración del tejido social. El achicamiento del Estado vía las privatizaciones a gran escala de las empresas públicas, el aumento de la pobreza extrema, la derivación hacia el espacio privado de las obligaciones estatales en ámbitos como la educación y la salud, la concentración de grupos económicos de capitales nacionales y extranjeros fueron algunas de las características centrales del “modelo”. La década del 90’ se distinguió por los generalizados hechos de corrupción vinculados al gobierno, la ilusión de la convertibilidad, un gran crecimiento de la deuda externa, un vacío cultural promovido desde el gobierno y la impunidad mantenida desde los estamentos más altos del poder político y del ámbito judicial.
En ese contexto, diversos sectores sociales, entre ellos una parte del periodismo crítico, rechazaron la política menemista, investigaron casos de corrupción y realizaron múltiples denuncias. Durante esos años, muchxs reporterxs gráficxs usaron la fotografía para denunciar lo que sucedía y el poder de la ironía para mostrar la imagen del poder menemista.
Bajo ese gobierno se produjeron numerosos asesinatos y atentados, algunos aún no resueltos. La violación y el asesinato de María Soledad Morales (1990), los atentados contra la embajada de Israel (1992) y contra la sede de la AMIA, Asociación Mutual Israelita Argentina, (1994), la desaparición del estudiante Miguel Bru (1993) y el asesinato del soldado Omar Carrasco (1994), la voladura de la ciudad de Río Tercero (1995), la muerte del hijo de Menem en un misterioso accidente en helicóptero (1995) fueron sólo algunos de los más resonantes. En 1997 un hecho iba a rebalsar el vaso. Una banda de delincuentes y policías emboscó a José Luis Cabezas, fotógrafo de la revista Noticias, lo subieron al asiento trasero de un auto y a punta de un revólver calibre 32 lo condujeron algunos kilómetros por un camino rural, lo hicieron arrodillarse en el piso con las manos esposadas en la espalda y le pegaron dos tiros en la cabeza. El 25 de enero apareció su cadáver calcinado dentro del auto.
Norma Rosa Marotti de Cabezas, madre de José Luis y Gladys, su hermana, junto a la cruz que lo recuerda en Madariaga. Foto: Gentileza ANM/ Archivo Gladys Cabezas
¿Por qué y quién había decidido matar a un reportero gráfico?
El brutal crimen de Cabezas movilizó a numerosos actores sociales que venían de realizar diversos reclamos sectoriales. La Asociación de Reporteros Gráficos de la Argentina (ARGRA) y los medios de comunicación -aún los que defendían al gobierno de Menem- comenzaron a reclamar el esclarecimiento del hecho. El poder de los medios masivos que se sintieron directamente afectados por este asesinato permitió en este caso amplificar el reclamo. Habían matado a uno de los suyos.
A un mes del crimen, la revista Noticias realizó una producción especial para reclamar justicia y el esclarecimiento del crimen. Publicaron un libro que contenía mensajes y artículos de Cartier Bresson, Sebastião Salgado, Robert Cox, Jacobo Timerman, Jorge Castañeda, entre otros. Henri Cartier Bresson señalaba entonces: “Es monstruoso que el dedo sobre el gatillo sea la respuesta al dedo sobre el obturador” (AA.VV., 7). Sebastião Salgado, uno de los fotógrafos contemporáneos más reconocidos internacionalmente, escribió:
“Bajo la dictadura militar, en Argentina fueron asesinados un centenar de periodistas. Desde 1989, otros setecientos —por lo menos— fueron agredidos o amenazados. Esa situación aterradora crea estupor en el país e incluso en el exterior, donde crece la inquietud por la salud de la libertad de prensa” (Salgado, 9).
El asesinato se erigía en múltiples aspectos como un caso aleccionador. Todos los fotógrafos, o más bien cualquiera, podían ser Cabezas. Los reporteros gráficos así lo entendieron y se pusieron al frente de la lucha por el esclarecimiento del caso. Esta vez, gracias a la inmensa movilización social, se hizo posible desenredar en parte la trama del encubrimiento y la impunidad que envolvía el caso. Sus familiares, ARGRA, la movilización de sus propios compañeros de la editorial Perfil y del resto del periodismo, organizaciones políticas y sociales, organismos de derechos humanos, gremios docentes, clubes de fútbol y otro sinfín de actores sociales ayudaron a sostener el reclamo de justicia en el tiempo.
