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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

04/12/2023

La convivencia social en juego

Ante el daño


“¿El goce de la crueldad recibida por otrxs, compensa los padecimientos propios?“, se pregunta María Pía López para tratar de entender un clima social enrarecido, sobre todo contra quienes encarnaron en el último tiempo demandas por ampliación de derechos, como las mujeres y la diversidades.

“… pido por esa fuerza / que resiste la catástrofe y rehace lo que fue lastimado todas las veces /que sea necesario.”
Claudia Masin, “La helada” 

 

El 25 de noviembre es el día de la lucha internacional contra la violencia de género. Dos días antes, el Ministerio de Mujeres, género y diversidad  de Argentina recibió dos amenazas de bomba. Tuvieron que desalojar y suspender la atención de la línea 144. Esa línea es uno de los recursos claves para prevenir situaciones de extrema violencia, para acompañar personas amenazadas, para contener. Al mismo tiempo, proliferan actos de agravio y hostigamiento contra personas identificadas como feministas o queer. Actos callejeros, dentro de instituciones, en transporte público. Una miríada de acontecimientos que muestran un trasfondo oscuro en la elección presidencial. 

El voto se compone de muchas razones, algunas decibles, otras opacas, de cálculos, de afectos, y esa heterogeneidad resiste a cualquier unificación interpretativa. En ese territorio enmarañado, algunas personas también se movilizaron con el deseo de una revancha violenta contra quienes dieron mayor visibilidad a la expansión de derechos. Tiempos oscuros, aquellos que hacen pensar a las personas que los derechos ajenos, largamente postergados, son los que causan su desdicha. Tiempos que arrasan lógicas sacrificiales, entonces el padecimiento económico que seguramente se acentuará en los próximos meses, reclama una compensación en el goce de la exposición de otrxs a la crueldad. Microfascismos, deseos de fascismo, ríos profundos de la derecha. No sabemos aún cómo nombrarlos, pero están allí, se presentan como ataques homofóbicos o promesas de violación. La violencia por razones de género revela su condición a veces encubierta como motivación personal: siempre es violencia política, intento de disciplinar y jerarquizar, de condenar desobediencias y de punir desvíos, de evitar autonomías y de mostrar quién manda. 


La crueldad es parte del show mediático cotidiano. Se exhiben, una y otra vez, escenas de violencia social. Se narran, una y otra vez, situaciones de conflictividad callejera pero también se naturaliza la violencia del despojo, hasta convertir las vidas dañadas que habitan el espacio público, que ranchean al aire libre, en parte de un paisaje. La crueldad organiza el tratamiento de las imágenes y los relatos. Causa horror y, en un pliegue, alivio de que lo peor no nos tocó a nosotrxs. Desarmar la violencia como supuesta resolución de los conflictos implica desnaturalizar la crueldad. Debemos situarnos críticamente frente a ella, abrir preguntas. 

Primer Encuentro Internacional Antipunitivista y Abolicionista Penal realizado por el colectivo transfeminista, popular y anticarcelario YoNoFui. Ciudad de Buenos Aires, 24 al 26 de noviembre, 2023.  Foto: Victoria Rowell.

Entre el 24 y el 26 de noviembre, el colectivo Yo no fui llevó adelante jornadas de discusión sobre justicias alternativas y abolicionismo penal. Una discusión necesaria apareció ante la idea de que una condena carcelaria repara a las víctimas. O que tramita algo del orden de la justicia. Porque sabemos que la cárcel viene a reproducir y no a detener la producción del daño, sólo que supuestamente orienta el daño hacia lxs perpetradorxs. Y que la terciarización de ese hacer nos permite mirar para otro lado respecto del funcionamiento efectivo de la máquina carcelaria.
Esta discusión atraviesa los feminismos, porque las ideas sobre cómo reparar el daño producido por la violencia de género no esquivan fácilmente el atajo punitivista, el sueño de una comunidad liberada de sus molestias e incomodidades, el castigo como horizonte.
 
Discutir esa idea de castigo no implica desconocer el carácter estructural de la violencia de género ni la urgencia de prevenir  e intentar erradicar, pero sí supone agregarle un pliegue a la conversación pública: la recuperación de una perspectiva de derechos humanos no sólo para las víctimas sino para quienes dañan. Nos resulta difícil, porque en parte nuestro imaginario político parte de la centralidad de la voz de la víctima pura como lugar de legitimidad y verdad. Pero también, en las últimas décadas se han realizado esfuerzos militantes e institucionales para prevenir, para evitar la escalada de la violencia, para producir modificaciones en las relaciones afectivas y en las representaciones sociales. A todo eso, le solemos llamar prevención. Siempre insuficiente, siempre lacunar, siempre fallida, porque la violencia se reitera.

Primer Encuentro Internacional Antipunitivista y Abolicionista Penal  realizado por  el colectivo transfeminista, popular y anticarcelario YoNoFui. Ciudad de Buenos Aires, 24 al 26 de noviembre, 2023.  Foto: Victoria Rowell

Todas las soluciones fáciles, las que tienden a privatizar el problema -se trata de acciones entre particulares, y no de una condición estructural que se comprende en su repetición y diseminación-; las que piensan sólo en el castigo posterior; las que sostienen que estamos ante meras distracciones simbólicas de los temas importantes; todas esas no hacen más que empeorar el horizonte. El debilitamiento de la acción estatal de prevención -en la que es clave la línea 144- y, a la vez, la habilitación de la hostilidad social contra las personas queer o las que son identificadas como feministas, construyen un escenario de expansión de la crueldad. 

¿Quieren, efectivamente, las personas que habitan esta sociedad una profundización de sus rasgos más cruentos? ¿El goce de la crueldad recibida por otrxs, compensa los padecimientos propios? Cuando el discurso político promete mayor y no menor sufrimiento, sacrificio y no felicidad, nos obliga a preguntarnos qué compensará ese atravesar el desierto. Esperamos que no sea la satisfacción de reconocer que otras personas son aún más dañadas. Con la certeza de que aun en tiempos de oscuridad, no debemos renunciar a imaginar otros modos de vivir juntxs. 

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