09/09/2016
Espacio de Deportes y Derechos Humanos
La memoria en el podio
Por Juan José Panno
Fotos Mónica Hasenberg
El autor de esta nota es también uno de los hacedores del Espacio Deporte y Derechos Humanos, que se exhibe en el edificio de Familiares de Desaparecidos en la ExEsma. Muestra permanente y necesaria -y con el sello de Claudio Morresi- delinea los grandes momentos deportivos de la Argentina, al grito de goles, compromiso e impacto emocional.
Diego Rivada, militante de fierro, de esos que construyen en silencio día a día, es hijo de desaparecidos. Su padre, Carlos Alberto Rivada, jugaba al fútbol profesionalmente como puntero derecho en Huracán de Tres Arroyos. Desapareció en esa ciudad junto a su esposa, María Beatriz Loperena, en la madrugada del 3 de febrero de 1977. Sus captores dejaron abandonados en la calle a sus dos hijos, de tres años (Diego) y de cinco meses (Josefina). Los chicos fueron hallados por una enfermera y restituidos a sus abuelos.
Diego vive hoy en La Madrid un pueblo de 10 mil habitantes, cercano a Olavarría, en el sudoeste de la Provincia de Buenos Aires, a 450 kilómetros de la Capital. Es el presidente del Barracas, un club levantado ladrillo a ladrillo, con el apoyo de toda la comunidad. El día de la inauguración del Espacio de Deporte y Derechos Humanos de la Ex Esma viajó especialmente en micro y llegó a tiempo para recorrer la muestra. En su muro de facebook escribió este conmovedor texto: “Sabía que había una foto de mi viejo. Como me pasa en casi todo, llegué al lugar a lo último. El pibe eterno de veintipico de la foto, que es mi viejo, me mira como diciendo viniste” .
Quizás alcance con el relato de esta breve historia para que se entienda el sentido, el valor y la importancia de este espacio impulsado por Claudio Morresi, ex futbolista, ex Secretario de Deporte de la Nación, consecuente militante de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas. En términos futboleros, Morresi y Rivada son de esa clase de gente que anda por la vida jugando en equipo, tirando paredes.
Con el sello de Morresi , con el aporte del Ministerio de Desarrollo Social que conducía Alicia Kirchner, y con el foco en los Rivada de nuestra historia deportiva y social es que fue creado este museo moderno y dinámico que funciona en el edificio de Familiares, en la Ex Esma.º
El diseño y la curaduría estuvieron a cargo de los talentosos Hernán Bisman, Alejandra Naftal y Roberto Busnelli, con quienes colaboraron periodistas, editores de video, diseñadores gráficos, pintores e ilustradores que dotaron de profundo contenido y belleza estética al lugar.
La visita comienza con una línea de tiempo que recorre el deporte y su marco social y político, desde los pueblos originarios hasta nuestros días. Los claroscuros están simbolizaos por el fondo negro sobre el que se apoyan los hechos ocurridos en los períodos más terribles de nuestra historia. Se destacan, por oposición, las etapas más luminosas del deporte, que tienen relación directa con políticas de Estado que apoyaron la práctica social y profesional. Tal vez la síntesis la da este dato: entre 1952 y 2004 ( con varios gobiernos dictatoriales en el medio) Argentina no logró ninguna medalla de oro, con el agregado de que no se asistió a los Juegos Olímpicos de Moscú, en 1980, porque las autoridades decidieron plegarse sumisamente al boicot encabezado por los Estados Unidos. La línea de tiempo se realza con fotografías de distintas épocas y con ilustraciones de Eduardo Maicas.
En la parte posterior de la estructura sobre la que fue montada la cronología estallan los vivos colores de un mural pintado por el artista plástico Sergio Tosoratti, en la que también se funden los laureles de los deportistas con los pañuelos de las Madres.
“Eran rugbiers, futbolistas, gimnastas, basquetbolistas, atletas, tenistas, ajedrecistas, jugadores de hóckey sobre césped o veleristas, con un promedio de edad de 24 años. Ponían toda su energía en la práctica del deporte, pero el logro mayor al que aspiraban era el de una sociedad más libre, más solidaria y más equitativa. Este espacio es un homenaje a ellos".