El asesinato de José Luis Cabezas fue sin duda un punto de inflexión en la historia de los reporteros gráficos en Argentina. La presidencia ARGRA estaba a cargo de Osvaldo Baratucci y el abogado de la asociación era y sigue siendo en la actualidad Miguel Gaya. En un contexto adverso fueron un factor central para desmantelar la impunidad de este asesinato. Como consecuencia inmediata, ARGRA lanzó la consigna “No se olviden de Cabezas”. Enunciada en el momento mismo de los acontecimientos, cuando era imposible olvidarse del tema, mostró toda su eficacia y fue adquiriendo con los años cada vez más significado y relevancia. En la asociación se crearon también folletos con una foto del carnet de José Luis que detrás decía “La impunidad de su crimen será la condena de la Argentina”. La foto incluida en el volante era un acierto político y estético. En ella puede verse el rostro del fotógrafo cuyos ojos interpelan directamente al observador. Como si José Luis Cabezas pudiese sostener su mirada a quien lo observa.
Volante difundido por la ARGRA (Asociación de Reporteros Gráficos de la República Argentina). Año 1997.
¿Por qué mataron a José Luis Cabezas?
A Cabezas lo mataron por cumplir con su rol profesional. Su trabajo -cubrir para la revista Noticias la temporada en Pinamar- implicaba buscar fotografías de personajes ricos y famosos en esa playa de la costa de Buenos Aires a la que suelen concurrir figuras del jet set local. No era más que lo que hacían decenas de fotógrafos de las revistas comerciales y del espectáculo. Incluso Cabezas no se había caracterizado por tener una participación o compromiso político y gremial específico. Como fotógrafo, siguiendo una fuerte tradición del fotoperiodismo argentino y en la fotografía documental en general, jugaba en algunas ocasiones con la ironía, con las luces, las sombras y los ángulos para ridiculizar a algún personaje que le tocaba fotografiar. Su trabajo era más que nada tomar fotos en estudio, posadas, para las distintas producciones de la revista.
Un año antes del asesinato, en febrero de 1996, el fotógrafo había logrado sacarle una foto a Alfredo Yabrán, un empresario vinculado a negocios turbios del menemismo, mientras caminaba con su esposa por la playa de Pinamar. Yabrán estaba en un lugar público y rodeado de gente. Cabezas no tuvo que atravesar ningún peligro para tomar esta imagen pero si fue un logro periodístico porque el empresario no era proclive a la imagen pública. José Luis estaba con Cristina Robledo, su esposa, que lo acompañaba en la temporada. Para tomarle la foto a Yabrán, le pidió a ella que posara delante de él y disimuló mientras lo enfocaba con su lente. Cabezas enfocó y disparó contra Yabrán. Después giró un poquito y le sacó una foto hermosa a ella que lo miraba divertida y sonriendo.
15 y 16 de la tira de contactos de José Luis Cabezas. A la izquierda Alfredo Yabrán con su mujer. A la derecha la esposa de José Luis, Cristina Robledo. Pinamar, febrero 1996. Foto: Gentileza archivo de la autora
En el año 2020, la revista Cítrica publicó la nota: “¿Cómo se hizo la foto que le costó la vida a Cabezas?”1 en la que se pueden ver ambos fotogramas y donde se cuenta en detalle cómo fueron realizadas las tomas.
La foto de Yabrán en la tapa de la revista Noticias permitió hacer visible a un personaje acostumbrado a moverse a la sombra del poder. A partir de la publicación de esta imagen Cabezas pasó a ser un personaje molesto para el empresario (Argra, Cels, 1999). De todas maneras, el recorrido transitado para que se llegue de esta foto a su asesinato es un tema del cual aún hoy queda mucho por dilucidar2.
