20/10/2023
Pensamiento, territorio y política
Geografías de la democracia
Durante noviembre, una exposición del Instituto de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA - en colaboración con el Centro Cultural Paco Urondo - invita a repasar cómo se construyeron las dimensiones espaciales y territoriales de la democracia y en qué medida la nueva oleada noeliberal amenaza con barrer esas complejas formas de convivencia societaria.
¿De qué hablamos cuando hablamos de democracia? ¿Cuáles son sus características y expresiones geográficas y territoriales? Estas son algunas de las preguntas que los distintos grupos de investigación del Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires responden como forma de conmemorar los 40 años de democracia en el marco de una exposición a realizarse durante el mes de noviembre en alianza con el Centro Cultural Paco Urondo. Estas preguntas, más que abrir una investigación singular inauguraban, al menos potencialmente, un campo de indagación, transversal, multiescalar y diverso. Alimentándose parcialmente de la experiencia que ha significado la construcción de la exposición, en estas líneas discutimos acerca de la dimensión material, espacial y territorial de la democracia como lugar de indagación.
La última dictadura cívico-militar-eclesiástica puso un enorme empeño en transformar la sociedad para lo cual impulsó una profunda transformación arquitectónica, territorial y urbana a todas las escalas y en diferentes partes del país. El proceso llamado de “reorganización nacional” fue no solo un proyecto de destrucción y muerte; fue también un proyecto de reorganización social y territorial del que hoy en día quedan algunos legados.
En 1983, la sociedad argentina puso fin a siete años de ese gobierno autoritario e inauguró 4 décadas ininterrumpidas de vida democrática. Siguiendo la hipótesis de que es posible pensar y revisar críticamente las prácticas espaciales, urbanas y territoriales en contextos específicos como los autoritarios, ¿podemos pensar algo similar con respecto a estas cuatro décadas de “Democracia”?
Como una provocación, esta pregunta rompe con la costumbre de hablar acríticamente de una cosa (“la democracia”) por su negativo (“la dictadura”) para celebrarla como un hecho en sí por intermedio de un efecto de contraste. A escala global, los discursos neoconservadores se extienden hoy a distintas escalas y la democracia neoliberal se yergue orgullosa con toda su pretensión de hegemonía.
Frente a este contexto amenazante, entender la democracia como un proceso y rediscutirla a fondo en sus dimensiones territorial y material puede ser útil para poner en evidencia que la democracia no existe en abstracto, que no hay una sola idea de democracia y que son justamente esas múltiples formas lo que hoy en día está en conflicto. Extendamos entonces sobre la mesa las amenazas en ciernes, pero también todo eso que creemos que allí posible.
Exposición "Geografías en 40 años de Democracia. Memorias. Transformaciones. Desafios ", en el Centro Cultural Paco Urondo. Foto: Gentileza Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone” UBA.
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¿Qué pasos se han dado en la democratización del conocimiento geográfico y cartográfico? ¿Qué tan democráticos han sido los mecanismos de relevamiento, consulta y uso de los datos geográficos producidos desde el Estado? ¿Cuál es la efectividad de mecanismos como las audiencias públicas en relación con proyectos de desarrollo productivo y de infraestructura? ¿Se han logrado avances en la democratización de los mecanismos de producción espacial o, más bien, asistimos a un proceso lento, pero continuo, en el que el neoliberalismo y sus formas de gubernamentalidad se extienden a todas las dimensiones territoriales? ¿Cuáles son los avances y retrocesos en relación con la violencia institucional en los barrios populares y las cárceles y centros de detención? ¿Con las políticas de memoria? ¿Qué pensamiento espacial crítico ha logrado desarrollarse en la discusión pública de la geografía? Preguntas como éstas pretenden aportar una mirada crítica a partir de investigaciones realizadas sobre la dimensión socio-territorial de distintos aspectos de la vida pública del país, de los avances, pero también de los desafíos pendientes en la construcción de territorios democráticos, plurales, justos y equitativos.
Esta pregunta involucra la discusión sobre el campo académico, sus características, y sobre los canales por los que tradicionalmente circulan sus ideas y hallazgos. En un país en el que el Estado y las políticas públicas marcan tan profundamente la investigación científica, la discusión acerca de su utilidad, pertinencia y calidad se aceleran bajo la forma de la impugnación al ritmo de los ciclos de expansión del liberalismo económico. Tales impugnaciones no son las únicas y hoy la academia es un campo doblemente tensionado. Por una parte, por una demanda creciente de productividad, medida con parámetros neoliberales que capturan y mercantilizan la producción científica. Por otra, por una sociedad que reprocha a la academia su supuesto alejamiento de la sociedad, de la realidad y las urgencias del país y exige resultados verificables. Subrayémoslo, esta doble tensión se ejerce en direcciones contrarias. Tironeadxs, docentes e investigadorxs intentamos responder en condiciones cada vez más precarias.
