05/10/2018
Duelos sin Cuerpo
Por María Freier
Verónica Freier y su compañero Sergio Kacs fueron secuestrados entre el 11 y 12 de junio de 1978 mientras en Argentina se realizaba el Mundial de Fútbol durante la última dictadura cívico-militar. Permanecieron detenidos en la ESMA y fueron "trasladados" en los vuelos de la muerte. Este sábado 6 de octubre serán homenajeados en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. María Freier, la hermana de Verónica, escribe sobre los "Duelos sin Cuerpo".
“El duelo quizá no sea otra cosa que los signos extremos del amor. De ahí su aparición como escritura y como reclamo imposible de fusión en la palabra, incluso en el territorio mismo de la muerte, de la vida. El duelo no existe sino como la huella indeleble que confiere su intensidad a los bordes de la vida, al allanamiento del mundo. El amor transforma el mundo en un cuerpo punzante y ese latido imperceptible da su fisonomía al tiempo, al cuerpo propio; esa incidencia punzante del otro en mí hace posible la resonancia de un diálogo con el mundo en permanente surgimiento y desaparición, es la marca de la ausencia presente del otro, una ausencia indeleble que define a su vez los horizontes de mi historia y mi lenguaje. El trabajo del duelo es, por el contrario, el ejercicio de una respuesta, de una responsabilidad ante las reminiscencias y el dolor, la necesidad de su sofocación. Mitigar el dolor, arrancarlo de la memoria del otro para hacerlo surgir en la mimesis de la vida. Pero también esperamos que esos signos ofrecidos por la memoria conjuren la sombra de la pérdida…”
Raimundo Mier, en Derrida, Jacques, Las muertes de Roland Barthes, Taurus, México, 1999
Para el homenaje que haremos el próximo sábado 6 de octubre a mi hermana Verónica y a su compañero Sergio Kacs seleccioné fotografías, recordatorios, testimonios, escritos, cartas y documentación judicial. Todos estos elementos están en una gran bolsa debajo de mi escritorio, una bolsa hermosa, la cual no logré ordenar en años. Hermosa bolsa y desordenada, quizás sea una metáfora de lo que significa la memoria.
La memoria, no es algo diferente a nuestra existencia, es decir no es lineal, tiene sus fisuras, quiebres y pliegues… Así es la vida y también la relación que establecemos con todas las cosas. “La memoria forma parte de lo que llamamos Integridad, está en todo lo que existe. En nosotros, en el aire, en el agua, en las plantas, en las piedras y así en todo lo que es naturaleza y vida. Si tenemos presente este valor, esta noción, es posible que logremos ponerlo de manifiesto con una dirección determinada en lo que hagamos…” Marcos Adandia, fotógrafo y pensador sobre la memoria.
Así es como encaramos este homenaje, integrando diferentes visiones y manifestaciones que confluyen en un abanico de intervenciones en memoria de Verónica, esta vez en el 40º aniversario de su desaparición y traslado desde lo que fue la Escuela de Mecánica de la Armada. El homenaje será en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, emplazado en lo que fue la ESMA, último lugar donde Verónica fue vista con vida y sitio en el que se vivieron los peores tiempos del horror, de la muerte, del miedo y de la supervivencia. Pero que desde hace más de 13 años, la lucha y la voluntad por su recuperación vital han ido revirtiendo lo siniestro.
El homenaje será en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, emplazado en lo que fue la ESMA, último lugar donde Verónica fue vista con vida y sitio en el que se vivieron los peores tiempos del horror, de la muerte, del miedo y de la supervivencia. Pero que desde hace más de 13 años, la lucha y la voluntad por su recuperación vital han ido revirtiendo lo siniestro.
Esta integración que propone este homenaje es fruto también de un trabajo intenso y es la primera vez que se realiza en conjunto con otras generaciones de nuestra familia. Un encuentro al que llamamos Duelo sin Cuerpos.
