19/09/2016
Entrevista a Regine Robin, autora de La memoria saturada
La memoria del presente
Por Matías Cerezo
Fotos Julián Athos
La historiadora, socióloga, lingüista y novelista Regine Robin reflexiona sobre los riesgos de lo que denomina la “obsesión memorial” que bien podría ser una de las formas del olvido. "Una conmemoración es extremadamente estereotipada, mientras que por oposición, la rememoración tiene que recurrir a dificultades para no instalarse en el discurso de nunca olvidaremos", reflexiona.
Regine Robin nació en París en 1939 y es hija de judíos polacos. Se licenció en la Sorbonne en Historia. Realizó su doctorado en la Universidad de Dijón y continuó su formación en la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París. A mediados de los años 70 se mudó a Montreal donde es profesora de la Universidad de Quebec. Es historiadora, lingüista, socióloga y novelista. Tiene numerosos libros editados, aunque sorprendentemente pocos traducidos al español. Entre ellos, Identidad, memoria y relato y La memoria saturada en el que advierte sobre los riesgos de una memoria anclada en el pasado y amenazada en el presente.
Estuvo en Buenos Aires invitada por el Centro de Estudios de Memoria e Historia del Tiempo Presente de la Universidad de Tres de febrero para dictar el seminario Problemáticas de la memoria, en el cual, a lo largo de tres días, abordó cuestiones tan polifacéticas como ella misma. Habló de la relación entre historia y memoria, la importancia de la justicia en los procesos de memoria, el concepto de posmemoria, las memorias en pugna en la Alemania reunificada y las formas en que la literatura y el arte iluminan sobre la memoria y el olvido.
“Ni novela, ni gran relato, yo escribo sobre un fondo de rotura y recolección de trozos, de partículas, de fragmentos y de indicios”, define su obra Robin, que a lo largo de toda su producción reivindica su escritura fragmentaria y reflexiona sobre la memoria en diálogo con la historia, el arte y la literatura, confundiendo los contornos del ensayo y la ficción.
Su mirada diferenciadora implica un cuestionamiento a la expansión del memorialismo ritualizado que llega a igualar al fascismo con quienes lo combatieron y no deja espacio para un abordaje crítico. Sobre algunas de estas cuestiones dialogó con la Haroldo.
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Se ha escrito mucho sobre la relación entre historia y memoria; existen posiciones bien distintas como la de Pierre Nora y la de Enzo Traverso. ¿Podría sintetizar su posición?
Los historiadores oponen muy frecuentemente la historia a la memoria. La historia es una disciplina muy antigua pero que en el siglo XIX adoptó una especie de metodología científica a partir del trabajo sobre archivos y un trabajo de deontología que consiste en, a partir de un sistema de causalidad, explicar fenómenos y tratar entonces de encontrar lo verdadero sobre lo real del pasado, darle sentido pero a partir del trabajo sobre los documentos.
La memoria es otra cosa: es una gran metáfora de la relación que las sociedades tienen con su pasado, de la imagen que quieren dar de él y la manera misma como lo habitan. Se habla a menudo de memoria oficial aun cuando no se está en un Estado que controle lo que se dice sobre el pasado. Pero para algunos grupos minoritarios, es un sentido de reiniciación de justicia, el reconocimiento del pasado que fue olvidado, suprimido u ocultado. Entonces, no tienen las mismas funciones; pero esta diferencia es demasiado rígida, las cosas son mucho más complejas: siempre hay algo común entre historia y memoria y esta cosa en común es apasionante justamente porque es común.
Otro concepto que usted aborda, y en Argentina nos familiarizamos tal vez por la cercanía temporal con el hecho traumático, es el de posmemoria.
La posmemoria es una noción inventada por Marianne Hirsch, una investigadora literaria americana, que trabaja sobre la Shoah y que designa con este término la relación con el pasado de generaciones que no conocieron el evento traumático o traumatizante porque nacieron después, pero son portadores del trauma; entonces trabajan con este traumatismo como si hubieran vivido el evento, ellos lo creen. Evidentemente no es lo mismo.
La posmemoria es una forma de memoria, su relación con los hechos y objetos no está mediatizada por los recuerdos. Es la experiencia de los que crecieron rodeados de los relatos de generaciones precedentes que vivieron experiencias traumáticas. Son experiencias que no vivieron pero cuyo daño transportan, un duelo que no pueden hacer.
A menudo son artistas, escritores que tratan de representar los eventos, el trauma, de una manera distinta que sus padres o abuelos. Esto es lo que se llama posmemoria, no historia, porque no se convirtió realmente en pasado; siempre se está en el trauma activo, se es incapaz de tener una visión objetiva de cualquier cosa que fuera. Se es portador del trauma pero se trabaja con eso.