En este contexto el dispositivo de la exposición habilita la pregunta no solo por los “temas” de investigación sino por su representación; esto es, por las maneras de poner la producción académica sobre la mesa, hacerla pública y socialmente apropiable. Al entender la exposición como una acción colectiva, la reconocemos como una forma de problematización productiva, múltiple y polifónica.
La exposición se sitúa además en un campo en el que la práctica curatorial está sometida a un intenso debate como efecto, entre otros, de sus procesos de institucionalización y de intervención sobre lo social. La función curatorial es reconocida como proceso de investigación, dispositivo habilitante de la experimentación e incluso como acción político-afectiva. En el desarrollo de esta práctica curatorial y en respuesta a la necesidad de distintas articulaciones necesarias para trascender las fronteras académicas, disciplinarias e institucionales, también es fundamental tender puentes con artistas y organizaciones que, desde sus propias perspectivas y métodos, trabajan en torno a las mismas preguntas.
Destrucción del Albergue Warnes. Foto: Carlos Masotta, 1991.
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¿Qué tiempo es el tiempo de la Democracia? ¿No es empobrecedor acaso leer la democracia a partir del juego de su ausencia presencia, del que evocamos nostálgicamente su “regreso’? ¿Contribuye su lectura como un tiempo lineal, una unidad discreta susceptible de ser separada de los tiempos anterior y futuro? Bajo la idea de democracia, son muchas las latencias de lo por-venir, también muchas sus ausencias presentes, sus espectralidades. Hay interpelaciones e impugnaciones pretéritas que son solo posibles en un marco socio-político democrático en el que la controversia, el debate y el conflicto son posibles. ¿Cuál es el tiempo en que habita el genocidio fundante contra los Pueblos Indígenas? ¿Cuál es espacio-tiempo en el que la alianza entre violencia y neoliberalismo como estrategia simultáneamente contrainsurgente y económica propiamente latinoamericana puede ser emparentada con aquel genocidio originario? Lorey, siguiendo a Walter Benjamin, destaca la necesidad de “quebrar, interrumpir, hacer estallar” cualquier idea de linealidad y de “progreso” (en Las ruinas del neoliberalismo, 2022: 92). Así, más que un tiempo lineal, la democracia es ese conjunto de condiciones del presente en el que pueden emerger determinadas formas impugnaciones hacia el pasado. Volvamos al dispositivo de la exposición; parece necesario romper el relato de encadenamientos sucesivos logrando construir, más que un tiempo “homogéneo y vacío”, una constelación saturada de tensiones” (97) lo cual significa “aceptar varios pasados actualizados en sus relaciones de tensión entre sí en un tiempo-ahora ampliado” (98). No se trata de anular el pasado, más bien de abordarlo en su matriz material de tal manera que sea posible hacer evidentes las condiciones de dominación, explotación e injusticia.
Las memorias de la democracia son los intersticios en los que es posible preguntarse acerca de los pasados autoritarios, pero también, en los que emerge la pregunta por los procesos de constitución del neoliberalismo y de las estatalidades en sus múltiples espacialidades. Desde sus procesos de destrucción creativa hasta la transformación de las subjetividades en el espacio que resulta de las disputas que involucran al Estado, al mercado, la familia, el barrio y los otros diversos polos de construcción de sentido.
Exposición "Geografías en 40 años de Democracia. Memorias. Transformaciones. Desafios ", en el Centro Cultural Paco Urondo. Foto: Gentileza Instituto de Geografía “Romualdo Ardissone” UBA.
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Las calles argentinas y latinoamericanas tienen las marcas aún frescas: la democracia es conflicto. Más que una forma de vida de individuos consagrados a su felicidad privada, la democracia afirma Rancière es un proceso de lucha por ensanchar la esfera pública “contra la repartición de lo público y lo privado que asegura la doble dominación de las clases dominantes en el Estado y en la sociedad” (El odio de la democracia, 46). En efecto, más que como forma de gobierno, Rancière, nos invita a pensar la democracia como acción que arranque “a los gobiernos oligárquicos el monopolio de la vida pública, y a la riqueza la omnipotencia sobre las vidas”. Es en esa clave que en su dimensión socio-territorial, la democracia puede ser abordada como una constelación – no acabada, no concluyente, de transformaciones, movilizaciones y deliberaciones.
