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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

27/09/2023

A 50 años del estreno de Operación Masacre

Una película sobre fusilados que viven

La adaptación cinematográfica del libro de Rodolfo Walsh se estrenó el 27 de septiembre de 1973 en salas comerciales, luego de meses de rodaje y proyecciones en la clandestinidad. Lucía Cedrón -hija de Jorge Cedrón, director de la película - y cineastas de la generación 2001 reflexionan sobre esta obra emblemática del cine argentino.

Operación Masacre, la película dirigida por Jorge Cedrón, representa diversos hitos al mismo tiempo: es la transposición cinematográfica de la obra maestra de Rodolfo Walsh; cruza ficción y documental y tiene la presencia protagónica de Julio Troxler -uno de los sobrevivientes de los fusilamientos de José León Suárez de 1956, luego asesinado por la Triple A en 1974- junto a actores de renombre como Carlos Carella, Norma Aleandro, Víctor Laplace, Ana María Picchio o Walter Vidarte; entraña una gesta épica en sus prácticas de escamoteo para el financiamiento y luego para el rodaje en clandestinidad durante la dictadura de Alejandro Agustín Lanusse; es la primera película producida en forma cooperativa; sus proyecciones en villas, barrios, escuelas, iglesias y fábricas fueron un gran aporte a la campaña que llevó a Héctor Cámpora a la presidencia en 1973; y es uno de los intentos más lúcidos de respuesta a la pregunta que recorre las últimas ocho décadas de la historia argentina: ¿Qué es el peronismo?  Operación Masacre es todo eso. Y es también una obra de gran potencia narrativa y de notoria modernidad en la concepción de la puesta en escena. 

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La película Operación Masacre fue filmada y dirigida por Jorge Cedrón en 1972, con guión de Rodolfo Walsh y Jorge Cedrón.

Directora del corto En ausencia con el que ganó el Oso de Plata en el Festival de Berlín en 2002 y del largometraje Cordero de dios (2008), Lucía Cedrón es hija de Jorge “El Tigre” Cedrón. Cuando se le pregunta sobre la obra de su padre, varias proyecciones saltan a su mente. 

Escena uno. A comienzos de los años 2000, se realizó una retrospectiva de la obra de su padre en el Centro Georges Pompidou de París, en el marco del Festival de Cinéma du Réel. Se proyectó una copia de Operación Masacre en un estado lastimoso y luego se hizo un debate entre el público. Un espectador francés levantó la mano, agradeció la función y dijo que la película le había permitido entender por fin qué era el peronismo. Entre risas, Lucía le pidió que, si tenía cinco minutos, le explicara a ella qué era el peronismo. Recuerda el ciclo y esa sensación de que nadie era profeta en su tierra y que, en la Argentina, las películas de su padre estaban perdidas, desperdigadas y que el mito alrededor de las condiciones de producción en que habían sido realizadas en algún punto terminaban opacando la obra. 

Escena dos. Lucía Cedrón regresó a la Argentina en 2001, poco antes de los estallidos de diciembre. Exiliada junto a su familia desde que tenía dos años, el 22 de agosto de 1976, se sentía contrariada: no sabía si volvía a vivir a Buenos Aires, o si se venía a vivir a Buenos Aires. 
El 19 de diciembre fue a Plaza Congreso y quedó muy impactada por las manifestaciones populares; también, al día siguiente, se conmovió con la represión de la policía montada contra las Madres en la Plaza de Mayo. Terminó haciendo un reporte fotográfico de las movilizaciones. 

Poco tiempo más tarde, el investigador y crítico de cine Fernando Martín Peña realizó una proyección de Operación Masacre en el cine Gaumont. Era un día de semana, a las dos de la tarde, y le propuso a Lucía que fuera a la función. Ella pensó: que Peña estaba mamado, que la sala iba a estar vacía, que sólo iban a estar Peña, el proyeccionista y ella. Se dijo: “Bueno, voy y le cebo unos mates”. Cuando estaba llegando a la sala, empezó a ver cuadras de cola: la sala estaba desbordada. Era el fin del menemato, la Argentina volaba en pedazos y nadie sabía cómo se iba a rearmar. Y esa película clandestina, treinta años después, llenaba un cine. 

Lucía le dijo entonces a Peña que estaba decidida a instalarse en la Argentina, que quería volcarse a la militancia, que tenía 28 años, pero no sabía por dónde arrancar. 

Peña le respondió: -¿Sabés qué, Lu? Ocúpate de estas películas, ese tiene que ser tu acto de militancia, porque nadie más que vos lo puede hacer, y hoy están perdidas, desparramadas, faltan rollos. Ocúpate de la obra de tu viejo, eso es lo que le tenés que aportar al pueblo argentino en este momento, porque nadie más que vos lo puede recuperar.

Lucía se lo tomó al pie de la letra. La tarea de restauración le llevó más de una década.

