07/09/2018
Aimé, la guerrera
En ocasión de la conmemoración del día de la mujer indígena, mañana se estrena en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, la serie inspirada en la vida de la cantora mapuche-tehuelche Aimé Painé. "Presentarla en un lugar como este es sanar estos espacios que necesitan de esa memoria, de esa mirada artística, de las disciplinas para traer nuevos aires aquí donde se ha vivido parte de la tragedia de la historia argentina", explica la actriz Charo Bogarín.
Hay un hilo que une a la luchadora libertaria Bartolina Sisa, a la cantora Aimé Painé y a las mujeres que hoy pelean por el aborto legal, seguro y gratuito. Son mujeres que disputan el statu quo y ponen el cuerpo en esa lucha. En la serie que recrea la vida de Aimé Painé hubo una mujer que investigó y escribió el guión (Aymará Rovera) y otra -también cantora- que dio vida al personaje, Charo Bogarín.
“Aimé Painé fue una mujer que, en los años ’70, se impuso con su mirada a los tiempos que corrían desafiando a su propia cultura, dando a conocer sus cantos antiguos en una época en la que, por las dictaduras que regían en toda América Latina, visibilizar a nuestros pueblos originarios era aún más difícil que en la actualidad. Pienso que su lucha cobra fuerza hoy en día, cuando se hace tan necesario encontrar nuestras propias figuras emblemáticas, nuestros propios próceres y ejemplos de vida”, dispara la cantora y actriz Charo Bogarín en la entrevista con Revista Haroldo.
Charo interpreta a Aimé Painé en la serie de cuatro capítulos que dirige la también actriz Aymará Rovera y que se estrena este sábado 8 de septiembre en Buenos Aires, en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. La avant premier será en el marco de una jornada por el día internacional de la mujer indígena, que se celebra el 5 de septiembre en homenaje a Bartolina Sisa, una aguerrida mujer aymara que a fines del siglo XVIII comandaba los ejércitos quechua-aymaras en su lucha contra las fuerzas españolas.
¿Cómo llegó Charo a su primer protagónico en el cine? Esta pequeña historia tiene algo de sororidad: Aymará Rovera, actriz nacida y criada en la Patagonia, venía investigando hace tiempo sobre Aimé. Se presentó en un concurso del INCAA y ganó en la categoría regional. En un primer momento ella iba a asumir el papel central hasta que, a través de una amiga, supo que Charo estaba en Neuquén de gira con su dúo Tonolec. Fue a verla. Se conocieron dos días antes de la fecha pautada para arrancar la filmación y en menos de 48 horas Charo y Aymará dispusieron todo para pasar los siguientes 20 días rodando entre Río Negro y Neuquén.
En pocos días Bogarín, investigadora y difusora de los cantos originarios, que masificó a través de Tonolec, indagó en los cantos en lengua Mapudungun, leyó y vio entrevistas a Aimé para estudiar su modo de hablar. “Fue hermoso para mí, viniendo del Norte (es oriunda de Formosa) y siendo mujer guaraní, adentrarme en la cultura de nuestra Patagonia y en este ejemplo de mujer. La tarea que Aimé dejó a sus 45 años, la retomé yo a mis 45; fue todo así de mágico”, afirma.
Olga Painé nació en 1943 en la localidad de Ingeniero Huergo de padre mapuche y madre tehuelche. Al estar imposibilitado de criarla, su papá la envió al Instituto Unzué de Mar del Plata. Allí creció entre monjas, discriminada por su origen. La adoptó una familia con la que pasaba los fines de semana y que le dio la posibilidad de continuar sus estudios de canto en Buenos Aires. En plena dictadura se transformó en cantora, cambió su nombre y se convirtió en Aimé Painé. Inició así un camino de búsqueda, de (re)encuentro de sus raíces y de denuncia. “Fue la primera mujer mapuche que expandió su voz”, explica la directora de la serie.
La muerte la encontró en 1987 recorriendo el Norte; había trabajado con los Qom y en Paraguay se vinculó a los guaraníes. “Decía que entre nosotros, los pueblos originarios, teníamos que encontrar ese hilo común, esa fortaleza a raíz de la unión y del conocimiento del otro”, subraya Charo.
¿Qué rescatan de la serie y de la figura de Aimé Painé?
Charo Bogarín (CB): En “Aimé” la palabra cobra valor. El cine argentino tiene mucho de visual y de misterioso pero en esta serie hay contenidos, conceptos, se baja una línea, la palabra tiene fuerza. No es mero entretenimiento, eso es rescatable en estos tiempos.
Aymará Rovera (AR): lo interesante de la historia es el momento en el que transcurre, hace 35 o 40 años atrás. Había que animarse, en plena dictadura, a hablar como hablaba Aimé. La serie está muy fuertemente ligada a la necesidad de hacer memoria. Los textos son reales, son de sus discursos. Además, es muy fuerte la identificación de Charo con Aimé, incluso tienen una tonada parecida.
Juan Palomino (JP): Fue muy hermoso que dos mujeres como Aymará y Charo se encuentren. María Luisa Bemberg en su momento vino a patear el tablero y fue el punto de partida, por lo menos para mi generación, de una mirada femenina y feminista del arte. Y en estos tiempos en que los hombres intentamos deconstruir también una imagen fuerte y poderosa (que el cine contribuyó a edificar) de modelos masculinos y patriarcales, me parecía fascinante colaborar. Mi papel es chiquito. Aimé vivió en una época en la que la sangre corría y no había, salvo raras excepciones, la posibilidad de hablar de los pueblos originarios. Y me parece interesante rescatarla en tiempos en los que el acceso de los pueblos originarios a las tierras es un tema, en épocas en que están sucediendo cosas trágicas como las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel. Si bien anteriormente han sucedido algunas violencias en Santiago del Estero, creo que estos dos episodios son referenciales de esta mirada neoliberal.
