15/06/2018
Blanco sobre Negro
Por Julián Athos
Por Julián Athos
Una marea verde inundó un lado de las Plaza de los Dos Congresos. Del otro, un grupo -visiblemente menor- se identificaba con sus pañuelos y banderas celestes. Colores de apoyo y rechazo a la ley por el aborto seguro, legal y gratuito en la Argentina, que el jueves 14 de junio consiguió una histórica media sanción.
¿Por qué narrar aquella vigilia del miércoles a la noche en blanco y negro? Porque, a veces como en esta jornada, no hacen falta mostrar más que gestos. De un lado y del otro había jóvenes. Por momentos parecían los mismos. Sin embargo, una cruz, un rezo, la mueca adusta hacía la diferencia.
Entiendo que el color distrae. No ayuda a analizar el discurso. Generalmente me gusta fotografiar en blanco y negro porque el que mira está obligado a detenerse en otros detalles del lenguaje visual, en lo que está pasando en la composición, en el dibujo de la luz. De alguna manera, el color puede contaminar nuestra mirada.
Lo que pasó en la calle ese miércoles quedará en la historia del movimiento de mujeres por su fuerza, por su volumen, por su intensidad, por su desmesura. No creo que sea necesario colorearlo. Alcanza con esta pincelada en blanco y negro para mostrar que las mujeres no se detienen en la conquista de sus derechos.
Por Bárbara Komarovsky
¿Cuándo empezó? ¿A principios de 1900 con las primeras feministas que se definieron como tales y salieron a la calle a exigir derechos? ¿Cuándo una mujer, en el ámbito privado dijo no, no quiero seguir adelante con este embarazo? ¿Qué tuvo que ver el #NiUnaMenos? Las pioneras fueron y son fundamentales: Martha Rosenberg, Marta Alanis, Nelly Minyersky, Diana Maffía, Mabel Bianco, Dora Barrancos, por nombrar a algunas.
Pero es indudable que la masividad del reclamo fue lo que hizo tomar nota a diputadas y diputadas. En los últimos meses, los pañuelos verdes llenaron oficinas, consultorios, colectivos, subtes, aulas de escuela y hogares. La calle habló.
Se trata de disputar la vida. Los que se opusieron a la legalización no están del lado de la vida, están a favor de la clandestinidad, de seguir sometiendo a mujeres a prácticas aberrantes. Porque es también una cuestión de clase. “Somos las hijas de los pañuelos blancos y las madres de los pañuelos verdes”, dice un meme que circula por las redes sociales. Es que esta marea verde es de las pibas, de los secundarios que se plantaron, de los chicos y las chicas que se pusieron una pollera corta para cuestionar a los directivos de una escuela que se preocupó por el largo de la falda y de las estudiantes universitarias. Y ganaron y ganamos las calles. Escuchando, aprendiendo, discutiendo. No estamos de acuerdo en todo pero sí en lo fundamental: es legalización versus clandestinidad. Es ampliar derechos. Nosotrxs estamos del lado de la vida. Los senadores tienen ahora una obligación: se lo deben, se lo debemos, a las pibas que nunca volvieron.
Compartir