Escena tres. El 7 de septiembre de 2013 se presentó toda la obra recuperada y restaurada de Jorge Cedrón en el cine Gaumont, con la presencia de la directora del INCAA, Liliana Mazure. No era una fecha casual: era el Día del Trabajador Cinematográfico. Y Operación Masacre había sido la primera película realizada en forma cooperativa, con el consenso de todos los técnicos. En el texto firmado ante un escribano, afirmaban que eran conscientes de que trabajaban por fuera del sindicato que los representaba, pero que estaban bajo una dictadura y que -si declaraban que habían formado parte de la producción- corrían el riesgo de ser encarcelados. Habían rodado la obra en la clandestinidad, jugándose el pellejo.Y muchos de los técnicos de la película terminaron siendo luego desaparecidos durante la última dictadura. El propio Tigre Cedrón murió apuñalado el 1° de junio de 1980 en el Cuartel General de la Policía de París, donde había ido a reclamar -junto a su mujer Marta Montero- por el secuestro de su suegro, Saturnino Montero Ruiz, ex intendente de Buenos Aires. El asesinato se intentó hacer pasar por un suicidio, pero todas las miradas apuntaron contra las patotas reclutadas por el almirante Emilio Eduardo Massera en la ESMA.

Volvamos al 7 de diciembre de 2013. En Buenos Aires, diluvió. Lucía pensó que no iba a ir nadie al Gaumont. Otra vez, cuando estaba llegando al cine, levantó su vista y vio que había varias cuadras de cola. Otra vez, la sala estaba desbordada. Y cientos de personas se quedaron esperando poder entrar al cine, bajo una lluvia torrencial.

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Jorge Cedrón

Virna Molina es directora, productora y guionista. Junto a Ernesto Ardito realizó Sinfonía para Ana (2017) y La bruja de Hitler (2022), entre otras películas. Recuerda que vieron por primera vez Operación Masacre a fines de los años 90, cuando hacían la investigación para su ópera prima, Raymundo (2003), la biografía de Raymundo Gleyzer. Alquilaron una copia en VHS en Liberarte, el videoclub de la avenida Corrientes. “Fue un impacto impresionante, por el poder del film, no solo a nivel narrativo y político, sino también por la potencia de las actuaciones. Era una pieza esencial de ese puzzle de la memoria que estábamos reconstruyendo de la historia de los años 70, pero también del cine de ese momento”, señala. 

A nivel cinematográfico, le pareció poderosísimo el cruce entre documental y ficción, cuando Cedrón decide poner al sobreviviente de la masacre, Julio Troxler, a protagonizar la película representándose a sí mismo. Ese tipo de decisiones, dice Virna, la marcó mucho a la hora de pensar la ficción, en especial las que narran un momento clave de nuestra historia silenciado por las dictaduras. “Hay un compromiso en la obra tan grande de todo el equipo técnico y del elenco, que eso se siente en cada escena. Es una película viva, que atraviesa la barrera del tiempo sin perder ese núcleo poderoso que la generó”, explica.

Por eso, Molina sostiene que el film sigue teniendo gran vigencia: “Mucho más ahora, en esta realidad en la que el peronismo vuelve a ser perseguido y castigado por ciertos sectores del poder judicial y del poder económico-político. Me refiero al peronismo popular y a su líder, Cristina. El odio vuelve a nacer de manera brutal en nuestra sociedad contra la organización popular, contra la diversidad de pensamientos y sentires del pueblo”.

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El 9 de junio de 1956 ocurrieron los fusilamientos de José León Suárez en el contexto de un alzamiento cívico-militar que buscó destituir la dictadura que un año antes había derrocado al gobierno constitucional de Juan Domingo Perón.

Andrés Cedrón dirigió los documentales La Caracas (2011) y -junto a David “Coco” Blaustein- Se va a acabar (2021). No recuerda la primera vez que vio Operación Masacre, aunque seguramente fue en su infancia, dada su relación familiar, porque su rama es prima de la de Jorge. Su padre tuvo un exilio interno y en 1974 se fue a Neuquén, donde nació Andrés en 1979. 

El director recuerda especialmente una función de 2003, en el MALBA. Ese mismo año, Andrés había arrancado a estudiar Diseño de Imagen y Sonido en la UBA. Aunque le gustaba el cine, no estaba muy convencido de ser director. Y esa proyección fue muy conmovedora, porque vio la película junto a su prima Lucía, y pudo conocer a Osvaldo, “El Cholo”, el mellizo de Jorge. Luego participó como meritorio en los cortos de Lucía y recuerda que esos años fueron una introducción al cine político y al compromiso con el país. “Aquella función en el MALBA fue fundacional para ir involucrándoe tanto en el cine como en la política, y luego realizar documentales sobre distintos aspectos de nuestro país y América latina”, señala y reconoce a Jorge Cedrón -junto a Raymundo Gleyzer, Pino Solanas y Coco Blaustein- como uno de sus grandes referentes. 

