02/07/2019
El silencio que empieza a resquebrajarse
Por Gonzalo Magliano
Fotos Lucrecia Da Representacao
En el marco del 18° Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos se estrenó el documental español “El silencio de otros”, un film que acompaña a un grupo de víctimas que, ante la imposibilidad de juzgar en España los crímenes del franquismo, decide impulsar la "querella argentina" a partir de la aplicación del principio de jurisdicción universal, impulsado entre otros por el abogado argentino Carlos Slepoy. Entrevista a José María Chato Galante, uno de los protagonistas de la película.
"Es simplemente un olvido. Una amnistía de todos para todos. Un olvido de todos para todos. Una ley puede establecer el olvido. Pero ese olvido ha de bajar a toda la sociedad. Hemos de procurar que esta concepción del olvido se vaya generalizando, porque es la única manera de que podamos darnos la mano sin rencor".
Estas palabras fueron dichas en el parlamento español en 1977 durante el debate por la ley de Amnistía, dos años después de la muerte del dictador Francisco Franco. No las pronunció ningún dirigente del régimen ni de Alianza Popular (antecedente del Partido Popular -PP-). Las dijo el diputado del Partido Nacionalista Vasco, Xabier Arzalluz, una de las agrupaciones políticas perseguidas por el fascismo durante décadas.
Aquella ley, votada por casi la totalidad de las fuerzas políticas, fue uno de los pilares sobre los que se construyó la transición democrática española. Amnistió a todos. A los y las presas políticas y a los responsables de la dictadura. A las y los perseguidos y a los torturadores. Había que dar vuelta la página, afirmaron, y olvidar lo que había pasado. Pero las víctimas del franquismo no pudieron olvidar.
Parte de esta historia es contada en el conmovedor documental El silencio de otros (2018), de Almudena Carracedo y Robert Bahar, que pudo verse en el 18° Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos (FICDH) de Buenos Aires y fue un éxito en España, donde ganó este año el premio Goya al mejor documental. Filmada durante seis años, la película acompaña a un grupo de víctimas que, ante la imposibilidad de juzgar en el país ibérico los crímenes del franquismo, decide impulsar la "querella argentina" a partir de la aplicación del principio de jurisdicción universal. José María "Chato" Galante, uno de los protagonistas del film, acompañó la proyección en Argentina. Es militante, fue un preso político durante los años setenta y sufrió torturas en la temible Dirección General de Seguridad de Madrid.
"Tú no puedes construir una democracia en base a olvidar los crímenes de aquella dictadura, olvidar a sus criminales que los cometieron, olvidar a sus víctimas", afirma Galante.
"Tú no puedes construir una democracia en base a olvidar los crímenes de aquella dictadura, olvidar a sus criminales que los cometieron, olvidar a sus víctimas, porque entre otras cosas estás olvidando el proceso histórico que realmente recuperó la democracia en nuestro país. Que no se debe a un rey, o a una gente que llegó a unos pactos sino a mucha gente que peleó por esas libertades democráticas y miles de ellas perdieron la vida por ello", afirma Galante a Revista Haroldo.
En una fría mañana en la ciudad Buenos Aires, Galante se muestra vital. Quiere contar la lucha que él y cientos de personas llevan adelante en su país. Que se sepa las dificultades que enfrentan del otro lado del Atlántico para pedir justicia.
El "Chato", como lo llaman sus amigxs y compañerxs, es un hombre alto y corpulento. Su rostro sin barba deja ver en plenitud sus gestos. Sus cabellos blancos dan cuenta de los años vividos. Nació en 1948 en Madrid y desde muy joven se involucró en política. En 1967 ingresó en el clandestino Sindicato Democrático de Estudiantes y militó en la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) desde su fundación en 1970 hasta su disolución en 1994. Galante señala que lo marcó profundamente el asesinato de Enrique Ruano, compañero suyo en el sindicato de estudiantes, ocurrido en 1969. Después de ello se juró a sí mismo que no dejaría de pelear hasta que se terminará el régimen franquista que gobernaba desde el fin de la guerra civil en 1939.
