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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

25/04/2018

Palabras silenciadas, deseos reprimidos

El silencio es un cuerpo que cae es la ópera prima de la cordobesa Agustina Comedi. El documental reconstruye la vida de su padre Jaime a partir de 150 horas de filmaciones que él mismo grabó hasta que en 1999 murió en un accidente. En la búsqueda, la directora le da voz al movimiento LGBTIQ en una época donde las palabras eran silenciadas, los deseos reprimidos y el placer se enjuiciaba.

Agustina Comeli
Agustina Comeli

Se acercaba el tan esperado festival BAFICI 2018, era la primera vez que el documental se iba a presentar en el país ante sus conocidos. Aunque la Avant Premiere Mundial fue en el Festival de Cine Documental de Ámsterdam (IDFA) en noviembre del año pasado. El largometraje obtuvo diversos premios, entre ellos el IDFA, Morelia y Raymundo Gleyzer.

Eran las 13 horas de un día del sol que se reflejaba en el jardín de su casa. Su gata gris y blanca con ojos verdes llamada “Nube” observó sigilosa cada momento de la entrevista. Agustina sabía que en horas el público argentino vería su primer documental-ensayo, en el que su vida íntima y la de su familia quedarían en el ojo público. El silencio que ocultó su padre sería develado a través del relato en primera persona de su hija, quién en la búsqueda no solo encontró la verdad de Jaime sino también la historia desconocida- hasta este momento- de una generación que sufrió la dictadura cívico-militar y la discriminación por ser gays y lesbianas.

Jaime fue homosexual hasta los 40 años en un país donde los deseos eran cercenados desde el Estado, desde los partidos políticos –él militaba en la Vanguardia Comunista- y desde la propia familia. Abogado reconocido, viajero apasionado, amigo de gays, lesbianas y transformistas. Tuvo varios amantes y una pareja durante 11 años, Néstor, quién en 1986 fue el obstetra de Monona, madre de Agustina cuando Jaime decide inesperadamente casarse con una mujer. A partir de ahí empieza lo oculto, el silencio, lo que se sabe pero no se dice, hasta ahora.

El documental de montaje e investigación, trabajado desde la técnica found footage, El silencio es un cuerpo que cae se estructura a través de los registros caseros en VHS y en súper 8, entrevistas a la familia y a los amigos de su padre, videos de “Kalas”, un bar de encuentro y diversión de homosexuales y trans de esa época. Es justamente en esta diversidad de materiales dónde la directora puede rearmar de manera contundente y rigurosa el rompecabezas de la vida íntima de su padre.

“Me costó un montón dar con el  título pero apareció al final de la película. Un poco surgió porque yo quería dirigir la mirada al silencio: Que no se centrará solamente en la identidad sexual sino derivar un poco hacía el silencio como algo más general que atraviesan todas las familias y que es tan dañino”, cuenta Agustina que participó en las tres funciones a sala llena que brindó el BAFICI en la Ciudad de Buenos Aires.

El silencio es un cuerpo que cae
Fotograma de "El silencio es un cuerpo que cae"

Jaime murió al caer de un caballo cuando Agustina tenía 12. Cuando cumplió 15 años, una amiga de su papá que había militado con él, le regaló su libro con una dedicatoria que decía: “Una de las historias, la real, puede ayudarte a entender lo que paso en Córdoba un poco antes de que vos nacieras. Escribíme”. A partir de ese día, Agustina empezó a indagar sobre la historia de su papá.

“Fue un proceso largo y paulatino. Al principio no había una decisión de hacer una película pero sí como una insistencia sobre el tema. Luego, empecé a entrevistar a los amigos de mi papá que me iban dando de a poquito algunas fotos y contando anécdotas sobre él. Se construyó un vínculo súper fuerte. Esto me permitió poder consensuar ciertos pactos, acuerdos en los que pude presionar un poquito más sabiendo que lo que estaba haciendo era cuidadoso y amoroso. Hay libertades que yo me tomé con gente que tengo más vínculo como fue el caso de Susana que dejé la cámara prendida cuando me pidió que la apague. Sin embargo, siempre intenté mantenerme en un lugar de no excesiva insistencia porque era un tema delicado para ellos”, reflexiona Agustina, recibida de la carrera de Letras en la Universidad Nacional de Córdoba.