"¿Qué quiere decir memoria justa? Yo soy portadora de la memoria de las víctimas de los nazis, del antisemitismo nazi. Toda mi familia fue aniquilada. ¿Qué quiere decir memoria justa? ¿Qué se me pide respecto de esto?".
Usted habla de memoria justa en contraposición con Paul Ricoeur ¿Podría desarrollar esta crítica?
Yo creo que era buena la intención de Paul Ricoeur 1, pero es una ilusión porque ¿qué quiere decir memoria justa? Yo soy portadora de la memoria de las víctimas de los nazis, del antisemitismo nazi. Toda mi familia fue aniquilada. ¿Qué quiere decir memoria justa? ¿Qué se me pide respecto de esto?
Forzosamente, soy de una hostilidad total respecto de las nazis... Pero, tal vez se trata de un caso extremo, pero hay una historia justa. Se puede explicar en Alemania por ejemplo por qué hay gente que se hizo nazi, se pueden explicar las causas del aumento del fascismo, pero para la memoria no veo dónde está lo justo. En los documentales que se hicieron sobre los hijos de nazis, algunos se rebelan contra sus padres y hay otros que los defienden. Hay muy poca indiferencia general. Entonces, dicho de otra forma, lo que quiero decir es que no tiene sentido esto de memoria justa.
¿Qué significa que hay una memoria saturada o una obsesión memorial?
La memoria saturada es porque después de períodos de ocultamiento el problema de la memoria llega al primer plano y sólo se habla de eso. Sé está completamente obsesionado por eso y entonces se miran las cosas del pasado, ya no se mira el presente o el futuro; la propia identidad es con relación a ese pasado y creo que esta obsesión es un gran acto de debilidad en relación a la falta de perspectiva de hoy.
Es interesante la periodización que establece Henry Rousso 2 sobre el ciclo de memoria en Francia desde 1945 hasta hoy.
Trabajando sobre Francia, la historia de su evolución, Rousso distinguió varias etapas en relación con la Segunda Guerra Mundial. Una primera etapa, el duelo. Todo el mundo perdió a alguien, las ciudades bombardeadas. Menos que en Alemania pero lo mismo. Hay un segundo período que no se habla más de nada. La vida recomenzó y ya no se habla de la Guerra. Y un tercer período -a partir de un documental de Marcel Ophüls, La tristeza y la piedad- donde muestra que hubo mucha colaboración, no eran todos resistentes. Y todo se da completamente vuelta: todo el mundo dice que Francia fue colaboracionista, no resistente, excepto una minoría, que se vivió en un mito. Y, a continuación de esto, hay una obsesión memorial en todos los medios. Entonces está la memoria judía omnipresente. Están también los armenios, los altilleses, los antiguos esclavos. Cada grupo exige justicia y memoria y encuentra que la memoria nacional no los reconoció. Y entonces hay peleas continuas y el problema de la historia, de la memoria nacional es que ya no queda nadie. Es un verdadero problema.
Usted dedicó íntegramente el último encuentro del seminario a analizar la obra del francés Patrick Modiano como un ejemplo para abordar lo que caracterizó como una memoria heterogénea, una memoria hojaldrada, con huecos, con sombras. Y mencionó el concepto de rememorización en contraposición a conmemoración.
Sí, yo opongo el concepto de rememoración al de conmemoración. No tengo nada contra la conmemoración en sí, pero ocurre que las conmemoraciones en general son acaparadas por Estados, por cuestiones oficiales, se les da un contenido que depende de la relación de fuerzas de hoy y son totalmente instrumentalizadas. Una conmemoración es extremadamente estereotipada, mientras que por oposición, la rememoración tiene que recurrir a las dificultades, tiene que tener en cuenta, como dice Modiano el océano de olvido, entonces hay que atravesar el océano de olvido y no instalarse en un discurso sobre nunca olvidaremos.
Otra idea interesante con respecto a Modiano es la de darle voz a los olvidados o atribuir una biografía a los anónimos.
Él es muy sensible a esto. Porque es su trabajo y a menudo es también el trabajo de historiadores; por ejemplo, la historiadora francesa Arlette Farge trabajó en los archivos del siglo XVIII, ella se interesa en los archivos, en elementos que no retienen los historiadores en general, como archivos judiciales, como un juicio porque el marido mató a la mujer porque lo engañaba… Pequeños elementos que duermen en los archivos, y ella trata con sus trabajos de darles vida. Es un punto de vista sobre la historia que permite adelantar mucho.
¿Cuál es el lugar de la justicia con respeto a la memoria?
La justicia tiene un papel muy importante porque siempre tratamos después de períodos de gran trauma con juicios. El problema es cuando la justicia no es de confianza. Hay períodos en donde la justicia no es la solución, porque va en el sentido del poder que perpetró los crímenes; va a frenar en otros casos, va a haber sí una justicia reclamada por la memoria. No hay que tener confianza en la justicia aún si es un elemento importante y positivo.
