25/04/2017
Restitución de la identidad del hijo de Enrique Bustamante e Iris Nélida García Soler
Los nietos que refrescan el alma
Por Bárbara Komarovsky
Fotos Mónica Hasenberg
Abuelas de Plaza de Mayo difundió algunos detalles de la restitución del nieto 122, un hombre de casi 40 años que vive en Córdoba . "A la sociedad le pedimos que nos siga ayudando. Rompamos el silencio, hay más de 300 jóvenes que aún hoy no conocen su identidad”, expresó Estela Carlotto.
La historia se repite y a la vez es única: las ideas, el amor y la proyección de familia brutalmente golpeados por el Terrorismo de Estado. En enero de 1977 los militantes de Montoneros Enrique Bustamante e Iris Nélida García Soler -embarazada de tres meses- fueron secuestrados. Permanecen desaparecidos. En medio del calvario de la detención clandestina, un nacimiento: en julio de 1977 Iris dio a luz en la ESMA a un varón que hoy tiene casi 40 años y que desde esta semana es el nieto 122. Se sabe que vive en Córdoba, que es padre de dos hijos y que accedió voluntariamente a hacer el examen de ADN.
El 31 de enero de 1977 Iris y Enrique fueron secuestrados de la pensión en la que vivían, sobre la calle Tacuarí al 400, en la ciudad de Buenos Aires. Ese día ella iba a visitar a su familia pero a último momento suspendió. ¿Se imaginaría que la perseguían? Oriunda de Mendoza, Iris había estudiado Sociología en la Universidad Católica Argentina y tenía 24 años cuando la secuestraron; Enrique 25. Ella inició su militancia en la Juventud Universitaria Peronista (JUP), él en Montoneros. Luego, ambos confluyeron en la misma organización político-militar.
Estuvieron secuestrados en “Club Atlético” y, por testimonios de sobrevivientes, se supo que Enrique estuvo un tiempo en la ESMA y luego volvió al el centro clandestino de detención de la avenida Paseo Colón al 1200. Iris permaneció allí hasta mayo de 1977, cuando fue llevada a la ESMA para dar a luz. “Este hecho –afirman las Abuelas en un comunicado- muestra la coordinación represiva entre la Armada Argentina con otras fuerzas de seguridad, en este caso la Policía Federal Argentina”.
...
Hay un clima de ceremonia en cada una de las conferencias de prensa en las que las Abuelas de Plaza de Mayo anuncian la restitución de la identidad de los nietos. La felicidad invade el espacio, se percibe en el aire. Las mujeres suben juntas al primer piso del edificio y se ubican en sillas dispuestas detrás de una mesa. Allí estuvieron hoy la presidenta Estela Carlotto, la vice Rosa Roisinblit, la titular de la filial Córdoba, Sonia Torres, y Delia Giovanola, entre otras. Atrás están parados los nietos recuperados que las rodean. Las miran con atención, se preocupan de que tengan agua, que funcione el micrófono y de contenerlas. Hoy al mediodía estaban allí los nietos Victoria Montenegro, Manuel Goncalves Granada, Leonardo Fossati, Francisco Madariaga Quintela y Jorge Castro Rubel, uno de los últimos en recuperar su identidad, hace apenas dos años.
“Realmente no hay sol pero estamos iluminados con esta noticia”, arrancó Carlotto, y explicó que la investigación por el nieto 122 fue larga y ardua porque faltaban piezas para completar el engranaje y la familia estaba desmembrada, tal como sucede en la mayoría de los casos de familias que fueron arrasadas por la dictadura.
En este caso además se sumó un elemento extra: Enrique Bustamante no estuvo denunciado como desaparecido hasta 2010, cuando una prima se acercó a la Secretaría de Derechos Humanos para solicitar información. Recién en ese momento se formalizó la denuncia y se pudo incorporar el grupo familiar al Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG).
En la historia que permitió restituir la identidad del hijo de Iris y Enrique fueron claves los apodos. Los compañeros de militancia de Iris la conocían como “Tita”, “Pajarito” –así en masculino- o “La gallega”. A Enrique lo llamaban “El lobo” o “El chamaco”. A partir del testimonio de la sobreviviente Nilda Orazi se supo que una joven embarazada apodada “La lobita” había sido trasladada desde “Club Atlético” para dar a luz en la ESMA. En 2004 la Conadi comenzó a trabajar para identificar a dos mujeres: “Tita”, una mujer embarazada vista por personas que habían sido liberadas de “Club Atlético”, y “la Lobita”, una mujer que por testimonios de sobrevivientes, había dado a luz en la ESMA. El apodo de Enrique permitió establecer que Iris era “La lobita” vista en la ESMA.