El tema del duelo ha sido objeto de reflexión, de mitos y leyendas desde los griegos hasta la filosofía y el psicoanálisis actual. Duelo viene del latín “duellum” y experimentó un cambio de significado de ‘guerra’ a ‘desafío, combate entre dos’ por influjo de duo ‘dos’. Se señala al duelo como el proceso de adaptación emocional que sigue a cualquier pérdida (pérdida de un empleo, de un ser querido, de una relación). El duelo tiene en el luto su correlato más social. Se lo ha enfocado como una respuesta emocional-social que muchas veces es exteriorizado en llantos, rabia o ataques violentos y que especialistas en el tema aconsejan enfrentarlo en lugar de huir de las sensaciones de dolor negando la pérdida, lo cual desencadenaría probablemente en comportamientos extraños o enfermedades diversas.
Durante el transcurso de la vida se atraviesan distintos tipos de duelos, incluso los propios cambios de nuestros cuerpos a lo largo del tiempo, pueden ser vistos como duelos. Sin embargo el duelo y el luto ante la muerte física de un ser amado comporta una condición esencial como seres humanos. Todas las culturas poseen un relato propio acerca de sus muertos como de los ritos fúnebres para con ellos.
En Duelo sin Cuerpos hablamos de muertos, pero de otras muertes, aquellas donde el cuerpo no estuvo, no está, ni podrá estar y donde tampoco pudieron realizarse aquellos ritos que dan sentido a nuestra existencia como humanos. Son cuerpos desaparecidos y de manera intencional, muertes ocurridas de manera violenta en el marco de sistemas políticos que generaron esa misma violencia. Gobiernos totalitarios, como la última dictadura cívico-militar donde la mayor parte de la población argentina fue sometida de manera violenta a una situación de terror. Un terror instituido desde un Estado implacable en el sometimiento y en la reproducción de la rabia impotente del miedo. Miles de personas encarceladas, perseguidas, familias diezmadas y por los menos 30.000 seres humanos que fueron desaparecidos de las maneras más viles y vergonzosas que pueden llegar a realizar los hombres.
La negación de la sepultura, o del ritual de la muerte es una práctica común de las dictaduras. “Los totalitarismos del siglo XX inventaron por primera vez la figura del crimen perfecto. El crimen sin rastros, no tanto el crimen que permanece o no impune, sino la construcción de un olvido absoluto. No es la destrucción física de los cadáveres, sino su total negación en el plano del lenguaje, el enterramiento de la memoria, la postulación de un olvido sin fisuras”, afirma Gerard Wajcman, escritor, psicoanalista y profesor de la Universidad París VIII.
Duelos sin Cuerpo está íntimamente articulado con el crimen sin rastros; con la construcción del olvido; y con una historia manchada por el silencio y el miedo. La desaparición de un familiar significa un acto de enorme violencia. No tenemos un lugar dentro de nosotros para albergar la idea de que un ser querido haya sido secuestrado y vejado en las mazmorras de la tortura para luego ser arrojado vivo al río o al mar. Posee una magnitud tan brutal que transformó la vida, el lenguaje, las maneras de expresión y de representación, impidiendo a muchas familias procesarlo sanamente. Un mirar para otro lado, modo que la sociedad capitalista occidental impone para enfrentar lo incómodo y mantenernos supuestamente a salvo como simples espectadores, a pesar de que la barbarie haya entrado en nuestros espacios más íntimos. En muchos casos se eligió a un solo miembro de la familia; dejando al resto, vivos pero paralizados por el terror. Así sucedió en nuestra familia con la desaparición de Verónica.
No tenemos un lugar dentro de nosotros para albergar la idea de que un ser querido haya sido secuestrado y vejado en las mazmorras de la tortura para luego ser arrojado vivo al río o al mar. Posee una magnitud tan brutal que transformó la vida, el lenguaje, las maneras de expresión y de representación, impidiendo a muchas familias procesarlo sanamente.