El de Cabezas fue un crimen paradigmático. Dejaba al descubierto un esquema mafioso de acumulación de poder, con el apoyo de la corrupción policial estructural. El caso en sí y su investigación posterior quedaron en medio de una lucha de facciones políticas enfrentadas por dos hombres fuertes de la política argentina de entonces, Carlos Menem y Eduardo Duhalde, quienes se desempeñaban como presidente de la Nación y gobernador de la provincia de Buenos Aires respectivamente. El asesinato provocó un cimbronazo político. “Me tiraron un muerto”, dijo Duhalde al enterarse de la noticia. El poder político nacional y provincial por un lado y la policía por otro trataron de embarrar la cancha. Usaron a Margarita Di Tullio -cuyo apodo era ‘Pepita la pistolera’- y a una banda de delincuentes que operaba en Mar del Plata para distraer a la opinión pública e intentar confundir la investigación. Hubo testigos falsos y pruebas destruidas. Pero la movilización social sostenida impidió que se concretase la impunidad. Un testigo involucró al policía de Pinamar Gustavo Prellezo y a la banda “Los horneros”. La utilización del sistema Excalibur, un sistema informático que permitía cruzar llamadas telefónicas y que por primera vez se usaba para develar un asesinato, permitió relevar más de 50 llamados entre el policía bonaerense Gustavo Prellezo, autor material del crimen, y Gregorio Ríos, jefe de la custodia Yabrán. La trama comenzó a desenredarse.
A la estrategia de la movilización social como medio de presión se le sumó la estrategia judicial. Al cabo de un año, y luego de un acto que reunió a más de 15.000 personas en Pinamar, ARGRA pidió su ingreso en la causa y solicitó al Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) apoyo para coordinar la estrategia judicial del caso. El abogado de ARGRA, Miguel Gaya, solicitó que la asociación se constituya como parte querellante basándose en el Pacto de San José de Costa Rica que señala que una organización social puede participar en defensa de derechos colectivos. El 18 de septiembre de 1998 la Cámara de Apelación en lo Criminal y Correccional de Dolores dictó un fallo histórico aceptando expresamente que ARGRA interviniera como particular damnificado en el proceso, debido a que fue la actividad profesional de José Luis Cabezas la que motivó la conspiración que lo llevó a la muerte (ver ARGRA, CELS, 6). Fue la primera vez en el país que una asociación profesional era aceptada como querellante en una causa penal. El CELS brindó asistencia técnica, ayudó a revisar la investigación y a asegurar que las pruebas presentadas sean firmes para que no se caiga en el juicio.
El retrato de José Luis Cabezas se eleva, transformado en un símbolo contra la impunidad, sobre las tribunas del estadio Monumental, poco antes de un partido entre River y Boca. Se cumplía el primer aniversario del crimen. Foto: Eduardo Longoni
Paralelamente el impacto de las movilizaciones no se redujo. La constancia en el tiempo, el amplio arco social que les brindó su apoyo y la inserción de esta lucha en los diversos reclamos populares que se sucedían a fines de la década de los 90 obligaron a un aparato estatal corrompido a realizar avances concretos en la investigación. Se halló a los responsables directos del crimen y se hicieron importantes avances respecto de los autores intelectuales. Lxs fotógrafxs no solo se implicaron en la movilización y en el reclamo judicial, también usaron sus cámaras y su especificidad laboral como forma de difundir, ampliar y expandir el reclamo de justicia. Una de las estrategias fue incluir el volante con la foto de Cabezas y la consigna elegida en todos los lugares e instancias posibles en los que cumplían su actividad laboral. Los reporteros se dedicaron con insistencia a colocar esa imagen en circulación en infinidad de lugares y situaciones. El volante con el retrato de Cabezas se tornó omnipresente. Los fotógrafos lo “colaban” en todos los lugares donde debían sacar fotos. Menem y el propio Yabrán fueron fotografiados sosteniéndolo.
El fotógrafo Res comenta al respecto:
“Un día aparecía junto al presidente, otro con el ministro, el DT de la selección nacional o una vedette famosa. De contrabando estaba en las fotos de diarios y revistas y en televisión, estratégicamente ubicado sobre escritorios, colgado de bibliotecas o apoyado en la jarra de agua en una concurrida conferencia de prensa. También se lo vio en sesiones de la Honorable Cámara de Diputados, flotando frente a congestionamientos de tránsito, encabezando movilizaciones populares o asistiendo a inauguraciones en el Museo Nacional de Bellas Artes” (Res, 2005).