El salón central es un espacio de 25 metros de largo por 15 de ancho se disponen 14 octógonos, pensados como gajos de una gigantesca pelota de fútbol. Es particularmente conmovedor entrar al lugar de las víctimas del terrorismo de Estado. Dice el texto de presentación: “Eran rugbiers, futbolistas, gimnastas, basquetbolistas, atletas, tenistas, ajedrecistas, jugadores de hóckey sobre césped o veleristas, con un promedio de edad de 24 años. Ponían toda su energía en la práctica del deporte, pero el logro mayor al que aspiraban era el de una sociedad más libre, más solidaria y más equitativa. Este espacio es un homenaje a ellos. Aquí está la lista de los jóvenes asesinados o desaparecidos durante la etapa más oscura de la historia argentina.”
Y a continuación se despliegan los nombres y una breve historia de cada uno de ellos.
Los libros de Gustavo Veiga ( Deportes, desaparecidos y dictadura) y de Claudio Gómez (Maten al rugbier) fueron la principal fuente de información para este segmento.
La recorrida puede continuar por el octógono de homenaje a los relatores deportivos “que forman parte del espectáculo y a veces son el espectáculo”, como lo demuestra el genial relato de Victor Hugo Morales haciendo todavía más grande el segundo gol de Diego Maradona a los ingleses en el Mundial de México. En ese cubículo, Morales convive con Fioravanti, Walter Saavedra, Luis Elias Sojit, Bernardino Veiga y también con José María Muñoz que hizo mucho por el deporte, pero que se convirtió en una especie de voz oficial de la última dictadura. Una radio Spica sintetiza la emoción del recuerdo de las transmisiones en los tiempos en que toda la fecha se jugaba el domingo.
El visitante puede pasar de ahí al octógono del "Juego Limpio" en el que puede leer un decálogo escrito por el profesor Gerardo Salorio que invita a la reflexión, algo que también hace la canción de “Las pastillas del Abuelo” convocando a la amistad entre las hinchadas de fútbol en un divertido clip.
Otro sonido sorprendente que ofrece el lugar es el del coro de hinchas que cantó aquello de el que no salta es militar, en el estadio Luna Park, durante el Mundial de Voleibol. Hugo Conte y Waldo Kantor, dos jugadores del equipo nacional dan cuenta con su testimonio de la conmoción que les provocó ese momento tan particular. Hay videos también en otros segmentos, como el de Miguel Sánchez , el de la Generaciòn Dorada, el de las mujeres que hicieron historia en el deporte.
Miguel Sánchez es tal vez el más conocido entre los atletas desaparecidos. En su honor se realiza todos los años una maratón en distintos lugares e la Argentina y también en Italia. El espacio contiguo al de Miguel lleva como título “Defensores de los derechos humanos” y se centra en la tarea desplegada por Familiares de Detenidos y Desaparecidos, de cuya fundación se van a cumplir ahora 40 años. Y asi como antes se hacían oir cuando muchos callaban, hoy militan por la memoria cuando otros proponen el olvido.
La recorrida de los museos de los clubes de fútbol suele terminar en un shopping. No es este el caso. La muestra culmina en un salón en el se pueden ver simultáneamente en varios televisores a selecciones de distintos deportes y a hinchas cantando del Himno Nacional. Otro certero impacto emocional.
En la inauguración la presidenta de Familiares, la incansable Lita Boitano, recordó con orgullo cómo se las ingeniaban durante el Mundial de 1978 para denunciar ante los periodistas extranjeros los aberrantes hechos que se producían en el país.
Messi y Maradona, que tienen reservado un lugar especial en la muestra con jugadas de lujo, goles y caños, aquí aparecen también colaborando con la lucha de las Abuelas de Plaza de Mayo por la restitución de los nietos.
En el octógono ubicado al lado del de los desaparecidos se sintetiza lo que significó el Mundial 78 con el poema de Carlos Ferreira, las fotos de Mario Kempes y en confrontación con la de los miembros de la Junta Militar, y un breve video. “Una gran conquista deportiva manchada por el marco en el que se desarrolló”, se dice en el lugar. Ahí se explica que solo 700 metros de distancia separaban los eufóricos gritos de gol, con los desgarradores gritos de horror de los detenidos torturados en la Esma.
La recorrida de los museos de los clubes de fútbol suele terminar en un shopping. No es este el caso. La muestra culmina en un salón en el se pueden ver simultáneamente en varios televisores a selecciones de distintos deportes y a hinchas cantando del Himno Nacional. Otro certero impacto emocional.
El Espacio Deportes y Derechos Humanos, que ya empezó a ser visitado por estudiantes secundarios y de escuelas de periodismo, de sociología y de ciencias políticas, funciona los jueves y viernes, de 10 a 13 y sábados y domingos de 14.30 a 18.30. Y , por supuesto, la entrada es libre y gratuita.
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