 La decisión que esa búsqueda personal se haya transformado en documental tuvo que ver con el nacimiento de su hijo Luca que ahora tiene 6 años. Agustina entendió que esa historia de alguna manera tenía que ser compartida para que “del silencio y de lo doloroso” se pueda construir algo distinto. Al principio, el documental estaba centrado en la idea de trabajar con personas LGBTIQ de más de 50 años que hubieran vivido en Córdoba en los ´80 y que hubieran formado parte de algún partido político. Pero con el tiempo, empezó a buscar en la casa de su mamá –Monona- la cinta del día del accidente de su padre y aunque no la encontró -porque estaba en la casa de un primo en España- descubrió en los VHS la mirada de su padre. Ahí se lo percibe a Jaime en algún encuadre, paneo movido o en algún zoom; o como una voz de fondo que indaga, comenta o se ríe. Hay muy pocas imágenes de él pero sí un registro detallado de todos los viajes, los recuerdos familiares, cumpleaños y actos escolares de la vida de los tres: Monona, Jaime y Agustina.

El silencio es un cuerpo que cae
Fotograma de "El silencio es un cuerpo que cae"

“Empecé a revisar el archivo de a poquito, me costaba hacerlo pero fue ahí cuando mi tutora Marta Andreu vio la escena del cuerpo de David -que aparece al principio del documental-y me dijo eso tenía que estar porque también se trataba de la mirada de mi papá.  El recuerdo que tenía era de un tipo muy libre, paradójicamente libre, como muy corrido de ciertos lugares morales. Él siempre opinaba distinto a lo que opinaba la mesa. Era muy alegre pero ensombrecida por momentos como hay un dejo de sombra o tristeza en él. Me sorprendió ver en las filmaciones la cantidad de veces que dice ´Hay que tratar de ser feliz´; ´Para los que sufren´. Tenía muy presente esta cosa de como si se estuviese debatiendo en él la felicidad o la tristeza”, recuerda la guionista quién se formó con Pablo Solarz, Mauricio Kartún, Ariel Barchilón y Gustavo Fontán entre otros referentes.

Por más de una hora, las dudas que durante muchos años persistieron en Agustina se irán respondiendo a través de esas grietas silenciosas que en cada entrevista -grabadas por ella misma- se van llenando de palabras para poder comprender el porqué de ese silencio. “La gente sonríe cuando dice la verdad”, es una de las tantas frases que se remarca en el documental.

“Porque lo personal es siempre político”, la directora se atreve a vencer todos los tabúes y miedos a los que debió enfrentarse esa generación  y contar sobre diferentes temas como la militancia de izquierda, la homosexualidad y el SIDA dentro de un contexto histórico, social y político. “Fue bastante duro, vivían muchas situaciones de violencias, de discriminación, era muy difícil en todos los ámbitos sobre todo para mi papá como abogado pero también dentro de los partidos políticos y hasta de sus propias familias”, sostiene Agustina que en el 2015 escribió “La vuelta en cuento”, una serie animada de 26 capítulos para el canal Paka Paka.

Una de las escenas importantes dentro del documental muestra a Néstor, pareja durante 11 años de Jaime, asistir el parto de Monona en el nacimiento de Agustina. “El día que naciste una parte de Jaime se murió para siempre”, le dijo una vez un conocido a Agustina. La decisión de su padre de formar una familia implicó no solo esconder ese pasado sino también alejarse por completo de Néstor y ni siquiera poder estar presente el día que murió de SIDA.  

“Estoy segura que lo de Néstor para mí papá fue muy duro porque me lo contaron sus amigos. Cuando mi papá hizo ese vuelco se ensombreció porque ese es el límite. Creo que el deseo tiene muchas formas. Es insostenible no acompañar a una persona que fue tan importante para vos en su muerte. Entonces ahí está el secreto, ahí está el cuerpo que cae, ahí está el peso. Todo se puede vivir con liviandad pero no cuando uno tiene que negociar sus amores y Néstor claramente fue un gran amor. La vida que él eligió como padre de familia y como marido de mi mamá era muy feliz también", cuenta Agustina que recuerda que la primera vez que tuvo pareja mujer la hizo visible al día siguiente y asegura que en respuesta a la historia de su papá hoy elige no callarse.