Miles lucharon y dejaron su vida en el camino, pero el dictador no cayó. Siguió firme en el poder hasta su muerte en 1975. En El silencio de otros se muestra el apoyo interno y externo con el que contó. Entre otros líderes, se ve a Franco junto a un jovencísimo rey Juan Carlos I durante un acto. En otra escena, él conversa entre risas con el entonces presidente estadounidense Richard Nixon.
El único magistrado que se animó en España a investigar los crímenes del franquismo fue Baltasar Garzón en 2008, pero dos años después terminó él mismo siendo juzgado por el delito de prevaricato tras haberse declarado competente para investigar estos hechos. Entre otras cuestiones, lo acusaron de violar la ley de Amnistía de 1977. Si bien lo absolvieron en 2012, el Tribunal Supremo sostuvo que no se pueden juzgar los delitos cometidos por el régimen de Franco. Frustrada la posibilidad de avanzar en territorio español, en 2010 nace la idea de intentar llevar adelante una querella en Argentina.
“Un abogado argentino, Carlos Slepoy, que participó en los procesos ya abiertos en España a la dictadura argentina, tuvo la idea de lo que él llamaba hacer el viaje de ida y vuelta, de volver aquí a pedirle a la justicia argentina que nos devolviera el favor, que juzgara a la dictadura franquista desde aquí, aplicando los principios de justicia universal que es lo que él mismo había reivindicado cuando inició la querella contra Adolfo Scilingo (integrante del grupo de tareas de la ESMA)”, explica Galante.
“Un abogado argentino, Carlos Slepoy, que participó en los procesos ya abiertos en España a la dictadura argentina, tuvo la idea de lo que él llamaba hacer el viaje de ida y vuelta, de volver aquí a pedirle a la justicia argentina que nos devolviera el favor (...)", explica Galante.
La querella se inició con la presentación de tres ciudadanxs argentinxs. Uno fue Darío Rivas, quien hace dos meses falleció a los 99 años. Su padre, Severino, fue un alcalde socialista de la localidad lucense Castro de Rei, quien fue fusilado en 1936 a manos de pistoleros de la Falange Española. Otra de las querellantes es Inés García Holgado. Su abuelo Vicente García Holgado murió, luego de la Guerra Civil, al caer de un 7º piso mientras hacía un trámite en la Dirección de Pesca de Madrid. Inés supone que fue asesinado por la dictadura porque su abuelo estuvo preso por los franquistas y luego lo obligaron a exiliarse a 500 kilómetros de la capital española. La tercera querella es la de Adriana Fernández, cuyo abuelo, Antonio Fernández González, “El Cesterín”, fue secuestrado en 1936 por los falangistas, torturado y subido al “camión de la muerte”. Luego fue fusilado de dos disparos y enterrado en una fosa común sin identificación.
Varias décadas después, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) logró ubicar la fosa y el 9 de octubre de 2011, 75 años después de su asesinato, exhumaron sus restos, identificados luego por el Equipo de Argentino de Antropología Forense (EAAF).
“Nosotros entramos (en la querella) un año después. Esto se va extendiendo”, cuenta Galante. Él forma parte de La Comuna, una asociación de ex presos y presas políticas de la dictadura franquista. Se enteraron de la querella argentina por Carlos Slepoy. “Decidimos participar y al inicio del 2012 vinimos a Buenos Aires a traer como cincuenta querellas de gente torturada. Y a partir de ahí es que estamos en el 2019, pues vamos siete años peleando esta causa, allí en España y ahora abriremos el nuevo frente en Ginebra en el Comité de Derechos Humanos (de la Unión Europea)”, señala.