Verónica fue secuestrada junto a Sergio Kacs, su compañero, entre el 11 y 12 de junio de 1978 durante la última dictadura cívico-militar, mientras en Argentina se realizaba el tristemente famoso Mundial de Fútbol. Ambos fueron vistos con vida en el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada, la ESMA; hoy Espacio de la Memoria y de Derechos Humanos. Y desde acá, sabemos, fueron “trasladados” a fines de septiembre de ese mismo año. Todxs sabemos que fueron esos traslados…
Como sujeto que escribe y hoy organiza Duelos sin Cuerpos, debo reconocer que encontrar palabras coherentes sobre la desaparición de mi hermana no fue un camino sencillo ni lineal. Fui una militante de los años 70, parte de una generación que encarnaba una esperanza, asumiendo la historia como propia. “Apropiarse de la historia es enfrentarse a lo trágico”, afirma el escritor John Berger. Y en la dictadura que yo viví, mejor dicho a la cual sobre-viví, mi mundo se derrumbó. La disolución de las pertenencias colectivas, las persecuciones, la imposibilidad de re-conexión con quienes fueron nuestros compañeros, incluso con quienes detentaban responsabilidades mayores en el mapa político de aquellos tiempos, se constituyó en una cuestión contradictoria produciendo una grandes desplazamientos afectivos; la política pasó a convertirse en algo así como un vidrio cortante y la memoria -así es la memoria- se fue construyendo de manera fragmentaria y difícil.
La recuperación de mi propia subjetividad fue el primero de los pasos, un paso obligado para hacer de un territorio lacerado la misma fuente del entendimiento y la acción. Luego la escritura; más tarde las acciones públicas de memoria; a continuación ser querellante en el juicio ESMA III, y finalmente trabajar en la ex ESMA durante seis largos años. Todo esto significó elegir un recorrido diferente dentro del seno familiar y por lo tanto bastante solitario durante un tiempo extenso.
Pero ya han transcurrido cuarenta años, la construcción de la memoria continúa y este homenaje al que llamamos Duelo sin Cuerpos tiene hoy una significación diferente. Un encuentro organizado y coordinado con las generaciones más jóvenes de nuestra familia; y que tiene por esa misma razón una dosis de liviandad mayor que las acciones anteriores; además de la satisfacción personal de haber cumplido con la transmisión de la memoria de mi hermana, “pasando la antorcha” al decir de los griegos.
El homenaje Duelo sin Cuerpos del próximo sábado 6 de octubre lo realizamos con plena conciencia de los momentos controversiales que vivimos hoy en nuestro país, entendiendo que la memoria es un trabajo permanente y necesario para comprender nuestra realidad y nuestras vidas como sujetos también dañados por sistemas totalitarios como aquella dictadura. Un homenaje que, justamente por el momento en que vivimos puede (al igual que pintar, cantar o escribir), transformarse en el decir también de John Berger “en un acto de resistencia que satisface una necesidad generalizada y puede crear esperanzas”.
El encuentro se compondrá de distintas prácticas artísticas para la puesta en acción de una memoria, que da otra dimensión al ‘no lugar’ del cuerpo; una forma de representar las ausencias frente esa misma falta. El este homenaje buscamos enfatizar también su valor tanto espacial, como temporal. Lo realizamos en la Ex ESMA, espacio real donde Verónica fue vista por última vez y en un momento del tiempo elegido especialmente por su cercanía al 1° de octubre, su cumpleaños, y a la fecha en la cual fue vista junto a su compañero por última vez en aquel centro clandestino del horror.
Será un encuentro en un marco de diversidad y de ‘communitas’, palabra que el antropólogo escocés Víctor Turner define como un lugar que propicie el reconocimiento en experiencias de dolor, reunidos en una situación de encuentro, para mitigar y reparar esos daños. Esos procesos rituales que faltaron para Verónica, para Sergio y para casi el total de los más de 30.000 desaparecidos.
El homenaje se compone con las siguientes intervenciones:
Inauguración de la muestra: “La Memoria del Rio”, de Muji Freier; proyecciones de Luciana Freier; lectura de poemas de Pablo Cecchi; musicalización de Monchi D´Elia; reflexiones de Martina Freier; canciones interpretadas por Agostina D´Elía y por Viviana Brass. Se completará con las acciones y palabras de todas las personas que quieran sumarse a recordarla.
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