El silencio es un cuerpo que cae
Fotograma de "El silencio es un cuerpo que cae"

“Lesbiana una es en el momento que sale de la mano con una chica-no creo que sea solamente así- pero hay algo como de la visibilidad que te expone a unas violencias que son muy difíciles de entender si uno no las transita. Ponerle el cuerpo a esas violencias que en los años de mi papá fueron muchísimo mayores te permite entender un montón de cosas. El porqué del secreto. Uno no siempre tiene el cuerpo tan disponible para que venga la trompada. A veces uno intenta preservarse y el secreto forma parte del miedo. Yo muchas veces no he blanqueado mi relación en ciertos contextos porque sé que me expongo a la violencia”, agrega la directora.

Agustina cuenta que siempre tuvo una política de visibilizar sus decisiones de pareja y sus posturas políticas porque entiende que “lo personal es siempre político”. Sin embargo, cree que en tiempos como estos –la exposición en las redes sociales- pronunciar ciertas posturas políticas es un poco “riesgoso” y hay que tener más cuidado en cómo se muestra públicamente lo que pensamos. “Deberíamos ser un poco más anfibios pero no negociar los ideales ni mermar la militancia sino duplicarla”.

 Una vez su psicoanalista le había dicho que “Bisexual usted nunca será feliz, vivirá todo el día dudando entre una cosa y otra”. Lo mismo que le dijo un psicólogo a su padre años atrás: “Su condición podía ser revertida, él no era homosexual, era un poco homosexual”. Por tal motivo, ella decide ponerle el cuerpo y voz a absolutamente todo.

“Cada vez que yo pude visibilizar y decidir no callarme me volví más fuerte. Y es esto lo que le pasó a la generación de mi viejo: No decir te vuelve muy vulnerable porque estás en un lugar en el que lo que estás haciendo o deseando estuviera mal. Visibilizar y nombrar te empodera”, sostiene Comedi.

La directora reconoce que en la actualidad hay una mayor visibilización del movimiento LGBTIQ y que la ley de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género permitieron que las prácticas de los deseos estén aparadas desde el propio Estado. Pero aunque las leyes garantizan derechos, aún así la discriminación y la violencia suceden todo el tiempo en las calles. “Cuando hay una ley de Educación Sexual Integral hay un Estado que está conteniendo una situación, ayudando a pensar nuevas formas de sexualidad del deseo y todo el tiempo corremos el riesgo que eso vuelva para atrás. Creo que es algo ganado pero no lo demos por hecho, puede cambiar”, alerta.

En definitiva, de lo que se trata El silencio es un cuerpo que cae es de romper con los miedos, los prejuicios y silencios que asumió Jaime y toda su generación para poder llevar una vida “normal” y que tuvo un costo altísimo para ellos, el propio deseo.

El silencio es un cuerpo que cae
Fotograma de "El silencio es un cuerpo que cae"

“Lo que se narra en el documental –trascendiendo la historia de la homosexualidad- tiene qué ver con lo que uno deja afuera de uno mismo para construir una familia o cuánto de nuestros deseos resignamos, posponemos u olvidamos para entrar en un formato que en definitiva no nos contiene porque si estamos excluyendo una parte de nosotros, no estamos del todo. Creo que eso no tiene que ver solamente con la homosexualidad sino con todos los vínculos. El deseo está como muy cercenado, la familia sigue siendo una institución que cercena el deseo. De qué manera pensamos vínculos, relaciones y familias que nos incluyan y que no nos dejen afuera”, afirma Agustina.

Al final del documental aparece su hijo Luca jugando al “veo-veo” con su madre. Cuando Agustina le pregunta qué ve, él le contesta “algo maravilloso”. ¿Qué es maravilloso? “Un leopardo que este libre”, responde Luca. ¿Y qué es ser libre? “Ser libre es no estar en una jaula”, afirma su hijo. 

“A mí Jaime me enseñó muchísimo. Yo creo que soy un poco lo que soy y hago un poco lo que hago por la historia de mi papá. Yo soy guionista, laburo de eso, de contar historias. El ejercicio de haber tratado de contar una historia que no se podía contar, que estaba prohibida fue un ejercicio que me atravesó”, concluyó con una sonrisa la directora Agustina Comedi.

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