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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

21/11/2017

Pablo, el hermanito de los pobres

Fue hace 40 años, al atardecer. El cura Pablo Gazzarri manejaba el auto de sus padres. Lo interceptaron y lo secuestraron. En su homenaje, el Museo Sitio de la Memoria Esma, donde estuvo cautivo, realizará el sábado la ya tradicional "Visita de las 5" para recordar su historia de militancia y acción pastoral en la Isla Maciel. 

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Fue al atardecer del 27 de noviembre de 1976. Pablo María Gazzarri, sacerdote, llegaba manejando el auto de sus padres con la intención de devolverlo. Fue en el barrio de Caballito. Fue como él ya sabía que había ocurrido con otros. Lo rodearon. Lo amenazaron con armas largas. Y casi sin mediar palabras lo introdujeron en un automóvil mientras lo golpeaban violentamente.

Pablito, como lo llamaban familiares, compañeros y amigos, fue trasladado a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) convertida en ese entonces en un Centro Clandestino de Detención. Primero lo hicieron pasar por el Casino de Oficiales. Allí comenzaron el interrogatorio y la tortura. El objetivo era obligarlo a confesar que era militante de la organización política Montoneros. Pero Pablo enmudeció.

Ante su obstinación reanudaron con mayor ferocidad la tortura en el sector llamado Capucha. Allí continuó su silencio.

Pablo fue sometido a condiciones de detención inhumanas hasta enero de 1977. Tenía 32 años. En una fecha no precisada fue incluido en un “traslado”, eufemismo utilizado por los represores cuando se referían a los “vuelos de la muerte”. 

En el edificio del Casino de Oficiales y con el sostén y la cobertura del resto de las instalaciones de la ESMA, el Grupo de Tareas 3.3.2 (GT3.3.2), creado en 1976 por el entonces almirante Emilio Massera, ejecutó una acción terrorista que cumplió un rol determinante en la desarticulación de organizaciones populares y la captura y desaparición forzada de alrededor de 5.000 personas.

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El último sábado de cada mes en el Museo Sitio de la Memoria ESMA se realiza una visita abierta al público en compañía de invitados especiales. Así, el próximo 25 de noviembre, se rendirá homenaje a Pablo María Gazzarri, de la mano del Padre Francisco “Paco” Olveira, párroco de la Isla Maciel, donde el cura desaparecido desarrolló parte de su militancia y acción pastoral, y de su amiga Fátima Cabrera.  

Entre todos completarán parte de la historia de Pablito, quien fue ordenado sacerdote en 1971 en la Arquidiócesis de Buenos Aires y más tarde en la Congregación de Hermanitos del Evangelio de Carlos de Foucauld.

“Además de la labor pastoral, también tuvo un compromiso político intenso, compromiso que lo llevó a ingresar al grupo Descamisados, donde pude apreciar su gran calidez humana, su preparación teórica y sus capacidades didácticas. Pablo era perfectamente consciente del riesgo que corría por su militancia, pero esto no lo detuvo en su compromiso político. Se preocupó por proteger, dentro de sus posibilidades, la vida y la libertad de sus compañeros perseguidos”, lo recordó el ex canciller Jorge Taiana durante un homenaje que se realizó el año pasado. 

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El Padre Francisco Paco Oliveira, al frente de la Parroquia desde hace 12 años. 

La isla Maciel pertenece al partido de Avellaneda, frente a La Boca, cruzando el Riachuelo. En los años 60 y 70 se accedía al lugar en bote o transitando el antiguo puente Nicolás Avellaneda. Más tarde fue construido el puente “nuevo” con ascensor y escaleras mecánicas. Pero excepto los días de lluvia o demasiado viento, muchos de los habitantes de la isla siguen cruzando en el bote “La Sagrada Familia”, de Don Moncho y su hermano, personajes queridos en el lugar. También es posible llegar en colectivo o automóvil desde que el arroyo Maciel fue entubado y conectó la Ciudad de Buenos Aires con el partido de Avellaneda.

En esta isla, justo frente al barrio porteño de La Boca, donde vivía, Gazzarri desarrolló su acción pastoral.

La isla es como un pueblo, ni bien se llega al otro lado del río se está en territorio Maciel. La avenida principal, Montaña, es ancha y arbolada, en sus veredas hay antiguas construcciones, conventillos de colores vivos que conviven con casas de material y comercios. Los perros son protagonistas, toman sol y se pasean como dueños del lugar, hay familias enteras de caniches blancos, hijos y nietos de morochos de pelaje corto, manadas de mestizos que circulan por todas partes con rutas premeditadas.