Operación Masacre es una película muy atractiva y logra combinar las motivaciones políticas y sociales y la intención de restaurar cierta justicia sobre hechos de nuestra historia con la decisión de ir al encuentro de aquellos espectadores que no están involucrados con esos sucesos, pero que pueden ver y disfrutar la película y entender nuestra historia y también con ello nuestro presente y nuestro futuro.  Tiene una calidad narrativa y una gran factura técnica, que le permitió llegar a una gran cantidad de público, ya que se estima que la vieron cerca de un millón de personas en esas funciones clandestinas”, señala Andrés.

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Codirector de los documentales La parte por el todo (2015) y Los Índalos (2019), Roberto Persano está presentando su nueva obra Una mirada honesta -sobre el fotoperiodista Eduardo Longoni- en diversos festivales de todo el mundo. Cuando se le consulta por la obra de Cedrón, de manera instantánea se transporta al año 2000. Estudiaba Comunicación en la UBA y pudo ver por primera vez la película en el marco de un seminario que dictaba Mariano Mestman. “Me sorprendió esa decisión de transponer un libro tan marcado y tan fuerte como el de Walsh al cine. Pude conocer la historia de cómo se había filmado en la clandestinidad y fue muy impactante saber acerca de esas condiciones de producción. También me asombró la decisión de incluir, entre tantos actores conocidos, a una figura como Julio Troxler, representando a sí mismo, y dándole aún más veracidad al relato”, señala. 

Persano subraya la combinación entre el registro ficcional y el documental, que va en línea con los grupos de cine de la época que querían llegar a un público muy amplio y sembrar conciencia acerca de la situación política de la Argentina. Una de las escenas que aún está vívida en su memoria es aquella en la que, en un interrogatorio policial, le preguntan a uno de los personajes, Nicolás Carranza (Carlos Carella), si es o no peronista. “Carranza responde que tiene seis hijos y hay un silencio impresionante. Y luego afirma que sí, que es peronista. Ese manejo de los silencios es uno de los aspectos que más destaco de la película”, afirma. El director sostiene que películas como Operación Masacre “son un testimonio social muy importante para acompañar la lucha del pueblo y la clase trabajadora. En estas épocas de negacionismo de la memoria de nuestro país, es fundamental traerlas al presente y comprender qué fue lo que sucedió”.

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Julio Troxler, uno de los sobrevivientes de la masacre de José León Suarez y militante de la resistencia peronista, que fue asesinado en 1974 por las bandas para-policiales de la triple A. 

Lucía Cedrón nunca quiso juzgar demasiado la película realizada por su padre, siente que no le corresponde. Muchas veces la recuerda, le exige y le da duro, hay escenas que no la convencen, como aquella en la que los personajes se juntan en una casa a escuchar una pelea de boxeo. Pero cada vez que la vuelve a ver, su mirada cambia y la evaluación sube. Y dice: “Tiene unos textos muy buenos, la música del Tata Cedrón es una de las bandas sonoras más extraordinarias que he escuchado en mi vida, el montaje, la voz de Troxler”. 
Al igual que Persano, considera que la escena del interrogatorio es una de las mejores del cine argentino. Recuerda el diálogo de memoria: 

-¿Usted es peronista?
-Tengo seis pibes. 
Silencio. 
-¿Usted es peronista, Carranza? 
-¿Lo de los pibes no lo pone? 
-Carranza, usted es peronista o no es peronista. 
-Sí, soy peronista. 
Se escucha la máquina de escribir. 

¿Cuál es la vigencia de Operación Masacre, a más de 50 años de su rodaje? Lucía cuenta que su hijo de 19 años está impactado por el resultado de las PASO y el avance de los movimientos de ultraderecha en el mundo. Que su hijo está impactado por los niveles de desinformación. Que su hijo le dice que la clave está en la cultura, en informar y en transmitir, porque ellos tienen todos los recursos. 
Entonces Lucía apela a una de las escenas más bellas de la película rodada por su padre. Vicente “el Gordo” Rodríguez (Julio Di Palma) tararea mientras camina por la calle y disfruta de los perfumes de la noche. Se encuentra con un pibe del barrio y se ponen a patear una pelota. De golpe, interrumpe el juego.

-Decime pibe, ¿vos leíste mucho?
-¿Qué quiere decir si leí mucho? Bueno, en el colegio…
-No, no, me refiero a un libro, libro.
-Gordo, ¿a vos te pasa algo?
-Estoy yendo a la biblioteca.
El pibe le toma la fiebre y Rodríguez le dice:
-Si no leés, te cagan, pibe.

Manuel Barrientos

Licenciado en Comunicación en la UBA. Fue director general de Comunicación del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Coordinó el Área de Prensa y Comunicación del Ente Público Espacio Memoria (ex ESMA). Fue jefe de prensa de la Secretaría de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires. Escribió los libros “2001. Relatos de la crisis que cambió la Argentina” y “Quién construye qué agenda”. Sus artículos periodísticos fueron publicados en Página/12, Ámbito Financiero, So-compa y Haroldo, entre otros medios. Es docente de
Investigación Periodística en TEA y la Universidad de Ciencias Sociales y Empresariales (UCES). Ganó la Beca AVINA de Investigación Periodística para el Desarrollo Sostenible 2006/2007.

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