Uno de los ejemplos que expuso sobre la instrumentalización de la memoria fue el de las dos Alemanias y lo que estaba sucediendo con la reunificación.
En mi próximo libro, Una novela de Alemania, le dedico todo un capítulo al tema de la reunificación, donde tomo varias fechas de conmemoración. Entonces hay varias fechas, la conmemoración del 17 de junio de 1953 3, la rebelión de obreros en Berlín; la del 8 de mayo que es la capitulación sin condiciones de Alemania; la del 9 de noviembre de 1989 que es la caída del muro. Con estas tres hay otras en mi capítulo. En cada una de las conmemoraciones Alemania Federal -porque Alemania reunificada también se llama Alemania Federal porque asume el Este y no cambió de nombre- tiene un buen papel. Por ejemplo, el 17 de junio del 53 la rebelión de los obreros contra el aumento de las normas de trabajo al inicio de la RDA se dice que fue el primer intento para reunificarse, el primer intento para escapar del totalitarismo y querer transformarse en alemanes como los otros; el 8 de mayo del 45 se dirá, por supuesto, que es una liberación del nazismo, pero cuidado, mitad de Alemania quedó bajo el dominio de los soviéticos; entonces hay que prestar atención, se puede estar contento pero no del todo. Y en cuanto al 9 de noviembre, fecha de la caída del muro, finalmente fue la gran fecha prevista. Es decir que cualquiera sea la fecha de conmemoración siempre hay un relato que toma los eventos en el sentido que conviene al Estado.
"Por eso escribí El caballo blanco de Lenin, donde mezclo la realidad, los documentos, la ficción, una especie de homenaje a mi padre, pero en un género que no es el de los historiadores. A partir de ese libro me planteé el problema de la memoria. ¿qué se puede decir de él? ¿qué queda?".
En Europa podemos identificar dos fenómenos: por un lado, un gran avance de la derecha y, por otro, el surgimiento de una operación intelectual y política por englobar bajo el concepto de totalitarismo tanto al comunismo como al nazismo. ¿Cree que ambos fenómenos tienen alguna vinculación?
Es un antiguo problema, una polémica que se discute entre historiadores hace veinte años. Desde que hay un triunfo de la derecha a partir de mediados de los años 70, antes de la caída del muro, se hace este ejercicio de igualación; más aún, la Unión Europea en el 2006 adoptó una resolución que establece esta igualdad, entonces Europa está implicada en esto.
Por último, teniendo en cuenta su historia y la de su familia, ¿cuáles fueron las motivaciones por los cuales dedicó su trabajo intelectual a las problemáticas de la memoria?
Primero yo era historiadora muy clásica, especializada en la Revolución Francesa. En mi familia la revolución se come en el desayuno. Después pasé a la Revolución Rusa, yo había estudiado mucho ruso en la universidad, escribí un libro sobre el realismo socialista y después, cuando murió mi padre, quise escribir una especie de biografía sobre él. Y ahí me di cuenta de que mi padre era un anónimo; no se escribe una biografía sobre los anónimos. Por eso escribí El caballo blanco de Lenin, donde mezclo la realidad, los documentos que tengo, ficción, una especie de homenaje a mi padre, pero en un género que no es el de los historiadores. A partir de ese libro me planteé el problema de la memoria. Por ejemplo ese padre nacido en Polonia, que quería hacer la revolución ahí, pero que llegó a Francia a principios de los años 30 ¿qué se puede decir de él? ¿qué queda? Era un militante comunista y judío, lo que hoy se cuentan con los dedos de una mano. No era religioso. Esta familia política desapareció prácticamente, entonces ¿qué queda? Ahí empieza el problema de memoria. No es sólo una cuestión de historia, yo puedo hacer la historia de los barrios polacos donde nació. Puedo ver documentos. Pero no es eso. Es una historia de identidad, no son documentos.
Ahora entiendo por qué le gusta tanto Patrick Modiano.
Totalmente. Es un encuentro. Lo encontré en un libro cuando obtuvo un premio y después leí todo, no me separé más de su lectura.
Notas
- 1. Paul Ricœur fue un filósofo y antropólogo francés conocido por su intento de combinar la descripción fenomenológica con la interpretación hermenéutica.
Es autor de “La memoria, la historia y el olvido” traducida al español, entre otros libros.
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2. Henry Rousso es un historiador francés, autor de diversos trabajos sobre la Francia de Vichy, que ha sido director del Institut d'histoire du temps présent.
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3. Antes de la reunificación, en la República Federal Alemana, el "Día de la Unidad" era el 17 de junio, conmemorando la sublevación de 1953 en Alemania del Este, en la que un grupo de obreros se rebeló contra el régimen socialista en protesta por un aumento de la jornada laboral. La revuelta fue aplastada con ayuda soviética y se estima que el número de fallecidos superó el centenar.
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