El camino de la querella no ha sido fácil. En el documental se denuncia las presiones que realizó el gobierno de Mariano Rajoy (Partido Popular) para evitar que avanzara la causa. En 2013 la jueza Servini había ordenado al Consulado Argentino en Madrid que proporcione videoconferencias para tomar testimonios de algunas víctimas. En una de las escenas del film se ve cómo se preparaban para declarar por primera vez ante un tribunal de justicia. Slepoy sonreía. La argentina Ana Messuti, otra de las abogadas de la causa, destacaba lo trascendente de ese hecho. Se abrazaban en un gesto de conquista. Sin embargo, no pudieron llevarlo a cabo. España había amenazado con romper relaciones diplomáticas con Argentina si habilitaba esas videoconferencias. La bronca y desazón se reflejaron en sus rostros.
Parecía un golpe duro. El poder que defiende a los responsables de tantos crímenes es muy grande. Pero si la montaña no va a Mahoma, harían mover a la montaña. Parte de las víctimas cruzaron el Atlántico para poder testificar ante la jueza Servini de Cubría. Fue la primera vez para muchos. “El poder contárselo a un juez, a una figura de justicia es la primera y la principal de las reparaciones”, reflexiona Galante.
Fue un momento muy emocionante para todxs. Ésta vez los abrazos con sabor a conquista fueron completos. “Son cosas que no son fáciles de entender nada más que por gente que ha pasado por situaciones similares, por eso te decía que aquí (Argentina) nos encontramos con una capacidad de entender lo que le sucede a las víctimas que difícilmente encontramos en ningún otro sitio del mundo y nos hemos paseado con el documental por cincuenta o sesenta países ya”, afirma Galante.
La querella argentina está moviendo cimientos que parecían inconmovibles en España. Luego de las primeras trabas, decidieron sumar adhesiones y nuevos casos para impulsar la causa. El documental muestra la recorrida por diferentes regiones del país donde realizaron reuniones para promover la querella. En cada lugar aparecían nuevas víctimas contando sus historias. Entre otras, se encontraban familiares que pedían exhumar fosas comunes para poder encontrar los restos de su padre o madre asesinada, ex presos políticos que denunciaban haber sido torturados por la dictadura franquista y madres que buscaban a sus hijxs robadxs. El silencio que otros quisieron imponer comenzaba a resquebrajarse.
La querella argentina está moviendo cimientos que parecían inconmovibles en España.
“La memoria es la conciencia viva de un pueblo, se reescribe en función de esos acontecimientos y de cómo ese pueblo interioriza lo que ha sido esa historia, se explica su presente y proyecta su futuro. Es un terreno de conflicto entre esos diferentes intereses sociales y nosotros queremos que esa memoria recoja lo que realmente sucedió, y lo que sucedió es que hubo una dictadura criminal genocida que acabó con centenares de miles de personas”, afirma Galante.
En los ojos de "Chato" se ve un brillo especial. Hay una alegría contenida que empuja por salir. Siente que están logrando avances después de cuatro décadas de silencio e impunidad. El 9 de septiembre puede llegar a suceder un hecho trascendente para la causa. Martín Villa, el ex ministro de Relaciones Sindicales y del Interior en los primeros gobiernos del reinado de Juan Carlos I, aseguró que irá a Buenos Aires para declarar ante la jueza Servini para declarar sobre las acusaciones que pesan sobre él. Entre otras, la muerte de cinco obreros en los sucesos de Vitoria del 3 de marzo de 1976. Sería la primera vez que un responsable de los crímenes de lesa humanidad, y de ese nivel de importancia, declara ante la justicia.
La expectativa es enorme. Se percibe en los gestos de Galante. Hay un antes y un después de la querella argentina. El éxito de El silencio de otros es una muestra de ello. Aunque aún falta mucho recorrido, Galante asegura de que es imparable.
En el documental, un entrevistado dice “se abrió una pequeña puertita de esperanza, podemos aplicar el principio de la justicia universal. Argentina puede aceptar una querella contra la impunidad del franquismo”. Fue sin ninguna duda, la chispa que encendió la pradera.
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