¿Cómo rediscutimos las políticas púbicas en el campo de la ciencia y la investigación? ¿Con qué velocidad, escala e intensidad se dieron los procesos de monocultivo en el país y en qué puntos se conectan con los procesos de especulación inmobiliaria? Ante emergencias y desastres ¿cómo ha gestionado el Estado el riesgo? ¿Cómo se han reconfigurado las estrategias cotidianas de organización política, de cooperación y de construcción de sentido a nivel barrial? ¿Cuáles son los avances y retrocesos respecto a las violencias institucionales? ¿Qué implicancias tuvo la crisis ambiental en términos de derechos para existentes humanos y no humanos? ¿Cuál es el vínculo que puede establecerse entre las políticas públicas y los Mecanismos de radicalidad democrática, como la acción popular de abajo hacia arriba, la descentralización, la deliberación territorial, la defensa de los bienes comunes, la feminización de la política o la asamblea? ¿Se han logrado avances en la democratización de los mecanismos de producción espacial o, más bien, asistimos a un proceso lento, pero continuó en que el neoliberalismo y sus formas de gubernamentalidad se extienden a todas las dimensiones?
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Conmemorar. Barajar y repartir de nuevo. Hoy también es pertinente preguntarnos por los horizontes del devenir territorial de la sociedad argentina, pero no solo. La lucha por lo político frente a la apertura violenta del ciclo neoliberal y sus legados socio-territoriales se produce también en otros países latinoamericanos que atraviesan procesos similares. Estamos enfrentados hoy a la evidencia de modelos que, por los tiktok o por las armas, intentan desmantelar la Sociedad para que el mercado se expanda libremente en todos los horizontes de la vida social. Y en la academia, mientras tanto, constatamos la hegemonía de distintos mecanismos que transfieren a ámbitos privados los resultados de las investigaciones hechas con recursos públicos y somete la investigación a mecanismos mercantilizantes, individualizantes y políticamente vacíos, ¿qué hacer? ¿Mediante qué acciones podemos habilitar prácticas, políticas, pedagogías, discursos y representaciones territoriales que contribuyan a la construcción de territorios plurales, democráticos, justos y equitativos? Probablemente necesitemos crear nuevas estrategias para defender la Sociedad. Pero claro, entre la uberización y el emprendedurismo para pocos y una democracia que ya no sirve para comer nos enfrentamos, como afirma Rolnik, a un agotamiento de los recursos subjetivos y vitales posiblemente tan avanzado como el de los naturales. Y perplejos, como estamos, frente a la toma del poder por múltiples extractivismos dispuestos a convertir la sociedad primero y el mundo después en su necesario sacrificio y la versión más acabada de su proyecto colonial, ¿qué sublevaciones, qué insurrecciones son posibles?
Los desafíos actuales a la democracia están asociados también a las querellas políticas implicada en las querellas científicas. Aquel ámbito burocrático y cerrado debe abrirse, democratizarse y convertirse, como afirma Bruno Latour, en un derecho esencial de una la ciudadanía crítica e informada que requiere una democracia política y deliberativa.
La perspectiva materialista, procesual y socio-espacial puede contribuir a construir una mirada crítica anteponiendo lo común. Necesitamos dispositivos que nos saquen de los circuitos consensuales, de la discusión entre pocos, de la ciencia para el extractivismo o de la ciencia mercantilizada. Tal vez así podamos contribuir a enfrentar el ascenso de las fuerzas conservadoras que hoy aparecen con amenazantes niveles de violencia y barbarie. Tal vez se trate, en fin, de volver sobre un Combate Perpetuo, recomenzado, una y otra vez, tan soberano como el propio deseo, tan potente como esa libertad que siempre debimos proteger de las garras del capital y del mercado.
La exposición “Geografías en 40 años de democracia” estará abierta hasta el 17 de noviembre de 2023” en el Centro Cultural Paco Urondo de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. 25 de mayo 221. Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Informes: iigeo@filo.uba.ar.
Carlos Salamanca Villamizar
Es investigador Independiente del CONICET adscripto al Instituto de Geografía de la Universidad de Buenos Aires. Coordina la Plataforma La Violencia en el Espacio. Dirige el Programa Espacios, Políticas, Sociedades del Centro de Estudios Interdiscilplinarios de la Universidad Nacional de Rosario.
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