Los fotógrafos se encargaban de dejar el volante sobre los escritorios de los funcionarios, lo esparcían por el piso, lo entregaban en mano. Lo colgaban con un clip de metal, lo plastificaban o lo pegaban en un cartón para poder apoyarlo en distintas superficies. Al igual que las Madres de Plaza de Mayo habían hecho con las fotos de sus hijos e hijas, los fotógrafos se enganchaban la foto de Cabezas con alfileres, se la colgaban con una cinta del cuello, la llevaban como pancarta. La colocaban en lugares estratégicos para que las cámaras de televisión la incluyeran en sus tomas. En cualquier lugar donde un fotógrafo cubría una noticia, aparecía el retrato de Cabezas. Las canchas de fútbol –como lo habían sido a finales de la dictadura- volvieron a ser espacios que mostraron la solidaridad hacia los reporteros. En un partido de Boca-River que se disputaba en el estadio Monumental liberaron globos de gas negros de los que colgaba un primerísimo primer plano gigante de los ojos del fotógrafo asesinado mientras el público hacía un minuto de silencio. Músicxs, artistas, políticxs, deportistas… se sacaban una foto con la imagen de Cabezas. Se realizaron centenares de acciones que involucraron la participación colectiva. Sonaban las sirenas de bomberos, se hacían minutos de silencio en múltiples espacios, se realizó incluso una marcha en el interior de la Feria de Libro de Buenos Aires con carteles que mostraban los ojos de José Luis y la frase “No se olviden de Cabezas”.
Camarzo de reporteros gráficos pidiendo justicia por José Luis cabezas. 25/01/2019. Fuente: https://www.unter.org.ar/seccion/historia-nuestra/jose-luis-cabezas/
ARGRA editó también un catálogo en homenaje con una selección de fotos que se sacaron en su memoria. Muestras, libros, marchas, convocatorias, monumentos, premios, concursos, homenajes, inauguración de plazas. Fueron innumerables las formas a través de las cuales los reporteros gráficos instalaron socialmente el reclamo de justicia.
El informe conjunto firmado por ARGRA y el CELS con motivo del juicio oral a los acusados del crimen señala:
“Los elementos y el camino a los que se apeló para remover las condiciones que hicieron posible este crimen no son un detalle. La movilización ciudadana, la solidaridad entre las organizaciones de la sociedad y un juicio donde se respeten las reglas del Estado de derecho, son tan necesarios para desarmar al autoritarismo, la impunidad y la desigualdad ante la ley, como para construir una convivencia democrática y un sistema libre y justo […]. La elección de la víctima fue un trabajador de un medio de prensa que les resultaba hostil a los instigadores. Más allá de la anécdota de la foto, que precipitó su elección como víctima, desnuda un costado más de la impunidad de los poderosos: la vida de los ciudadanos como herramientas. En este caso para un mensaje de desafío y ostentación de poder. Esta es la última impunidad que denunciamos. La impunidad de tomar a las personas como cosas, sin reconocerles más dignidad que ser armas arrojadizas en las contiendas por el poder”. (CELS, ARGRA, 38).
Yabrán, el instigador del crimen, se suicidó en Entre Ríos en mayo de 1998. Un año más tarde el menemismo perdió las elecciones en diciembre de 1999 con Eduardo Duhalde como candidato y dio paso al gobierno de la Alianza. Fernando de la Rúa asumió como nuevo presidente de la Nación. El 2 de febrero del año 2000, tres años después del asesinato, el tribunal de Dolores condenó a la pena de reclusión perpetua a los expolicías Gustavo Prellezo como autor material, Sergio Camaratta y Aníbal Luna; a los “horneros” Horacio Braga, José Auge, Sergio González y Héctor Retana; y al jefe de Seguridad del empresario Alfredo Yabrán, Gregorio Ríos. En un segundo juicio, realizado en 2002, también fue sentenciado por liberar la zona el comisario de Pinamar, Alberto “La Liebre” Gómez. Los integrantes de la banda de Los Horneros tuvieron reducciones de penas por la aplicación del “2×1”, salvo Retana, que murió en prisión. Prellezo fue liberado en 2017 aunque ya gozaba de prisión domiciliaria desde 2010. El ex oficial estudió en la cárcel y se recibió primero de abogado y luego de escribano en la Universidad Nacional de la Plata (UNLP). Una denuncia presentada por la familia de Cabezas le impidió ejercer como abogado.