“Tita” y “La lobita” eran la misma persona.
Sonia Torres, la presidenta de Abuelas de Córdoba, donde vive el nieto 122 –cuya identidad no transcendió- contó que un equipo de aproximación se acercó al hombre, que aceptó hacerse el examen de ADN en forma voluntaria. El 18 de abril el BNDG informó a la Conadi que este hombre era el hijo de la pareja García-Bustamante. “Nosotros habíamos recibido el dato de que podía ser. El equipo fue recibido calurosamente por él. Le contamos un poco más cómo es el trabajo de Abuelas y cómo es el procedimiento de los análisis”, precisó.
“Estas noticias nos refrescan el alma. Este caso muestra que los juicios son fundamentales y que el Estado debe acompañar el proceso de Memoria, Verdad y Justicia. A la sociedad le pedimos que nos siga ayudando a encontrar a nuestros nietos. Rompamos el silencio, hay más de 300 jóvenes que aún hoy no conocen su identidad. Además –y esto corre a título personal- esto confirma que son 30.000 o más los desaparecidos”, expresó Carlotto.
La sala, pequeña y colmada de movileros, fotógrafos, abogados que trabajan todos los días con Abuelas y militantes de los organismos de Derechos Humanos estalló en aplausos. Carlotto hizo una pausa y miró las fotos de Iris y Enrique, jóvenes, muy jóvenes, fotos en blanco y negro frenadas en el tiempo. “Miren qué belleza. Dicen que él se parece a su papá”, contó.
“Él nos pidió guardar mucha reserva respecto de su identidad. Cuando asimile que es hijo de desaparecidos, se va a acercar”, dijo con suave firmeza.
Mariana Herrera, directora del Banco Nacional de Datos Genéticos, contó que en sus 30 años de vida la entidad fue sumando nueva tecnología que permitió incorporar nuevos “marcadores genéticos”, claves en el caso de la familia Bustamante-García, diezmada por el paso del tiempo.
Al edificio de Abuelas también llegaron primos de Enrique, como Ricardo, unos 10 años menor. “Hay algo de Enriquito dando vueltas en Córdoba. Ojalá en algún momento él se acerque a nosotros y le podamos contar la historia de quién fue su padre y quién fue su abuelo. Cuando uno lo ve de afuera es otra cosa pero cuando le pasa a uno lo mueve y lo conmueve. Espero que nunca más se vuelva a repetir”, señaló.
En la punta de la mesa estaba sentada otra de sus primas, Blanca Bustamante, quien recordó que fue su padre Amado, hoy fallecido, el que aportó la muestra de sangre que permitió hacer el cotejo. “Te queremos porque quisimos a Enriquito. Tenés tíos en Catamarca de donde somos oriundos los Bustamante: Miriam, Turino, Gustavo. También está Alicia del lado de Iris. Te vamos a dar tu tiempo. El tiempo del corazón. Sabé que yo te quiero”, dijo emocionada.
También dijo presente en la conferencia Cristina Muro, compañera de militancia de Enrique, que era padrino de sus hijos: “Yo quiero decirle a este niño-hombre que el día que Tita le dijo a Enrique que estaba embarazada, él me tocó la panza (yo también estaba embarazadísima) y me contó que iba a ser papá. Estaba muy feliz. Hay muchas cosas muy lindas para contarle”.
Claudia Carlotto, la presidenta de la Conadi, contó que los familiares de Iris no pudieron estar hoy en la conferencia porque están todavía atravesados por la emoción. Manuel García, el padre de Iris que fue el que denunció la desaparición de su hija embarazada, está vivo y tiene 92 años. Hay también algunos tíos maternos.
Cábalas
Una periodista quiso saber quiénes criaron al nieto 122. Todavía no es tiempo para revelar esa información. Estela reconoció a su interlocutora: habían charlado hace unos días en la Escuela Itinerante frente al Congreso, donde ella manifestó su apoyo a los docentes en su reclamo por la paritaria nacional. Antes de despedirse, en aquella ocasión, la periodista le había dicho que se encontrarían pronto, cuando las Abuelas anunciaran la restitución de la identidad de un nuevo nieto. No pasó ni una semana.
Compartir