¿Qué desafíos les genera presentar esta serie en el Conti, en un sitio emblemático como la ex ESMA?
CB: como hija de un desaparecido, toda esta época a mí me toca muy fuerte [N. de la R: Francisco “Pancho” Bogarín fue desaparecido en 1976. Era congresal, del peronismo de las ligas agrarias]. Hay una escena de la serie en la que una amiga de Aimé desaparece y ella llega a la habitación y encuentra todo desordenado y violentado y es un momento fuerte, es como revivir ese trauma, esa tragedia que vivimos como país. Y tener una serie, algo visual para mostrar, y hacerlo en un lugar como este es sanar estos espacios que necesitan de esa memoria, de esa mirada artística, de las disciplinas para traer nuevos aires aquí donde se ha vivido parte de la tragedia de la historia argentina.
JP: Me parece fascinante este lugar para traer a la memoria a un personaje emblemático, femenino que responde a esa identidad.
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Aymará Rovera decidió hacer un “estreno federal” y presentar la serie en la Patagonia, donde se rodó. Armó proyecciones en Ingeniero Huergo, Cipoletti, General Roca, Aluminé. La familia de Aimé, hermanxs y sobrinxs vieron los capítulos. En todos lados, cuenta Aymará, aplaudían, abrazaban y tocaban a Charo. En las proyecciones hubo gente que conoció a Aimé. “Yo creo que ella es mágica, en Buenos Aires me cuentan que la conocieron porque visitó a una abuela, o participó de alguna actividad en una escuela. Me pregunto cómo hacía en ese momento, porque no tomaba avión, para estar en todos lados. En los pueblos cuentan que llegaba e iba a ver al intendente y preguntaba cómo acceder a un sitio. Si no había otra forma de llegar, se iba a caballo”, señala la directora.
La proyección de la serie “Aimé” se hace en una jornada en la que se recuerda el día internacional de la mujer originaria, ¿qué paralelismos encuentra entre la historia de Aimé y la de Bartolina Sisa?
AR: Bartolina fue una guerrera aimara, su accionar y el de su esposo tuvieron mucha valentía. La forma en la que murió Bartolina fue terrible, fue un femicidio. Fue dramático también lo que hicieron con su cuerpo. A Aimé le fue más liviano; luchó a través del canto. La educación que tuvo Aimé le permitió ser quien fue, sin embargo sufrió una doble discriminación por ser mapuche y por ser huinca (blanca). La cuestionaban por la ropa que usaba, por cantar; ella lo que hacía era mostrarlo para que no muera. Cuando yo era chica, en la Patagonia era muy común que, por temor a la discriminación, los indios se cambiaran el apellido y se pusieran Gonzalez o Jimenez. Pienso que una referente actual de la lucha de los pueblos originarios es Moira Millan, una líder mapuche, cuya forma de resistir es a través de la palabra.
CB: es un orgullo y un honor homenajear a la mujer originaria, una mujer guerrera y valerosa, a través de la figura de Aimé Painé, mostrándola y difundiéndola. En ella, un homenaje a todas las mujeres originarias y luchadoras que han puesto el cuerpo y el alma por esa causa, entre ellas las mujeres guaraníes que levantaron la nación después de la guerra con el Paraguay. Las historias de las mujeres luchadoras fueron tapadas por cientos de años y nosotras somos privilegiadas por estar viviendo esta época en la que finalmente se destapa la olla y les hacemos honor. Es importante que nuestros gobiernos, instituciones y lugares emblemáticos como el Conti levanten esta bandera porque por años se nos quiso imponer qué era lo bello, donde lo originario fue dejado de lado y llamarte indio y tener piel morena y mestiza y ser de clase baja tenía una connotación peyorativa. Institucionalmente se bajó la idea de (un canon de) belleza, de la civilización y la barbarie. ¿Qué es civilización, qué es barbarie? ¿Quiénes fueron los civilizados y quiénes los bárbaros en esta historia nacional latinoamericana? Formulando estas preguntas se hace posible una nueva construcción de identidad nacional y latinoamericana. Hemos tomado nuestra responsabilidad como artistas pero es necesario que las instituciones tomen las mismas responsabilidades.
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El pañuelo verde también aparece en el discurso de Charo. Afirma que la lucha que están dando las niñas, las adolescentes y las mujeres por el aborto legal y gratuito, en el que se cuide la salud física y mental del cuerpo gestante, es un hito. “Es un movimiento que no viene de una institución, de arriba hacia abajo, sino que es un caldo que se va haciendo y que legitima esta lucha. Es un orgullo para nosotras como madres de chicas de 18 o 20 años que salen a la calle con ese pañuelo verde...están haciendo historia. Así como hoy estamos realzando la figura de Aimé Painé, que fue un hito en su época y en su tiempo, después van a salir ellas con esos pañuelos verdes a ser homenajeadas por los artistas, pintadas en cuadros o cantadas en canciones. Hoy esa es la lucha y están demostrando ese valor que otrora tuvieron esas mujeres que hoy homenajeamos”.
*La presentación se reealizará mañana 8 de septiembre a las 19 en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, Avda. Libertador 8151 con entrada gratuita.
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