El asesinato tuvo como efecto secundario reanimar la organización de los reporteros gráficos. ARGRA, al ponerse al frente de la movilización, obtuvo un espacio de reconocimiento no solo entre sus propios asociadxs, sino también en el ámbito nacional. Se triplicó la cantidad de socixs que tenía por aquel entonces y un tiempo después a través de un crédito pudieron comprar la casa donde funciona actualmente, antes no contaba con sede propia. El atentado a la libertad de expresión que significó el asesinato derivó en el decreto ley 24.876, promulgado el 13 de octubre de ese mismo año, que estableció el 25 de enero como Día Nacional del Reportero Gráfico. En la actualidad, más de 70 lugares públicos, entre plazas, calles y barrios, llevan el nombre de José Luis Cabezas. La reacción social mostró los anticuerpos de la sociedad contra la violencia. La movilización mostró que asesinar a un fotoperiodista era un límite que no iba a tolerar. Desde entonces no hubo otrxs trabajadores de prensa asesinadxs en nuestro país. Una parte de la sociedad argentina de entonces logró poner límites a la violencia y a la impunidad ejercidas desde el poder. Una experiencia histórica que sin dudas nos deja un legado para atravesar el presente.
Bibliografía
AA.VV. José Luis Cabezas. Fotografías, Buenos Aires: Libros Perfil, Noticias, 1998.
ARGRA, CELS. Informe sobre el juicio oral y público por el homicidio del reportero gráfico José Luis Cabezas. Disponible en www.cels.org.ar/common/documentos/cabezas.pdf, Edición CELS, 30-11-1999.
FERNÁNDEZ LLORENTE, Antonio; BALMACEDA, Oscar. El caso Cabezas. El crimen del reportero gráfico y la investigación del asesinato que conmovió al país. Buenos Aires: Planeta. Espejo de la Argentina, 1997.
https://revistacitrica.com/como-se-hizo-la-foto-que-le-costo-la-vida-a-cabezas.html
GAMARNIK, Cora. El rol del fotoperiodismo en la larga postdictadura en Argentina (1983-2002) en Historias Latentes: perspectivas de la fotografía en América Latina, coord. Inés Yujnovsky, 1era ed, Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Ampersand, 2022.
RES, “La mirada del fotógrafo”, en Página 12, 22 de mayo de 2005. Disponible: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-2265-2005-05-22.html
GRUPO EDITOR de la Revista Cítrica, ¿Cómo se hizo la foto que le costó la vida a Cabezas?, Revista Cítrica, 24 de enero de 2020. Disponible en: https://revistacitrica.com/como-se-hizo-la-foto-que-le-costo-la-vida-a-cabezas.html
Cora Gamarnik
Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación, egresada de la Universidad de Buenos Aires y Doctora en Ciencias Sociales. Coordina el Área de Estudios sobre Fotografía de la Facultad de Ciencias Sociales de la misma universidad que a través de diversos seminarios realiza abordajes para rescatar el valor de la fotografía. También es docente de la maestría en Historia Contemporánea de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
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Notas
1: https://revistacitrica.com/como-se-hizo-la-foto-que-le-costo-la-vida-a-cabezas.html
2:
Una de las versiones al respecto es que J. L. Cabezas y el periodista Gabriel Michi estaban en Pinamar investigando, a pedido de la revista Noticias, si Yabrán tenía un amante. Ante esto, el empresario dio la orden de “apretar” al fotógrafo para que deje de investigar para lo cual contactó a un jefe policial de su confianza, quien a su vez contrató a una banda de delincuentes comunes. Cabezas habría reconocido a uno de los policías en el momento en que era amenazado y ese hecho provocó que decidiesen matarlo (ver Fernández Llorente, Balmaceda, 128 y artículos periodísticos varios).