Como en todo diseño de pueblo, existe la plaza principal frente a la que se encuentra la Parroquia Nuestra Señora de Fátima, la Fundación Isla Maciel, la casa en la que vive el Cura en la Opción por los Pobres, Francisco “Paco” Olveira, párroco del lugar desde hace doce años.

“Paco” no conoció personalmente a Gazzarri, pero profundizó en su historia y recogió relatos de los habitantes que en los 70 lo frecuentaron y recordaron los partidos de fútbol que compartía con los jóvenes y la solidaridad y la espiritualidad que predicaba, al tiempo que militaba por la justicia social y la liberación del pueblo oprimido por la sucesivas dictaduras de la época.

“Hoy no se entendería que un cura fuera guerrillero. Sin embargo en esa época donde la revolución era inminente, se veía el camino armado como una posibilidad concreta de liberación. De hecho es sabido que Carlos Mugica y otros curas animaron a lo que después fue Montoneros. Como ejemplo recuerdo un video donde él dijo que el Papa Pablo VI, en la Populorum Progressio, condena la violencia armada excepto en el caso de tiranía evidente y prolongada. Y que si en nuestra Patria no hay elecciones libres vivimos en una tiranía evidente y prolongada y por tanto no vamos a poder impedir que muchos jóvenes entren en el camino armado, lo dijo así, con toda claridad”.

¿La Iglesia tradicional opinaba sobre esa orientación?

Sí, pero no hay que asustarse de que Pablo Gazzarri dijera que él era “montonero y cura”, esto lo sé de buena fuente, y no hay que asustarse porque era un compromiso concreto en esa época, que suponía el riesgo de dar la propia vida. Varias veces a él le dijeron que aflojara; él sabía que corría riesgos y sin embargo dijo: bueno, hay que estar ahí.

 ¿Qué hizo la cúpula eclesiástica ante el secuestro y desaparición de Pablo y otros sacerdotes?

Claramente a él lo secuestran cuando pierde el paraguas de la Iglesia Católica de la Capital Federal, era como que había un pacto entre el arzobispo Juan Carlos Aramburu y los militares, algo así como a mis curas no los tocan. Pero cuando ese cura pasa a los Hermanitos del Evangelio del Padre Carlos de Foucauld, ahí lo “chupan”. Gazarri no era un cura de escritorio. Él llevaba realmente en la piel una verdadera opción por los pobres que implicaba también vivir pobremente. El espíritu de los Hermanitos es nosotros nos vamos a vivir con los pobres, sencillamente como ellos, no predicamos el Evangelio, predicamos con nuestra vida, una vida de trabajo y de compartir las luchas de la gente. Y eso era lo que iba a hacer Pablo Gazzarri… Y qué casualidad que cuando deja de ser cura de la Arquidiócesis de Buenos Aires y pasa a los Hermanitos del Evangelio lo desaparecen; lo mismo le pasó a Mauricio Silva, también sacerdote del clero que pasa a ser Hermanito del Evangelio, cura barrendero, quien también está desaparecido. 

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La nueva capilla de la Isla Maciel, sobre la calle Pinzón, lleva el nombre del Beato Oscar Romero, el obispo salvadoreño asesinado en 1980.

El Padre “Paco”, como todos lo llaman en la isla, es abogado y enfermero, pero más allá de eso es la persona que incansablemente transita las pequeñas calles de casillas abigarradas donde hoy las políticas vuelven a azotar a los trabajadores y a provocar mayores padecimientos entre los más vulnerables.

En palabras y en actos, su trabajo cotidiano junto a un incansable equipo de mujeres y hombres del barrio y de voluntarios externos que colaboran en las tareas, es una lucha por garantizar mejores condiciones de vida para los miles de habitantes de Maciel. Los dos comedores populares que hay en la isla, reabiertos a finales de 2015,  alimentan a más de 300 chicos y adolescentes cotidianamente, y reparten viandas para los padres que se avergüenzan de su precariedad económica y evitan comer allí junto a sus hijos.

“Paco”, como otros tantos curas villeros, es alguien que lucha desde la prédica y la acción por la justicia social. Los domingos oficia misa junto a la gente de Maciel, hay cantos esperanzadores y homilías en las que subraya la necesidad de que el pueblo recupere dignidad, trabajo y la alegría del pan sobre la mesa familiar. Con este compromiso participará del homenaje a Gazzarri a 40 años de su secuestro. 
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Pablo Gazzarri en el bautismo de Andrés Habegger

La visita las cinco se realizará el sábado 25 de noviembre a las 17, con la presencia del Padre Francisco Paco Olveira, Fátima Cabrera y el periodista Sebastián Hacher, autor de los libros Sangre salada (2011) y Cómo enterrar a un padre desaparecido" (2013).

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